“¿Era gay Jesús?”

EL HOMBRE QUE JESÚS AMÓ: NARRACIONES HOMOERÓTICAS DEL NUEVO TESTAMENTO THEODORE W. JENNINGS, JR. Cleveland: Pilgrim Press, 2003 www.pilgrimpress.com

Esta pregunta raramente se plantea, en parte debido a una erotofobia cristiana que implícitamente considera las relaciones eróticas como incompatibles, de alguna manera, con la imagen de Jesús como “sin pecado” o incluso como “divino”. Aún cuando la posibilidad de una relación erótica esta presente, la pregunta normalmente se confina a imaginar que el compañero de Jesús habría sido una mujer. 
El popular Jesucristo Superstar proponía a María de Magdala como compañera potencial de Jesús, como también lo hizo Nikos Kazantzakis en La Última Tentación de Cristo. Alguna especulación mormona antigua incluso ha propuesto una María diferente (de Betania) y su hermana Martha como posibles esposas para Jesús. La respuesta por parte de la Cristiandad, de sus principales dirigentes, a estas sugerencias generalmente ha sido negativa e incluso vehemente. Sin embargo, si el cristianismo fuera suponer que la sexualidad no es incompatible con el “sin pecado”, entonces ninguna razón, en principio, puede proporcionarse para rechazar las ataduras eróticas a Jesús.
 Entonces la pregunta simplemente se vuelve a si las tradiciones acerca de Jesús cuando llegan a nosotros desde la literatura cristiana antigua y sobre todo los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, contienen evidencia de relaciones íntimas entre Jesús y otras personas. 
 Una manera de acercarse esta pregunta sería preguntar si se dice que Jesús realmente “ama” a otra persona en estos documentos. El término “amor”, sorprendentemente, aparece raramente en las tradiciones sobre Jesús. De hecho el único texto en que se encuentra con alguna frecuencia es el Evangelio de Juan.
 Este hecho por si mismo puede asombrar a las personas imbuidas en la creencia que el amor está en el corazón del testimonio del Nuevo del Testamento, un punto de vista que no discuto. Quizás más sorprendente aun es que, con una sola excepción , el único Evangelio en que se dice que Jesús ama a alguien, aun Dios, para no llegar a decir a otro ser humano- es el Evangelio de Juan.
 Para estar seguros, el "amor" de Jesús se expresa a otras personas de varias maneras concretas en los otros Evangelios: en su atención al pobre, el hambriento, las muchedumbres, el enfermo, el poseído por el demonio, y así sucesivamente. Pero en su mayor parte, esta expresión es compasión, nunca es llamada “amor” por los otros narradores. Sólo en el Evangelio de Juan tenemos mucho material que muestra la relación de Jesús con las personas que están cerca de él, con lo que podemos calificar de relaciones “interpersonales”. En este contexto se dice que Jesús ama a otras personas. En dos casos (13:1; 14:21), se dice que Jesús ama todos sus seguidores. En un caso, se dice que Jesús ama un 2 2 grupo de tres personas: María de Betania, su hermana (Marta), y su hermano Lázaro (11:5). En otros dos casos, se dice al lector que, a la vista de otras personas, Jesús amó a Lázaro (11:3, 36). Sin embargo, no menos de cinco veces (13:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20) se menciona al lector un discípulo (varón) que es llamado simplemente aquel que Jesús amó. Claramente entonces, una consideración de las relaciones personales fuertes de Jesús con otras personas debe comenzar con una investigación de esta relación, aun sin usar la pregunta “Jesús, ¿era gay”? como punto de partida. Deberíamos empezar por aquí aun cuando solo nos preocuparan en general las relaciones personales de Jesús o la cuestión de sus vínculos eróticos. Claro la mayoría de las personas no comienza por aquí, para los homófobos y heterosexistas acuerdan con no dirigir la atención a la persona que es descrita explícitamente como el amado de Jesús. Porque la tradición y el prejuicio han conspirado para ocultar de la mirada del lector al candidato más obvio para una conexión erótica entre Jesús y otro ser humano, tenemos que desarrollar la lectura positiva hacia lo gay de este relación con algunos cuidados. 
Una lectura íntima de los textos en que el discípulo amado aparece apoya la hipótesis que la relación entre él y Jesús puede entenderse como la de los amantes. Sucede que Jesús y el amado son varones, significa que puede decirse que su relación es, en 21 21 términos modernas, “homosexual”. Pero el énfasis principal recae en la relación de amantes, no en el género de los amantes. Nada hay en el texto que muestre una forma específica de sexualidad en esta relación, esto es algo bastante normal en la literatura de este tipo. Lo que se juega aquí es simplemente que eran amantes. No se nos dice si “tienen sexo”, como lo tienen, así como no sabemos sobre las prácticas sexuales, si hubiera alguna, de Pedro y su esposa, o aquéllas de María y José. Si los amantes son del mismo o de diferente género, las prácticas específicas que celebran su intimidad personal y física son estrictamente personales, no materia de despliegue literario o curiosidad erudita.