¿Quién era el discípulo que Jesús amaba?

EL HOMBRE QUE JESÚS AMÓ: NARRACIONES HOMOERÓTICAS DEL NUEVO TESTAMENTO THEODORE W. JENNINGS, JR. Cleveland: Pilgrim Press, 2003 www.pilgrimpress.com

¿Era Juan, como sostiene la tradición? ¿O uno de los otros discípulos que encontramos en este texto? Perseguir esta cuestión no nos lleva a una conclusión definitiva acerca del nombre de este discípulo, pero si nos proporciona una ventana a la relación entre Jesús y sus discípulos. Esta perspectiva hará posible alguna posterior clarificación sobre la relación entre Jesús y el discípulo que él amó. 
La respuesta corriente a la pregunta es que es Juan el hijo del Zebedeo el discípulo que Jesús amó. Sabemos mucho de este hijo del Zebedeo por los otros Evangelios dónde es identificado como uno de los doce y como el hermano a Santiago junto con quien es el llamado "el hijo de trueno". Es retratado como un antiguo pescador que es llamado por Jesús a dejar su familia y trabajar en la misión de anunciar y promulgar el reino de Dios. Este mismo Juan, junto con su hermano Santiago y los hermanos Simón y Andrés, forman el círculo más íntimo dentro del conjunto de discípulos de Jesús. Santiago y Juan aspiran a ser entronizados con Jesús en la gloria. Pero todos estos detalles acerca de este hijo del Zebedeo provienen de otras narrativas. No se encuentran en el texto conocido por nosotros como el Evangelio de Juan. ¡De hecho, en este Evangelio, él nunca es mencionado por el nombre! Tenemos una referencia en la narración completa de "los hijos del Zebedeo," en el listado de la "fiesta de pesca" organizada por Pedro (21:2). Incluso podemos decir que una de las maneras en que esta narrativa difiere de los "Evangelios Sinópticos" es que los hijos del Zebedeo (y Juan en particular) no juega ningún papel en el texto. 
 Ya que la evidencia interior del Evangelio tan fuertemente señala la identificación del amado con Juan el hijo del Zebedeo, podemos preguntarnos cómo aparece esta identificación tradicional. Se basa en la conjetura que solo alcanza su forma actual al final del siglo II, por lo menos cien años después de que el Evangelio fuera escrito y distribuido. Incluso esa evidencia tradicional es menos que aparece. 
El discípulo que Jesús amó no puede ser identificado con alguna seguridad en base al texto, ni con uno de los hijos del Zebedeo, ni con uno de los doce. Tal identificación no se descarta absolutamente, pero el texto no nos provee una base para tal identificación y de hecho, mas bien nos aleja de ella. Si al discípulo que Jesús amó no lo podemos identificar automáticamente como uno de los hijos del Zebedeo o como uno de los doce, entonces ¿cuáles son los candidatos, en base a una evidencia interna del propio Evangelio, podrían identificarse como el discípulo que Jesús amó?
¿Dónde nos ubica esta revisión de posibilidades?
Hemos visto que un argumento puede ser ciertamente para Lázaro en el terreno terminológico. Uno interesante puede proponerse para Andrés en base a su papel en la narración. Menos persuasivos son los argumento a favor de Tomás y Natanael, e incluso Felipe y Judas no Iscariote. Si uno supone que el "otro discípulo" es conocido del sumo sacerdote, entonces se puede construir un argumento para Nicodemo o José de Arimatea. 
Ni podemos excluir la posibilidad que el discípulo amado es, por otra parte, una persona no nombrada en el Evangelio de Juan. Esta opción es, de hecho, atractiva porque las referencias al discípulo que Jesús amó insisten en no nombrarlo. Si este discípulo está de alguna manera conectado a la paternidad literaria del Cuarto Evangelio, aparece determinado a no ser nombrado, o más bien, sólo ser nombrado como el discípulo que Jesús amó. Sólo la evidencia externa de la tradición tardía parece apuntar hacia el nombre de Juan y sólo interpretación aun más tardía de los datos apunta a la identificación de un tal "Juan" con el hijo del mismo nombre del Zebedeo.
El resultado de esta revisión de posibilidades es que ninguno de ellas es concluyente. Esto en sí mismo es intrigante. ¿Por qué es que no nos dicen en el texto cual de los discípulos es el amado? ¿Por qué es que algunos de los discípulos (Judas Iscariote y Pedro) están completamente excluidos de esta lista de posibilidades? ¿Cuál es el motivo de subrayar tan fuertemente una relación de Jesús mientras se deja al que ocupa un lugar tan importante un papel sin identificar? 
 A pesar del resultado inconcluso de nuestra búsqueda de la identidad del discípulo que Jesús amó, nuestra investigación no ha sido en vano. Esta revisión de la evidencia y de las posibilidades ha producido por lo menos desde texto una serie de relaciones fuertes de Jesús. A esta lista, si intentáramos hacerla completa, debemos agregar la relación especial a las hermanas María y Martha así como el vínculo entre Jesús y María Magdalena (19:25; 20:11-18) e incluso la mujer de Samaria de 4:7-42. Tenemos una serie de relaciones fuertes y especiales cualquiera de las cuales serían considerables en sí mismas, obviamente. De hecho uno de los rasgos característicos de esta narrativa comparada con las otras que encontramos en el Nuevo Testamento es que encontramos lazos personales fuertes. No tenemos nada comparable al número e intensidad de relaciones personales entre Jesús y sus seguidores en los otros Evangelios. La pintura que tenemos de Jesús del Cuarto Evangelio es de alguien que tenía un don para la amistad y que despertó en otros vínculos fuertes de afecto y lealtad.