Pastor Lisandro Orlov
Pastoral Ecuménica VIH-SIDA
Iglesia Evangélica Luterana Unida
Buenos Aires. Argentina Agosto 2011
El relato de Sodoma y Gomorra en el libro de Génesis (19:1-19) indudablemente no se refiere a aquello que hoy llamamos orientación homosexual porque ningún dato histórico, científico o cultural nos muestra que todos los varones de una ciudad sean de orientación homosexual.
Aquí estamos ante un hecho común en situaciones de guerra: la humillación de los varones heterosexuales caídos prisioneros en manos de sus captores también heterosexuales que los degradaban a través de la penetración sexual a la condición de ciudadanos de segunda al obligarlos a asumir una actitud considerada femenina. Esta era una práctica común en el contexto histórico en que se escribe el relato. Es esa violencia y ese abuso lo que se está cuestionando y es la ruptura de las reglas de hospitalidad tan rígidas y generosas en las sociedades nómadas de aquel entonces y de ahora. Igualmente las Escrituras cuando internamente se refieren a las dos ciudades nunca relacionan su pecado con ninguna cuestión sexual. Esa es una relectura posterior a la redacción del Nuevo Testamento. La lectura profética de este pasaje asume que el pecado de Sodoma y Gomorra, anterior al intento del abuso sexual, es interpretado por Isaías de la siguiente forma: “¡Escuchen la palabra del Señor, jefes de Sodoma! ¡Presten atención a la instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra! ¿Qué me importan la multitud de sus sacrificios? –dice el Señor- Estoy harto de holocaustos de carneros y de la grasa de animales cebados; no quiero más sangre de toros, corderos y chivos…¡Cesen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la viuda! Vengan y discutamos –dice el Señor- (Isaías 1: 10-20).
Queda claro que en esta lectura profética del relato el tema tiene que ver con el derecho aplicado a poblaciones vulneradas en su dignidad. Es muy posible que hoy sean nuestras comunidades de fe las que cometen del pecado de los lìderes de Sodoma y el pueblo de Gomorra cuando no salimos a las calles de nuestras ciudades para garantizar el derecho de todo ciudadano independiente de su orientación sexual. El profeta Jeremías al hacer memoria de este evento dice: “…Pero entre los profetas de Jerusalén he visto cosas horribles: son adúlteros, viven en la mentira, tienden la mano a los malhechores ¡Y así nadie se convierte de su maldad” Todos ellos son para mi como Sodoma y Gomorra” (Jeremías 23: 14) Muchas veces durante la dictadura militar en Argentina hemos visto a quienes tenían que tener una voz profética tender la mano a los malhechores y ese silencio impidió la conversión de aquellos que pisoteaban el derecho dejando el tendal de huérfanos de los cuales se apropiaron y de viudas que hasta el día de hoy se niegan a ser consoladas si no hay previamente justicia y verdad porque no quieren seguir viviendo en la mentira. La dimensión social y la responsabilidad ante las poblaciones vulneradas en su dignidad y derecho es el pecado de Sodoma y Gomorra. La posición del profeta Ezequiel es aún más clara: “Esta fue la inequidad de tu hermana Sodoma: soberbia, buena mesa y total despreocupación. Además de esto, ella y sus hijas no socorrieron al pobre y al indigente, se enorgullecieron y cometieron abominación en mi presencia. Por eso las rechacé, como tú lo has visto” (Ezequiel 16, 49-50)
Esta afirmación no es un anacronismo. La abominación tiene que ver con aspectos sociales que aún hoy claman al cielo por justicia. La soberbia de aquellos que tienen una buena mesa a costa del hambre de muchos y muchas en sociedades construidas en la total despreocupación por los recursos en un ecosistema puesto en total riesgo. La única vez que Jesús de Nazaret nombra a estas ciudades no lo hace con relación a ninguna situación sexual sino que tiene claramente que ver con la hospitalidad: “Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad” (Mateo 10, 14-15).
Actualmente muchas personas de orientación sexual (homosexual) han tenido que sacudir el polvo de sus pies y abandonar muchas de nuestras comunidades de fe porque no queremos escuchar sus palabras ni las palabras que nos dicen diferentes organizaciones científicas que han quitado de su lista de enfermedades la orientación homosexual porque, luego de largos y apasionados debates, han llegado a la conclusión que no cumple ella con ninguno de los presupuesto como para ser considerada enfermedad.
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