miércoles, 15 de agosto de 2018

Movimiento lésbico, movimiento homosexual y movimiento feminista


 El lesbianismo como movimiento social aparece a finales de los 60, en el mundo occidental y en muchas metrópolis del Sur. Nace en una atmósfera de prosperidad económica y de profundos cambios sociales y políticos que incluyen tanto el desarrollo de la sociedad de consumo y la "modernidad" triunfante, como la descolonización y un auge de las más variadas perspectivas revolucionarias. Aunque haya sido bastante menos estudiado que el movimiento de los derechos civiles, negro, indígena, estudiantil o de mujeres, es uno de los llamados "nuevos movimientos sociales" que surgen en la época, desbordando las organizaciones de corte clasista que dominaban hasta aquél entonces. El movimiento lésbico se desarrolla en estrecha vinculación ideológica y organizativa con otros dos movimientos muy fuertes : por un lado, el movimiento feminista llamado de la "segunda ola", y por el otro, con el movimiento homosexual, que se  va construyendo rápidamente después de la "insurrección urbana" de 1969 en Stonewall ("insurrección" que responde a una provocación policíaca en bares homosexuales de Nueva York, y que hoy es celebrada cada año a través del mundo por las manifestaciones del "orgullo lésbico y gay"). Sin embargo, progresivamente, el movimiento lésbico se va autonomizando. Por un lado, en diferentes países se repite la misma experiencia : como mujeres, las lesbianas no tardan en criticar la misoginia, el funcionamiento patriarcal y los objetivos falocéntricos del movimiento homosexual, dominado por los hombres (Frye, 1983; Mogrovejo, 2000). Armadas de la crítica feminista, explican públicamente sus desacuerdos y fundan sus propias organizaciones, como las Gouines Rouges (Marimachas Rojas) en Francia. Por el otro lado y en forma más o menos simultánea, como mujeres homosexuales, muchas lesbianas no terminan de sentirse plenamente identifi cadas con el movimiento feminista. Más bien dicho, el movimiento feminista constituye para ellas, al principio, un espacio muy importante en el que luchar y encontrar mujeres que, como ellas, combaten los estereotipos y limitaciones sociales asociados a la feminidad, y la opresión de las mujeres. También constituye un bienvenido lugar de encuentro con otras lesbianas, favorable a la elevación de su auto-estima y a su “salida del clóset”. Por tanto, muchas lesbianas contribuyen muy activamente a la construcción del movimiento feminista, del cual al principio se sienten totalmente parte, ya sea como personas o como grupos lésbicos. Sin embargo, se van dando cuenta con el tiempo que algunas feministas las perciben como un cuestionamiento amenazador a su posición heterosexual o a su lesbianismo "de clóset", lo que a menudo provoca roces  interpersonales. Sobre todo, en lo colectivo, buena parte del movimiento feminista se deja intimidar por el mensaje social que exige al feminismo silenciar, invisibilizar y postergar al lesbianismo para ser mínimamente respetado. Mientras que las lesbianas luchan por todas las causas de las mujeres, aunque no les atañen tan directamente (por ejemplo, para la anticoncepción o la interrupción voluntaria del embarazo), las demás mujeres se muestran generalmente muy tibias a la hora de luchar por causas lésbicas o cuestionar la heterosexualidad (CLEF, 1989). Algunas lesbianas empiezan entonces a buscar una vía propia, generando espacios autónomos de quehacer político lésbico. 

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