miércoles, 15 de agosto de 2018

Variedad de las prácticas sexuales y amorosas entre mujeres y sus interpretaciones


 E n muy diferentes culturas y épocas, han existido mujeres que se relacionan sexualmente, amorosamente y/o afectivamente con otras mujeres. Los ejemplos son de los más variados. Se encuentra una larga lista de poetas, que en primera persona dieron testimonio de su vivencia lésbica, desde Safo, de la antigua isla de Lesbos, hasta la afronorteamericana Audre Lorde, desaparecida en 1993, quien fue a la vez teórica, militante y notable escritora (Lorde, 1982, 1984). En la India en la época pre-védica, se encuentran mitos que hablan del papel destacado de las mujeres y esculturas muy explícitas de relaciones sexuales entre mujeres (Thadani, 1996). En Zimbabwe, la recién desaparecida Tsitsi Tiripano y el grupo lésbico-gay GALZ en el que militaba, son una prueba fehaciente de que el lesbianismo existe en culturas africanas (Aarmo, 1999). En Sumatra, Indonesia, las tomboys son mujeres" 14 masculinas" que establecen relaciones de pareja con otras mujeres (Blackwood, 1999). La antropología por su parte señaló hace mucho el caso de las y los berdaches en las poblaciones indígenas de los llanos del norte del continente americano : son personas que, a pesar de haber nacido hombres o mujeres, son consideradas socialmente como pertenecientes al sexo/género opuesto y por tanto buscan pareja de su propio sexo . De forma mas general, varias poblaciones indígenas del continente manejan la noción de personas de "doble espíritu", que a menudo tienen poderes mágicos-chamánicos y cuyo comportamiento sexual podría ser visto como homosexual en el marco de las concepciones occidentales actuales (Lang, 1999). Sin embargo, cada sociedad construye e interpreta estas prácticas sexuales y amorosas entre mujeres de forma diferente, y su visibilidad y legitimidad varían enormemente según la concepción que cada sociedad tiene de lo que es ser mujer u hombre, como lo analiza la antropóloga francesa Nicole Claude Mathieu en un profundo artículo sobre la diversidad de las formas de articulación entre sexo, género y sexualidad (Mathieu, 1991). De hecho, hay sociedades por ejemplo que solo conciben la existencia de un género (el masculino), que luego se divide en dos sexos, como la sociedad africana !Kung! A su vez, la sociedad Inuit, cerca del círculo polar, atribuye un(os) género(s) a laslos recién nacidas según aquél de la(s) persona(s) que en ella o él se reencarnaron : así, una bebé hembra puede ser considerada socialmente como un varón, si en ella regresa el espíritu de su abuelo. Sin embargo, al llegar a la edad reproductiva, sufren una reubicación social en su sexo biológico, en vista al matrimonio reproductivo. En varias 15 sociedades africanas, existe matrimonio entre mujeres, sin embargo ello no signifi ca que sean lesbianas. Más bien se trata de una forma para mujeres mayores y relativamente ricas de asegurarse una descendencia, obteniéndola de la mujer más joven que toman como esposa y que tiene relaciones sexuales con varones para este fi n. En medio de esta complejidad de los arreglos culturales en torno al sexo, al género y a la sexualidad, no es tan simple defi nir, ni lo que es una mujer, ni aún menos lo que son entonces la heterosexualidad y la homosexualidad. Sin embargo, en la mayoría de las culturas hoy conocidas y existentes, dominan arreglos sociales netamente patriarcales y basados en la heterosexualidad como norma obligatoria. Muchas religiones se encargan además de condenar absolutamente todo lo que no sirve explícitamente a la reproducción. Por tanto, las relaciones sexuales y amorosas entre mujeres son casi siempre a la vez tabúes, severamente condenadas e invisibilizadas. De allí que esas relaciones hayan sido muy poco estudiadas y muchas veces desformadas y tratadas con poca seriedad científi ca, como lo ejemplifi ca el caso de las famosas Amazonas. De ellas se ha dicho alternativamente que vivían en la Grecia antigua o en la Amazonia, y se han inventado toda clase de fantasías en torno a sus supuestas formas de vida, mezclando esas mitifi caciones con el estudio posterior de las feroces guerreras del rey de Dahomey. Hasta hoy, ningún estudio histórico serio ha demostrado la existencia de las Amazonas, ni mucho menos ha podido dar cuenta de sus prácticas sexuales, a pesar de que constituyen uno de los más poderosos símbolos del lesbianismo. 16 Apenas recientemente, y en el pensamiento occidental, es que se le empieza a atribuir a la gente una personalidad e identidad sexual específi ca y (relativamente) fi ja, con base a sus prácticas sexuales. Aún así, solo progresivamente se ha constituido la categoría y el término de lesbiana. Algunas historiadoras documentan la aparición del término "tribadismo" para nombrar las relaciones sexuales entre mujeres al comienzo del siglo XVIII (Bonnet, 1995). Ya a mitad del siglo XIX, la medicina y sobre todo la psiquiatría naciente (seguida por el psicoanálisis) empiezan a interesarse por lo que llaman el "tercer sexo", interviniendo fuertemente en su categorización como "invertidas-os" y su patologización, y buscando su "curación" (Lhomond, 1991). La sexología, que aparece a fi nales del siglo XIX, continua esta tendencia clasifi cadora y normalizadora (Jaspard, 1997). Havelock Ellis, uno de sus fundadores, desarrolla la hipótesis de un origen congénito de la homosexualidad, con la esperanza de sustraer a las y los homosexuales de la represión y los intentos de curación. El modelo sexológico se complejiza al incorporar elementos del psicoanálisis, igualmente determinista, aunque ya no ubique la causa de la homosexualidad en la biología sino que en la sicología. Básicamente, Freud interpreta la homosexualidad femenina como una simple simetría de la homosexualidad masculina y una prueba de "inmadurez" en el desarrollo psico-sexual de las mujeres. Simultáneamente, en Europa, en los años veinte y treinta, las lesbianas se hacen bastante visibles: en París, la celebre pareja norteamericana que une a Gertrude Stein y Alice Toklas organiza círculos literarios en el barrio artístico de Montparnasse. En Berlín se multiplican los lugares de sociabilidad lésbica antes de que el fascismo 17 arrase con todo, asesinando u obligando al exilio o a la clandestinidad a lesbianas y homosexuales. En Londres, Radclyffe Hall publica su celebre "Pozo de la soledad " que le valdrá la violenta condena de la sociedad bien pensante(Tamagne, 2000). A manera de contrafoco, en Francia la literatura heterosexual y la industria de la moda popularizan el ambiguo personaje de la garçonne, mujer "moderna" de pelo corto y moralidad desafi ante, pero que en sí no necesariamente es lesbiana. 

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