viernes, 13 de abril de 2018

Minorías sexuales en la Biblia.

Tomás Hanks  
http://www.fundotrasovejas.org.ar/ovejas.htm Juan: El Discípulo Amado subvierte el literalismo fundamentalista.
Para las mujeres y las minorías sexuales: una comunidad de amigas y amigos. También oprimidas, perseguidas y marginadas, las minorías sexuales y las mujeres son tratadas en Juan con un interés y honor especial.
Retrata a cinco mujeres: María, viuda, madre de Jesús; la mujer samaritana; las hermanas María y Marta; y María Magdalena, cada una representando algún tipo de minoría sexual. 
María, la esposa de Cleofas (19:25), está incluida entre las mujeres junto a la cruz pero desconocida en otras circunstancias (cf. la esposa de Pilato en Mateo 27:19; Jairo con su esposa en Marcos 5:40; la adúltera en 7:53–8:11). El "secreto mesiánico" de Marcos es revelado muy pronto en este Evangelio cuando Jesús se declara plena y explícitamente como Mesías a una mujer samaritana que ha tenido múltiples esposos y compañeros sexuales (4:1-42). Después, Jesús continuamente afirma: "Yo soy..." (6:35). En la teología de Juan y en la estructura de su libro las minorías sexuales tienen un lugar muy importante. En Juan 2 tenemos el primer milagro (señal) del Evangelio, el agua hecha vino en la boda de Caná, seguido por la purificación del templo, un evento que los Evangelios sinópticos colocan en la última semana (pasión), como la provocación de la crucifixión de Jesús. Especialistas en Juan han quedado perplejos por este cambio radical en el orden. Pero si comprendemos la situación y la actitud del Discípulo Amado (soltero), podemos entender cómo este orden es clave para entender su teología. Para Juan, la boda en Caná (2:1-11) no celebra la continuidad de la familia tradicional patriarcal, sino que es un punto de partida para desplazarla con la nueva comunidad de los discípulos de Jesús (2:11-12). En Juan 1 tenemos la formación de la nueva comunidad de los discípulos de Jesús (1:35-51) 
y en Juan 2 la presentación de las dos instituciones tradicionales que serán reemplazadas por esta nueva comunidad: la familia patriarcal tradicional (2:1- 12) y el templo y las fiestas de Jerusalén (2:13-22).
El vino eucarístico que disfrutan los discípulos en la nueva comunidad es superior al vino (agotado) de la familia patriarcal tradicional, así como la nueva comunidad de discípulos (casi todos solteros) alrededor de Jesús es superior a aquella familia.
Los predicadores dominados por las ideologías idolátricas de la familia han tergiversado este relato de la boda de Caná. Para la interpretación correcta de este pasaje (muy mal usado en los matrimonios) es fundamental el contexto anterior, donde Jesús establece contacto con una ―red de conocidos marginados‖ para formar una ―antisociedad‖ contracultural de parentesco ficticio (Malina y Rohrbaugh 1998:60-61). Después, en Caná, Jesús, que tiene más de 30 años de edad pero permanece soltero, bendice la boda patriarcal con su presencia y su primer milagro y también la deconstruye, al presentarse libre de las demandas de su familia –su madre María, una viuda. Bruce Malina y Richard Rohrbaugh señalan que ―en la sociedad heterosexual, al contrario de ‗antisociedad‘, [tales] 25 personas dentro de un grupo merecen y reciben acatamiento inmediato.... Tal vez Juan utiliza este patrón para informar a los miembros de su grupo sobre cómo tratar a sus parientes y a otras personas del grupo‖ (Malina y Rohrbaugh 1998:68). Con su recién formado núcleo de discípulos (Juan 1:35-50, todos solteros excepto Pedro) Juan demuestra que esta nueva comunidad contracultural ejemplifica la libertad auténtica y goza de un estilo de vida superior al de la familia patriarcal tradicional representada por la boda. La carencia de vino señala una falta de amigos. Después, ―las familias biológica e imaginaria de Jesús son... descritas como viajando juntas‖ (p. 69), pero la narración de Juan aclara más tarde que la nueva red de ―amigos‖ (15:9-15), no la casa patriarcal, es fundamental y normativa para la sociedad en el nuevo orden de Dios (p. 66; sobre la amistad a diferencia de la familia, como la institución fundamental de la sociedad, ver Mary E. Hunt:1991). La colocación del relato de la boda antes de la purificación del templo también reflejaría el enojo reprimido del soltero Juan frente a dos instituciones opresivas –la familia patriarcal (2:1-11) y el templo (2:13-22)–, pues Jesús llamó a los hermanos Juan y Santiago –jóvenes airados– ―hijos del trueno‖ (Marcos 3:17; ver ―trueno‖ en Apocalipsis [también joánico] 4:5 y nueve veces más). El enojo de Juan, entonces, se dirige no solamente al templo y los líderes religiosos, sino también a la institución de la familia heterosexual y procreativa (la boda de Caná). Tal enojo, comúnmente inconsciente y reprimido, ha sido una característica de las minorías sexuales, que muchas veces tienen que pasar la vida reprimiendo y escondiendo sus verdaderas emociones. Tanto la boda de Caná como el templo de Jerusalén representan blancos del enojo de Juan, y todo el libro deconstruye las instituciones patriarcales de la familia y de la religión. La nueva comunidad de los discípulos de Jesús toma el lugar de la familia y de la religión patriarcales y de ese modo manifiesta la verdad que libera de la opresión (Juan 8:32). El desplazamiento de la familia patriarcal por la nueva comunidad de los discípulos se ve inmediatamente en el siguiente diálogo con Nicodemo (2:23–3:36). Con su enseñanza, Jesús reemplaza a ―el maestro‖ de Israel, y uno entra en la nueva comunidad por un nuevo nacimiento espiritual en vez de heredar tal condición por nacimiento natural. El procedimiento joánico de desplazamiento se remarca en el relato sobre la samaritana (4:1-42), donde una mujer no israelita y además minoría sexual de mala reputación recibe la primera revelación explícita sobre la identidad mesiánica de Jesús y, a su vez, la comunica (como una evangelista) a su aldea. En el diálogo, Jesús hace patente que la adoración de Dios en Espíritu y verdad (práctica de las comunidades joánicas, excluidas de las sinagogas), toma el lugar del templo como centro de la revelación divina y la fuente de la vida. En la segunda señal que sigue (Juan 4:46-54), Juan parece transformar el relato de Q (Lucas 7:1-11 // Mateo 8:5-13) sobre el centurión y su esclavo amado sanado por Jesús (o tal vez Juan sigue una tradición independiente). Notablemente, Juan parece ―limpiar‖ las dos escenas de minorías sexuales descritas en Lucas 7. Primero, en Lucas 7:1-10, Jesús sana al muy amado compañero esclavo de un centurión romano, mientras en Juan 4:43-54 el lugar del esclavo amado es tomado por un ―hijo‖ (¿un esclavo adoptivo?). Segundo, en Lucas 7:36-50 es una prostituta (―pecadora‖ por excelencia) quien unge los pies de Jesús, mientras que en Juan 12:1-11 es la piadosa María, que se había sentado a los pies de Jesús para escuchar sus enseñanzas, quien le unge los pies. Mateo y Marcos describen la unción en Betania en la casa de Simón ―el leproso‖ (tal vez era el padre de María, Marta y Lázaro, y dueño de la casa donde ellos vivían, separados de él, porque sería ―impuro‖ según la ley de Moisés; Marcos 14:3-9; Mateo 26:6-19). En Juan 5:1-47, Jesús sube de nuevo a Jerusalén a una fiesta judía, pero en vez de asistir al templo, se dirige al ―hospital‖ de los enfermos y discapacitados marginados (la piscina de Betesda), donde sana a un paralítico. Provoca un agudo conflicto con las autoridades religiosas sobre el sábado y la ley y aún mayor oposición cuando insiste en que él mismo representa el nuevo centro de la obra liberadora divina, no el templo con sus fiestas. En Juan 6, Jesús alimenta a 5000 seguidores pobres (como en los sinópticos) y proclama: "Yo soy el pan de vida" (6:35), desplazando a Moisés (ver el maná del Éxodo) como padre de la familia patriarcal. En Juan 7, el conflicto con las autoridades judías se agudiza y el último día de la fiesta de los tabernáculos Jesús se presenta como fuente del agua de vida, desplazando otra vez al templo (ver Ezequiel 47). [Juan 7:53–8:11 sobre la mujer adúltera no es 26 de Juan mismo, pero es coherente con su énfasis en la autoridad de Jesús que reemplaza la autoridad patriarcal y la pena de muerte para el adulterio (estipulada por la Ley), sustituyéndola por el amor que perdona entre los discípulos en la nueva comunidad.] En Juan 8, Jesús declara que es la luz del mundo que libera a la nueva comunidad de la opresión de la familia patriarcal (descendientes de Abraham) y de las autoridades del templo (8:32, 36). Sigue el relato de la curación de un ciego de nacimiento (9:1-41), un soltero, dependiente de sus padres, pero que, al ser expulsado de la sinagoga, se incorpora a la nueva comunidad de Jesús. En Juan 10, Jesús proclama: ―Yo soy el buen pastor‖, el líder que reemplaza a las autoridades del templo y cuyas ―ovejas‖ (discípulos) sustituyen a la familia patriarcal. Con la fiesta de la dedicación en Jerusalén (Juan 10:22-42) el conflicto con las autoridades aumenta de nuevo cuando ellos intentan apedrear a Jesús. Con la resurrección de Lázaro (Juan 11:1-54), el propósito y la teología de Juan se manifiestan claramente. Jesús había participado en la boda patriarcal de Caná bajo presión de su madre. Pero Juan demuestra claramente que el hogar predilecto de Jesús no era su propia familia, o un matrimonio tradicional, sino el hogar de María, Marta y su hermano Lázaro, todos solteros (una ―familia‖ no tradicional). Así como Marcos señala que Jesús amó al joven rico, Juan hace hincapié en el amor especial que Jesús tenía por Lázaro, María y Marta (11:3, 5, 11). Como en Romanos 16 Pablo saluda mayormente hogares de minorías sexuales, Juan hace patente que el hogar donde Jesús se sintió ―en casa‖ era un hogar de minorías sexuales, personas que rompieron con la expectativa patriarcal de casarse y tener muchos hijos. Según Juan, es esta María la que en Betania unge a Jesús con perfume (12:1-11). La resurrección de Lázaro pone de manifiesto que el poder de Dios en Jesús opera fuera del ámbito del templo y de las autoridades religiosas y también fuera del control de las familias tradicionales patriarcales. La conclusión de la primera mitad de Juan sigue demostrando que el hogar no tradicional de Lázaro, María y Marta desplaza a la familia tradicional patriarcal y al templo como centro de la acción divina. El Libro de las Señales termina anunciando la llegada de algunos griegos (―otras ovejas‖) que desean incorporarse en la nueva comunidad de los seguidores de Jesús (desplazando a los judíos incrédulos; 11:55–12:50). En la segunda parte del Evangelio (13–21), Jesús primero procura fortalecer a los discípulos y los prepara para la crucifixión. En Juan 13–17 Jesús habla de la presencia del Espíritu de Dios en la nueva comunidad (no en el templo). Con su perspectiva radical, Juan enfoca el sencillo mandato de amor mutuo en la nueva comunidad (13:34-35) en lugar de enfocar los múltiples códigos legales del Pentateuco (Goss 2006:559-60). Se parece a Pablo con su militancia a favor de la liberación de la ley que disfrutan los cristianos (Gálatas; Romanos); pues como insiste Juan en su Prólogo: ―La ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo‖ (1:17). La eliminación de las múltiples marginaciones prescritas en los códigos del Pentateuco con referencia a las minorías sexuales (ver sobre todo ―los eunucos‖, Deut. 23:1-2; Lev. 21:18-20) hace del Evangelio del Discípulo Amado ―buenas nuevas‖ para esas minorías. Como el nacimiento espiritual es distinto, así también el ―fruto‖ de la nueva comunidad no son hijos naturales sino la multiplicación de discípulos (Juan 15:1-17). En el relato de la muerte de Jesús, Juan hace hincapié en el conflicto con los líderes religiosos del templo. Poco antes de morir en la cruz, Jesús entrega su madre viuda, no a Pedro con su familia tradicional, sino al Discípulo Amado, un soltero, que de esta manera formó otro hogar no tradicional (19:26-27). Este discípulo se había ―reclinado sobre el pecho de Jesús‖ en la última cena (13:23, 25; las traducciones modernas crean más espacio de lo indicado por las palabras griegas), y es el autor del Evangelio según la tradición (ver 1:35-40; 18:15-16; 19:26- 27; 20:1-10; 21:7, 20-24). Es notable cómo María aparece en Juan solamente en el relato de la boda de Caná (2:1- 12) y al final donde Jesús la manda para formar parte de la nueva comunidad en relación con su Discípulo Amado, no casado (19:26-27). Marcos había contado cómo las mujeres fieles llegaron primero al sepulcro vacío, y Lucas y Mateo añadieron cómo Jesús resucitado apareció primero a estas mujeres y no a los fracasados apóstoles varones. Pero Juan insiste en que, aun antes de las apariciones a las mujeres, el Discípulo Amado, habiendo corrido a la tumba más rápido 27 que Pedro, fue el primero que creyó en la resurrección –aun sin haber visto a Jesús. Es el soltero Discípulo Amado, entonces, quien sirve de paradigma fundamental para las generaciones posteriores que creyeron sin ver a Jesús resucitado. En el Evangelio es este discípulo, no una familia tradicional, quien simboliza la comunidad cristiana. Además, la primera aparición de Jesús resucitado no es a las mujeres fieles como grupo, sino a María Magdalena, tradicionalmente identificada como una prostituta (Juan 20:1-18; ver bajo Lucas y Mateo). Adeline Fehribach retrata la búsqueda decidida que María hace para encontrar el cuerpo de Jesús, y la compara con la mujer en el Cantar de los Cantares y con las obras griegas de amor, donde las esposas van en busca del cuerpo de sus esposos muertos. Jesús es visto como el ―novio mesiánico‖. A Fehribach le incomoda la negación de Jesús a corresponder al abrazo de María y observa que Jesús se mantiene ―apartado de las preocupaciones terrenales de los demás, especialmente de las mujeres en su vida‖ (Adeline Fehribach 1998:165). Los límites impuestos por su ideología heterosexista le impiden detectar posibilidades más radicales. El epílogo (21:1-25), sin embargo, sigue insistiendo en que el soltero Juan, el Discípulo Amado de Jesús, mantiene cierta prioridad sobre Pedro y le sobrevivirá, del mismo modo que lo dejó atrás en la carrera a la tumba. Pero más significativamente, el discípulo casado y el Discípulo Amado de Jesús llegaron a ser un equipo de liderazgo (ver Hechos 15) para la nueva comunidad de Jesús, que desplaza a la familia tradicional opresiva patriarcal y al templo con sus sacerdotes. De San Ireneo tenemos otra tradición (ahora comúnmente ocultada): Están también quienes oyeron de [Policarpo] que Juan, el discípulo del Señor, al ir a los baños en Éfeso y advertir que Cerinto estaba en ellos, huyó sin bañarse exclamando: ―Huyan, antes que la casa se venga abajo, pues está Cerinto, el enemigo de la fe‖ (Ireneo Adv. Haer. 3.3.4, ANF 1:416; Eusebio. Hist. Eccl. 5.8.4., LCL 1:455). Cerinto era un hereje gnóstico (cerca 100 d.C.). Numerosos autores citaron esta tradición de Ireneo antes de Kinsey (1948), Stonewall (1968) y la difusión pública de más información sobre las prácticas homoeróticas en las sociedades grecorromanas. Nadie preguntó por qué un judeocristiano como Juan estuvo presente en los baños públicos, una institución grecorromana de mala reputación entre los judíos. 

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