domingo, 4 de junio de 2017

Vivir mejor con menos


La actual crisis ecológica hunde sus raíces en una manera de relacionarnos con la naturaleza y con los demás humanos. En esta relación se priorizan determinados valores, y ello va estructurando una mentalidad que es compartida por muchas personas en todo el planeta. 
1. Ser capaz de vivir sabiamente y de pensar en profundidad  que se opondría al ruidoso mundo digital y al pensamiento superficial, y que no se consigue con la simple acumulación de información. Muy relacionada con este valor, la capacidad de salir de uno mismo y hacia el otro, una cualidad necesaria también para reconocer el valor del resto de criaturas .
2. Tomar conciencia del valor de la interdependencia, de que la especie humana depende de las otras especies, en tanto que la comunión entre los seres vivos es fundamental. Nuestro ambiente cultural potencia pensar en primer lugar en nosotros mismos y no facilita el tomar conciencia de la realidad de la interdependencia entre todos los seres. Por desgracia no hemos aprendido a vivir lo que somos como don de los demás –sean personas, animales o plantas– y cuando nos relacionamos los tratamos a menudo como a meros objetos. 
3. Vivir y entender nuestra vida como un don, un regalo. El don nos obliga a cuidar de ella, también de las vidas de los demás, sobre todo las de los más vulnerables. Lo que hemos recibido gratuitamente lo damos también gratuitamente. Dar quiere decir ayudar a crear las condiciones para que la vida pueda desarrollarse plenamente. Además de entender la vida como don, también la naturaleza es regalo que nos ayuda a vivir, es el entorno que hace posible nuestra vida, y por ello hay que cuidarla y no reducirla a una simple cosa u objeto de nuestra manipulación .
4. Aprender a apreciar las diferentes dimensiones de la felicidad que no pueden reducirse al hecho de tener o poseer. Nuestra sociedad fomenta un estilo de vida que no tiene sentido sin símbolos de posesión o estatus marcado, a su vez, por un acentuado individualismo, un vivir de forma fragmentada y atomizada. Así, tendríamos que apreciar las dimensiones más relacionales de la felicidad que comportarían aprender a vivir de forma más austera y sobria, vivir con lo que realmente necesitamos y así frenar el deseo insaciable y voraz. Esta austeridad de vida quiere decir vivir más sencillamente para que todos puedan vivir… Necesitamos aprender nuevas pautas de consumo más sostenibles. 
5. Unir estrechamente las cuestiones social y ecológica. Algunos autores del ámbito de la ecología ya habían expresado esta unión con el concepto de justicia medioambiental, que considera a la ecología como parte de la nueva noción compleja de justicia. «Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteamiento ecológico se convierte siempre en un planteamiento social, en las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde se dan tantas injusticias y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia, en una llamada a la solidaridad .
6. Retornar a la simplicidad y a la capacidad de disfrutar con poco, que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin aferrarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos . Este valor va en contra del consumismo, reflejo del paradigma tecno económico actual y «que intenta llenar el vacío del corazón humano…» . La sobriedad vivida en libertad y conciencia es liberadora .
7. Valorar el descanso, la dimensión celebrativa de la vida, una dimensión receptiva y gratuita que es algo diferente al mero no hacer. Y «de esta manera, la acción humana es preservada no únicamente del activismo vacío sino también del desenfreno voraz y de la conciencia aislada que conduce a perseguir solamente el beneficio personal» .
Joan Carrera
Miembro del grupo de ética y sostenibilidad de CJ
Fuente Papeles Cristianisme i Justicie

“Carta por la Compasión”


Karen Armstrong, autora de la “Carta por la Compasión”, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales



La propia historia de Karen Armstrong (Wildmoore, Reino Unido, 1944), marca su pasión por “destacar la relevancia del estudio de las religiones para comprender la sociedad y el mundo contemporáneos”. Y es que la investigadora, de religión católica, fue novicia en el convento de la Sociedad del Santo Niño Jesús entre 1962 y 1969, hasta que abandonó por una crisis de fe. Desde entonces, se dedica al estudio de las religiones, campo en el que es una referencia mundial. 15 años después, durante un viaje a Tierra Santa, recuperó la fe.
La galardonada es autora de más de una veintena de libros sobre religión que se han traducido a 45 idiomas. Defensora de una visión comprensiva del hecho religioso, Armstrong es miembro del grupo de expertos de la Alianza de Civilizaciones de la ONU y promotora de la denominada Carta por la Compasión, un documento que insta al entendimiento de las religiones del mundo tomando como base el valor de la compasión.

El principio de compasión permanece en el corazón de todas las tradiciones religiosas, éticas y espirituales, y siempre nos pide tratar a los otros como nos gustaría ser tratados. La compasión nos impulsa a trabajar sin cansancio para aliviar el sufrimiento de nuestros semejantes; nos motiva a dejar de lado el egoísmo y aprender a compartir y nos pide honrar la inviolable santidad de cada ser humano, tratando a todos, sin excepción, con absoluta justicia, equidad y respecto.
Es además necesario en la vida pública y en la privada abstenerse de causar dolor de manera sistemática y categórica, actuar o hablar de manera violenta, obrar con mala intención, manejarse priorizando el interés personal, explotar o denegar los derechos básicos e incitar al odio denigrando a los otros -aunque sean enemigos- actuar de manera contraria, implica negar nuestra humanidad. Reconocemos haber fallado en vivir con compasión y sabemos que alguien ha incluso incrementado la miseria humana en nombre de la religión.
Por eso pedimos a hombres y mujeres restaurar la compasión al centro de la moralidad y de la religión, volver al antiguo principio que afirma que cualquier interpretación de la escritura que incite a la violencia, el odio o al desprecio, es ilegítima; garantizar a los jóvenes una información positiva y respetuosa sobre otras tradiciones, religiones y culturas; estimular a una positiva apreciación de la diversidad cultural y religiosa; cultivar una empatía consecuente con el sufrimiento de los seres humanos, hasta con aquellos que consideramos enemigos.
En nuestro mundo polarizado hay una necesidad urgente de transformar la compasión en una fuerza clara luminosa y dinámica. Arraigada en la determinación de trascender el egoísmo, la compasión puede romper las fronteras políticas, dogmáticas, ideológicas y religiosas. Nacida de nuestra profunda interdependencia, la compasión es esencial para las relaciones humanas y para la realización de la humanidad. Es el camino hacia la claridad, indispensable para la creación de una economía justa y de una comunidad global y pacifica.

Reseña para "LA FLOR INVERTIDA" - Puntuación: 🌟🌟🌟🌟🌟 5/5

Opinión: Las letras del autor las conocí por su libro "Equipaje Ancestral" que tuve la suerte de ganarlo en un sorteo que realizo,...