Ningún caso creíble contra la homosexualidad o los homosexuales puede obtenerse de la Biblia a menos que
uno escoja leer la Escritura de modo de sostener el prejuicio existente contra la homosexualidad y los
homosexuales.... El “problema,” desde luego, no es la Biblia, sino los cristianos que la leen.
Peter Gomes
Las Escrituras judías y cristianas no dicen absolutamente nada sobre la homosexualidad en
su forma moderna de orientación o identidad, no es un mantra. Detrás de semejante declaración está un gran
cuerpo de literatura contemporánea de estudios cultural y de género sobre la construcción social del mismo y de
la sexualidad, largamente ignorada por los cristianos homofóbicos y los académicos. y Searching the
Scriptures: A Feminist Commentary (Investigando las Escrituras: Un comentario feminista) (New York:
Crossroad, 1994). Acerca estudios culturales en sexualidad ver David Halperin, One Hundred Years of
Homosexuality: And Other Essays on Greek Love (New York: Routledge,1990); Edward Stein, ed. Forms of
Desire: Sexual Orientation and the Social Construtionist Controversy (New York: Routledge,1992);Eve
Kosofsky Sedgwick, Epistemology of the Closet (Berkeley: University of California Press,1990). La
“homosexualidad y la heterosexualidad son conceptos modernos acuñados en la práctica psiquiátrica alemana
en 1870 para describir a las identidades modernas emergentes. En 1909 el Nuevo Diccionario Internacional
Merriam-Webster definió la “homosexualidad” como un término médico que refería a una mórbida pasión
sexual por una persona del mismo sexo, mientras que la edición de 1923 definía a la heterosexualidad como
“una pasión de mórbida por una persona del sexo opuesto.” Fue en la edición de 1934 del Diccionario
Webster que “heterosexualidad” cambió su significado a una “manifestación de pasión sexual por alguien del
sexo opuesto.”
A pesar de los reclamos de los extremistas religiosos, no hay ninguna palabra bíblica que pueda traducirse por
“homosexual” porque el concepto de orientación sexual estaba totalmente ausente en el mundo mediterráneo
antiguo. La Biblia no habla sobre orientación sexual, ni sobre identidad sexual, ni sobre las subjetividades
modernas de heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad y la identidad transgenérica. Estas identidades
estan ausentes de la cosmovisión bíblica.
El apóstol Pedro no pensó en si mismo como heterosexual y Pablo no
se vio como homosexual porque tales conceptos eran ajenos a la concepción de la sexualidad en las culturas
antiguas del Cercano Oriente y del primer siglo del mundo grecorromano. De lo que la Biblia si habla es de
una comprensión cultural de la sexualidad y el género desde una ideología masculina o de lo que califico como
código del penetrador.
Los eruditos modernos heterosexistas no entienden la “insistencia en entender la diferencia sexual como un
asunto de grados, graduaciones de tipo elemental masculino. " Ellos ya estan investidos en un sistema de
género, ideológico y rígido, que privilegia la heterosexualidad masculina por encima de la femenina y otras
variantes de la sexualidad. Sus anteojeras ideológicas los motivan para exigir “la clara verdad del texto” que
privilegia la heterosexualidad por encima de todas las otras variantes sexuales.
La teóloga eticista Beverly Harrison nos recuerda que la homofobia esta embebida en misoginia, el odio a las mujeres. La percepción
de Harrison ha seguido siendo una clave para mí en la comprensión del modelo masculino de sexualidad
reflejado en las antiguas culturas de los textos bíblicos.
Las culturas grecorromanas entendieron el género de manera diferente a nuestra
propia cultura. En Making Sex, Thomas Laqueur demuestra como el el mundo antiguo construyó la sexualidad
no dentro de nuestro modelo contemporáneo de dos sexos, sino dentro de un modelo de un solo sexo.
Así el viejo modelo en el cual se formaron los hombres y las mujeres de acuerdo a su grado de
perfección metafísica, su calor vital, a lo largo de un eje cuyo telos era lo masculino, dio paso en el tardío
siglo XVIII a un nuevo modelo de dimorfismo radical, de divergencia biológica. Una anatomía y
fisiología de la incommensurabilidad reemplazó a una metafísica de la jerarquía en la representación de
la mujer en relación al varón.
Las antiguas culturas del Cercano Oriente y las grecorromanas percibieron los dos géneros dentro de un
continuum y de una gama de masculinidad. El continuum varón-mujer fue siempre jerárquico, con las mujeres
menores que los varones en la escala de un solo género.
Los antiguos códigos de sexualidad encuentran sus fundamentos en la posición: el sexo es más a menudo visto
como un acto entre el compañeroactivo de más alto status social que asume el papel del penetrador, y el pasivo,
un varón o una mujer de clase social inferior, toman la posición de penetrados. El sexo es comprendido dentro
del modelo activo / pasivo o insertor / penetrado o lo qué el lenguaje coloquial cataloga arriba /abajo. Los
hombres en el mundo grecorromano antiguo eran catalogados según su posición social (y poder). Los hombres
libres o ciudadanos esperaban jugar el papel del insertores en la relación sexual con cualquier hembra o macho.
El sexo es esencialmente penetración de una persona de un status menor, si es una mujer, un varón inferior, o
un joven. La penetración establece o expresa una posición superior por encima del penetrado. La penetración
sexual incluye la vaginal, la anal, y la oral.
El académico romano Craig Williams señala:
En términos romanos los varones (viri) fueron quienes procuraron
• penetrar a las hembras vaginalmente (fututores, para usar el vocabulario romano vulgar);
• penetrar varones o hembras analmente (pedicones);
• penetrar varones o hembras oralmente (irrumatores);
• o cualquier combinación de estas tres posibilidades;
• o serían ridiculizados como no-varones, quienes pueden contaminar sus bocas dando placer a
otros (fellatores o cunnilingi);
• o que podrían abrogar su masculinidad por ser penetrados analmente (pathici o cinaedi).
Un hombre romano comprometido en relaciones sexuales con romanos libres aparte de su esposa, podría
retener su masculinidad con tal de que mantuviera el papel activo del penetrador. Podría buscar compañeros
sexuales libremente, entre prostitutas/os, libres o esclavos de cualquier sexo, o entre sus propios esclavos de un
sexo u otro. Nunca nadie cuestionó su status romano masculino en tanto y en cuanto fuera penetrador en el
sexo oral, vaginal, o anal. El varón libre que fuera pasivo en las relaciones sexuales con otros hombres era
visto con desprecio y mofa.
Aun hoy, a los hombres norafricanos en las culturas islámicas les gusta penetrar
todo tipo de seres humanos mujeres, muchachos, y hombres. El varón activo de ninguna manera pone en
peligro su identidad masculina o posición social penetrando otro varones, considerando que los varones
penetrados no pueden ser conceptuado como hombres. La prostitución adulta masculina se considera como
vergonzosa porque feminiza al varón pasivo.