lunes, 28 de mayo de 2018

Ultra Cristo Travestido


Judith Butler, una de las pioneras de la teoría queer, argumenta que el género es un acto, una representación, un conjunto de códigos manipulados, costumbres mas que un aspecto nuclear de la identidad esencial. 
La principal metáfora de género para Butler es travestirse, performative cross-dressing. 
La representación describe como el cuerpo brinda la superficie sobre la cual variados actos y gestos acumulan significados genéricos.
Todo género es una forma de “envoltura”, ya que no hay un núcleo esencial en la significación del género. El género es así una construcción de la fantasía. Las representaciones de travestirse son repeticiones paródicas del género ordenadas a subvertir sus significados en la sociedad heterosexista y en principio, travestirse tiene la virtud de mostrar tiene una estructura de decisión personal. Las repeticiones paródicas del género se tornan subversivas porque desestabilizan las nociones de género recibidas como naturales.
Las parodias de género devienen en actos subversivos al desplazar y borrar la reproducción de las diferencias culturales entre varón y mujer.
Althaus-Reid usa el análisis que hace Marjorie Garber sobre travestismo / transformismo señalando que este va más allá de la concepción sexual binaria y crea una tercera alternativa. Althaus-Reid nota, “el travestido tiene una ubicación de género clara, pero no sexual. Los travestis pueden ser varones casados heterosexuales, lesbianas atrapadas en cuerpos masculinos, o cualquier intersección entre dos cosas diferentes, la atracción sexual y la construcción del género.”  Mientras el modelo del Bi/Cristo puede ser lo bastante fluido para una variedad de configuraciones sexuales, no tiene la fluidez como para expandir el género a las regiones fronterizas .Althaus-Reid reconoce que la atracción sexual y las construcciones de género son dos cosas diferentes. El Bi/Cristo se dirige a la atracción sexual, no a las construcciones de género. El modelo, como lo percibo, deja afuera a los conformistas y a los transgresores del género. Para mí esto se torna más conmovedor con la emergencia de las teologías transgénero contemporáneas.
En Omnigender, Virginia Mollenkott aparece como una mujer masculina, identificada con la gente transgénero. Señala en su estudio de la imaginería transgénero en las Escrituras cristianas que en Efesios 5, el Cristo masculino tiene un cuerpo femenino, la iglesia. El cuerpo colectivo es la novia de Cristo (Ef. 5:25 –27) mientras los cristianos se consideren como miembros del cuerpo de Cristo (Ef.5:30). Mollenkott concluye, “Si se asume que el cuerpo de Cristo es un cuerpo masculino, entonces las mujeres cristianas, al poner a Cristo como prenda, son comprendidas como andróginas el / ella o como travestis.”  Poner a Cristo o la identificación de Cristo con gente de diversos géneros con una gran variedad de atracciones sexuales, indica las limitaciones del Bi/Cristo. El Bi/Cristo necesita agregar una dimensión interpretativa de género para ser género-inclusivo. 
La teóloga feminista Eleanor McLaughlin desarrolla un paradigma de transformismo sugerido por Intereses Personales de Marjorie Garber para desarrollar una cristología travestida. McLaughlin ve el transformismo como un medio para preservar “la encarnación más allá del androcentrismo.” Los trasvertidos causan una crítica a las categorías culturales binarias al revelar que la construcción de categorías de género es cultural: Los travestidos tornan borroso y ambiguo aquel paragolpe protector claro y firme que la cultura cree necesitar contra el cambio social. Ellos despiertan la ansiedad que proviene de encontrar personas o cosas en el lugar equivocado.... Jesús actúa como un travestido cuando toma un trago de agua que le ofrece la mujer de Samaria, religiosamente marginada o cuando se arrodilla como una muchacha esclava para lavar los pies a sus discípulos. 
Travestirse es incurrir en una conducta social tabú. Esto viola estructuras y expectativas. Desestabiliza y cuestiona categorías, especialmente la dualidad fundamental femenino – masculino.
McLaughlin nota que Marjorie Garber describe al travestismo como un “acto disociador que cuestiona” esencias y dualidades. 
Cristo se torna un embaucador con sensibilidad travesti, porque como muchos travestidos rompe con las categorías culturales binarias de puro / impuro y masculino / femenino. Cristo es una performativa “reina” o “rey” travestido, cuyo reclamo puede atravesar los límites del género y sexo indiscriminadamente y puede ofrecer la esperanza escatológica de obscena inclusividad.
McLaughlin escribe, el travestido Jesús instala un espacio humano dónde nadie está fuera de lugar porque se han transformado las nociones de lugar y género. Sí a lo humano, sí a Dios, sí a la mujer, si al varón, sí al negro, sí al amarillo, sí al amigo, sí al extraño... sí, sí, sí, sí. Agregaría a la cita anterior de McLaughlin muchas otras obscenas e imaginativas configuraciones queer: el Cristo-cuero, el Cristo penetrado sexualmente, Cristo el muchacho lesbiana, Cristo. la reina travestida y así podemos seguir. La noción de McLaughlin del travestido permite la solidaridad proteica de Cristo con todas las personas, todas las situaciones económicas y políticas, con todos los géneros y todas las orientaciones sexuales. Hablando sobre el Cristo, Vanessa Sheridan construye sobre los estereotipos femenino-masculinos, para sostener que para llegar a ser como Cristo involucra a los indicadores sociales del género masculino y femenino. Ella comprende a los transgeneros cristianos como los que cruzan la línea de los códigos de género restrictivos e imitan las variantes de género sociales y espirituales características de Jesús. Sheridan describe al modelo de Cristo travestido de McLaughlin como una nueva imagen de Cristo“, atrevida, transformadora, y liberadora”. McLaughlin converge en la dirección pensada por el Bi/Cristo de Althaus-Reid, para romper los límites de las construcciones heterosexuales compulsivas de Jesús, el Cristo. Jesús, el Cristo es una figura liminal, y las estrategias representativas postmodernas queers reclaman la sexualidad de Jesús / Cristo y juegan con construcciones de género fluidas, intersectadas por atracciones sexuales diversas. Mezclar y conjugar los significados de las diferencias de género y sexo en estrategias representacionales de Cristo, nos da una forma alternativa de imaginar a Cristo con significado liberador para la comunidad queer. Nuestra exploración queer separa a Cristo de las amarras dominantes, heterosexistas y de las teologías patriarcales mientras que lo rearticula dentro de sexualidades y teologías diversas que afirman alteridades sexuales y genéricas.
El Cristo Queer es una reacción contra las construcciones dogmáticas que se niegan a reconocer que todas las mujeres, todas las personas de género variable, y todas las minorías sexuales son la imagen de Cristo. El silencio ha sido una construcción central que permitió que la violencia de la iglesia fuera dirigida contra de nosotros y contra muchos otros. El Ultra Cristo que Althaus-Reid prevé, necesita un guardarropa más grande para travestirse para representar a las personas diversas y las situaciones sociales pluralistas del mundo postmoderno. El Ultra Cristo no sólo incluye al Bi/Cristo para expresar la fluidez sexual sino también al Cristo Travestido para expresar la fluidez de género. Aquello, yo insistiría, es más fiel a la metáfora de Dios que instala una tienda de arco iris entre nosotros y refleja la diversidad sexual y genérica dentro del Cristo resucitado.  

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