sábado, 29 de septiembre de 2018

MARICAS Y FEMINISMO-DEFINIRME COMO MARICA


Para acabar, he tenido que partir de algunas consideraciones desde el definirme como 
“marica”. 

 Como he intentado mostrar a lo largo del texto, sufrir una opresión no implica a la fuerza ser consciente de lo que se sufre, ni la voluntad de luchar en su contra. Esto nos dificulta presuponer las formas y las perspectivas de una revuelta potencial.

 Una “condición” común no es suficiente por sí sola como para crear complicidades y afinidades. Porque una “condición” no habla de tu relación con ella, ni de lo que pretendes hacer con esta condición. Porque esto toca solamente un aspecto de nosotros mismos y de nuestra relación con el mundo, y por tanto nuestra visión política del mundo no puede reducirse ni formarse desde un único aspecto de lo que nos constituye. Y finalizando, porque lo que somos y para lo que estamos dispuestos ni se reduce a las relaciones sociales de dominación ni a nuestro lugar dentro de ellas. 

 Dicho esto, para mí la identidad “marica” no designa solamente una condición social, una orientación sexual o los términos de mi sexualidad. Es una identidad política que en parte supone también una cierta forma de posicionarme frente a la opresión que sufro. Esto va más allá de una simple condición de oprimido, e implica también una relación política con la norma heterosexual y la sociedad que la produce y de la que saca beneficio.

 Marica implica mi rechazo a integrarme en una sociedad que quiere imponernos en qué nos debemos basar o vivir nuestros amores y a qué debemos parecernos o con qué conformarnos. 

 Esto es vital para mí a la hora de definirme como marica. 

 Pero también soy más cosas además de marica.

 Lo que me repele no es sólo la opresión que sufro, sino la misma existencia de relaciones de dominación/explotación/opresión, sean las que sean. Busco la libertad para todas las personas, y soy consciente de que no seremos libres realmente mientras existan otras relaciones de dominación/explotación/opresión en nuestra sociedad. Es por esto que le veo sentido a luchar contra todas, y no sólo contra la que se sufre. 

 Sigo pensando que la no mixticidad es necesaria e importante. 

 Sigo buscando y alimentando las alianzas con otras maricas, construyendo y dando vida a espacios y dinámicas entre maricas. 

Pero enmarcado todo en la trayectoria de una cierta vivencia social Y TAMBIÉN de ideas y éticas políticas que puedo encontrar en alianzas y afinidades más profundas. 

 Esta exigencia que se precisa y afina en mi recorrido viene acompañada de un fuerte sentimiento de soledad, constatando la rareza de estos encuentros y la dificultad de encontrarnos e imaginar las perspectivas y dinámicas de lucha dentro de las que yo pueda existir por entero.

 Como dijo alguien en los años setenta:

 Decís que la sociedad debe integrar a los y las homosexuales; yo, por mi parte, digo que los y las homosexuales deben desintegrar la sociedad”. Ahí lo dejo. A buen entendedor.

MARICAS Y FEMINISMO-LUCHAR DESDE UN LUGAR DE PODER


Retomando el hilo anterior de la represión sobre la herencia del feminismo, me gustaría continuar con aquellas consideraciones sobre la lucha desde un lugar de dominación. 

LUGAR y LEGITIMIDAD

 Una consecuencia/implicación de la falta de relación directa y automática entre la condición sexual y las ideas, es que a veces se puede haber intentado luchar con sinceridad contra algo que no vivimos del todo en primera persona, pero ante lo que tenemos privilegios y poder social… resumiendo, luchar desde el lugar del dominio. 

 Esto (me) coloca en ciertas cuestiones políticas, particularmente en relación a la legitimidad de participar en estas luchas y al lugar del que se parte.

 Creo que las diferentes respuestas aportadas habitualmente en estas cuestiones no me convencen en absoluto. Ni las que colocan los posibles papeles dentro de la lucha contra una opresión en términos de “legitimidad” de las atañidas en primer lugar y de “apoyo” en el caso de las privilegiadas en cada opresión. Ni las que son sin duda las más nefastas, que se niegan a interesarse por la cuestión en sí bajo el pretexto de no querer utilizar y reforzar las categorías creadas por el poder, eclipsando las asimetrías y desigualdades de condición social de partida y sus efectos concretos en la realidad.

 Como expliqué más arriba, pienso que el vivir una opresión en primera persona aporta un punto de vista “propicio” para hablar, para analizar y captar todas sus sutilezas.

 En efecto, el “saber” y los análisis producidos por la gente oprimida podrían ser recuperados y adaptados por la gente privilegiada; pero ésta no podría hacerlo salvo desde una forma principalmente intelectual, incluso limitada, al ser diferente su acceso al “conocimiento” de la opresión. Parto de la idea de que son las oprimidas, como categoría social, quienes deben definir su opresión y que esta posición da también más motivos para luchar contra lo pertinente. 

 Creo, sin embargo, que el sufrir directamente una opresión no es ni debe ser LA condición necesaria para poder luchar en su contra, posicionarse, reaccionar, en contra de las manifestaciones de esta opresión. Se puede encontrar horrible lo que pasa a nuestro alrededor o sentirse interpelado por lo que sufren otras personas, aunque no afecte directamente el resultado. 

 En tal caso es muy importante ser conscientes y tener en cuenta las implicaciones, límites y diferencias de acceder al conocimiento de la opresión, unidas en su posición y en su punto de vista.

 Prefiero por tanto hablar en términos de lugar más que de legitimidad. 

 Por un lado, lo que hay en juego en este lugar se toma con la lucha. Por otro lado, es desde este lugar desde donde actuaremos. 

 Pienso que es importante ser conscientes, claros y honestos respeto a lo que está en juego y sobre las motivaciones que nos hacen actuar. Y, sobre todo, es importante tener en cuenta todo esto en base a la manera en la que actuamos. Para no desposeer una vez más a las personas que sufren una opresión, ni quitarles una vez más la palabra o invisibilizar su trayectoria hacia la liberación, ni caer en posturas paternalistas.

 Suelo precisar que soy consciente de que toco una cuestión delicada. Que al situar las cosas en estos términos, se abre un espacio resbaladizo potencialmente lleno de mala fe, de deshonestidad, de búsqueda de valorización, de falsas alianzas, de posiciones de defensa de privilegios y de reproducción de los privilegios existentes, de negación de la necesidad de la no mixticidad y de rechazo de las opresiones específicas y de las palabras con las que hablar.

 Considero importante, pues, dejar claro que consideraría realmente abusivo que las personas se permitieran utilizar estas reflexiones o argumentos para estos fines. Sería no haber entendido básicamente nada del meollo del texto. E iría contra mi voluntad y mis visiones e ideas políticas. 

 Pero pienso que es preferible asumir el riesgo de ver la complejidad de las cosas, en vez de ocultarla en el dogmatismo y la sacralización de LA OPRIMIDA, enmendando así sus defectos. Dejar a la inteligencia y al buen hacer de cada cual el esmero de liberarse internamente y de desenmascarar a las falsas alianzas.

 ¿APOYO O COMPLICIDAD?

 Cuando se decide actuar o luchar contra algo que no se sufre en primera persona y/o desde una posición de dominación, y en lo que hay que intentar tener en cuenta nuestro lugar, se puede sentir la tentación de caer en la trampa del apoyo acrítico e incondicional de “la opinión de quienes la sufren en primer lugar”.

 El problema es que, como hemos visto más arriba, quienes sufren una misma opresión no constituyen una entidad homogénea e indiferenciada, y es más, la voluntad de emancipación de una misma opresión puede tomar diferentes formas y tener diferentes perspectivas políticas.

 A partir de esta constatación, se pueden imaginar estos límites y así poder procurar colocarse solamente en posición de apoyo. 

 Por citar algunos ejemplos: el recaer en las generalizaciones y no tener en cuenta las individualidades; la pasividad en las tomas de decisión, la reflexión y la acción, lo que implica también eximirse de la responsabilidad; las actitudes paternalistas e hipócritas en las reuniones, en las que sacamos nuestras ideas a relucir como si los oprimidos no fueran capaces por su cuenta de entender y/o de pensar las mismas cosas que nosotros; la sacralización de los oprimidos; el actuar más por culpabilidad que por convicción; utilizar el lugar del oprimido como un argumento de autoridad y un mecanismo de poder, es decir, una aplicación (mala) de la idea (justa) de que son las oprimidas en tanto grupo social quienes deben definir su opresión; el reducir los desacuerdos políticos sistemática y deliberadamente a la diferenta de posición social (lo que no tiene por qué ser el caso en todo momento), que implica reducir a los individuos a un único aspecto. 

 Me parece más interesante que los encuentros y las alianzas potenciales se tejan a partir de lo que son y de lo que se piensa, teniendo en mente nuestros respectivos lugares. Esto significa, entre otras cosas, tener en cuenta y asumir la responsabilidad de que a veces se puedan asentar y/o reproducir las opresiones. Porque, incluso con todas las mejores intenciones, uno de los principios comunes en todos los sistemas de opresión es que la gente dominante no es (siempre) consciente de la dominación que ejerce. Así pues, para evitar cagarla demasiado, es importarte estar abiertos a entender las críticas y volver a ponerlas en cuestión. 

 Partir del lugar de cada cual contra los sistemas de opresión puede significar, por ejemplo, escoger un ángulo de ataque. 

 Si se piensan las opresiones como algo en lo que todo el mundo toma parte (incluso desde lugares diferentes), esto podría significar, cuando se lucha desde el lado del dominador, el atacar el lado que nos afecta más directamente: a sus estructuras, instituciones, personas y mecanismos por los que los dominantes mantienen la opresión asentada y se benefician de ella. Por ejemplo, no quiero que los heteros me digan cómo debería liberarme, emanciparme o luchar, ni que apoyen las reivindicación del “matrimonio igualitario” porque una buena parte de los homosexuales lo demandan porque como dominantes no pueden hacer nada más que “apoyar” los deseos de la gente oprimida. Al contrario, podría encontrar más pertinente que criticasen y luchasen contra la institución de cualquier matrimonio, que ataquen uno de los símbolos de sus privilegios de heteros. 

MARICAS Y FEMINISMO-QUÉ NOS APORTA EL FEMINISMO


Creo que es el momento de hacer un pequeño paréntesis para intentar visibilizar por qué el feminismo es importante en mi relación política con el mundo y en mi manera de ser marica, y por qué veo que también puede serlo para todos los maricas. 

Tengo en mente que la trayectoria de toma de conciencia de mi lugar de hombre en esta sociedad y en la reproducción de la dominación masculina se ha visto favorecida por el feminismo, pero no voy a extenderme en ello, ya que existen otros textos escritos al respecto.

De la misma manera, soy consciente de que el feminismo ha jugado un papel importante en la comprensión de mi propia opresión en relación a ser marica y en mi proceso de emancipación.

Para mostrar un poco los aportes y la herencia del feminismo en mi recorrido político de marica, he procurado detallar algunas ideas, análisis, prácticas políticas que me vienen de ahí y que me siguen siendo importantes.

 “Lo personal es político”: 

 Este eslogan feminista resalta realidades personales y colectivas como los roles de sexo, la personalidad, la organización familiar, las tareas domésticas, la sexualidad, los cuerpos… que hasta entonces eran habitualmente débiles más allá de debates políticos hasta el anochecer, cuestionamientos y críticas. El intento de hacer política a partir de la vivencia.

 La politización del espacio privado, de lo íntimo, de la individualidad, significa la necesidad de mirar y de analizar todo esto como el producto de construcciones sociales, de correlaciones de fuerzas y de conflictos en el interior de las relaciones de poder y de los sistemas de dominación.

 Como marica, esto significa la posibilidad de analizar los insultos o las violencias sufridas, el sentimiento de vergüenza, de rechazo, de anormalidad, que la mayor parte de nosotras vivimos o hemos vivido, como producto de la voluntad de imposición de la norma heterosexual y de los roles de género que conlleva.

 Esto significa tomar consciencia de que la vivencia de cada cual es lo que podría llamarse “la experiencia individual de la opresión”. Y que no es una simple vivencia personal, sino que se comparte colectivamente, aunque de diferentes maneras y en función de las trayectorias individuales y de nuestra posición social. Esto significa, pues, que hay que comprender la naturaleza política y colectiva de esta “experiencia”. 

 Esto puede comportar poder tener una mirada diferente bajo nuestros deseos, nuestras relaciones, nuestra sexualidad. Pero también puede conllevar rabia y querer enfrentarse a todo esto.

Autodeterminación:

Es la capacidad individual de elegir autónoma e independientemente. Es definirse uno mismo; decidir por uno mismo lo que está bien; no permitir al resto imponernos qué hacer con nuestros cuerpos y nuestras vidas. 

Esto significa tener la libertad de elegir por una misma hacia dónde dirigir nuestros deseos y con quién vivir nuestra sensualidad/sexualidad, al margen de toda norma u orden moral que quisiera imponérnoslos. 

Esto significa tener la libertad de imaginar y de vivir nuestras vidas y nuestras relaciones afectivas más allá de los estrictos esquemas de la familia nuclear y reproductiva. 

Política no mixta: 

Tomar los espacio-tiempos entre personas que sufren una misma opresión, en vez de usando la mirada dominante en relación a esta opresión. Para compartir las vivencias, discutir, analizar, tejer alianzas. Confrontarse, enfrentarse y organizarse. Para luchar.

También cuando se es marica esto puede ser encontrarse y organizarse a partir de la vivencia de cada cual. Puede servir para deshacernos de las manifestaciones de la opresión en base a la norma sexual, teniendo en cuenta que esta opresión no se afronta de la misma manera siendo gays/maricas que lesbianas/bolleras. Esto permite poder concentrarse y profundizar en nuestra vivencia específica de maricas.

viernes, 28 de septiembre de 2018

MARICAS Y FEMINISMO-OPRIMIDOS… PERO TAMBIÉN DOMINADORES


Ha quedado claro que nuestro lugar en relación al heteropatriarcado es bastante particular y contradictorio. Sufrimos la opresión heteropatriarcal, aunque sólo en parte, y de forma diferente a las mujeres, las bolleras o las trans. Y al mismo tiempo, somos parte también de la categoría de los dominadores. 

 Esta compleja posición respecto al sistema heteropatriarcal puede llevar a ciertas maricas, cercanas a los entornos feministas y/o queers, a tener en cuenta uno solo de los dos aspectos a la hora de hablar, y a terminar con discursos del estilo “nosotras, como maricas, no somos hombres” (dando a entender que no reproducimos el patriarcado) o “no soy misógino (o machista), soy marica”

Además de que, desgraciadamente, no es necesario ser un hombre para reproducir el patriarcado, ni para ser machista, este discurso antepone el estar oprimida, como si esta opresión eximiera totalmente de las relaciones de dominación de hombres a mujeres.

Considero esta “lógica”, el sobrevalorar el lugar de víctima, de oprimido, más fácil y sancionable que la de dominador/opresor en los entornos políticos críticos de los sistemas de opresión y de explotación. Pero para mí es una forma de negar y abstraerse de la realidad social material, de no tener en cuenta el lugar que tenemos dentro de esta sociedad y de olvidar demasiado deprisa los privilegios que se nos dan como hombres. 

 Dicho esto pues, siento la necesidad de dejar bien claro todo esto, y de remarcar que la complejidad del análisis de nuestra construcción social en tanto que tío y de nuestro lugar social no quiere decir en absoluto que avale las posiciones de este tipo, que corramos un tupido velo sobre nuestras responsabilidades y privilegios internos. Y de hecho esta es una de las razones que me han llevado a escribir este texto.

Después de haber esbozado mi (nuestra) construcción social y el lugar que tengo (tenemos) en relación al heteropatriarcado, ahora voy a intentar ahondar en la naturaleza de mi relación con las ideas feministas. Lo que me va a llegar a preguntarme, a nivel general, las relaciones que existen entre una condición/lugar social y las ideas políticas. 

LA CONDICIÓN DE OPRIMIDO 

 El vivir una opresión en primera persona, en la propia piel y cotidianamente, aporta un punto de vista “propicio” para el análisis, para hablar y para captar todas sus sutilezas.

Aunque pueda ser fácil para un observador superficial el ser consciente de la existencia de la norma heterosexual en nuestra sociedad, de igual manera la comprensión de la profundidad y de la extensión que convive con nuestras vidas (como en todas las demás) es un proceso largo y laborioso, sin fin, que implica un análisis agudo de nuestras vidas y de la sociedad en la que vivimos.

 Es un proceso que ha tendido a ganar en precisión y astucia al volverse más colectivo. Y, sobre todo, se trata de un proceso que es dinámico y en evolución, en el sentido que, una vez se es consciente de sufrir una opresión, se ven enseguida y definitivamente todas sus facetas y dimensiones. Cuanto más se avanza en la toma de consciencia, más se describen nuevos aspectos y nuevas sutilezas.

 Sin embargo, las personas que sufren una misma opresión no constituyen una categoría homogénea. Considero que no es posible reducir al individuo solamente a su posición social en relación a su opresión, ni a su lugar dentro de una relación social dada. 

 Esto es debido, en parte, al hecho de que estamos todas atravesadas por otros sistemas de opresión, dentro de los que no tenemos a la fuerza ni el mismo lugar ni los mismos intereses. Lo que supone, entre otras cosas, que la experiencia personal en una misma opresión no sea exactamente la misma de una persona a otra. Por ejemplo, proceder de un entorno burgués u obrero no implica la misma vivencia entre dos maricas; o un marica blanco no tendría la misma experiencia de la opresión que una marica racializada. 

 Pero la individualidad no se resume sólo a su lugar dentro de las diferentes relaciones de dominación. Somos también otras cosas y mucho más que esto. También tenemos nuestra historia vital, amistades, situaciones vividas, etc.

 Esta condición de oprimida determina sin embargo un potencial conflictivo, ya que el sufrir cualquier opresión debería/podría suponer lógicamente un interés compartido por hacerla cesar, un interés compartido de querer enfrentarse a esta opresión. 

CONFLICTIVIDAD POTENCIAL 

 Hablo de conflictividad potencial porque, aunque el querer dejar de sufrir una opresión pueda ser uno de los motores de la intención de abolirla, la realidad no es tan simple. Toda persona oprimida no se enfrenta contra la opresión que sufre, incluso puede participar en su reproducción. Está más que claro: esto no quiere decir que sitúe en el mismo plano a oprimidas y opresoras que vehiculen o reproduzcan la opresión en cuestión. Sin por tanto querer justificar a quien la sufre y reproduce, creo que este paralelismo es un error. Sin duda, para una opresora, esto es fruto del ejercicio de la opresión, mientras que para una oprimida esto viene a menudo de la interiorización de la opresión, es decir, que es una consecuencia de la opresión sufrida.

 Así pues, veo justo decir que la condición de oprimida no es suficiente por sí sola para determinar el hacer o poder hacer algo con esta condición.

Dicho esto, el derrotar la interiorización de la opresión es una premisa para intentar cambiar la propia situación. Esto implica la necesidad de sentirse oprimida, es decir, de tener una cierta conciencia de la opresión de lo que se sufre, lo que no es ni evidente ni automático.

Uno de los principios comunes en todos los sistemas de opresiones es el presentar el mundo que se vive como ineluctable y propio del orden “natural” de las cosas, y por tanto no dejar imaginar que esto podría ser de otra forma. 

 Es más, incluso cuando se es consciente de la opresión sufrida, el margen de maniobra no es el mismo para todo el mundo en función de sus contextos y sus situaciones de vida. No se puede tener el valor, la fuerza, la posibilidad, la ambición, o simplemente la voluntad de enfrentarse contra el estado de las cosas y resignarse a quedarse como se está. O a la inversa, intentar expulsar aquello que nos hace sufrir de nuestras vidas, solas o en compañía. 

MÁS ALLÁ DE UNA CONDICIÓN – LAS IDEAS Y LA ÉTICA

 Por otra parte, la voluntad de plantar clara a una opresión sufrida varía de una persona a otra y puede tomar diferentes formas e inscribirse en diferentes perspectivas. 

Se ve bien a nuestro alrededor que todas las personas que intentan afrontar su condición no aportan necesariamente la misma “solución al problema”. Ni piensan las mismas cosas, no constituyen un grupo homogéneo. Hay un abismo entre los homosexuales que demandan al Estado la integración y los mismos derechos que los heteros y quienes piensan que el Estado tiene un papel central en la desposesión de nuestras vidas y que ninguna liberación es posible en el seno de esta sociedad; es obvio que las perspectivas de lucha pueden ser completamente diferentes. 

 Todo esto plantea la cuestión de la relación que existe entre una posición social, una condición y las ideas y perspectivas políticas. Es decir, ¿hay una relación directa y automática entre las dos?

 Si tengo en cuenta mi condición (dominador/oprimido) en el sistema de dominación heteropatriarcal y mi relación con las ideas feministas, puedo resumir esquemáticamente las cosas así: 

- Como marica, estoy oprimido por la heteronorma. Debo pues tener unos intereses compartidos, parejos a los de un feminismo concreto, en acabar con la norma heterosexual y las respectivas normas de género.

 - Como hombre, soy un opresor dentro del patriarcado. Debo pues tener, en teoría, los intereses opuestos a los del feminismo, y la puesta en tela de juicio de mi lugar supondría también una pérdida de poder y de privilegios. 

 Y por tanto… esto es también, entre otras cosas, el fin del sistema de género y del patriarcado al que aspiro.

 Efectivamente creo que no hay nada de automático en esta relación, ni de evidente, ni de sistemático. Es por esto que las relaciones que hago entre el ser marica y de inscribirse (o no) en las perspectivas feministas no puede limitarse a las consecuencias de una condición, de un lugar social y de sus intereses. 

Hay más cosas. En parte, son estos intereses y objetivos comunes que me aproximan al feminismo, y en parte son mis ideas las que hacen que encuentre acertadas ciertas perspectivas feministas. En efecto, el feminismo no es un lugar social en relación al patriarcado o al heteropatriarcado, sino un análisis de las ideas y una voluntad de emancipación de estos sistemas de opresión.

Con esto no quiero decir que sufrir o beneficiarse de una opresión no tenga ninguna diferencia. Ni que ser feminista sea una simple cuestión de declaración de principios y de ideas. Ni que baste simplemente con buenas intenciones o buena voluntad para deshacerse de los condicionamientos sociales. Evidentemente es más complicado que eso, puesto que se trata de pérdidas de poder y de confortables ventajas, incluso cuando no son más que deseos forzosos. Es obvio que las ideas y las intenciones por sí solas no hacen desaparecer las estructuras y construcciones sociales ni los privilegios, que son una incidencia material y los efectos concretos de una realidad.

 Soy consciente y estoy convencido de que nuestro lugar social y la forma en la que nos han construido juegan un papel concreto en nuestras ideas, en nuestra voluntad de levantarnos y luchar. Pero pienso que estas últimas no están determinadas únicamente por eso. Éstas, así como nuestra relación con el mundo, están determinadas también por la ética que nos hemos forjado (y seguimos forjando) en nuestra trayectoria vital.

MARICAS Y FEMINISMO- SER CULO DE MAL ASIENTO


El hecho de ser una marica cisgénero blanca define un lugar concreto en relación al heteropatriarcado, de donde creo que parto junto a una buena parte de las personas que se encuentran en esta “condición”.

 Así pues, voy a generalizar para intentar analizar la construcción y el estatus social que pretendo, teniendo en mente en todo momento que la realidad será siempre más compleja que lo que pueda describir aquí. Y teniendo también en todo momento en mente los límites derivados del hecho de no tener en cuenta en mi texto todas las relaciones de opresión existentes.

 CONSTRUCCIÓN MASCULINA 

 Por un lado, en tanto que maricas cisgéneros, hemos sido educadas y construidas socialmente como chicos. Aunque a veces nos consideremos como “subhombres” por no corresponder a la norma de la masculinidad, nuestra construcción social de género sigue siendo, en buena medida, la de un hombre, con todo lo que esto implica en relación al mundo, a nosotras mismas y al resto. 

 Se nos ha educado como chicos y esto ha determinado a lo que tenemos acceso, cómo se nos ha hecho hábiles, en qué se nos ha alimentado, lo que hemos aprendido, cómo nos valoramos, cómo se nos presta atención, a qué poderíos se nos ha animado, etc. Aunque a veces los resultados no hayan sido los esperados por nuestros padres o por la sociedad, eso no impide que se nos haya construido más de una forma concreta que de otras. Obtenemos ventajas de esta construcción; nos supone privilegios e implica comportamientos y actitudes opresivas hacia el resto, que forman parte de la dominación masculina. 

 En esta construcción social, al “adiestramiento” por el que se ha pasado se añade el lugar que la sociedad y la gente nos dieron en función de cómo se nos percibe.

 Muy a menudo se nos ve en la vida cotidiana como cualquier hombre blanco. Esto conlleva, se quiera o no e incluso sin ejercer nuestra ventaja voluntaria y activamente, al estar dentro de una sociedad patriarcal y racista, que accedamos y nos beneficiemos automáticamente de ciertos privilegios. 
Como por el ejemplo el de que se nos escuche, se nos entienda y se nos tenga más en cuenta, el de no sufrir regularmente acoso, propuestas sexuales u hostigamiento por la calle, el de tener unos salarios más grandes al trabajar, el de acceder más fácilmente a cargos de responsabilidad y de poder, etc. 

 Nuestro lugar dentro del patriarcado es, pues, desde este punto de vista, el de dominante/opresor.



CONSTRUCCIÓN DE MARICA(S) 

 Por otro lado, nuestra construcción social no es exactamente la misma que la de los hombres heteros cisgénero. Como hemos nacido con un pene entre las piernas, se nos ha situado en la norma de la masculinidad. Además, si no correspondemos o no lo suficiente (o si no queremos corresponder) con esta norma, se nos ha considerado como “subhombres”, como “diferentes”, como “anormales”.

 Según el grado en el que se nos perciba más o menos como diferentes, se nos minusvalora, humilla, insulta y/o rechaza, y se nos fuerza a recibir el mismo aprendizaje de la masculinidad. Pero de esta forma también es como  nos percibimos nosotros mismos diferentes y nos ha podido conducir a salirnos de ciertas prerrogativas de la masculinidad.

Como la sexualidad y el deseo entre hombres se ven como perversos, vergonzosos y asquerosos en nuestra sociedad, a partir del momento en el que hemos sido conscientes de nuestra orientación sexual, esta representación negativa ha influenciado en nuestra existencia social, en qué imagen se tiene de nosotras y en qué imagen tiene el resto de nosotros. Y además, esto marca totalmente nuestra relación con el mundo, con nosotros mismos y con el resto.

Es más, el hecho de que se nos perciba como maricas y no comportarnos en este punto como los tíos heteros hace que no nos beneficiemos de ciertos privilegios asignados a los hombres. Por ejemplo, en el espacio público, el que no se nos perciba como los tíos “normales” nos expone a agresiones o insultos relacionados con la expresión de nuestro género. O bien, el no encontrar nuestro lugar en la sociabilidad masculina (o de no querernos integrar en ella) nos aleja de las complicidades y solidaridaddades entre hombres que se crean en muchas situaciones (¡y casi que mejor!).

MARICAS Y FEMINISMO-En torno a las relaciones entre la posición social y las ideas


Quién sabe lo que fue haber sido marica en Buchenwald, y no gay, marica, puesto que “marica” lleva consigo los golpes recibidos, los escupitajos, el odio asesino, frente al gay, en sí bueno, lleno de ilusiones, y no dejaron de pegarle durante tres meses, porque tú eras un maricón, no un gay, tú estabas en peligro de extinción, gay está lleno de compromiso, yo sufro con esa palabra, yo no soy esa palabra, yo no vivo con ella.

 Un escritor homosexual.

 Utilizo el término “marica” como una identidad política: como apropiación y reivindicación de este insulto, que es una forma de afirmar políticamente una identidad sexual más allá de la norma heterosexual. Pero esto también significa para mí algo más que una simple orientación sexual o una sexualidad; es en parte una forma de posicionarse en relación a una opresión sufrida (aunque una identidad no resuma la amplitud de una persona y de sus ideas). A pesar de que esta palabra la usan también otras personas que no le dotan del mismo significado, para mí es también una manera de diferenciarse de la identidad “gay”. Sin duda ésta nos lleva a una dimensión comercial y a una tendencia hacia la asimilación y la integración en esta sociedad. Una tendencia a la normalidad que pasa por la reivindicación de la igualdad y de los mismos derechos que la gente hetero y a una búsqueda de reconocimiento social en base al dinero y la capacidad de consumo. 

 Dentro del texto hablaré también del “heteropatriarcado”. Se trata de un sistema político que instaura una jerarquía de sexo-género, donde lo masculino se sobrepone a lo femenino, y la heterosexual es la norma dominante.

 Las feministas han analizado y me han explicado cómo el género de las personas se construye en función de normas que se inscriben dentro de un “sistema de género”. Este sistema se ha formado históricamente también en función de las necesidades del Capitalismo y de la consolidación del Estado-Nación (pero esto no es lo principal que intento destacar en el texto). 

 Éste reconoce la existencia de sólo dos sexos (masculino y femenino) y la división consecuente de los seres humanos en estas dos categorías, en función de sus “órganos genitales” supuestos. A cada sexo le corresponde un género (hombre y mujer), lo que implica un rol social, con unas actitudes, comportamientos y características específicas. Éste nos dice que los hombres son superiores a las mujeres (patriarcado) y cómo los dos sexos-géneros deben ir ensamblados, jerarquizados y complementados (la heterosexualidad obligatoria).

 Las dos categorías son por tanto construidas dentro de las relaciones de dominación y de explotación de una sobre la otra, y con sus lugares y funciones diferenciadas en los roles de producción y de reproducción del sistema.

 Esta herencia del feminismo me ha permitido comprender yo mismo qué es la norma heterosexual lo que me oprime, que mi opresión “específica” se inscribe en algo de mayor tamaño y que también ha tenido un origen común con la opresión patriarcal. Y que, por tanto, en la situación actual de nuestra sociedad, las dos opresiones están estrictamente relacionadas. 

 Aquí puntualizo que soy consciente de que no hay un solo feminismo. Del que hablo en este texto y al que me siento cercano se apoya en los análisis materialistas de la sociedad, critica la norma heterosexual radical y abiertamente y aspira a la destrucción del sistema de género.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Thomas Römer


Nacido en Mannheim , es un exégeta suizo , filólogo y erudito bíblico de origen alemán. Después de enseñar en la Universidad de Ginebra , se convirtió en profesor de Antiguo Testamento en la Universidad de Lausana y titular de la Cátedra "Medios bíblica" del Colegio de Francia de 2007 . Es miembro de la Academia de inscripciones y bellas letras desde 2016 .


Criado en una familia protestante practicante , tiene una temprana pasión por el Antiguo Testamento, particularmente intrigado por sus paradojas Sin una vocación particular y como lo que se practica regularmente, entonces en Alemania, se mueve hacia la teología Está estudiando teología y el estudio de las religiones en las facultades de teología de las universidades de Heidelberg y Tübingen Estudió hebreo bíblico , ugarítico y otras lenguas semíticas, especialmente bajo la dirección de Rolf Rendtorff., profesor de Antiguo Testamento en Heidelberg, quien lo alienta a desarrollar una tesis sobre la cuestión de los patriarcas en Deuteronomio e historia deuteronomista Durante la preparación de este último en París, donde llegó en 1980 , asistió a la Escuela Práctica de Altos Estudios , el Instituto Católico de París y el Instituto Teológico Protestante - donde estudió con el exegeta Françoise Florentin -Smyth - y obtuvo su doctorado en 1988  .
Esta tesis completa  titulado Israels Väter y enfoques que combinan estructuralista y la histórico-crítico  , es parte de la continuación de los trabajos de John Van Seters  . Se postula la controversia se refiere editores de Deuteronomio contra alguna comunidad de Judea y que el Pentateuco es el resultado de un intento de unificación entre dos facciones internas en el judaísmo posterior al exilio, escindida entre volver exiliados de Babilonia y los judíos que permanecieron en el país y cuyas visiones se expresan respectivamente a través de la tradición de los Patriarcas y la de Éxodo Esta tesis innova incluyendo lo que sugiere que los padres mencionadas en Deuteronomio son las de Éxodo y no a los patriarcas, el autor deuteronomista cree que el único verdadero Israel está en el Golah , es decir exiliados Babilonia, y que los patriarcas Abraham , Isaac y Jacob aparecen en Deuteronomio que, en la redacción final del Pentateuco  .
Por invitación de Albert de Pury , se reunieron en París, Thomas Römer se unió a la Universidad de Ginebra , donde se convirtió en un maestro de la enseñanza y la investigación en la Facultad de Teología de la de 1989 a de 1991 , antes de la enseñanza de la filología bíblica y exégesis bíblica hasta 1993  .
Desde 1993, enseñó la Biblia hebrea en la Facultad de Teología y Estudios Religiosos de la Universidad de Lausana  , así como el Instituto de Ciencias Bíblicas (IRSB)  que se adjunta En 2003 , fue contactado por las autoridades francesas, cuando Jacques Chirac está tratando de borrar las referencias de George W. Bush a las profecías bíblicas acerca de "  Gog y Magog  " unas semanas antes de la invasión de Irak , que entregó una nota bíblico sobre esta profecía apocalíptica  .
En 2007 , por invitación del asiriólogo Jean-Marie Durand , Thomas Römer fue nombrado profesor en el Colegio de Francia , donde tiene el Sillón de "Medios bíblica": esta es la primera vez que la palabra "Biblia" se encuentra en una Título de un programa de investigación  .
Desde 2013 ha sido director de UMR 7192 "Cercano Oriente Cáucaso: idiomas, arqueología, culturas"  . Se convirtió en el vicepresidente de la Asamblea de Profesores del Colegio de Francia en 2015 , fue elegido el siguiente año asociado extranjero de la Academia de las inscripciones y Bellas Letras , el presidente de la medievalista Peter Lewis .
Sus obras han ayudado a renovar profundamente la comprensión de la formación y la datación del Pentateuco  así como la constitución de las tradiciones judías en los Padres, Abraham y Moisés en particular. Por lo tanto, su libro La llamada historia deuteronomista , publicado en Inglés en 2005 y traducido a varios idiomas, es un hito en la historia de la investigación Deuteronomista  .
Thomas Römer adopta un tipo académico de enfoque que combina la crítica histórica , el análisis literario  y filológica de los textos del Antiguo Testamento, a veces con el apoyo de la arqueología  , buscando identificar la parte social, política o cultural que sean de pensamiento religioso que generan, independientemente del impacto o lecturas teológicas contemporáneas Se señala que la redacción de los textos bíblicos es una forma de síntesis entre la identidad y diseña bastante diferentes perspectivas teológicas y pensar que este enfoque, que a veces se ejecuta representaciones tradicionales, puede servir como ateos que creen en sus reflexiones sobre la problemas actuales  .

Thomas Römer es el receptor 2014 del Premio de Historia de las Religiones de la Fundación "Los Amigos de Pierre-Antoine Bernheim  " por su obra La invención de Dios  . 14 de mayo de de 2015, se hizo un doctorado honorario de la Universidad de Tel Aviv  que es Sackler académico desde 2012.

12-El doble rostro de la sociedad -Heide Goettner-Abendroth


La humanidad se compone de Dos, de hombres y mujeres. Todas las sociedades matriarcales han tenido en cuenta este hecho fundamental, creando un orden social de una igualdad complementaria y un equilibrio perfecto entre los sexos. Una sociedad matriarcal moderna está organizada de la misma manera. Ningún género puede decidir por el otro o amoldarlo según sus ideas, y ningún jefe ni jefa toma las decisiones personales por nadie. No sería posible en la política matriarcal de consenso. En todos los ámbitos de la sociedad, las mujeres y los hombres están representados por partes iguales. En la política matriarcal, una mujer y un hombre, la matriarca y el sachem (“jefe de paz”), siempre representan juntos al clan hacia fuera, en su función de portavoces elegidos. Lo mismo ocurre en los niveles más amplios de aldea, ciudad y región: los portavoces de la aldea, de la ciudad o de la región son en cada caso una mujer y un hombre. Sólo pueden actuar conjuntamente, pues representan el doble rostro de la sociedad. Esto no vale sólo en el ámbito político, sino en todos los ámbitos de la sociedad: trátese de las funciones económicas o de las espirituales, o de grupos y gremios específicos de artesanía, artes o ciencias. Cada cargo es representado por una mujer y un hombre al mismo tiempo, es decir que está representado dos veces. Estos representantes se comportan mutuamente como “hermana” y “hermano” en el sentido de una afinidad electiva espiritual en el cargo. Una actitud fraternal guía sus actuaciones conjuntas. Solamente las mujeres del clan, de la aldea, de la ciudad o del gremio eligen a la representante femenina, mientras que los hombres eligen al representante masculino. Así que tanto las mujeres como los hombres están representados en todos los sitios. En este modelo se evita pasar por alto a un sexo y los sexos tampoco entran en competencia para conseguir ciertas posiciones. Está claro que los representantes matriarcales sólo son delegados y no pueden tomar decisiones. Son elegidos porque son capaces de resolver problemas, generar confianza e integrar diversidades. La misma modalidad electoral excluye la formación de jerarquías en las cuales unas personas convierten su posición en duradera. Por otro lado, aquí no existe el principio de rotación como otro extremo, fruto del miedo a la formación de jerarquías. Pues el principio de elegir a las personas más idóneas permite la reelección múltiple de una persona competente en tanto que sus capacidades personales sirven al bienestar del grupo elector. El criterio es su capacidad, que tienen que probar siempre de nuevo, pues no hay privilegios. Con todo esto, la cercanía personal y la transparencia juegan un papel muy importante puesto que los representantes son conocidos y elegidos directamente. De la misma manera, todos los miembros supervisan el equilibrio entre los géneros directamente. Por eso, el orden social no permite una organización que supere la región, pues más allá el trato personal y el control ya no son posibles. 

Espiritualidad y cultura en la sociedad

La espiritualidad es la fuerza que une todas las partes y actividades en una sociedad matriarcal. Su expresión viva son las fiestas matriarcales, en las cuales todo es celebrado: Los ciclos vitales de las distintas personas, los sucesos significativos en el clan simbólico o en la aldea, el barrio o la ciudad, así como las estaciones de la naturaleza, que se celebran en las grandes fiestas populares. La espiritualidad matriarcal es la expresión artístico-mágica de su concepto del mundo y de la sociedad. Es una espiritualidad no institucionalizada y, por consiguiente, libre. Sin embargo, no es discrecional. Tiene una base vinculante para todos: la tierra, que porta todo, y el flujo de la vida, que lo penetra todo. El mundo visible es divino, es la Gran Diosa con sus mil caras. De tal manera, cada clan simbólico, cada aldea, cada ciudad tendrá sus ceremonias específicas que se desarrollan a partir de su propia tradición, además de las fiestas comunes de las estaciones. De esto surge un mosaico rico en culturas locales. No obstante, la cultura no puede ser nunca un objeto de consumo porque todos participan en el acto creador. Los valores espirituales se extienden por toda la sociedad: La veneración de la diosa Tierra determina la economía, y el respeto a la diversidad de las personas, la política. Estos valores traspasan las fronteras de una sociedad matriarcal, de una región. Aunque una sociedad matriarcal estructuralmente sólo se puede constituir como región, establece, no obstante, relaciones amigables con otras regiones. Estas relaciones son meramente espirituales y se expresan por medio de símbolos. Si por ejemplo unas regiones establecieran tales relaciones hacia las cuatro direcciones, se podrían llamar “Región del sol saliente” (este), “Región del sol en el cenit” (sur), “Región del sol poniente” (oeste), “Región de las estrellas eternas” (norte). De esta manera, se refieren simbólicamente las unas a las otras y anudan una relación espiritual. Por eso son “regiones-hermanas”. La relación se afianza con visitas mutuas y fiestas suprarregionales que retratan su orden simbólico. En estas ocasiones intercambian regalos que se componen de productos o artes específicos de la región. De este modo se desarrolla libremente una red horizontal entre las regiones, que es completamente opuesta al orden centralista y jerárquico de los estados. En la era de la moderna tecnología de comunicaciones, estas relaciones espirituales no se limitan necesariamente a regiones vecinas, sino que pueden enlazar continentes. ¿Por qué una región matriarcal en Alemania no puede tener una “región hermana” en India, una en Japón, una en Estados Unidos y una en África? No hay límites para tales relaciones. Las visitas tendrán lugar más bien por internet, y a una fiesta conjunta le precederán largos viajes, por lo cual no serán muy frecuentes. De esta manera surgen redes globales entre regiones. ¿Una relación como la descrita puede ser llamada “estado” matriarcal, o el concepto de “estado” ya no es necesario? Para describir una sociedad matriarcal moderna, este concepto es innecesario, pues se trata de una sociedad bien estructurada que funciona estupendamente sin estado ni ejercicio del poder. 

11-Reflexiones para una sociedad matriarcal moderna -Heide Goettner-Abendroth


Hasta aquí en las contribuciones de esta serie he presentado el orden social, la economía, la política, la espiritualidad y la cultura de las sociedades matriarcales. He descrito cómo estos modelos se pueden transponer como microestructuras a nuevas comunidades creativas que nacen desde movimientos alternativos. Se trata de amplificar estos pensamientos desde el nivel de la comunidad hasta el nivel de la sociedad como macroestructura, a modo de esbozo de un nuevo modelo social. No es el resultado de un abstracto “juego con perlas de vidrio” filosófico como pura utopía, sino que se fundamenta en los conocimientos de una forma social vivida durante milenios y reanuda esta experiencia de la historia humana. Al mismo tiempo se refiere a los problemas y calamidades de la presente situación social. Diariamente se destrozan relaciones sociales y culturas y se pierden valores sólidos, y en consecuencia cada vez más personas se ven reducidas a la miseria.

Acerca de la escala: El papel de la región

Pensando en una sociedad matriarcal tenemos que despedirnos de la idea actual de sociedad. El concepto “sociedad” significa para nosotros un recipiente que contiene las personas más diversas, grupos de intereses e instituciones, que son extraños entre sí y que compiten por el poder en el estado. A menudo se equipara “sociedad” con “estado”, y los estados, hoy en día, tienen la dimensión de estados nacionales o de superpotencias. El hecho de que se admira la magnitud tiene que ver con la ideología patriarcal del poder, de expansión y de formación de imperios (globales). En el modelo social matriarcal, el tamaño en sí no es un valor. Tienen preferencia unidades menores, que posibiliten una política transparente y cercana a las personas. No deben ser tan grandes que las personas ya no las comprendan y no puedan participar en sus decisiones, caso de los modernos estados y superestados. Tampoco deben ser tan pequeñas que el abastecimiento y la diversidad de artes y oficios no estén asegurados. Esta dimensión ideal la tiene la región. Las fronteras de una región no son arbitrarias como las fronteras estatales, sino que se determinan por las características y particularidades del paisaje y por las tradiciones culturales. Una sociedad matriarcal no excede su región y es una red de aldeas y ciudades pequeñas, sin jerarquía entre las ciudades y aldeas, ni ningún centralismo, pues cada población es políticamente autónoma. Son repúblicas de aldea o de ciudad, independientes las unas de las otras. Tal aldea-república se compone de uno o unos pocos clanes de afinidad electiva, los clanes simbólicos, que se organizan según los modelos que he descrito. Una ciudadrepública está compuesta de diferentes barrios que se comportan como una “aldea”, pues se componen de unos pocos clanes simbólicos. Con esto la transparencia está garantizada. Esto también limita el tamaño de la ciudad, que ya no tiene nada que ver con las ciudades gigantescas, que son una aglomeración casual de unos individuos agresivos, más o menos desarraigados y extraños entre sí multiplicados por millones. Una ciudad matriarcal es, en cambio, una estructura bien ordenada, pues no solamente los clanes simbólicos de los distintos barrios tienen relaciones políticas mutuas sino también los diferentes barrios, funcionando según los modelos de la política de consenso.

Política de consenso en la sociedad

Al formar una decisión, los modelos de la política de consenso matriarcal incluyen a cada persona y sólo permiten acuerdos por unanimidad. Son estos modelos los que determinan la dimensión de una sociedad matriarcal así como la estructura de las repúblicas de aldea y de ciudad. Pues la política de consenso se fundamenta en la cercanía de las personas y en la más estricta transparencia. La política real se hace en los clanes simbólicos. En ellos, todas las personas conviven por afinidad electiva y no como extraños competidores. De aquí salen las decisiones, y aquí vuelven las deliberaciones hasta que se encuentre la unanimidad también en los niveles más amplios. Cuando una aldea-república busca su consenso, empiezan en los clanes simbólicos, y el consenso se entiende como encontrado cuando los miembros de todos los clanes simbólicos han llegado a una decisión unánime, es decir, cuando todos los clanes simbólicos comparten la misma opinión. Con este fin, los delegados de los diferentes clanes simbólicos intercambian permanentemente información acerca del estado de las cosas en el consejo de la aldea, y de esa manera ayudan a encontrar el consenso. Cuando los clanes simbólicos de los barrios forman su consenso, actúan analógicamente. Si se trata de una formación de consenso en el ámbito de ciudad, el procedimiento se hace más complejo todavía: Ahora los delegados de los barrios se reúnen en el consejo de la ciudad e intercambian las informaciones. Si no se ha llegado al consenso, vuelven al consejo del barrio e informan allí a los delegados de los diferentes clanes simbólicos que, a su vez, vuelven a sus clanes simbólicos para que el asunto se reflexione de nuevo. Así van y vienen hasta haber encontrado el consenso en el nivel de la urbe. Buscando un consenso en la región el proceso vuelve a comenzar en los diferentes clanes simbólicos. Este proceso se transmite a través de los delegados de las diferentes aldeas y ciudades al consejo de la región, y va y vuelve las veces necesarias hasta que se haya logrado el consenso en toda la región. Es evidente que, con este procedimiento, la política de consenso como unanimidad de todos los miembros no se puede manejar más allá del tamaño de una región. Por eso, la región es la unidad política más grande. Todo que lo supera ya no corresponde a la medida humana. Obra contra los individuos humanos y los convierte en objetos y números que ya no tienen voz, como es el caso en las formaciones estatales centralizadas y demasiado grandes. Hay que comprender que la medida humana es limitada y relativamente pequeña. Cuando algún día valga de nuevo como referencia, ya no admitirá la gigantomanía actual, que imparable tiende de lo grande hacia lo cada vez mayor.

La base económica: El modelo de subsistencia

La unidad económica más grande es también la región puesto que la economía matriarcal es, por principio, una economía de subsistencia que funciona con autarquía local. Los productos se cultivan en las huertas y los campos que rodean las aldeas y pequeñas ciudades y son llevados a los mercados locales que garantizan el abastecimiento local. Es decir que no solamente las aldeas sino también las ciudades son poblaciones agrarias que dependen de su entorno. Éste tiene límites, por eso el tamaño de una ciudad es limitado. Ya sólo desde el punto de vista económico, en una sociedad matriarcal no pueden existir las ciudades gigantescas que explotan como vampiros su llamado “hinterland”, lo exprimen, lo convierten en una provincia pobre y, por si fuera poco, transportan sus mercancías de lujo por todo el mundo en aviones. La economía de subsistencia es el único sistema económico que puede poner fin a la explotación desenfrenada de nuestro planeta. Hoy en día es practicada todavía,mayoritariamente, en los países del llamado “tercer mundo”, especialmente en la horticultura de las campesinas que de esta manera alimentan a sus familias. Es resistente contra la comercialización de la agricultura en el agro-business global de las multinacionales alimentarias, que devastan regiones enteras con sus plantaciones. La economía de subsistencia se lleva a cabo a una escala limitada y se realiza mediante el trabajo manual intensivo, cuidando de la tierra. Tiene la medida humana y no la de las máquinas. En el nivel social, la economía de subsistencia significa que las aldeas y ciudades se alimentan de manera autárquica. Esto no supone que cada mujer tenga que convertirse en horticultora o cada hombre en agricultor. La diferenciación en especialidades profesionales se mantiene, especialmente en las ciudades. En los mercados de las aldeas y de las ciudades existe el comercio local. Además, hay una red de mercados en la región, en los cuales también se intercambian alimentos y productos artesanales. Pues la región es la unidad de abastecimiento más grande. Permite no sólo el intercambio de productos especializados, sino que ofrece también protección en caso de dificultades locales de abastecimiento. Es evidente, sin embargo, que la dimensión del derroche actual en las llamadas “naciones industriales” por un lado, y la depauperación galopante en los países del llamado “tercer mundo” por otro, ya no son sostenibles en este sistema económico. La economía de subsistencia reduce el consumo hasta llegar al nivel que la región es capaz de asumir. De este modo el tren de vida se hace más modesto. Esto es ecológico en su mejor sentido, pues como consecuencia de esta limitación, el paisaje tiene que ser tratado con cuidado. Al mismo tiempo es una política global en su mejor sentido, pues en los países pobres, las personas se quedan con los productos que obtienen de sus regiones, sin estar obligados a pagar impuestos, deudas o intereses a ningún inversor capitalista. De este modo, el mundo se puede volver a una medida normal, que es la medida limitada humana.

10-La tolerancia matriarcal hoy -Heide Goettner-Abendroth


Creo que la tolerancia matriarcal se ha extendido en los movimientos y comunidades alternativos desde hace mucho aunque no se la menciona expresamente. Muchas personas se han apartado de las doctrinas religiosas que pretenden poseer la verdad absoluta o el camino único hacia la iluminación. Además, las grandes religiones tradicionales han perdido su credibilidad porque pactaron durante demasiado tiempo con el poder estatal. Tales orientaciones religiosas son en mayor o menor grado patriarcales. La espiritualidad matriarcal en cambio no es una religión o doctrina, pues nadie tiene que “creer” en nada, sino que es la celebración permanente de la vida y del mundo. Para darle expresión, se fue creando, a lo largo de milenios de desarrollo cultural humano, un lenguaje variado y diferenciado de símbolos, que todos los simbolismos religiosos siguientes aprovecharon. Este lenguaje simbólico no exige ninguna “creencia”, pues se explica por sí mismo – ya que es el retrato del cosmos y de la tierra. Este lenguaje sería igualmente apropiado dar expresión espiritual a la tolerancia matriarcal de las nuevas comunidades.¿Por qué no celebrar conjuntamente el hecho de que existen muchas visiones, muchos ideales y caminos espirituales que se siguen actualmente? Al fin y al cabo, esta diversidad representa un tesoro espiritual que puede estar presente en una única comunidad. Por consiguiente será una razón para organizar una fiesta y celebrar a aquellos que, por ejemplo, son budistas-zen, o que quieren a los ángeles, y aquellos que son o van a ser chamanes o chamanas sabios, etc. Se haría visible una gran abundancia de caminos espirituales, en los cuales todos pueden participar alegremente durante la fiesta sin desconfiar mutuamente y desmarcarse. Sólo las exigencias de exclusividad y el empeño misionero ya no son posibles. 

Hoy en día: La fiesta como centro de la vida de la comunidad 

También la espiritualidad de la vida cotidiana vuelve a ser practicada en los movimientos comunidades alternativos, y se celebran bonitas fiestas comunitarias. Permítanme hacer unas sugerencias que muestran posibilidades que se nos abren a través del empleo del lenguaje simbólico matriarcal en su profundidad y sabiduría.Con él es posible retratar la complejidad de todas las relaciones vitales de los individuos, en especial de clanes simbólicos y nuevas comunidades, y con eso, las fiestas se convertirían en grandes eventos espirituales y en un centro creativo y regenerador de los nuevos clanes y comunidades. Lo quiero comentar más detalladamente: Además de la riqueza espiritual de las personas se puede hacer visible también la riqueza de sus relaciones sociales y de las distintas etapas de la vida. De este modo se celebra la fuerza o la energía específicas de cada sexo y de cada generación, que refleja su divinidad y expresa sus “funciones” distintivas. Por ejemplo, la función de los niños y jóvenes es la vivacidad y el dinamismo - ¿por qué no celebrar a las niñas y los niños en la figura de la Diosa Blanca y su hermano celeste en el centro de una fiesta especial? Se realiza con las correspondientes escenas simbólicas de la cultura matriarcal, con trajes bonitos, música y baile y con todo lo que da alegría. Analógicamente en otra fiesta, en la cual las mujeres adultas son celebradas como la manifestación de la Diosa Roja, en su función de regalar el amor y la vida y establecer todos los enlaces sociales. Puede ser, al mismo tiempo, la fiesta de los hombres adultos en su función de amantes de las mujeres y co-creadores de la vida y la comunidad. Y de forma análoga, en otra fiesta son veneradas las mujeres mayores y las ancianas en su función de poseer la orientación y la sabiduría de la Diosa Negra, que aparece a través de ellas, así como los hombres mayores y los ancianos en su función de ser los protectores y ayudantes de la comunidad. Son imágenes diferentes a las que conocemos del patriarcado. Vivirlas en una fiesta comunitaria trae consigo notables cambios, pues con la “función” aparece la esencia divina en cada uno. Las personas empiezan a verse mutuamente en un contexto espiritual, y de esa manera es posible desempeñar la función específica de los distintos sexos y generaciones también en la vida cotidiana. Así , además, la estructura de una comunidad empieza a hacerse visible poco a poco. Pues todo este sistema se debe retratar y celebrar, de forma análoga a la “estructura del clan” en una sociedad matriarcal. Esto puede ser muy aclaratorio y poner en marcha una dinámica positiva, puesto que las estructuras confusas no se pueden retratar, las clarificadas, al contrario, muy bien. Además, tenemos que encontrar una imagen global de la estructura de la comunidad si queremos representarla en una celebración. Semejante retrato general, conocido por el lenguaje simbólico matriarcal, tiene la tendencia de integrar, pues de partes separadas o escindidas no se obtiene ninguna imagen. De esa manera, a través de este trabajo creativo, generando una imagen integral, se podría poner en marcha una dinámica integradora en una comunidad, cosa que no sucede a través de discusiones teórico-morales sino a través del juego creativo. Este aspecto general, además, no es fijo y puede variar de una fiesta a otra, según los cambios de la realidad retratada o de la visión que todos tienen de ella. Pero siempre revela un fuerte efecto cargado de comprensión y creando vínculos, lo que perdura después de la fiesta.

La historia específica y el rostro local de la tierra

¿Qué ocurre con la celebración de la historia de las comunidades alternativas? Esta específica y única historia de cada comunidad es tan importante para la formación de identidad de los miembros que debería ser celebrada en imágenes lo más frecuente posible. De este modo, aquellos que han llegado más tarde, y también los niños y los de fuera, la pueden entender mejor, pues se ilustra mediante la representación escénica. Al mismo tiempo se veneran las fundadoras y los fundadores, sin importar si todavía viven o si se han convertido ya en antepasadas y antepasados de la comunidad. Cuando esta historia se acerca al presente y llega a la actualidad, todos se convierten en actores de la representación escénica, pues en este momento son los portadores de la historia. ¿Qué ocurre con la celebración de la economía? ¿Es ésta solamente el ámbito del trabajo, del exceso de trabajo, de la escasez de medios o de las preocupaciones? Su representación forma una parte relevante de las grandes fiestas, sea que se alabe la cosecha o un regalo patrocinador, sea que se representen y se celebren las distintas artesanías individuales o capacidades profesionales. Lo que se hace visible, seguramente, no es la escasez sino la abundancia. ¿Qué ocurre con la tierra, cuyo lugar determinado en un paisaje local es la base para la comunidad que allí vive y celebra la fiesta? ¿Y el cielo, cuya luz cambiante determina los fenómenos estacionales en este lugar concreto de la tierra? El cosmos y la tierra en general y este lugar concreto en especial, el “rostro local” de la tierra, merecen las fiestas más bellas. No nos podemos unir en nuestro espíritu, alma y cuerpo con la tierra, si no la celebramos retratando sus imágenes que cambian en las estaciones, tal como lo hacen los pueblos matriarcales. La tocamos cariñosamente, la embellecemos apareciendo sobre ella luciendo bonitos trajes festivos, la alabamos y le “hacemos recordarse a sí misma” mirándola. Pues a través de nosotros, “la naturaleza se mira a sí misma”.Esto es el diálogo con la diosa alrededor de nosotros y dentro de nosotros. Sostenerlo desemboca en un “nuevo encantamiento del mundo”, que es solamente otra expresión para volver a sacralizar el mundo. 

Reseña para "LA FLOR INVERTIDA" - Puntuación: 🌟🌟🌟🌟🌟 5/5

Opinión: Las letras del autor las conocí por su libro "Equipaje Ancestral" que tuve la suerte de ganarlo en un sorteo que realizo,...