viernes, 28 de septiembre de 2018

MARICAS Y FEMINISMO-En torno a las relaciones entre la posición social y las ideas


Quién sabe lo que fue haber sido marica en Buchenwald, y no gay, marica, puesto que “marica” lleva consigo los golpes recibidos, los escupitajos, el odio asesino, frente al gay, en sí bueno, lleno de ilusiones, y no dejaron de pegarle durante tres meses, porque tú eras un maricón, no un gay, tú estabas en peligro de extinción, gay está lleno de compromiso, yo sufro con esa palabra, yo no soy esa palabra, yo no vivo con ella.

 Un escritor homosexual.

 Utilizo el término “marica” como una identidad política: como apropiación y reivindicación de este insulto, que es una forma de afirmar políticamente una identidad sexual más allá de la norma heterosexual. Pero esto también significa para mí algo más que una simple orientación sexual o una sexualidad; es en parte una forma de posicionarse en relación a una opresión sufrida (aunque una identidad no resuma la amplitud de una persona y de sus ideas). A pesar de que esta palabra la usan también otras personas que no le dotan del mismo significado, para mí es también una manera de diferenciarse de la identidad “gay”. Sin duda ésta nos lleva a una dimensión comercial y a una tendencia hacia la asimilación y la integración en esta sociedad. Una tendencia a la normalidad que pasa por la reivindicación de la igualdad y de los mismos derechos que la gente hetero y a una búsqueda de reconocimiento social en base al dinero y la capacidad de consumo. 

 Dentro del texto hablaré también del “heteropatriarcado”. Se trata de un sistema político que instaura una jerarquía de sexo-género, donde lo masculino se sobrepone a lo femenino, y la heterosexual es la norma dominante.

 Las feministas han analizado y me han explicado cómo el género de las personas se construye en función de normas que se inscriben dentro de un “sistema de género”. Este sistema se ha formado históricamente también en función de las necesidades del Capitalismo y de la consolidación del Estado-Nación (pero esto no es lo principal que intento destacar en el texto). 

 Éste reconoce la existencia de sólo dos sexos (masculino y femenino) y la división consecuente de los seres humanos en estas dos categorías, en función de sus “órganos genitales” supuestos. A cada sexo le corresponde un género (hombre y mujer), lo que implica un rol social, con unas actitudes, comportamientos y características específicas. Éste nos dice que los hombres son superiores a las mujeres (patriarcado) y cómo los dos sexos-géneros deben ir ensamblados, jerarquizados y complementados (la heterosexualidad obligatoria).

 Las dos categorías son por tanto construidas dentro de las relaciones de dominación y de explotación de una sobre la otra, y con sus lugares y funciones diferenciadas en los roles de producción y de reproducción del sistema.

 Esta herencia del feminismo me ha permitido comprender yo mismo qué es la norma heterosexual lo que me oprime, que mi opresión “específica” se inscribe en algo de mayor tamaño y que también ha tenido un origen común con la opresión patriarcal. Y que, por tanto, en la situación actual de nuestra sociedad, las dos opresiones están estrictamente relacionadas. 

 Aquí puntualizo que soy consciente de que no hay un solo feminismo. Del que hablo en este texto y al que me siento cercano se apoya en los análisis materialistas de la sociedad, critica la norma heterosexual radical y abiertamente y aspira a la destrucción del sistema de género.

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