miércoles, 16 de agosto de 2017

Soy una niña… ¿por qué tengo nombre de niño?



Celia López Valero, psicóloga y orientadora educativa, autora del libro Trans-fondo

Si oyéramos esta frase, ¿sabríamos entenderla?.
A un niño le puede gustar disfrazarse de princesa, adornarse el pelo, jugar con muñecas o el color rosa; del mismo modo que una niña puede ser ruda, que le gusten los juegos de contacto, prefiera pantalones a faldas o quiera tener pelo corto. Estas conductas no definen a un menor transexual, simplemente a un niño o una niña que no sigue los patrones que la sociedad se empeña en atribuir necesariamente a hombres y mujeres.
Los menores trans, desde muy temprana edad, comunican a los adultos que no se identifican con el sexo que le asignaron al nacer. Lo hacen de muchas maneras pero es frecuente que el adulto no sepa interpretar sus señales. Nos centraremos en los ejemplos más frecuentes que aparecen en la etapa del segundo ciclo de infantil (3 a 5 años).
Si un alumno presenta varias de estas conductas y se mantienen en el tiempo, sería interesante que los profesionales educativos contactaran con la familia para ampliar información sobre el menor y determinar las medidas a tomar. Imaginemos dos alumnos Andrés y Emilia, ambos cursan Educación Infantil:
  1. Andrés  verbaliza “no soy un niño, soy una niña”. Emilia repite “quiero ser un niño”, “de mayor seré un niño”.
  2. Cuando se dibujan a ellos mismos, Andrés lo hace con una gran melena y en general muy “feminizada” y Emilia se dibuja “masculinizada”.
  3. Si dibujan a la familia, Andrés se dibujará usando colores y detalles similares a las personas de sexo femenino que aparezcan en su dibujo y al contrario ocurrirá en el caso de Emilia.
  4. En el juego simbólico Andrés siempre juega adoptando roles femeninos (mamá, maestra, princesa) y Emilia los masculinos.
  5. Pueden tener un nombre elegido perteneciente al género contrario. Ante la pregunta “¿si os pudierais cambiar de nombre cual elegiríais?” la mayoría de los niños y niñas eligen un nombre diferente, pero siempre correspondiendo al sexo asignado al nacer. Nuestros pequeños protagonistas no: Andrés elige el nombre de Catalina y Emilia el de Héctor.
  6. Hablan sobre ellos mismos acorde con el género sentido. Si alguien le dice: “Qué guapo estas hoy”, Andrés corrige….“estoy guapa, no guapo”. Del mismo modo, ante una situación agradable y placentera, Emilia dice: “estoy muy contento”.
  7. Si se les pregunta “¿qué queréis ser de mayor?”, Emilia afirma que quiere ser peluquero (no peluquera) y Andrés maestra (no maestro).
  8. Es habitual que quieran ponerse ropas propias del otro sexo.
  9. Emilia intenta orinar de pie imitando a los demás niño y Andrés  se sienta en la taza como sus compañeras.
  10. Si la maestra, en clase, explica que las niñas tienen vulva y los niños pene. Emilia pregunta: “¿cuándo me saldrá mi pene?”. Andrés, ese día, al llegar a su casa, pregunta a sus padres: “¿dónde está mi vulva? ¿Se me va caer la colita cuando sea mayor y tendré vulva?”.
  11. Si se divide la clase en dos filas, las niñas a un lado y los niños a otro, todos los días Andrés se sitúa en la fila de las niñas. Cuando la maestra lo intenta poner con los niños, llora o agacha la cabeza.
El menor usará éstos u otros ejemplos para comunicar su verdadera su identidad y sólo dejará de hacerlo, por un tiempo, cuando los adultos lo corrijan, castiguen o le expliquen que es un niño porque tiene pene o niña por tener vulva. Desde las aulas hay que trabajar la existencia de cuerpos diversos. Explicar que aunque la mayoría de las niñas tienen vulva, existen también niñas con pene. Igualmente, la mayoría de los niños tienen pene, pero existen niños con vulva.
Si se les transmite a los menores que ninguna parte de su cuerpo define quiénes sony se les pregunta “¿tú que eres?” la experiencia nos demuestra que los menores no titubean ante esta cuestión y que se van a sentir  reconocidos dentro de una de las cuatro categorías. Hay que perder los miedos y los prejuicios. Mostrar a las niñas y los niños la existencia de cuerpos diversos  no es confundirlos ni “transexualizarlos”, al igual que explicar la diversidad en orientación sexual no “homosexualiza” al alumnado.
Sólo uno mismo puede decir quién es verdaderamente. Ni médicos ni psicólogos ni orientadores ni padres ni personas trans o cis  pueden afirmar si un menor es niño o niña, por ello hay que dar herramientas a nuestros menores para que conozcan otra realidad  y puedan verse reflejados en ella.

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