PUTIN

Rusia, parece vivir bajo la sombra de su antigua tradición moral y en la misma sintonía de las viejas leyes implementadas durante la Unión Soviética.
Desde el 2013 su presidente Vladimir Putin, orquestó una guerra legislativa contra los derechos LBGTI+ tras aprobarse una reforma llamada “propaganda homosexual”, que prohíbe la adopción de menores de edad por parejas del mismo sexo que sean nacionales o extranjeras. En los hospitales rusos no se les permite a las personas con preferencias sexuales “distintas” donar sangre, la publicidad por parte de medios de comunicación y organizaciones, además que las autoridades tienen el derecho a quitarles la herencia y patria potestad a los padres de hijos o hijas homosexuales. En 2015 se llevó acabo una encuesta por parte de la firma VTsIOM donde los el 80 por ciento de la población rusa indicó que la homosexualidad es inaceptable, repudiable y va en contra de la naturaleza humana.

La propaganda antiLGBTI+ tiene demasiada presencia en los medios de comunicación, para ejemplo tenemos a Dmitry Kiselyov, periodista de Rusia Today, quien dijo en cadena nacional durante uno de los espacios informativos de mayor audiencia que a los gays se les debería quemar el corazón en lugar de donarlos a personas necesitadas de un trasplante, o el propio jefe de la iglesia Ortodoxa, el Patriarca Kirill, que en 2016 culpó a la aceptación mundial de la homosexualidad como la principal causa del surgimiento de grupos terroristas como el Estado Islámico.


Varios expertos y analistas políticos opinan que la estrategia de Vladimir Putin es una táctica para mantenerse en el poder, seguir simpatizando con el sector más conservador y religioso del país que tiene cerca de 90 millones de fieles que representan hasta el 63 por ciento de la población. Esas personas simbolizan una amplia mayoría que incluso extrañan el gobierno de la Unión Soviética que vinculaba en esa época la homosexualidad con la pedofilia, enfermedades de transmisión sexual e incluso violación entre personas del mismo sexo.

Hace 24 años, ser gay en esa nación era condenado con la cárcel, pero hoy las actitudes en la calles contra los colectivos LGBTI+ continúa siendo un infierno ante la violencia observada durante las distintas manifestaciones sobre orgullo gay que fueron reprimida tanto por autoridades como por civiles.