martes, 21 de agosto de 2018

La integración del movimiento gay-femenino al sistema de dominación global.


La eliminación/cooptación de las organizaciones sociales. 

Una vez que se acabó el mundo bipolar al disolverse la Unión Soviética, la década de los 90 se caracteriza por la imposición gradual de un poder unipolar único y universal, es decir, la Globalización Imperial de las Corporaciones Multinacionales representadas por el gobierno de los Estados Unidos atrás del cual se encuentra Israel. Corporaciones que después del 2000 lograron reducir a los organismos internacionales, es decir, a la ONU, el FMI, el BM, la AID, entre otros, a simples “agencias” de su expansión. 
Por supuesto, el organismo más poderoso que se impuso fue la OMC, Organización Mundial de Comercio, quien actualmente gobierna al globo (es decir, el mundo) junto con las multinacionales armamentistas, de energéticos, de la informática y del crimen organizado. 
Para lograr este propósito sometieron al globo al Modelo Económico Neoliberal, MEN. 
Para lograr este objetivo, eliminaron a todos los movimientos sociales que no se sometían a sus dictámenes y cooptaron a aquellos que fueran cómplices o rentables económicamente. Ello se llevó a cabo, porque el Capital esta conformado por la explotación de la fuerza de trabajo y para controlar y aumentar esta explotación es necesario eliminar toda forma de organización social. La organización social constituye el más fuerte enemigo del capital, sobre todo, la organización de la clase trabajadora. 
Por esa razón, la organización del sector de lesbianas era esencial y fundamental, pero, precisamente fue la geificación y el lesbianismo-institucional que se avocan a impedir y bloquear dicha organización: uno, al sustituirla por las minúsculas ongs (constituidas a veces por cinco o tres personas); dos, al sustituirla por las funcionarias “representantes del lesbianismo del país” o las expertas en “asuntos lésbicos”; tres, al mezclar y confundir a las lesbianas con el movimiento de la diversidad sexual; y cuarto a banalizar y trivializar la lucha lesbiana con las discos, el alcohol, las drogas y el sexo compulsivo. 

La integración del movimiento gay-femenino al sistema de dominación global.

En los 90, el sistema neoliberal aceleró el proceso de integración de ciertos elementos de sectores tradicionalmente marginados con objeto de acabar de desarticular a los grandes movimientos sociales, por ejemplo: ciertos sectores raciales de color en los Estados Unidos; algunos países del tercer mundo como Paquistán o México (los grandes esquiroles); del movimiento ecologista; del movimiento de mujeres; del movimiento indígena, y paradójicamente, del movimiento de los “degenerados sexuales”: las lesbianas y los homosexuales, entre otros. 
¿Porqué el sistema patriarcal-neoliberal integró a un sector social milenariamente repudiado y aborrecido, especialmente el de las marimachas?. Simplemente, porque el modelo económico neoliberal sustentado en el Libre mercado y en las ganancias exorbitantes de dinero como esencia del sistema económico mundial, descubrió que la falosexualidad y la sodomía constituían un mercado extraordinario de ganancias no solo para la industria sexual sino en general para las transnacionales del placer: hoteles, trasatlánticos, viajes, oasis tropicales, etc. 
Y, lo más grave fue, que también descubrió que el lesbianismo podía convertirse en un jugoso negocio boyer, de los menags y las parejas swingers, porque los hombres preferían coger (fuquin) con una lesbiana porque era activa y no pasiva como la mayoría de las mujeres; masturbarse mirando coger a dos lesbianas o tener a dos mujeres al mismo tiempo su mujer y una lesbiana aunque esta cogiera con su mujer. “Tener” “poseer” a una mujer lesbiana, ahora significa para los hombres un doble acto de poder y doble acto de dominación: dominar a una mujer y dominar a una mujer fuerte, masculina y poderosa. 
Las condiciones para logar este objetivo fueron: uno, desarticular al movimiento lésbico; dos, nulificar la teoría política lesbofeminista, y tres, mezclar y confundir al lesbianismo con bisexualidad, zoofilia, sadomasoquismo, coprofilia y demás fauna de la multipluralidad genital, con el objeto de acabar con la identidad lésbica, es decir, con el poder lesbiano. 
Me pregunto, ¿las funcionarias lesbogays representantes de las lesbianas latinoamericanas ante las honorables instituciones internacionales y nacionales se han dado cuenta de esta situación?, ¿ó lo saben y lo callan porque están recibiendo indirectamente parte de las ganancias de estos nuevos negocios?.

La integración del movimiento generista (exfeminista) al sistema de dominación global. 
Por supuesto, en relación al movimiento feminista de Latinoamérica y el Caribe se cooptó a las liderezas (tendencia a no organizarse) y a muchas organizaciones, entre ellas, a las más oportunistas y por supuesto sin principios ético-políticos (la Ética feminista), excepto algunas feministas que quedaron anuladas e invisibilizadas por las funcionarias y expertas en asuntos de género. 
Tampoco fue casualidad que aquellas mujeres fueran blancas de clase alta o media y algunas mestizas con conciencia blanqueada de origen pobre. Todas ellas con una fuerte cultura occidental, es decir, desenraizadas, sin contacto con sus raíces culturales y mucho menos indígenas. Mujeres finalmente producto de una cultura racista, clasista y colonialista, aunque a esto en el lenguaje neoliberal se le llame “diversidad” o la “pluralidad”. 
Dicha integración fue diseñada por el sistema de dominación mundial para fracturar y crear una división al interior del movimiento feminista, es decir, una división entre feminismo institucional y feminismo autónomo. 

La “contra” exfeminista o postfeminista. 

Las feministas institucionales, exfeministas, postfeministas o generistas lo primero que hicieron, fue: 
- Minimizar e invalidar al proceso de organización política de las mujeres, es decir, se contrapusieron a la organización de las mujeres, a la fuerza política de las mujeres organizadas que es precisamente donde radica su poder; 
- Segundo, se fueron oponiendo a vincular a la lucha de las mujeres con las demás luchas sociales aislándola de estas, bajo el lineamiento neoliberal de separar, disgregar, desarticular y fraccionar a las luchas sociales entre si. 
- Tercero, fueron invalidando y despreciando a la militancia, es decir, al compromiso y el trabajo práctico con las mujeres bajo una disciplina organizativa y un programa político definido; 
- Cuarto, también invalidaron y despreciaron el trabajo de base que se realizaba con los sectores más goleados de mujeres abandonando y dejándolas desprotegidas; y 
- Quinto, también desplazaron hasta enterrar, el análisis político crítico del feminismo radical y revolucionario que surgió en las décadas de los 60 y 70, invalidándolo y descalificándolo como anacrónico y obsoleto, despojando de esta manera al movimiento de mujeres de sus armas teóricas. 

La confrontación entre lesbianismo autónomo y lesbianismo institucional 

La división entre feminismo autónomo y feminismo institucional también se produjo al interior del movimiento lésbico entre lesbianismo autónomo y lesbianismo institucional. 
Sin embargo, el concepto: lesbianismo institucional, puede sustituirse por el de: lesbogay institucional, porque las lesbianas radicales argumentan que el lesbianismo es in-asimilable al patriarcado heterocentrista y sobre todo, porque el lesbianismo feminista es sustancial y esencialmente anti patriarcoheterocentrista y antiandrocentrista. 
Por lo tanto, han sido las lesbogays las que han permitido o impulsado la institucionalización de las organizaciones lesbianas: 
Primero, porque no les interesa la comunidad lesbiana dado no son lesbianas sino gays; 
Segundo, porque se encuentran profundamente identificadas con las políticas gays financieras, aún a pesar de que exista discriminación lesbofóbica por parte de los gays en el otorgamiento de los financiamientos (control masculino); 
Tercero, porque no les interesa crear “movimiento”, movimiento de lesbianas, sino comunidad comercial despolitizada; 
Cuarto, porque no están orientadas al crecimiento y desarrollo del movimiento político lésbico sino a proyectos extremadamente limitados como salud, revistas, VIH, atención psicológica, campings, travels, chopings, etc. y dirigidos a núcleos minúsculamente pequeños de mujeres gays; 
Quinto, porque muchas financiadoras están exigiendo que las asociaciones de mujeres gay no se centren en grupos “cerrados” exclusivamente de lesbianas, sino “incluyentes”, mezcolanza, que incluyan a bi, trans, queer y voyers, swingers, coprofílicos, zoofílcos, etc, sin “discriminación” de ninguna expresión de la sexualidad humana: ¿paidofilos?, ¿violadores?, ¿la Asociación pro-derechos sexuales de padres incestuosos?, ¿proxenetas?, entre estos por ejemplo, ¿las transnacionales de la industria del sexo necrofílico que operan en Ciudad Juárez?, etc.. Estos también son parte de la Diversidad Sexual, ¿no?. 
La táctica política del “incluyente” discurso de la diversidad, fue diseñada para evitar la identificación y el fortalecimiento grupal de las mujeres lesbianas y dispersar y desarticular su cohesión. Porque el Sistema, sabe perfectamente bien que en la medida en que se fortalezca el poder lesbiano se fortalecen las mujeres en general y en la medida en que disminuya el poder lesbiano disminuye el poder las mujeres en general. Por supuesto, del lesbianismo feminista. 

Los cinco encuentros lésbico feministas de Latinoamérica y el Caribe.

La realización de los encuentros lésbicos Latinoamericanos y del Caribe han constituido verdaderos actos de heroísmo debido a los enormes obstáculos que han enfrentado y a la represión que todas las instituciones patriarcales han interpuesto para evitarlos, incluyendo la falta de apoyo tanto del movimiento heterofeminista como del movimiento gay. 
Cabe destacar, que a pesar y en contra de la corriente internacional gay, lesbogay, heterofeminsita y sobre todo del generismo (exfeminismo) institucional, estos encuentros se han autodenominado “feministas” en medio de la desacreditación o invalidación del feminismo por la mayor parte de aquellos. 
No obstante, también dentro de estos encuentros se ha manifestado el enfrentamiento entre el lesbianismo autónomo y el lesbianismo institucional o lesbogay, que ha adquirió dimensiones muy profundas en los últimos de estos. 
La dicotomía entre institucionalización y autonomía, en términos generales, podría resumirse en lo siguiente: el cuestionamiento que hacían las organizaciones lésbicas autónomas, es decir, independientes tanto del gobierno y de los partidos políticos así como de cualquier institución patriarcal o agencia financiera, ante las organizaciones lésbicas o personalidades lesbianas dependientes de los financiamientos nacionales o internacionales y de sus relaciones políticas con las instituciones gubernamentales, instancias esencialmente patriarcales. 

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