domingo, 8 de abril de 2018

EL HOMBRE A QUIEN JESUS AMO


Theodore Jennings, profesor de teología bíblica de Chicago y fundador del programa de Estudios Queer de la misma ciudad, es conocido por sus relecturas del discípulo amado en El hombre a quien Jesús amó: narrativas homoeróticas del Nuevo Testamento y Una ética queer del sexo, disponibles bajo traducción de Tom Hanks en la página web de la Fundación Otras Ovejas.

(El Hombre que Jesús amó: Narrativas homoeróticas del Nuevo Testamento). Cleveland: Pilgrim, 2003.

 Resumen:

 Juan 13:21-30 La última cena. 
El Éxodo estipuló que la Pascua judía fuese celebrada en cada hogar, con la participación de los padres e hijos de la casa (Ex. 12:1-28). No obstante, Jesús la celebró en Jerusalén con sus discípulos varones, solteros excepto Pedro, sin la presencia de mujeres y niños (ver Deut. 16:1-8). Aunque Jesús amaba a todos sus discípulos como amigos íntimos y beneficiarios de la solidaridad sacrificial, impresiona que uno sea llamado el discípulo a quien Jesús ―amaba (agapao; 13:23; ver este verbo en el Cantar de los Cantares, LXX).
 El enfoque en el Discípulo Amado hace patente que esta relación especial implica un amor diferente del que vincula a Jesús con los demás discípulos. Así ya en este primer texto es difícil evitar la conclusión que la diferencia refiere al deseo erótico o atracción sexual. Tal impresión se fortalece cuando observamos como se manifiesta este amor diferente, pues leemos que este discípulo estaba ―recostado sobre el pecho de Jesús‖ (RVR nota 13:23; cf. BJ nota 13:23; griego, en to kolpo) y ―recostándose sobre el seno (griego, stethos) de Jesús (13:25; cf. stethos en 21:20 abajo). De esta manera el texto puntualiza que ese amor especial consistía en la cercanía física y la intimidad corporal. Es decir, ser el discípulo amado por Jesús con un amor diferente era experimentar intimidad física como hábito común. Pedro y los demás apóstoles reconocerían y darían por sentada tal relación entre Jesús y el Discípulo Amado. Pedro también sabía que Jesús compartiría con el Discípulo Amado secretos íntimos que los demás apóstoles ignoraban y tendrían que averiguar (13:24-27). Así la lectura natural y menos forzada del texto es que Jesús, además de amar a todos sus discípulos, tenía un amado de quien era el amante.

19:25b-27 La cruz
El Discípulo Amado está presente en la cruz con cuatro mujeres: la madre de Jesús, la tía, María la esposa de Clopás y María Magdalena. Jesús se fija en la presencia del Discípulo Amado y su madre y dirigiéndose a ella dice: ―Mujer, ahí tienes a tu hijo‖ y luego al Discípulo Amado: ―Ahí tienes a tu madre‖. Juan añade, ―Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa‖. ¿Qué significa esta escena? Algunos sugieren que Jesús procura desviar la atención de sí mismo para enseñar a sus discípulos a cuidarse mutuamente. Pero ¿por qué entonces ignora Jesús la presencia de las otras mujeres? Otros proponen que el texto señala la relación especial entre Jesús y su madre, un tipo de sentimentalismo apropiado para el día de la madre. Pero, tanto en esta escena, como en la boda de Caná, Jesús se dirige a María como ―mujer‖, no como madre (ver los textos sobre María aún más negativos en Marcos 3:32-33 y Lucas 11:25-27). Además, tal interpretación desconoce la preocupación 54 especial por el Discípulo Amado evidente en las primeras palabras dirigidas a María y señalando que ella debe ejercer una responsabilidad especial por el Discípulo Amado: ―Mujer, ahí tienes a tu hijo‖. Pero cuando reconocemos que Jesús y el Discípulo Amado eran una pareja de amantes, el sentido de las palabras de Jesús se hace transparente: Jesús reconoce su relación especial con este discípulo como parecida al noviazgo o matrimonio y el Discípulo Amado viene a ocupar el lugar de un hijo adoptivo de María y ella la madre adoptiva de él. Si el texto enfocara a María Magdalena, nadie dudaría que tal fuera el sentido (ver Rut y Noemí, Rut 1:16-17). Pero Juan señala que la relación homoerótica entre Jesús y el Discípulo Amado lleva implicaciones y responsabilidades que trascienden la muerte. No debemos permitir que el género del Discípulo Amado oscurezca el sentido obvio del relato. Además, el texto hace patente que la relación entre Jesús y su amado no era una relación clandestina. 

20:1-9 La tumba
Jennings concluye que este episodio ayuda no poco para entender la relación con el Discípulo Amado ( Juan, 2003:29). La buena noticia de la resurrección en Juan 20 puntualiza las experiencias de María Magdalena. Sin embargo, Jesús rechaza el esfuerzo de ella a tener contacto físico con él (20:17). No es ella, sino solamente el Discípulo Amado (varón) quien es señalado como el objeto del amor diferente (20:2), ya definido como una intimidad física y de compartir secretos (Jesús se dirige a la Magdalena, como a su madre, simplemente como ―mujer‖). El Discípulo Amado se encuentra otra vez en compañía de Pedro, el único apóstol señalado como casado. Al correr a la tumba, el Discípulo Amado, aparentemente más joven que Pedro y de mejor estado físico, llega primero. Sin embargo, el Discípulo Amado no se aprovecha de su ventaja, sino que cede a Pedro el privilegio de entrar primero en la tumba. Los lectores que recuerdan el lugar del gimnasio en la cultura grecorromana y la importancia del buen desarrollo físico, especialmente en el sector homoerótico, no se sorprenderán que el Discípulo Amado se presente como el ganador en la competencia (ver las imágenes del amado en el Cantar de los Cantares; cf. el joven que se escapó desnudo en Marcos 14:50-52). Aunque, al llegar a la tumba, el Discípulo Amado no ve a Jesús como pasa con la Magdalena, al creer él sin verle, se presenta como paradigma de la fe para las generaciones posteriores. Parece hacer la transición a una relación espiritual con menos dificultades que la Magdalena. Si ella fuera prostituta, como afirma tanta tradición, es notable cómo Juan 20 privilegia a ella y al Discípulo Amado como minorías sexuales, los primeros que percibieron la buena nueva de la resurrección. 
21:1-14 El desayuno en la playa
Como en otros tres textos (13:21-30, 20:1-9 y 21:20-23), el Discípulo Amado aparece como compañero y amigo de Pedro (en todas las escenas, menos con María en la cruz, el Discípulo Amado aparece en competencia con Pedro; y aun en la cruz, la ausencia de Pedro, después de su triple negación de Jesús, es notable; ver Hechos 1:13; 3:1, 3-4, 11; 4:13, 19; 8:14). Aunque Pedro se presenta como el líder activo que involucra a los demás discípulos en una noche infructífera de pesca, es el Discípulo Amado quien manifiesta el mayor discernimiento espiritual al reconocer a Jesús en la playa (21:7). Inmediatamente Pedro, desnudo en la actividad de la pesca, se viste (21:8), pues su relación habitual con Jesús no es de presentarse desnudo, y se lanza en el mar (aunque sería más común quitarse la ropa antes de meterse en el agua). Son del mismo sexo, pero es notable cómo Pedro y el Discípulo Amado se complementan, una característica única de una relación heterosexual, según la ideología sexual común moderna. 
21:20-24 “Apacienta mis ovejas”
Al volverse, Pedro vio que les seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado en el seno de Jesús....De nuevo el texto señala que el carácter del amor especial de Jesús por el Discípulo Amado consiste en la cercanía física, la intimidad corporal (13:23, 25). Que la esencia de la relación es de este tipo, se señala en la última referencia que identifica al Discípulo Amado de Jesús como el que ―durante la cena se había recostado en su seno (griego, stethos; 21:20). En esta última escena es Pedro que juega el papel dominante como líder responsable de pastorear la comunidad de los discípulos de Jesús, mientras que el Discípulo Amado está simplemente allí, en el fondo, como se espera de un cónyuge o pareja, mientras Jesús conversa con otro. Aunque el texto desmiente el mito de que el Discípulo Amado viviría hasta la Segunda Venida de Jesús, el hecho de que su carácter como el discípulo a quien Jesús amaba de una manera diferente no cambia, aun con la redacción final del libro, señala la permanencia de este amor diferente, ―más fuerte que la muerte‖ (Cantares 8:6). 
 Reconsiderando el Evangelio de Juan (resumen de Jennings, cap. 4, pp. 55-74) 1. La terminología (pp. 55-58).
De las tres palabras comunes que expresan amor en griego, eros no aparece en el Nuevo Testamento, ni tampoco en la LXX. En Juan philia y ágape son sinónimos. Con referencia al Discípulo Amado, cuatro veces Juan utiliza ágape (13:23; 19:26; 21:7, 20), pero una vez philia (20:2). En el griego clásico philia refiere a un amor simétrico de amistad. Algunos comentaristas consideran que ágape solamente expresa amor espiritual y sacrificial, pero al contrario la LXX de la poesía erótica del Cantar de los Cantares siempre emplea una forma de ágape (p. 57). ―En el griego de la Septuaginta y del Nuevo Testamento, el término ágape toma el lugar de eros para designar la forma asimétrica del amor‖ (56). 2. Sublimación (pp. 58-61). Algunos comentaristas reconocen la existencia de relaciones homoeróticas, pero insisten en que deben ser ―platónicas‖, sin relaciones sexuales, como en las tradiciones griegas y orientales del ascetismo, incorporadas sobre todo en el monaquismo cristiano. Sin embargo, ninguno de los Evangelios apoya el ascetismo, y mucho menos el Evangelio de Juan. 3. La negación del cuerpo (pp. 61-64). En varios textos Juan ―espiritualiza‖ ciertos conceptos materiales (el nuevo nacimiento, 3:4; el agua, 4:4,31-34; el pan, 6:26-27, etc.). Sin embargo, otros textos presentan la dialéctica de tomar una realidad espiritual y hacerla física (sobre todo, el verbo hecho carne, 1:14; ver 9:6, 11,15; 11:39; 19:28, 34; 20:20, 25, 27; 20:5-7). ―El Cuarto Evangelio, entonces, está caracterizado por un doble movimiento [dialéctico]: una tendencia marcada de alegorizar la realidad física y, a la vez, una tendencia marcada de convertir una realidad espiritual en física‖ (p. 63; ver la tendencia en el gnosticismo de expresarse tanto en el ascetismo como en la promiscuidad sexual). 4. La Ley (pp. 64-66). Si Jesús en Juan hubiera insistido en obedecer todas las 613 leyes del Pentateuco, la condenación de un tipo de relación homoerótica en Lev. 18:22 y 20:13 [se refiere a relaciones anales entre varones como práctica idolátrica] hubiera hecho imposible una relación homoerótica con el Discípulo Amado. Pero tras de advertirnos que ―el Verbo se hizo carne‖ (Juan 1:14), el Prólogo de Juan señala que ―la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo‖ (1:17; notablemente, Juan hace contraste no solamente entre la Ley y la gracia, como Pablo en Rom. 6:15, sino también entre la Ley y la verdad). Aunque Juan cita varios textos de la Biblia Hebrea como las profecías cumplida por Jesús, es notable la ausencia de mandamientos, como el Sermón del Monte (Mateo 5–7; Lucas 6) y la reducción de todos los mandamientos a uno nuevo, el amor mutuo (Juan 13:31-35). 5. La Pureza (pp. 67-68). La prohibición de sexo anal entre varones como práctica idolátrica en Levítico 18 y 20 aparece precisamente en el Código de Santidad, la parte de la Ley más rechazada por el cristianismo primitivo (ver Jesús en Marcos rompiendo las leyes que prohíben tocar un cadáver, una mujer menstruante, un leproso, etc.) En Juan Jesús ofrece incluso su carne para comer y su sangre para beber (6:51-58). 6. Convencionalidad (pp. 68-69). La actitud de Jesús frente a la moralidad y los estilos de vida convencionales es de ―subversión insistente y persistente‖ (68). 

4 comentarios:

  1. Estás ENFERMO. Cuando te des cuenta por la gracia de Dios, te sanarás

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  2. Me parecen acertadas las interpretaciones sobre este tema, ya que Jesús vino a salvar a l@s oprimid@s por leyes injustas.

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  3. Todo el evangelio es un continuo debate jurídico, poniendo en tela de juicio las leyes de ese momento, tanto judías como de pueblos gentiles (romanos, griegos, etc) La vida de Jesús desde su nacimiento no cuadra en "las leyes dignas" de su pueblo y época, por ello es perseguida su familia desde los primeros comienzos, y cuando sus ideas ya de mayor las hace públicas, terminan acusándole falsamente, de las mismas faltas y errores que estaban cometiendo los demás. Por eso se dice que murió por sus pecados (por nuestros errores)

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Reseña para "LA FLOR INVERTIDA" - Puntuación: 🌟🌟🌟🌟🌟 5/5

Opinión: Las letras del autor las conocí por su libro "Equipaje Ancestral" que tuve la suerte de ganarlo en un sorteo que realizo,...