HACER LA MASCULINIDAD
En el capitulo 1 he trazado una panoramica mas bien general del impacto potencial que una teoria de la masculinidad femenina podria tener en la forma convencional de entender la masculinidad, la virilidad y, hablando en un sentido mas amplio, la clasificacion de la conducta marcada por el genera. En cierto sentido, estoy sugiriendo que la propia existencia de mujeres masculinas nos lleva a reconsiderar nuestros presupuestos mas basicos sobre las funciones, las formas y las representaciones de la masculinidad, y nos hace preguntarnos por que el vinculo entre los hombres y la masculinidad ha permanecido relativamente segura a pesar de los continuos ataques a la naturalidad del genero por parte de feministas, gays, lesbianas y generos queers. Existe una opinion bastante extendida sabre la masculinidad femenina que afirma que la aparicion de la mujer viril es un fenomeno relativamente reciente y que esta es un producto de las ideologias feministas. Otra opinion la interpreta como el signa de una relajacion en la rigidez del genera y como la precursora de una mayor apertura para la identificacion del genera. Pocas interpretaciones populares sabre la masculinidad femenina conciben a la mujer masculina como alguien que estaba ya en la historia, como un personaje que ha desafiado los sistemas de genera durante al menos dos siglos. Como han señalado repetidas veces los historiadores queer, una limitacion muy comun en los modelos de las funciones sexuales y de genera elaborados por gays, lesbianas y feministas es su tendencia a ser a historicos. Se ha comprobado que es muy dificil teorizar la desviacion sexual y de genera de manera historica, y a menudo este campo se divide entre investigaciones historicas no teoricas y modelos teoricos a historicos. Los debates sabre la historia de la sexualidad y la historia de la desviacion de genero a menudo han recibido esta division, convirtiendo las modalidades sexuales historicas en algo universal o en algo completamente ligado a su momenta historico. El desafio para una nueva historia queer ha sido, y sigue siendo, elaborar metodologias que sean sensibles al cambia historico y que, a la vez, esten influidas por las problematicas teoricas actuales. Por ello, en este capitulo aporto dos ejemplos de masculinidad femenina del siglo XIX y los utilizo para mostrar que las mujeres masculinas han desempeñado un papel importante en la construccion de la masculinidad moderna. Si los modelos de la masculinidad que utilizamos hoy en dia para vincular la masculinidad a los hombres ya dependian de una produccion previa de la masculinidad elaborada tanto por mujeres como por hombres, entonces debemos dar cuenta de como esta masculinidad femenina ha sido omitida y excluida deliberadamente de las teorias contemporaneas de la masculinidad. Ademas, en relacion con estas masculinidades femeninas del pasado, la suposicion de que simplemente representan tempranas formas de lesbianismo les priva de su especificidad historica y anula las multiples diferencias que habia entre las modalidades de deseo por el mismo sexo en el pasado. Esta suposicion coloca claramente a la masculinidad femenina en modelos de desviacion sexual, en vez de tener en cuenta el sentido que tenia la masculinidad femenina del pasado en el contexto de la historia de las definiciones de genera y de las relaciones de genera. Al hacer una equivalencia entre masculinidad femenina y lesbianismo, o, dicho de otro modo, al interpretarla como una especie de proto-lesbianismo esperando una comunidad por venir, continuamos manteniendo la masculinidad femenina separada de la produccion de la propia masculinidad moderna. Este libra gira en torno a dos propuestas que son muy simples, pera que creo que aun no han sido analizadas en profundidad en los estudios academicos sabre la masculinidad (o del genera, en su caso) . La primera tesis es que las mujeres han hecho su propia y unica contribucion a lo que llamamos masculinidad moderna y que estas aportaciones suelen ser completamente ignoradas en los estudios de genera. La segunda tesis es que lo que reconocemos como masculinidad femenina es, en realidad, una multiplicidad de masculinidades, es mas, una proliferacion de masculinidades, y cuanto mas identificamos las variadas formas de masculinidad femenina, mas se multiplican. No soy tan ingenua como para creer que este libra lograra catalogar definitivamente la totalidad de las masculinidades femeninas, pera si ofrece modelos, taxonomias y clasificaciones que pueden ser aprobados o rechazados en el futuro. Soy muy consciente del dato historico que han provocado las taxonomias en la historia de la sexualidad, pera creo que el principal problema de taxonomizar fue, en primer lugar, que lo hicieran los sexologos y, en segundo lugar, que no hemos continuado produciendo taxonomias mas adecuadas 0 coloristas 0 elaboradas 0 imaginativas 0 brillantes, «taxonomias inmediatas», como las califica elocuentemente Eve K. Sedgwick George Chauncey tambien ha sugerido que, en vez de muchos, quiza tenemos mas bien pocos modelos de comportamientos sexuales. En 1919, en un ensayo sobre un grupo de hombres sexualmente activos, pertenecientes a la Newport Naval Training Station, Chauncey muestra que las relaciones homosexuales se daban de diferentes maneras en este grupo social y que «de hecho, los mismos terminos de 'conducta homosexual' e 'identidad', por su tendencia a mezclar fenomenos que otras culturas pueden haber considerado de forma separada, no parecen ser lo suficientemente precisos para definir la variedad de formas sociales de sexualidad que queremos analizar. El trabajo de Chauncey sostiene que las definiciones medicas de la conducta sexual que aparecieron a comienzos del siglo xx intentaban establecer un orden en lo que a menudo era para los investigadores medicos, una variedad desconcertante de actividades sexuales que se daban en las subculturas sexuales En las subculturas sexuales existian taxonomias y modelos de conducta sexual mucho mas elaborados de lo que los investigadores nunca hubieran sido capaces de imaginar. Al igual que Chauncey, Lissa Duggan tambien minimiza la importancia del estamento medico a la hora de introducir identidades sexuales en la cultura, en un sentido amplio. Como Duggan muestra en su ensayo sobre la «carnicera safica>> Alice Mitchell, de principios del siglo XX, vemos la emergencia de «subjetividades deseantes modernas» a partir de diferentes discursos entremezclados de historias personales, conciencia colectiva y conocimiento medico. Duggan nos hace ver las estructuras narrativas que operan en la nocion de «identidad>> y se plantea una pregunta pertinente: Fueron los agresivos sexologos quienes construyeron a la lesbiana hombruna o fue ella, de alglin modo deliberadamente, quien se construy6 a si misma? Para abordar esta cuestion en serio, puede haber llegado el momento de volver a algunos de los casos sexologicos presentados por Havelock Ellis y otros, como hago en mi proximo capitulo, y volver a introducir en estos casos algo de la complejidad que se habia perdido, debido a la rigidez de las definiciones binarias generadas por los sexologos. Ellis, por ejemplo, entrevista un amplio abanico de mujeres y acabo creando simplemente un modelo de inversion que las dividia en invertidas masculinas y femeninas. No seria posible leer estos casos y crear una taxonomia mas convincente? En el capitulo siguiente diversifico esos mismos casos y los coloco sobre un telon de fondo que recoge las ricas y variadas comunidades de invertidas de la Inglaterra de comienzos del siglo xx, las cuales desarrollaron sus propias identidades, sus categorias sexuales, su propia percepcion y sus esteticas de genero. En este capitulo, sin embargo, limito mi analisis a los pocos ejemplos de deseo entre mujeres en el siglo XIX de que tenemos constancia, e intento mostrar lo que esta en juego en las lecturas contemporaneas de estos ejemplos y lo que podriamos ganar si pensamos en terminos de tommie P, tribadas, maridos mujer, cicatrices e invertidas, en vez de solo «lesbianas». Aunque este libro no pretende ser de ningun modo una
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