martes, 23 de octubre de 2018

La Virgen de Luján y la fuerza de los arquetipos-ARGENTINA-La Madre María: un culto ignorado por la Iglesia Católica


En la provincia de Buenos Aires, 67 kilómetros al oeste de la Capital Federal, se encuentra la ciudad de Luján, a la vera del río homónimo, que reconoce como fundadora a la Inmaculada Concepción, bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján. El nombre recuerda al sobrino de don Pedro de Mendoza, el capitán Pedro Luján, muerto por los aborígenes en un lugar cercano, en 1536. La imagen de la Virgen, confeccionada en Brasil, es de bulto de terracota, con cuatro angelitos a sus pies, y mide 38 centímetros de altura. Sus facciones son menudas y bien proporcionadas. El semblante es modesto, grave y dulcemente risueño. El color del rostro es un tanto amorenado. Tiene las manos juntas y arrimadas al pecho en ademán de quien ora. La corona y la rayera gótica, con la inscripción “Es la Virgen de Luján la primera fundadora de esta villa” adosada a su espalda, fueron puestas con posterioridad, al igual que el ropaje. El manto es de color azul, sembrado de estrellas blancas y la túnica de color encarnado, aunque los colores se encuentran hoy muy amortiguados. Los pies de la imagen se apoyan sobre nubes, de las cuales emerge la media luna, que tradicionalmente se pone bajo las plantas de la Inmaculada, y entre las nubes descuellan cuatro cabecitas de querubines, con sus pequeñas alas color ígneo desplegadas.

A partir de una entrevista a dos mujeres que viven en Luján apareció ante nosotras la imagen de la Madre María. Una de estas mujeres es nacida allí y la otra, aunque nació y se crió en la provincia de La Pampa, se casó en la basílica y sigue viviendo en esa ciudad con su marido, sus hijos, nietos y nietas.
María Salomé Loredo Otaola de Zubiza, más conocida como la Madre María, nació en España el 11 de octubre de 1854 y murió el 2 de octubre de 1929. Llegó a Argentina en 1866 y se dedicó a la predicación. Aun cuando fue seguida por numerosos adeptos, ya que se apoyaba en la religión católica, nunca fue reconocida por la Iglesia.
El culto a la Madre María es urbano y rural. Se originó en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia del mismo nombre, pero se ha expandido al centro de la república hasta el sur de Río Negro. Se le rinde culto durante todo el año, pero especialmente el Día de la Madre y el Día de los Muertos. Es un culto de tipo espiritista.
Doña Lita y doña María coincidieron en que las acciones y actitudes de la Madre María fueron muy similares a las de la Virgen María: sanaba, se preocupaba por los desprotegidos, iba a donde la necesitaban, hacía el bien a todas y todos, protegía y enseñaba a la gente a protegerse del mal y del demonio.

Si bien no encontramos una historia alternativa, la historia oficial sobre la Virgen de Luján menciona, sin darles importancia, ciertos elementos que para nosotras resultan altamente significativos. Son hechos comprobados históricamente, pero que han sido relegados como pertenecientes a la leyenda. El negro Manuel curaba a los enfermos en nombre de la Virgen con yuyos que él mismo recogía y preparaba. Él fue quien inició la fabricación de las “velas benditas de Nuestra Señora de Luján” y a él debieron su primitiva fama. Las hacía con la cera sobrante de las velas que alumbraban a la Virgen y las repartía entre los peregrinos y los enfermos –“para que no les faltase la luz de su ama”–, quienes las veían como algo sagrado por haber alumbrado a la milagrosa imagen. En nuestra visita a la basílica constatamos también la importancia de la bendición de diversos objetos con agua, vigente en nuestros días.

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