Soy Favio Anselmo Lucero. Autor de dos libros: Equipaje Ancestral y La Flor Invertida . En este sitio publico temas relacionados a la teología de la liberación Queer. Sabiendo que la teología cristiana, está manipulada por líderes con poder y privilegios, hetero-patriarcales y misóginos, que se debe desenmascarar para incluir la realidad de opresión a las personas LGBTQ+. Tiendo este puente hacia un encuentro humanizador. Difundiendo textos formativos de eruditos y propios.
lunes, 3 de diciembre de 2018
LOS MOMENTOS FINAL ES DE LA VIDA DE JESÚS SEGÚN PABLO-John Shelby Spong
John Shelby Spong
Lo que transmití fue, ante todo, lo que había recibido (1 Co 15, 3). Con estas palabras, Pablo escribe a los corintios la más temprana descripción que tenemos de los últimos momentos de la vida de Jesús. Pablo no fue testigo ocular de estos hechos porque, hasta donde sabemos, nunca conoció ni se encontró cara a cara con el Jesús de carne y hueso. Sin embargo, Pablo se presenta a sí mismo, en esta carta, como conservador de los eventos decisivos de la vida de Jesús y como su comunicador para que se conozcan en la siguiente generación. Estos acontecimientos son, afirma, el principio y el fundamento de la historia de nuestra fe. Por tanto, son de suma importancia. De dónde recibió Pablo esta tradición? La mejor respuesta se deja entrever en sus palabras de la Carta a los gálatas, escrita entre dos y cuatro años antes. En Gálatas, Pablo nos da, de primera mano, un relato único de su conversión. No es, por cierto, la historia de conversión con la que está familiarizada la mayoría. No describe un viaje a Damasco con órdenes del Sumo Sacerdote para capturar a los seguidores del Camino, es decir, el primer nombre que, entre los judíos, se dio a los discípulos de Jesús. Tampoco menciona una luz brillante venida del cielo, ni una voz que suponemos de Jesús y que le pregunta por qué lo estaba persiguiendo. Tampoco dice haber quedado temporalmente ciego ni cuenta el episodio de su bautismo por Ananías, en la casa en la que recuperó la vista. Estos detalles familiares del "Camino de Damasco" son, en parte, hijos de la pluma de Lucas cuando éste escribió el Libro de los Hechos, una obra que escrita no antes de mediados de la novena década, es decir, unos treinta años después de la muerte de Pablo. Éste ya no podía intervenir y corregir a los creadores de mitos. En los escritos auténticos de Pablo no hay mención alguna de la profunda experiencia de Damasco ni tampoco del importante papel de alguien llamado Ananías en su conversión, bautismo y curación. Sólo el libro de los Hechos sugiere que Ananías fue la matrona del nacimiento de pablo al cristianismo.
En la actualidad, la mayoría de los estudiosos de la Biblia rechazan la historicidad del relato del Libro de los Hechos, pero no la historicidad de la conversión de Pablo. Pablo mismo nos dice: "Perseguí a la iglesia de Dios violentamente y traté de destruirla" (Ga 1,13); y añade haber avanzado de forma espectacular "en la tradición de mis padres", "hasta que Dios me llamó por su gracia y tuvo a bien revelarme a su Hijo, a fin de que yo pudiera predicar entre los gentiles" (Ga 1, 14-16). No nos da más detalles de su conversión. No obstante, luego narra, de manera bastante detallada, sus actividades tras aquel momento que cambió su vida. "No consulté con nadie de carne y hueso" y, añade, "No subí a Jerusalén a ver a los que fueron apóstoles antes que yo" (Ga 1, 16-17). En cambio, nos dice: "Me fui a Arabia y volví de nuevo a Damasco" (Ga 1, 17).
Pablo continúa con su crónica: Después de tres años, subí a Jerusalén. Su propósito dice era conocer a Simón, de sobrenombre Cefas. A Simón se le llamó piedra (en griego, petrós, y en arameo, kepha) y debió de conocérsele más por sus sobrenombres (Pedro en griego y Cefas en arameo) que por su nombre. Ambos se parecen al nuestro de Rocky, el Duro. El caso es que Pablo debió de oír hablar, por primera vez, de algunos detalles de la vida de Jesús, en los quince días que pasó con Cefas, y en la forma más temprana y primitiva de la tradición que podemos documentar. Dicho encuentro con Pedro debió de producirse entre cuatro y nueve años después de la crucifixión. Por tanto, las palabras de Pablo en Gálatas y en 1 Corintios nos retrotraen a la primera década de la memoria cristiana y nos hacen palpar el cristianismo más primitivo. No había habido tiempo para una pura invención. Jesús es claramente un personaje real, histórico, y no una creación mítica.
Sin embargo, asombra caer en la cuenta de lo que Pablo dice, y más aún si cabe, en lo que no dice acerca de la muerte de Jesús. Pablo sintetiza todo el relato de la Pasión en diez palabras: "Cristo murió por nuestros pecados, de acuerdo con las Escrituras" (1 Cor 15, 3). En otros escritos, Pablo se refiere a la cruz y a Jesús como el crucificado, así que parece acertado decir que Pablo sabía que Jesús había muerto crucificado a manos de los romanos. Pero en seguida comienza a interpretar el significado de aquella muerte. Fue por nuestros pecados, asegura. Pablo parece haber podido tomar esta frase, destinada mucho más tarde a cimentar el núcleo duro de las teologías de la expiación, de la liturgia judía del Yom Kippur, en la que el inocente cordero de Dios se ofrecía en sacrificio como expiación por los pecados de todo el pueblo.
Pablo añade que esta muerte fue de acuerdo con las Escrituras. Los dos pasajes bíblicos a los que puede aludir Pablo son o el del Siervo sufriente, de Isaías 40-55, o el del pastor y rey de la segunda parte del libro de Zacarías (capítulos 9-14). En el primero pasaje, el Siervo carga con el dolor y el rechazo del mundo y lo retorna convertido en amor. En el segundo, a un pastor, y rey además de los judíos, lo entregan, por 30 piezas de plata, en manos de los que vendían y compraban animales en el Templo. Con seguridad podemos afirmar que, a lo largo de la primera década del cristianismo, estos dos pasajes de la Biblia hebrea formaron parte de la comprensión que los discípulos fueron teniendo de Jesús y de su final. Y cabe señalar que Pablo, durante el tiempo de sus cartas, no parece saber nada de las narraciones particulares que, posteriormente, pretendieron dar detalles y pormenores de la crucifixión. Para Pablo, no hay traición de Judas, ni oración en el huerto de Getsemaní; no hay prendimiento, ni juicio, ni Pilatos, ni Barrabás; no hay negación de Pedro, no hay azotes a manos de los romanos; no hay túnica púrpura ni corona de espinas; no aparece Simón de Cirene cargando la cruz; no hay nadie crucificado con él; no se pronuncian palabras desde la cruz; no hay lamento por el abandono de Dios; no se queja de sed en voz alta y no hay tinieblas al mediodía de aquel viernes. Todos esto detalles parecen haberse desarrollado posteriormente y, simplemente, no formar parte de lo que se le transmitió a Pablo como lo más significativo.
A continuación, siempre en 1 Cor 15, 3, Pablo menciona los hechos tras la muerte de Jesús. Dice que fue sepultado pero de nuevo sin dar más detalles. No parece saber nada de la tumba en la que se colocó a Jesús, ni de los ungüentos con los que lo embalsamaron al enterrarle. No parece saber nada de alguien llamado José de Arimatea, que aparece mucho más tarde en la tradición como el constructor y propietario de la sepultura. De nuevo la mayoría de los estudiosos consideran que estos populares episodios de los Evangelios son tradiciones desarrolladas con posterioridad. De modo que es probable que Pablo no incluya nada de todo esto porque estas tradiciones todavía no se habían desarrollado y ni tan siquiera habían nacido.
Pablo entonces va al núcleo central de la creencia cristiana, y dice: "fue resucitado". Pablo siempre emplea el verbo en pasiva cuando describe lo que sucedió en lo que se dio en llamar la Pascua. Jesús nunca resucita ; es Dios quien siempre resucita a Jesús, según Pablo. A qué estado lo resucita? Ésta es la pregunta que debemos hacernos. Dios lo resucita de la muerte para devolverlo a la vida de este mundo? El cuerpo de Jesús fue resucitado físicamente y, por tanto, capacitado para salir andando de la tumba? Tal ha sido la forma incorrecta en que muchos han leído a Pablo y han imaginado lo que creen que él dice que sucedió. Sin embargo, no hay duda de que esto no es lo que Pablo entendió que fue la Pascua. Si la resurrección fuera la resucitación de una persona muerta a la vida física de este mundo, entonces, la persona resucitada inevitablemente tendría que volver a morir al cabo de un tiempo. No hay otra forma de salir de esta vida. Pablo, en efecto, escribirá en otro lugar: "Cristo resucitado de entre los muertos, ya no muere más. La muerte ya no tiene dominio sobre él" (Rm. 6,9), lo cual no suena a una resucitación física y a una vuelta a la vida en este mundo.
Pablo sólo agrega dos detalles a la noticia de la resurrección. Fuera lo que fuera esta resurrección, ocurrió nos dice "al tercer día" y añade otra vez: "según las Escrituras". Esta referencia al "tercer día" fue una referencia al tiempo físico o era ya un símbolo antes de que Pablo lo adoptase después? Posteriormente, cuando se escribieron los evangelios, sus autores no estaban seguros del significado de dicha expresión. De suyo, esta medición tradicional de un tiempo se refería a "después de tres días" según Marcos, que pone esta expresión tres veces en boca de Jesús. Mateo y Lucas, sin embargo, contradicen a Marcos y dicen "al tercer día", lo cual ya no es lo mismo. Sea como fuere, la expresión al tercer día como la de después del tercer día" difícilmente casan, cronológicamente, con el modo como los Evangelios cuentan la historia.
Si seguimos literalmente la línea del tiempo, Jesús muere a las tres de la tarde y se le entierra a la puesta del sol, es decir, hacia las seis. Desde la puesta del sol hasta la medianoche, hay seis horas. Desde la medianoche del viernes a la medianoche del sábado, hay veinticuatro horas. Desde la medianoche del sábado al alba del domingo hacia las seis, hay seis horas más. Sumadas estas medidas de tiempo, el resultado no es de tres días sino de unas treinta y seis horas, es decir, un día y medio. Entonces, cómo llegamos al concepto de tres días? Esta medición es algo que sugiere que lo de tres días es algo simbólico y no una medida real de tiempo. Si fuese así, nos tendríamos que preguntar de dónde viene ese símbolo. Fue una adaptación de los tres días que tarda la luna en pasar desde la oscuridad total a la luz como "luna nueva"? Tres días puede ser, como cuarenta años, una medida de tiempo que los Judíos usaban para señalar momentos reveladores de su historia. Creo, por tanto, que es obvio que, para Pablo, "tres días" era un símbolo y no una medida de reloj, un tiempo del calendario.
A continuación, Pablo menciona a aquellos a los que se les "hizo manifiesto" Jesús resucitado, es decir, aquellos a los que se les apareció Jesús. La palabra griega que se traduce por "apareció" en este texto de Corintios, es la misma que usaron los traductores de la Biblia de los Setenta para describir cómo se "apareció" Dios a Moisés en la zarza ardiente, tal como se narra en Éxodo 3. (La versión de los Setenta era la traducción de las Escrituras hebreas al griego, hecha por setenta sabios a la vez, según la leyenda, entre el tercero y segundo siglo antes de Cristo) Vio Moisés a Dios de forma física? Hubiera podido obtener Moisés una imagen de Dios con su cámara fotográfica en caso de haber tenido una a mano? O no fue, más bien, el relato, una descripción poética de una percepción interior? No fue, más bien, un ejemplo de lo que más tarde se llamaría una "percepción extrasensoria" o una "revelación"? La explicación es mucho más compleja de lo que la mayoría de la gente se piensa. La semana próxima examinaremos la lista de aquellos a los que se les apareció Jesús resucitado, según Pablo. El relato se vuelve entonces mucho más interesante, así que estad atentos.
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