Soy Favio Anselmo Lucero. Autor de dos libros: Equipaje Ancestral y La Flor Invertida . En este sitio publico temas relacionados a la teología de la liberación Queer. Sabiendo que la teología cristiana, está manipulada por líderes con poder y privilegios, hetero-patriarcales y misóginos, que se debe desenmascarar para incluir la realidad de opresión a las personas LGBTQ+. Tiendo este puente hacia un encuentro humanizador. Difundiendo textos formativos de eruditos y propios.
martes, 11 de diciembre de 2018
RELACIÓN LITÚRGICA DE LA CRUCIFIXIÓN CON LA PASCUA-John Shelby Spong
John Shelby Spong
El primer relato de la crucifixión de Jesús plasmado por escrito fue el de Marcos, del versículo 14:17 al 15:47. Antes de Marcos, los cristianos sólo tenían por escrito una única frase de Pablo: Jesús murió por nuestros pecados, según las Escrituras (1 Cor. 15:3). En sus cartas, Pablo no consignó ni un detalle de la Pasión. Tal vez es que no había detalles que consignar, sobre todo si es verdad que, tal como se dice en Marcos 14:50, cuando arrestaron a Jesús, "todos (los discípulos) huyeron y lo abandonaron". En tal caso, Jesús habría muerto solo, sin testigos.
Esto podría ser demoledor para muchos de nosotros dado que solemos creer al pie de la letra los detalles que leemos en Marcos. Pasa con nosotros como si creyéramos que se grabó todo, no sólo lo que Jesús dijo en la cruz o lo que Jesús y el sumo sacerdote hablaron entre sí, sino también lo que Jesús y la multitud se dijeron. Si hubiese sido así, habría que preguntar: quién estuvo allí para grabar todo aquello? La respuesta es que lo más probable es que todos los detalles que conocemos no sean producto de la memoria de alguien sino, más bien, determinadas interpretaciones litúrgicas sobre quién fue realmente el que murió en la cruz y cuál fue, en definitiva, el significado de su muerte. Un rápido análisis de los detalles del relato nos revela que, probablemente, ninguno proviene del recuerdo de un testigo ocular sino de la reflexión de los discípulos a partir de las Escrituras judías, sobre todo de Isaías 53 y del Salmo 22. Según esto, el relato de los hechos finales de la vida de Jesús parece ser más la obra de la imaginación interpretadora de los discípulos que de la mirada atenta de un testigo o de la pesquisa de un historiador.
Marcos extrajo del Salmo 22 muchos elementos que aún hoy nos son muy familiares, incluido el grito de abandono de: "Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?", que es la primera frase de dicho salmo. Luego, Marcos alude a la actitud burlona de la multitud "meneando la cabeza" y afirmando: "ya que tanto confió en Dios, que sea Dios quien lo salve", frase que Marcos incorpora en su narración copiándola casi literalmente del mismo salmo (v. 8). Los huesos dislocados, el agobio de la sed y "las manos y los pies taladrados" (vv. 14-16) son otros tantos detalles que Marcos incorporó a su representación, así como la escena de los soldados repartiéndose sus vestiduras y echando a suertes su túnica (v. 18). Cuando a uno se le hace evidente que las palabras que describen la crucifixión proceden de obras escritas cuatrocientos años antes, entonces ve claro también que el texto del evangelio no es el informe de un testigo ocular de lo sucedido. Es otra cosa.
Marcos incorporó también, en el relato de la muerte de Jesús, elementos del capítulo 53 de Isaías, o mejor, del Segundo Isaías, cuyo autor dibujó con palabras la figura de alguien al que llamó el "Siervo", el "Siervo Sufriente" del Señor; alguien "despreciado y rechazado", un "varón de dolores, experimentado en el quebranto" (v. 3); alguien "herido por nuestra rebeldía" y "molido por nuestros pecados" (v. 5). "El Siervo" de Isaías, que "guarda silencio ante su acusador" (v. 7), es como Jesús en Marcos. Y dice Isaías, además, sobre él: "por sus llagas, fuimos sanados" (v. 5), expresión que inspiró la idea de expiación sustitutoria: Jesús expió nuestras culpas y ocupó nuestro lugar.
La identificación entre el Siervo y Jesús aumenta su exactitud gracias a dos iniciativas más de Marcos. Cuando leemos en Isaías que el Siervo "se contará entre los malhechores" (v. 12), comprendemos que esto inspirase a Marcos y éste introdujera la escena de Jesús crucificado entre dos ladrones. Del mismo modo, el aserto de Isaías, de que el "Siervo sería sepultado entre los ricos" (v. 9) fue el que condujo a la escena del entierro de Jesús por José de Arimatea, "un principal entre los judíos" y persona influyente.
Por más que toda esta información mine un literalismo que nos resulta familiar, pues tenemos grabada dentro "la pasión de Jesús" gracias a obras religiosas como la música de Bach o las liturgias tradicionales del Viernes Santo o la costumbre de los sermones de "las siete palabras", supuestamente pronunciadas por Jesús desde la cruz, la verdad es que el relato de Marcos de la crucifixión no es el recuerdo histórico de un testigo ocular o de varios sino una suma de interpretaciones, por parte de la segunda generación de discípulos, sobre la muerte de Jesús; interpretaciones extraídas de las Escrituras por haberse formado a partir de algunas fuentes bíblicas que habían alimentado las expectativas mesiánicas hebreas a través de los tiempos. Por eso, nuestro primer paso para comprender bien el relato de la crucifixión, tan familiar en su literalidad, es liberar nuestra mente de cualquier idea previa que tengamos acerca de que este relato es una crónica histórica. Lo que escuchamos o leemos no es otra cosa que la comprensión de la muerte de Jesús por sus discípulos judíos, resultado de interpretar dicha muerte a la luz de las Escrituras.
El segundo paso de este proceso revelador es caer en la cuenta de que Marcos elaboró esta primera narración de la pasión y de la crucifixión con el fin de ofrecer una reconstrucción litúrgica de su significado. Estudios actuales sobre el judaísmo del siglo I nos dicen que los judíos observaban la Pascua en un marco familiar. La conmemoración duraba unas tres horas y comprendía la reunión de la familia, algunos juegos para resaltar el espíritu de la fiesta y la comida en sí, que incluía comer el "cordero de Dios", junto con hierbas amargas y pan sin levadura, como símbolo y recuerdo del tiempo de esclavitud y del apresurado éxodo desde Egipto. Tras la comida, el hijo menor preguntaba al más anciano de la familia: " Por qué esta noche es diferente de las otras?" Y esto daba pie a que el cabeza de familia contase el relato del Éxodo y el momento del nacimiento de Israel como nación. La comida concluía con el canto de un himno, y luego los familiares que no vivían en la casa se iban a sus propias casas, ya de noche.
Historiadores de la iglesia e investigadores de la liturgia han descubierto algunas pruebas de que, durante los últimos años del siglo II de nuestra era, los cristianos celebraban la Pasión de Jesús alargando las tres horas de la celebración de la Pascua judía y convirtiéndola en una vigilia de veinticuatro horas. La pregunta es, cuándo empezó la práctica de esta vigilia prolongada? Creo que el relato de la Pasión de Marcos contiene pruebas de que esta vigilia se comenzó a practicar muy pronto, sin duda antes de la redacción del primer evangelio, dado que el guión de esta vigilia ya está en el texto de Marcos. En efecto, si nos fijamos cuidadosamente en el relato (Mc.14:17-15:47), veremos la silueta de esta vigilia. Así pues, el relato de la Pasión es una narración de 24 horas que va, desde la puesta de sol de lo que llamamos Jueves Santo, hasta la puesta de sol del día siguiente, es decir, del Viernes Santo.
Permitidme señalar las indicaciones que encontramos en el texto. Marcos 14:17 hace que Jesús llegue con los doce, a una casa de Jerusalén, para pasar la Pascua, al atardecer o al anochecer, es decir, con la puesta del sol, hacia las 6 de la tarde. Antes, se nos han dado los detalles de la preparación del lugar adecuado. Después, se describe la cena y Marcos dice que la reunión termina con el canto de un himno tras el que Jesús y sus discípulos parten ya de noche, es decir, hacia las 9. Entonces, van al huerto de Getsemaní donde los discípulos no son capaces de velar con Jesús sin caer dormidos, una, dos, tres horas, con lo que la vigilia llega hasta la medianoche. Marcos 14:43 narra la traición a medianoche. El acto más oscuro de la historia ocurre en el momento más oscuro de la noche; es algo dramáticamente potente pero difícilmente exacto.
Tras la detención, viene el juicio ante el sumo sacerdote y el jefe de los sacerdotes. Esto se cuenta en 14:53-65 y nos lleva a las 3 de la noche cerrada. La vigilia entre las 3 y las 6 de la madrugada es la del "canto del gallo". Marcos sitúa ahí el relato de la triple negación de Pedro (14:66-72), una negación por cada hora probablemente, hasta el canto del gallo y el quebranto de Pedro, que acaba llorando. El texto dice a continuación (15:1): "cuando llegó la mañana", esto es, en torno a las 6 de la madrugada. Tal es el momento que Marcos asigna al juicio ante Pilatos (15:1-14). El episodio de Barrabás y la tortura a manos de los soldados, que se complementan con la imposición de la túnica púrpura y la corona de espinas, también entran en este fragmento.
Marcos entonces nos informa (15:35) que es la hora tercia cuando lo crucifican, es decir, a las 9 de la mañana. El drama alcanza su clímax cuando Mc. 15:33 dice que, "en la hora sexta" o el mediodía, la oscuridad se levanta y cubre la tierra, hasta la hora novena o 3 de la tarde, que es cuando Jesús lanza su grito de abandono y muere. En 15:42 se cuenta el entierro, que debe ser antes de "la llegada de la noche", es decir, de nuevo en torno a las 6 de la tarde. Para los judíos, el sábado empezaba ya con el atardecer del viernes, no a medianoche. El hecho de no tener tiempo para completar el entierro sirve a Marcos para explicar por qué las mujeres tuvieron que ir con especias para embalsamarlo al amanecer del primer día de la semana y así sentar la base para pasar al relato de la Resurrección.
En la liturgia actual aún hay vestigios de la vigilia de 24 horas. El tiempo culminante de la Semana Santa comienza con la conmemoración de la institución de la Eucaristía la tarde del Jueves Santo. Acto seguido, se desnudan los altares. Entonces, el Santísimo se pone en el sagrario y se invita a los fieles a velar toda la noche. A veces, estas vigilias se organizan para que siempre haya alguien velando. El Viernes Santo, se imparte la comunión a partir de las formas reservadas en el sagrario pues no se celebra la Eucaristía dado lo sombrío de lo que se conmemora. Luego viene un rito de tres horas que conmemora la oscuridad que cubrió la tierra entre las 12 y las 3. El descanso de Jesús en el sepulcro se simboliza en el Sábado Santo, en que casi todo se para hasta que los cirios se encienden, por la noche, en la "misa de la Pascua". La tradición es antigua, tanto que la vigilia pascual se observó estoy convencido antes de escribirse el primer evangelio. Marcos no inventó la vigilia de 24 horas porque ésta ya se practicaba. Marcos escribió el relato de la pasión para ayudar a la gente a representárselo y vivir mejor así la vigilia.
La vida litúrgica hebrea, y no el recuerdo de la vida de Jesús, fue el principio organizador del primer evangelio y, tal como hemos visto, de sus primeros capítulos, a raíz de la Pascua. Mateo y Lucas seguirán el ejemplo de Marcos. Cuando los examinemos, veremos cómo ambos expanden y prolongan a Marcos sin cuestionar el principio organizador de éste.
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