Soy Favio Anselmo Lucero. Autor de dos libros: Equipaje Ancestral y La Flor Invertida . En este sitio publico temas relacionados a la teología de la liberación Queer. Sabiendo que la teología cristiana, está manipulada por líderes con poder y privilegios, hetero-patriarcales y misóginos, que se debe desenmascarar para incluir la realidad de opresión a las personas LGBTQ+. Tiendo este puente hacia un encuentro humanizador. Difundiendo textos formativos de eruditos y propios.
lunes, 10 de diciembre de 2018
CÓMO LA SINAGOGA DIO FORMA AL EVANGELIO DE MARCOS -John Shelby Spong
John Shelby Spong Orígenes
Alguna vez se les ha ocurrido pensar que el evangelio de Marcos, el primero que se escribió, en realidad es un libro judío, nacido en el marco de la sinagoga y organizado según el modelo litúrgico judío? Esta afirmación nos resulta extraña a los cristianos porque rebasa los límites de nuestra representación, en la que estamos cómodamente instalados. Y, sin embargo, me gustaría mostrar, en esta columna, que dicha afirmación es acertada.
De cara a estudiar los evangelios correctamente, lo primero que debemos reconocer es el antisemitismo ancestral del cristianismo. En mi caso, la mayor parte de mi antisemitismo, lo aprendí de niño en la catequesis de los domingos. No había ni un judío bueno en los folletos de la catequesis. Todos los judíos que intervenían en la historia de Jesús eran siniestros y hostiles a él; eran los malos de la película, siempre persiguiendo, acechando y conspirando contra Jesús. Me enseñaron a menospreciar sus nombres, tanto los propios como los comunes, pues no había nada bueno en ellos: Judas Iscariote, Anás, Caifás, los saduceos, los escribas y los fariseos. Por contraste, nadie me dijo que Jesús fue también judío. Sus imágenes lo representaban más bien como nórdico: pelo rubio, ojos azules y tez clara. Hasta llegué a pensar que debía de ser sueco! Tampoco me dijeron nunca, en la catequesis, que los doce apóstoles también eran judíos, y que Pablo y María Magdalena también lo eran, así como los que escribieron los libros del Nuevo Testamento, con la excepción quizá de Lucas, que parece haber sido gentil de nacimiento aunque luego se convirtiera al judaísmo.
Nuestra cultura antisemita nos ha impedido ser conscientes de las profundas raíces judías de la historia cristiana. De suyo, todos los cristianos somos espiritualmente semitas. El judaísmo es la matriz en la que hemos llegado a ser y a desarrollarnos. Es la tradición de fe que nutrió al cristianismo hasta que la iglesia y la sinagoga se separaron, de bastantes malas maneras, además, en torno al año 88 dc. Retengamos esta fecha del 88 porque nos indica que el movimiento cristiano no se separó del judaísmo hasta 58 años después de la muerte de Jesús! Esto significa, como mínimo, que los evangelios de Marcos y de Mateo se escribieron mientras sólo había sinagoga, es decir, antes de que el cristianismo y la sinagoga se separaran y fueran dos mundos distintos. El evangelio de Lucas, en cambio, debió de escribirse después de la separación pese a que, como se basó en gran medida en Marcos, también él siguió llevando el sello de la época en la que los cristianos eran un grupo judío que se reunía con el resto de los judíos en la sinagoga, sábado tras sábado.
Recordemos que a los discípulos de Jesús aún no se les llamaba "cristianos" sino seguidores de la "vía". El núcleo de poder del judaísmo ortodoxo no tanto el resto de la gente veía, en los seguidores de la vía, un grupo revisionista, empeñado en incorporar a Jesús en la tradición judía igual como antaño lo fueron otros profetas tales como Isaías, Amós y Miqueas. La conclusión es que las sinagogas y la celebración del Sabat fueron el lugar y el tiempo en los que, durante lo que se denominó después el período oral del cristianismo, se fueron recordando y repitiendo las cosas referentes a la vida de Jesús. En la liturgia de la sinagoga, primero se leía la Torá y luego se leían los Profetas; y, entre las lecturas, se intercalaban algunos Salmos. Luego, se invitaba a los asistentes a comentar las lecturas. Así debió de ser como los discípulos de Jesús recordaron sucesos y enseñanzas suyas: dichos sucesos y enseñanzas fueron la prolongación o la aplicación de aquellas lecturas. Por el camino, los discípulos no debieron de tardar mucho en llegar a pensar que eran las Escrituras las que apuntaban a Jesús; e incluso que Jesús era el verdadero cumplimiento de aquellas. Inevitablemente, los relatos sobre Jesús se incorporaron así, poco a poco, al ciclo anual de las fiestas y de los ayunos de la sinagoga. Por último, alguien debió de reunir todo aquel material y formar con él un conjunto coherente, en el cual los relatos se organizaron con el criterio que tenían más a mano: la secuencia de las fiestas del año litúrgico hebreo. Éste debió de ser el proceso que acabó por dar forma al evangelio de Marcos.
Mateo y Lucas, al utilizar a Marcos como base, adoptaron inevitablemente el mismo marco litúrgico. No obstante, aunque tuvieron la misma base, reflejaron dos visiones del mundo muy distintas aunque ambas fueran judías. Mateo fue más tradicional mientras que Lucas reflejó el mundo de la diáspora, al que constantemente se iban incorporando gentiles. Pese a estas peculiaridades, los tres evangelios tenían tantas similitudes que se les acabó por llamar "sinópticos". Ciertamente, parecía como si los tres autores hubieran visto lo mismo con sus propios ojos (sin-ópticos). Aunque actualmente se descarte esta explicación de su semejanza, por no ajustarse a los hechos (ninguno de ellos fue testigo ocular de lo sucedido), con todo, la unidad esencial de los tres, así como la dependencia interna de dos hacia uno, se acepta ampliamente. Mateo incluye el 90% de Marcos y la mayor parte, casi literalmente. Lucas, algo menos dependiente, incluye en torno al 50% de Marcos. Pero lo más importante es, como digo, que Mateo y Lucas siguen el esquema de Marcos: el relato de la vida pública de Jesús se ajusta al ciclo anual litúrgico de la sinagoga. Por eso la vida pública de Jesús, en los tres, es anual: no es que la vida pública de Jesús durase un año sino que el relato de la misma, desde el bautismo hasta la crucifixión, se organizó sobre el trasfondo del ciclo anual de la sinagoga. Por desgracia, actualmente, este trasfondo temporal el lector no lo ve a no ser que tenga alguna noticia de este patrón litúrgico. Permitidme, pues, que intente que este patrón salga a la luz y que quede claro para mis lectores.
El clímax de Marcos, ya lo dijimos, es el relato de la pasión y crucifixión de Jesús. Casi el 40% del evangelio de Marcos versa sobre la última semana de la vida de Jesús. De los 16 capítulos de Marcos, los diez primeros tratan de la vida de Jesús, desde el bautismo hasta la entrada en Jerusalén el domingo de Ramos, o sea, cinco días antes del viernes santo y siete de la resurrección. La semana final de la vida de Jesús es el tema exclusivo de los capítulos 11 a 16. Podemos subrayar más aún el contraste entre ambas partes de Marcos si observamos que las últimas veinticuatro horas de la vida de Jesús ocupan 105 versículos, mientras que la Resurreccion sólo ocupa ocho.
El primero y más obvio de los hechos que nos indican la superposición del transcurso de Marcos y del transcurso anual de las fiestas judías es que la crucifixión se narra según el modelo de la celebración de la Pascua. Pablo fue el primero en relacionar a Jesús como el cordero pascual cuando, unos quince años antes de Marcos, escribió que Cristo, nuestro cordero pascual, fue sacrificado por nosotros (Cor. I, 5:7). Durante siglos, a partir de este versículo, se terminó por creer que la crucifixión ocurrió realmente en el tiempo de la Pascua, siendo así que lo más probable es que fuesen los seguidores de Jesús quienes primero situasen la muerte de Jesús en la Pascua sólo para indicar el sentido de ésta, y luego esta coincidencia fuese la que llevó a la conclusión de que el hecho ocurrió en aquel tiempo del año. Hay un conjunto de datos en los evangelios que sugieren que la crucifixión no ocurrió en primavera sino, más bien, en otoño. Presentar estos datos nos llevaría lejos y rebasaríamos los límites de esta columna. Quien se interese por ellos puede encontrarlos en mi libro Liberating the Gospels: reading the Bible with Jewish Eyes (Liberar los Evangelios: leer la Biblia con ojos judíos) . Sin embargo la asociación es clara. Los judíos creían que la muerte del cordero pascual había quebrado el poder de la muerte en el tiempo del Éxodo y los discípulos creyeron que la muerte de Jesús había quebrado el poder de la muerte en el tiempo de la cruz y de la resurrección. Por eso, el relato de la muerte de Jesús se organizó deliberadamente para poder celebrarse durante el tiempo de Pascua. La ubicación de la muerte de Jesús en el tiempo de Pascua fue una elección no de exactitud histórica sino de significación, por medio de la liturgia vigente entonces entre los judíos.
Una vez relacionada la Pascua con la crucifixión, podemos ver que, en todo el evangelio de Marcos, la narración de la vida de Jesús se superpone y sigue la serie de los acontecimientos conmemorados en las fiestas judías de un año. Dicho de otro modo: si colocamos la crucifixión de Jesús en la Pascua y retrocedemos por el evangelio, del capítulo 10 hacia atrás, se hace evidente que Marcos organizó su evangelio de acuerdo con el año litúrgico de la sinagoga.
Unos tres meses antes de la Pascua, está la celebración judía de la Dedicación o Hanukkah. Esta festividad recuerda cuando la luz de Yahvé se reincorporó al Templo en tiempo de los Macabeos. En el evangelio de Marcos, la narración que coincide con dicha celebración es la Transfiguración de Jesús, en la que la luz de Dios desciende, no sobre el templo, como creían los judíos, sino primero sobre Jesús y luego sobre Moisés y Elías, y los transfigura a los tres. Este relato, más allá de que Moisés simbolice la Ley y Elías los Profetas, integra a ambos en el significado de Jesús, que se interpreta como el nuevo templo donde habita la presencia de Dios. Presumiblemente, el templo histórico había sido destruido los romanos unos años antes, en el año 70 dc., aparte de que ya no era relevante para los discípulos de Jesús, que veían en éste la nueva vía, el nuevo lugar de encuentro entre Dios y los hombres.
Si seguimos retrocediendo por el calendario litúrgico y por el evangelio de Marcos, resulta que la siguiente fiesta judía es el Sukkot, o fiesta de los Tabernáculos, que era el octavo día de celebración de la cosecha. El relato de la vida de Jesús que Marcos cuenta en el capítulo cuarto, y que cae exactamente en el momento en que se celebra esta fiesta, es la parábola del sembrador que siembra su semilla en cuatro clases de tierra, por lo que la semilla produce cuatro tipos de cosecha, tal como lo glosa la explicación de Jesús. Este capítulo cuarto, con su clara referencia a la cosecha, contiene suficiente materia para cubrir los ocho días de la fiesta del Sukkot.
La siguiente fiesta de nuestra marcha atrás es el Yom Kippur o "Día de la Expiación" que se celebra unos cinco días antes de empezar el Sukkot. Los capítulos dos y tres de Marcos incluyen una serie de curaciones así como la llamada de Leví al discipulado.
Leví pasa, del mundo impuro de recaudador de impuestos, para los conquistadores gentiles, a la elección. Son anécdotas y situaciones de la vida de Jesús perfectas para el significado central del Yom Kippur. Una vez más, el orden de Marcos encaja con el año litúrgico de la sinagoga.
Por último, Marcos empieza con un capítulo primero idóneo para el tiempo en que los judíos celebran el Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío. En este día, los judíos hacen sonar el shofar para reunir al pueblo, anunciarle que el Reino de Dios está cerca e instarle a que se arrepienta y así estar preparado para su llegada. Marcos, en su evangelio, comienza con Juan Bautista, que es como un shofar humano que convoca a la gente, les anuncia el Reino de Dios que está amaneciendo en la vida de Jesús y les insta a prepararse para recibirlo mediante el arrepentimiento El principio organizador no reconocido del primer evangelio nos revela que Marcos elaboró las historias sobre Jesús con idea de utilizarlas en la sinagoga desde el Rosh Hashaná hasta la Pascua, es decir, durante los seis meses y medio del año litúrgico judío que transcurren entre finales de septiembre o primeros de octubre y finale de marzo y principios de abril. Si nos preguntamos por qué el evangelio de Marcos es más corto que los otros dos, los de Mateo y Lucas, la clave puede estar ahí: si Marcos sólo cubrió seis meses y medio del calendario anual, lo que hicieron Mateo y Lucas fue prolongar a Marcos con episodios que llenaran los cinco meses y medio que faltaban. Con esto último que acabo de decir, ya he establecido el concepto. En las columnas que siguen, completaremos los detalles.
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