lunes, 30 de abril de 2018

Derrocar el patriarcado




THEODORE W. JENNINGS, JR. 
Cleveland: Pilgrim Press, 2003
 www.pilgrimpress.com
Mateo y los padres Hemos advertido que el texto sobre abandonar familia y posesiones (Marcos 10:29-31) dice a los seguidores abandonar a los padres pero no que los recibirán a cambio “centuplicados”. Esta omisión podría considerarse deliberada. En Mateo, aclararemos ulteriormente esta deliberada omisión en un texto peculiar a este evangelio. Pero vosotros no os queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni séais llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. (Mateo 23:8-12) El programa de Jesús para sus discípulos implica claramente la abolición de las distinciones, entre ellas la abolición de las relaciones jerárquicas. En este respecto, Jesús prohibe llamar “padre” a cualquiera y, de ese modo, prohibe el reconocimiento de los reclamos de paternidad y por tanto de autoridad de un ser humano, incluso de los padres biológicos. Una protesta frecuente es que la “paternidad de Dios” sirve para afianzar al patriarcado. Esta ha acaecido, por cierto, en el curso de la Cristiandad. Pero la tradición sobre Jesús utiliza el apelativo de Dios como Padre, o Padre en los cielos, precisamente, para derrocar la norma del patriarcado. En este respecto, la enseñanza de Jesús es más bien radical puesto que, en contraposición, parece lanzado contra el mismo mandamiento “honrarás a tu padre”. La enseñanza atribuida a Jesús en el evangelio de Mateo socava, claramente, la paternidad humana, y por tanto el patriarcado, en el contexto de la abolición de toda relación jerárquica. Este aspecto de la estructura familiar es considerado totalmente antitético, al menos, a los valores del reino divino cuya venida le importa a Jesús anunciar y llevar a cabo. Lucas y las madres El evangelio de Lucas también tiene un episodio que le es peculiar socavando la importancia de la maternidad biológica e incluso, por implicación, el papel de María. “Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”. (11:27-28) A pesar del hecho que Lucas prestó mayor atención a María que los otros evangelios haciéndola el centro de la narración del nacimiento que sirve como prólogo al evangelio, socava su rol su rol en tanto que está basado en fundamentos biológicos. En este texto, María como madre de nacimiento carece de lugar especial de honor sino más bien cualesquiera que escucha y guarda la palabra divina. En el evangelio de Lucas, estas categorías no son exclusivas. María es representada, justamente, como quien oye la palabra y la guarda (1:38, 46-55; 2:19. 34-35, 51). Su lugar en la narración como quien es honrada no lo es como “madre” sino como creyente, lo cual corresponde, precisamente, a la intención de los dichos de Jesús sobre su familia en Lucas 8:19-21. Su única “madre y hermanos y hermanas” son “aquellos que oyen la palabra de Dios y la hacen”. De esta manera, Lucas procura hacer compatible el respeto debido a María consistente con el socavamiento de las relaciones familiares en general y, de ese modo, de la institución familiar como un todo.

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