lunes, 30 de abril de 2018

Jesús opuesto a la institución familiar


THEODORE W. JENNINGS, JR. 
Cleveland: Pilgrim Press, 2003
 www.pilgrimpress.com
En las siguientes consideraciones de los valores familiares, plantearé primeramente el modo en el cual los evangelios representan a Jesús opuesto fundamentalmente a la institución familiar. Esta oposición surgiría de la profunda crítica de las estructuras que median e imponen el equilibrio social presente, un universo social en extinción en tanto se configura en el mundo el reino divino de justicia, generosidad y gozo.  
Un estudio de los textos del Nuevo testamento, no halla fundamento en la actitud de la tradición de Jesús hacia la familia biológica que devalúe las relaciones eróticas homosexuales.
El evangelio de Marcos ofrece cuatro textos fundados en nuestro tema que son retomados y desarrollados de diferentes maneras por Mateo y Lucas.
 La Nueva Familia (Marcos 3:21, 31-35; Mateo 12:46-50; Lucas 8:19-21) El tercer capítulo del evangelio de Marcos aborda explícitamente el tema de la familia cuando Jesús es rescatado por su propia familia de la multitud de pecadores y necesitados que lo habían rodeado. Tal como acaece a menudo en el evangelio de Marcos, lo narrado es una especie de emparedado en la historia sobre Jesús y su familia que sirve como “pan” o marco de otra historia sobre los escribas de Jerusalén quienes presumen que está aliado a Belcebú. La técnica del emparedado sirve para enfatizar los lazos entre la familia de nacimiento de Jesús y los dirigentes de su cultura social y religiosa. Ambos grupos creen, en sus propios términos, que Jesús está loco. Ambos enfrentamientos nos acercan a la fase inicial del ministerio de Jesús en Galilea. Aquí nos concentraremos en el encuentro con la familia. A ese momento Jesús había designado a los doce que serían enviados y la lista concluye con el nombre de Judas, “el que le entregó”. Y vinieron a casa. Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: ´Está fuera de sí´. (Marcos 3:19:19b-21) Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle. Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: ´Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan. Él les respondió diciendo: ´¿Quién es mi madre y mis hermanos?´. Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: ´He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre´. (Marcos 3-31-35)
La réplica de Jesús a las admoniciones de su familia no parecerían calculadas para disipar la sospecha que “está fuera de sí”. Pero esta réplica es ineficaz para establecer una clara distinción entre lo que llamaríamos “familia de origen” y la nueva “familia” de quienes están comprometidos con la voluntad de Dios la cual es el establecimiento del reino de justicia, generosidad y gozo. Como se mostrará, esta distinción ya había sido prefigurada en el texto por el llamado de los primeros discípulos quienes para seguir a Jesús abandonaron lazos de trabajo y familia (Marcos 1:16-20). Así de Santiago y Juan se nos dice “y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron” (1:20). La alternativa, la voluntad de Dios o la familia de origen, está siendo establecida dentro de la narración. El único lazo familiar que Jesús reconocerá es el de misión compartida en ejecutar lo que Dios desea o se propone. Cualesquier otro lazo es abolido. Quienquiera que esté con Jesús es su madre. Quien haga con Jesús es su hermana. Quien haga lo que Dios desea, y ningún otro, es hermano de Jesús. Pero, ¿qué es la voluntad de Dios? Nada aquí es reclamado sobre deberes religiosos especiales. En lugar de ello, Jesús había demostrado concretamente la voluntad divina, que los descastados eran recibidos amistosamente, los mutilados, curados, devuelta la salud a los poseídos por los demonios. Y quienquiera haga esto, es hermano, madre y hermana de Jesús. Los lazos de sangre carecen de importancia. La mujer que lo llevó y las hermanas que compartieron el mismo vientre tienen el mismo acceso a la amistad con Jesús como cualquier otra persona y en la misma condición: asociarse con ellas y ellos alrededor de él quienes están aprendiendo a hacer lo que Dios quiere: renovar totalmente la creación.
El terruño: Marcos 6:1-6; Mateo 13:53-58, ver Lucas 4:16-30 Un segundo episodio compartido por Marcos y Mateo refiere al regreso de Jesús a su “terruño”. Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Más Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando. “En el pueblo” Jesús es un comerciante conocido miembro de una familia numerosa. Nadaextraordinario puede esperarse de lo que es familiar. Incluso, desde la perspectiva de esta comunidad establecida, Jesús sería un “marginal” que abandonó casa, trabajo y familia para vivir como un vagabundo. Su propia familia lo considera fuera de sí (3:21) y, a su vez, él los rechazó a favor de sus amigos vagabundos y marginales, un grupo que incluía intocables, locos de atar y personas de mala reputación. Como cabría esperar de la gente temerosa de Dios de su pueblo: “Y se escandalizaban de él” (Marcos 6:3). La respuesta de Jesús es un lugar común pleno de ironía que concuerda plenamente con la experiencia de todos los tiempos. Jesús reclama para sí, de modo característico, ningún otro rol que el maestro y profeta. En este contexto, “profeta” sólo significa quien habla audazmente invirtiendo las tradiciones venerables, como lo hicieron Amós y Hoseas, o dan muestras de poder, como Elías y Eliseo. En este sentido, la vocación de Jesús es idéntica a la de sus predecesores y, sobre todo, compartida plenamente con sus seguidores (3:14-15).
 El vínculo entre la familia y lo familiar, entre la familia de origen y la resistencia del statu-quo a la transformación radical, llega a ser clara. Así esta transformación radical es, precisamente, lo que la misión y mensaje de Jesús decretan y anuncian. La versión de Lucas del regreso de Jesús a su patria chica es más conocida por el sermón inaugural de Jesús y la respuesta aprobatoria inicial de quienes lo escucharon (Lucas 4:14-30). Pero, según registran Marcos y Mateo, la reacción a las palabras de Jesús sobre la obra de Elías y Eliseo sobrepasa con mucho la “incredulidad” de los paisanos del terruño. En Lucas, quieren matar allí mismo a Jesús. Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira: y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. (Lucas 4:28-29) No es solamente que los paisanos del terruño no puedan reconocer lo novedoso en lo que presumen conocido. Aquí también la reacción es provocada por el etnocentrismo el cual preanuncia la reacción de las autoridades de Jerusalén que ocurrirá en hechos posteriores, la reacción que condujo a que Jesús fuese entregado a las fuerzas de ocupación de Roma que, entonces, lo ejecutaron. Dejando la familia: Marcos 10:29-31; Lucas 18:28-30; Mateo 19:27-30 
El contraste entre la misión de Jesús y los lazos familiares propios de la época fueron mostrados primero por el enfrentamiento entre la propia familia de origen de Jesús y la familia que estaba reuniendo a su alrededor, y segundo en la imposibilidad de su misión dentro de la estructura familiar del terruño donde es visto en términos de su familia de origen. Ahora es el momento para hacer evidente el mismo contraste entre para los suplentes, o discípulos, de Jesús. Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros. A pesar de la muy limitada comprensión de los discípulos de Jesús y su misión, al menos habían comprendido parte de los requerimientos del discipulado. Las palabras de Pedro, “Nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido”, incluye a quienes estaban siguiendo a Jesús, un grupo que, de ninguna manera, estaba restringido a los doce. Aquellas personas que estaban con Jesús eran, exclusivamente, aquellas que habían dejado todo, desprendiéndose tanto de las posesiones como de los lazos familiares. Adviértase que los lazos familiares están yuxtapuestos a los bienes materiales: casa inicia la serie que concluye tierras. La propia lista de términos vinculados a la familia – hermanos o hermanas o madres o padres de hijos e hijas- es puesta directamente dentro de la esfera económica de la posesión, de la seguridad en el mundo.Esta cuestión no es la abolición de los vínculos afectivos sino de la familia como una realidad social y económica que asegura la vida propia en el mundo.  
La promesa de Jesús es hecha a quienes habían renunciado a los lazos económicos y familiares. La promesa es que las personas que renunciaron a estas posesiones recibirán “ciento por uno”. Esto es, quienes dejaron hermanos y hermanas recibirán cientos de hermanos y hermanas. Y quienes dejaron madres e hijas e hijos, recibirán cientos de unas y otros. ¿Cómo debemos entender el contenido de esta promesa? Desde el episodio concerniente a la familia de Jesús sabemos tanto lo que significa renunciar a la familia y recibir una nueva familia. Jesús había renunciado al reclamo especial de su propia madre, hermanos y hermanas y de esa manera había hallado en la multitud que estaba con él cientos de madres, hermanos y hermanas. De ese modo, las hermanas y hermanos que los discípulos reciben son quienes hallan en su misión compartida así como Jesús había hecho. Desde este punto de vista, aquí están los parientes adoptados de la comunidad de misión. Habían dejado tras de sí los lazos de sangre de la antigua era y recibieron la camaredería de la nueva era. Obviamente, Jesús no está hablando de recibir cien veces el número de parientes biológicos que él o sus seguidores habían dejado tras de sí. Por ejemplo, ¿qué significaría tener cientos de madres? La renuncia a los lazos de sangre está vinculada a la recepción de familia “adoptada” lo cual se ajusta con suma exactitud a la experiencia de misión: que quienes manifiesten solidaridad con los pobres y afligidos hallarán que tienen cientos de hermanas, hermanos y madres.  Podemos advertir que en tanto es dicho que los discípulos dejen a los padres, no lo es que reciban padres, mucho menos cientos. Los únicos padres que obtienen son madres lo cual es consistente con la tendencia de la tradición de Jesús de abolir las estructuras del patriarcado. Son abolidos los derechos y las demandas de “paternidad” que son la base del patriarcado.
Hostilidad: Marcos 13:12; Mateo 24:21; Lucas 21:16 En el “discurso apocalíptico” del capítulo 13 del evangelio de Marcos encontramos el dicho final sobre la familia. El discurso anuncia el tema del conflicto final y apercibe a los seguidores de Jesús que este conflicto les concierne. Enfrentarán la oposición de las autoridades religiosas y políticas. Además, este conflicto es “llevado al hogar” de ellos de la siguiente manera: Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. (Marcos 13:12-13) La crisis introducida por lealtad al evangelio no sólo pone al descubierto la hostilidad de ls instituciones públicas religiosas y gubernamentales al reino de Dios. Hace añicos también a la institución de la familia. Una escena de tranquilidad doméstica estalla en conflicto y traición. El evangelio de Marcos propone una línea muy clara de oposición entre el movimiento de Jesús y las demandas de la familia de origen. Esta oposición aparece primero como el abandono del hogar para seguir a Jesús. 
Este, en consecuencia, llega a ser el tema de enseñanza explícita cuando Jesús no solamente renuncia a las demandas de su propia familia de origen sino que puntualiza el establecimiento de una nueva familia constituida por quienes se identifican con la venida del reino divino. Esta vieja familia que “domestica” la vida está representada como imposibilitando la proclamación de la transformación de la realidad indicada por la venida del reino divino. Así, la necesidad de los discípulos de Jesús de romper con los lazos familiares es indicada en Marcos 10:29-31 junto con la promesa que esto significa no sólo la pérdida sino también la recepción de una nueva familia con multitudes de madres, hermanas, hermanos e hijos. Finalmente, somos advertidos que la lealtad al reino de Dios significa la hostilidad absoluta de la familia de origen cuyas prerrogativas han sido hechas añicos por lealtad a la causa de la nueva humanidad, el Hijo del Hombre, y el divino reino de justicia, generosidad y gozo. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Reseña para "LA FLOR INVERTIDA" - Puntuación: 🌟🌟🌟🌟🌟 5/5

Opinión: Las letras del autor las conocí por su libro "Equipaje Ancestral" que tuve la suerte de ganarlo en un sorteo que realizo,...