lunes, 30 de abril de 2018

Lazos de familia


THEODORE W. JENNINGS, JR. 
Cleveland: Pilgrim Press, 2003
 www.pilgrimpress.com
Resumen de los Sinópticos ¿Cómo daremos cuenta de esta sospecha radical y franca hostilidad a los lazos de la institución familiar? Hallamos algún apoyo en el pasaje de Lucas analizado previamente.Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene los que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra, contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro todavía está lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14:26-33) El renunciamiento a los lazos familiares es claramente comprendido desde el punto de vista del giro de lo antiguo a lo nuevo. Tal renunciamiento es puesto en juego aquí en compromiso, específicamente, con el nuevo orden que Jesús está inaugurando y al servicio del cual son convocados los discípulos como suplentes en la misión de Jesús. El dejar tras de sí la familia y las posesiones de ningún modo es fortuito o periférico al mensaje de Jesús. El renunciamiento al interés propio, a la familia, a las posesiones y la vida misma cargando la cruz, es parte integral del costo del discipulado como lo representan los evangelios. Pero aún podríamos sentirnos perplejos sobre como se constituye este requerimiento. ¿Cómo la institución familiar impide que alguien siga a Jesús? Comprenderíamos mejor esto si volvemos al fragmento inicial del evangelio de Marcos con el que iniciamos nuestra discusión de la tradición de los sinópticos sobre la subversión de Jesús de los valores familiares. Este pasaje trata de la verdadera familia y el contraste entre los lazos de sangre de la familia antigua y los de solidaridad de la nueva. El contexto del pasaje es crucial para nuestros propósitos. Inmediatamente después que la familia sale a contener a Jesús creyendo que “había perdido el juicio” tenemos lo siguiente: “Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Belcebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera a los demonios” (Marcos 3:22). La respuesta de Jesús procura demostrar que, incluso si los escribas están en lo correcto pensando que Jesús estaba ligado a los poderes demoníacos, sus acciones curativas y exorcísticas demuestran el fin de la regla de esos poderes y la irrupción de la regla divina. El incidente con los parientes de Jesús es interrumpido por el incidente con “los escribas de Jerusalén”. Las historias son narradas como en un emparedado el cual es el modo de Marcos de llamar nuestra atención a la relación entre los incidentes. En este incidente los parientes de Jesús y los escribas de Jerusalén han hecho el mismo diagnóstico: está loco. La locura de Jesús es el modo, precisamente, en el cual permanece fuera del orden convencional del la plenitud de significado, un orden representado por la familia por un lado, y las autoridades religiosas de Jerusalén por el otro. La estabilidad de las instituciones familiares está directamente vinculada a la estabilidad de las instituciones sociales y religiosas. Por cierto, podríamos decir que la familia es la base, y la religión la superestructura e ideología de ls estructuras sociales básicas de la vida: cultural, social, política y económica. La familia es el lugar donde estos valores son inculcados, y la religión es la manera de validarlos y sancionarlos. La proclamación por Jesús de un nuevo orden social de amistad plena, solidaridad y generosidad demuele al mundo social al cual tanto la familia como la religión sirven y protegen. Desde el punto de vista de ambos, Jesús es impío, Jesús está loco. La creación de un nuevo mundo nos pone en contradicción con la estructura social más elemental del mundo antiguo, el semillero del orden antiguo, la familia. Contratendencias Además del material que hemos analizado, que establece claramente la oposición entre Jesús y la institución de la familia, son citados a menudo dos series de textos sugiriendo una actitud de mayor aceptación a estas instituciones: textos concernientes a los hijos e hijas y el texto concerniente la obligación de los padres respecto a la ofrenda a Dios (corban). Consideraremos estos textos para ver si existe alguna razón para suponer que la tradición de Jesús apoya, en alguna medida, a la institución de la familia. Niños Primeramente veremos los textos concernientes a los niños comunes a los primeros tres evangelios. Como ya fue hecho, tomaremos la forma de Marcos de los textos como base para la discusión. El texto concerniente a abandonar a los niños o la renuncia a los propios hijos en Marcos 10:30 pudiera ser malentendida como sugiriendo insensibilidad hacia los niños como tales. Esta interpretación es refutada en el mismo texto por la promesa de recibir una descendencia centuplicada. La situación es aclarada, ulteriormente, cuando analiza textos específicos sobre los niños. “Y tomó un niño, y lo puso en medio de ellos, y tomándole en sus brazos, les dijo: El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí, y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió” (Marcos 9:36-37; ver también Mateo 18:2-5, Lucas 9:47-48). En los tres evangelios, esta historia es ubicada en el marco de la discusión de los discípulos sobre “el mayor” en el reino de Dios. Aquí Jesús está enfatizando la importancia del cuidado por el más vulnerable como el signo de la relación con él. En este caso, lo que está en juego es la actitud hacia los niños como quienes son vulnerables. De ese modo, el abandono de los propios hijos como es sugerido por otros textos no debe implicar, en absoluto, incitar a una relación hostil con los niños como tales. Más bien, la diferencia es entre los niños como el objeto de posesión y los medios de asegurar seguridad en el mundo, mis niños, y los niños como los seres vulnerables cuya protección y acogimiento es una expresión indispensable de los valores del reino de Dios. La diferencia, entonces, es entre los niños como niños vulnerables y los niños como posesión que aseguran el lugar de los padres en el mundo. El punto de esta distinción reposa sobre la diferencia entre “mis” niños y otros niños. La cuestión es si el cuidado por mis niños produce indiferencia a otros niños. Si la distinción fuese abolida, cualesquiera niño independientemente de su filiación, es el objeto debido de cuidado para el seguidor de Jesús pues al dar la bienvenida y recibir con gozo a cualesquiera niño, da la bienvenida a quien es enviado por Jesús, recibe con gozo a Dios.
Otro texto sobre los niños común a los tres primero evangelio aclara esta proclamación: Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrarán en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos los bendecía. (Marcos 10:13-16, ver Mateo 19:13-15, Lucas 18:15-17) La venida del reino de Dios está aquí identificada con la necesidad de niños. El reino de justicia, generosidad y gozo está dirigido, especialmente, a ellos. En el evangelio de Marcos, Jesús dirige su ira contra sus propios seguidores que habían afirmado la conclusión que el reino de Dios era para los adultos y, en consecuencia, procuraban separarlo de los niños. Jesús rechazaba totalmente este sentimiento. Nuevamente nos es dicho que el reino de Dios importa, en especial, a estos los más vulnerables de los seres humanos. El aparente repudio a los vínculos familiares de Jesús de ninguna manera implica el repudio de los niños en cuanto niños. Por cierto, la actitud de Jesús hacia los niños es subrayada dramáticamente en estos textos por la ternura excepcional hacia ellos la cual contrasta no sólo con la ira hacia sus opositores sino, aún más notablemente, contra sus seguidores adultos. Sin embargo, el extraordinario cuidado que Jesús demuestra por los niños de ninguna manera contradice la oposición radical de la tradición de Jesús a la institución de la familia, incluyendo el modo en el cual los niños representan la continuidad de esa institución. Ofrenda a Dios (corban) El último texto a considerar respecto a la actitud hacia la familia en la tradición de Jesús es el que concierne a los padres. El texto aparece en medio de una disputa provocada por el desdén de los discípulos hacia la tradición religiosa y la costumbre ética social. Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres; los lavamientos de lso jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o la madre: Es corban (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a éstas. (Marcos 7:6-13, ver Mateo 15:3-6. Lucas carece de paralelo.) Para lo ver que está en juego aquí, debemos advertir que aquello a lo cual Jesús está opuesto es una práctica religiosa, corban, que interfiere con una respuesta a la necesidad humana. Este punto requiere cuidadosa atención debido a la inversión de los términos. Comenzamos con la oposición de “de Dios” y “de hombre”. Estamos para honrar lo primero, mandamiento divino, en lugar de lo segundo, tradición humana. Lo parece una distinción sagrado/secular es entonces revertida. Lo que es de Dios es consideración por, atención a, la necesidad humana. Lo que es “de hombre” es atención a y consideración por “religión”, corban. El mandamiento divino apunta a una obligación humanística mientras que la tradición humana apunta a una obligación religiosa. Lo que es “de Dios” es humanismo secular. Lo que es “de hombre” es piedad religiosa. De esta manera, Marcos tiene que Jesús mantiene que “religión” es una invención humana (Feuerbach) y que funciona para prevenirnos de mirar y responder a la necesidad y sufrimiento del otro (Marx). Los comentarios de Jesús caen dentro del contexto radical del punto de vista profético que Dios no requiere religión sino justicia. El contexto de esta afirmación significa que no podemos usarlos para justificar la legitimidad de las estructuras familiares. De ninguna manera Jesús urge a sus seguidores a honrar a sus propios padres. Más bien, advierte que quienes sostienen la tradición hallan una manera de ignorar su responsabilidad para con las personas mayores. Entonces, el punto de la respuesta de Jesús es que carecen de fundamento para sostener una crítica contra los discípulos por desobedecer a la tradición pues su tradición es una violación de lo que Dios realmente requiere: el cuidado por la necesidad humana. De esta manera estamos en una situación similar a la cual nos hallamos respecto a los niños. Jesús amonesta al pueblo al cuidado de los seres humanos vulnerables en estado de necesidad. La renuncia a los padres como la renuncia a los niños no debe ser comprendida como la legitimación de la indiferencia cruel por la vulnerabilidad del otro eludiendo toda responsabilidad. Más bien Jesús ensancha el círculo de responsabilidad incluyendo a todos los niños y todos los padres o personas mayores. Precisamente porque ensancha de esta manera el círculo de cuidado y responsabilidad, las instrucciones entran en conflicto con la institución de la familia, la cual procura reforzar la distinción entre los niños, madres y hermanos propios con la de los otros.

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