La Teología Queer es una reflexión teológica que surge de la aplicación de los estudios queer a la teología . Se desarrolló a partir de la teoría queer , desarrollada desde 1990 como una teoría crítica sobre sexo y género . La teología queer busca investigar y explorar la sexualidad humana y las identidades de género ( gays , lesbianas , bisexuales , transexuales , transgénero , etc.) y su relación con Dios.
Algunas iglesias han adoptado la teología extraña (como la Iglesia de la Comunidad Metropolitana ) haciendo su teología de referencia, incluyendo de esta manera dentro de ellos los que se identifican fuera de las limitaciones que constituyen la norma socialmente aceptada y considerada predominante
El reflejo de los teólogos queer trata de refutar las enseñanzas conservadoras y exclusivistas que caracterizan la enseñanza de algunas iglesias sobre la homosexualidad, el deseo, los actos sexuales, etc. Su trabajo tiene como objetivo dar lugar a una reflexión sobre Dios a partir del contexto queer .La teología queer se caracteriza como una teología de la liberación en el sentido de una teología contextual . Este apparentamento nacido, en primer lugar, por la misma metodología utilizada y luego por la visión común de la teología como una herramienta para hacer frente a la opresión, en este caso cometidos contra homosexuales, lesbianas, bisexuales, transgénero.
El teólogo argentino Marcella Althaus-Reid dijo que la teología de la liberación latinoamericana no era fiel a sí misma haciendo caso omiso de la liberación de gente rara ( Teología de la Liberación de Teología Indecente - El problema con normalidad en Teología Teología de la Liberación en América Latina - La Siguiente Generación Ivan Petrella, Editor ).
La teología queer surgió en los años ‘90 del siglo XX , surgió de la teología feminista (lesbiana) y la teología gay, que se dedicó a destrozar todos los supuestos patriarcales en los que están asentadas las religiones monoteístas, y a visibilizar a todos los invisibles, a los raros, a los diferentes, a los más marginados del régimen heterosexual, blanco, y capitalista.
Los y las teólogas de este movimiento queer se pusieron a lanzar preguntas y destruir ideas preconcebidas. Dios puede no ser uno solo, Jesús puede ser marica y trans, Dios puede ser Diosa, o pueden ser muchas.
"Nuestros dioses son queer porque son lo que queremos que sean. No hay definiciones ni modelos finales sino sólo identidades maleables” Marcella Althaus Reid.
obviamente los y las diosas queer son inclasificables, inabarcables, diversas e incluyentes. Son seres múltiples que no se ajustan al modelo androcéntrico y heterosexual, son divinidades más allá de las etiquetas:
“Dios es una categoría tan inestable como el propio sexo”. Marcella Althaus Reid
Para Marcella Althaus Reid toda teología es sexual. Cree que el desorden y la desjerarquización son valores absolutos, desenmascaradores y liberadores, y que la teología debe promover estos valores.
“La teología es básicamente un arte incoherente. Si fuéramos a usar metáforas inspiradas en el nuevo testamento diríamos que la teología es el arte de meterse en la cama con Dios aunque evitando el sexo pleno.”
Althaus Reid nos recuerda que, contra esta tendencia, la figura de Cristo puede interpretarse desde un modelo alternativo ya que Jesús fue un “mesías doliente”, un desorden que no podía ajustarse a ningún patrón previo ni podía encajar en ningún esquema de dominación pre-establecido. Según Paula Moles, la teología indecente se nutre precisamente del goce excedente de las perversiones.
El queer de Reid sostiene que la cultura popular tiene en sí misma una energía anarquista que desborda la normatividad impuesta de las hegemonías de turno. La teóloga rescata la contra-cultura como un sujeto revolucionario constante y saca a la luz la fuerza disolvente y creativa que tiende a una horizontalidad igualitaria.
La teología queer pretende sacar a la luz el lado oscuro de todas las religiones. Condena su represión sobre los cuerpos, rompe con el machismo y la jerarquía de las religiones, hace nuevas propuestas y re-piensa multitud de conceptos y mitos sagrados, como por ejemplo, de la Virgen María:
- “La Virgen María es un caso de teología casuística feminicida”,
- “Los partos de vírgenes no son hechos”,
- “María no existe más allá de nuestra imaginación religiosa”
La mayor paradoja de esta cuestión trascendental proviene asimismo del hecho de que pobreza y virginidad no concuerdan en la vida de las mujeres. Las pobres son raramente vírgenes, porque pobreza en Latinoamérica significa condiciones atiborradas de violencia y promiscuidad en las que las muchachas son violadas antes de la pubertad.
Otra autora queer es Santa Elisabeth Stuart, canonizada en vida por Las Hermanas de la Perpetua Indulgencia. Fue la primera teóloga universitaria especializada oficialmente en cuestiones de teología gay, lesbiana y queer. Para ella, cuatro criterios definen la posición y la teología queer:
1º.- Desactivar el esencialismo en materia de identidades sexuales (hombre, mujer, homosexual, heterosexual, etc), que no son universales ni inmutables, sino construidas como resultado de un convenio social.2º.- Toda construcción se hace con las dificultades de la relación con el poder (no hay nada más allá del poder), sobre todo desde el punto de vista de las categorías, las etiquetas y de quien las pone.3º.- Enseñar y aprender a vivir/actuar las identidades permite en cierta medida asumirlas.4º.- No podemos salir completamente de las identidades, pero sí que podemos “arreglarlas”.
Finalmente, Stuart resalta la importancia de la parodia en tanto repetición, con una diferencia crítica, de la verdad cristiana. De ahí las famosas performances de esta orden religiosa drag-monjil(como se autodefinen sus miembros), que no tienen por único objeto tirar tapias, sino también acercar a la imagen de un Dios menos envarado y, en definitiva, más Dios.
El Queer teológico insiste mucho en visibilizar el lado oscuro de cada religión. Toda los manuscritos que han quedado ocultos en los archivos eclesiásticos por razones políticas. Los teólogos queer señalan toda la subjetividad patriarcal de los traductores de los textos bíblicos. Llevan a cabo lecturas diferentes de las oficiales, y ponen de relieve todo aquello que se ha ocultado en los armarios porque no encajaba en la moral patriarcal y jerárquica de la Iglesia. Además, denuncia la rigidez y el anquilosamiento de las religiones, algunas invulnerables al paso de los siglos, e insensibles a los cambios sociales y culturales de su época:
“La naturaleza de la vida cristiana no ha sido nunca la repetición constante e idéntica de una verdad original, como reivindica el fundamentalismo, sino más bien una improvisación sobre un tema, una repetición no idéntica de una tradición actuada (performed) en diferentes contextos”. Elisabeth Stuart
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