martes, 22 de mayo de 2018

comunidad de amantes varones


Kramer estampa esta noción de la comunidad de amantes a partir de su experiencia de la comunidad jesuita. Describe a la Compañía de Jesús como “paraíso homosexual”, una sociedad de varones de género masculino donde la configuración del vínculo afectivo masculino y la espiritualidad estaban estampados sobre su conciencia dentro de una red subterránea jesuita de relaciones sexuales y guía tutelar.
 La importancia del tiempo pasado con los jesuitas aparece frecuentemente en sus notas biográficas y entrevistas. Kramer escribe: Mi experiencia con los jesuitas me enseñó que la negación de los dones de la sexualidad es la negación de los dones de la gracia de Dios. Mi rechazo de mi modo especial de amar era el “pecado contra el Espíritu Santo ...”. No tenía sino la elección de dejar a los jesuitas. 

Entonces, mi compromiso con la vida se convirtió en una jornada para encontrar o co-crear una comunidad de varones cuya acción justiciera y actividad erótica eran dones para el mundo.  Su experiencia jesuita de una comunidad masculina vinculada eróticamente fue la simiente de su obra erótica y de su visión para crear una comunidad amante de varones que festejaría el “cuerpo eléctrico” de Whitman en ritos eróticos y celebraciones imaginativas. La espiritualidad jesuita lo entrenó para hallar a Dios en toda experiencia incluso su propia experiencia sexual. Los jesuitas entrenaron a Joe para una espiritualidad erótica dentro de una comunidad “erótica”. La espiritualidad erótica le inculcó un sentido de misión y servicio al mundo y le enseñó a cavar profundamente en sí mismo para descubrir sus dones y desarrollar estos talentos al servicio del mundo. Esto tuvo impacto significativo en su misión de tutelar varones en la recuperación corporal del vínculo corazón – genitales. Pero también creó una misión para moverse más allá de los talleres, retiros y redes de trabajo de vínculos masculinos para formar lo que llamó “monasterios sexuales”. Quizá caracterizaría a Joe como un evangelista erótico con una visión erótica de enseñar a los varones a masturbarse por amor al mundo y establecer vínculos eróticos con otros. En su video Sex Monasteries menciona su estudio de diversos grupos que convivieron en una sexualidad abierta: comunidad Oneida, Centerpoint en Nueva Zelanda, Hadas Revolucionarias del Short Mountain Collective.  Estas eran comunidades igualitarias sexuales o utópicas que experimentaban normas alternativas de sexualidad que desafiaban la organización de la sociedad según rígidas jerarquías de género. En principio Kramer imaginó una comunidad religiosa erótica de seres humanos bisexuales y gays, no sólo varones, fundada sobre ritos sexuales. Esbozó tales ritos en Our Families, Our Values.  Tal comunidad estaría enfocada en las energías del cuerpo, el sexo, el servicio, el arte, la meditación y la acción justiciera. Estas comunidades utópicas estarían organizadas alrededor de tradiciones religiosas diversas tales como el budismo y el cristianismo, o intereses compartidos tales como la salud integral, el arte y la militancia. Quedarían como campos de entrenamiento para que los seres humanos reaprendiesen nuevos modelos de sexualidad encarnada: Lo que he creado es un contexto social en el cual los seres humanos pudiesen tener una experiencia erótica fuera de sus consabidas normas cotidianas con personas que, incluso, les desagradasen. Normalmente, el erotismo fluye por el cauce del mismo río, el mismo surco, desde la pubertad. Lo que les he dado es una perspectiva segura, alegre y diferente de la sexualidad, un modo diferente de que la energía fluya por sus cuerpos, una oportunidad para tener una nueva experiencia, algo diferente. Aunque incluso pudiesen ignorarlo, las personas desean experimentar las cosas de modo diferente pues permitir a nuestro deseo controlar todo es, verdaderamente, refrescante. La noción de Kramer de comunidades o monasterios eróticos imagina múltiples modelos de sexualidad desafiando a quienes abogan por relaciones monógamas de parejas exclusivas. He descubierto que personas religiosas católicas queer –varones y mujeres- comprenden el estilo de comunidad religiosa erótica imaginado por Kramer en su capítulo de Our Families, Our Values. Ocasionalmente, en esa comunidad queer estalla el debate sobre el casamiento versus la multiplicidad de amoríos. Para muchas personas cristianas queer es muy fácil conceder a la sexualidad de una pareja como el modelo de compromiso en dirección al casamiento. Muchos varones gays duermen con sus parejas antes de comprometerse y desarrollar una relación formal. Lo que preocupa a muchas de estas personas es la posibilidad de nuevas configuraciones de relaciones más allá de las de personas solteras o de parejas. La perspectiva de Kramer de relaciones sexuales comunales abre configuraciones nuevas de relaciones sexuales. Gran número de personas gays critican abiertamente al casamiento gay al que consideran edificado sobre la institución construida culturalmente y heterosexista del matrimonio. A menudo, el cristianismo defendió al casamiento sobre la base de la crianza de niños y el freno a la concupiscencia. En tanto creo en la gracia de las relaciones de pareja homosexuales para las comunidades cristianas, estoy en pugna con las nociones de Joe de variaciones comunitarias y el debate actual sobre la multiplicidad de amoríos. Por ejemplo, la teóloga feminista Elizabeth Templeton supone que Jesús estaba en lo correcto al responder a un saduceo dijo que no habría casamiento en los cielos. El saduceo contó sobre una mujer casada seis veces y preguntó: “Cuando resuciten, ¿de quién será esposa la mujer? pues los siete fueron maridos suyos” (Lc. 20:33). Jesús responde: “Los que sean dignos de la vida futura y de la resurrección de la muerte no tomarán marido ni mujer” (Lc. 20:35). Templeton escribe: “Por ello me parecería, a pesar de que concibamos la redención de la existencia, en o fuera del tiempo, que no puede ser imaginada adecuadamente como un lugar de relaciones exclusivas”.  Templeton concibe la gracia del matrimonio como un “microcosmo de solidaridad mutua entre Dios y la creación que genera un compromiso que atraviesa lo grande y lo pequeño pues dependemos de recurrir a un amante más profundo que incluso nuestros instintos naturales”. Tradicionalmente, el casamiento insiste en la exclusividad de renunciar a otras personas. En tanto la profundidad de la relación de pareja reflejaría las profundidades de la gracia infinita de Dios y el compromiso a nosotros, ¿excluye otras confirmaciones de reflejar otros aspectos del amor de Dios?, ¿puede la multiplicidad de amoríos reflejar la profundidad del amor inclusivo de Dios en tanto que la fidelidad en una relación de pareja representa al amor fiel de Dios?. El provocativo ensayo de Elizabeth Stuart “Sex in Heaven” sugiere que las personas cristianas harían mejor en examinar el sexo en el presente, no mirando a las tradiciones y fórmulas del pasado, sino mirando escatológicamente al sexo y a las relaciones sexuales.  Tales “memorias peligrosas” del futuro conmoverían nuestros modelos fundamentalistas de sexualidad, género y relaciones sexuales creando espacios abiertos para afirmar las bendiciones de las relaciones de pareja así como de otras configuraciones de relaciones de multiplicidad de amoríos. Kathy Rudy, del mismo modo, se ha atrevido a sugerir a sostener que el sexo público e incluso comunal puden ser unitivos dentro de la visión cristiana de la sexualidad humana.  Ella sugiere que el sexo gay promiscuo podría ser modelado según las comunidades religiosas católicas. Finalmente, valoro a Joe Kramer en tanto experto sexual y como socio de diálogo para mi teología sexual. Para construir una teología autóctona los teólogos varones gays necesitan permitirse experimentar todas las posibilidades de sus deseos eróticos. Como Leng Lim podríamos beneficiarnos de permanecer desnudos juntos y participar en sesiones de entrenamiento en la Body Electric School. La praxis sexual de Joe me recuerda fundar mis construcciones teológicas dentro de una matriz de conciencia corazón – genitales que enjaece mi imaginación teológica con un corazón compasivo y energía erótica en el proyecto total de la actividad erótica y la acción justiciera. Una y otra son los medios de transformar lo que aún no es parte del reino de Dios en una cultura de justicia y amor. Como teólogo gay vivo arraigado en mi vida erótica entrelazando tres hebras: la contemplativa erótica, la amante, la de apasionado luchador de la libertad.
Si la teología no imagina o contribuye a una cultura del amor y la justicia, entonces es otra cosa que práctica teológica. Una teología sexual, así como un cristianismo erótico fomenta el amor, la compasión, la solidaridad, el mutualismo, el perdón, la paz, la justicia social y un compromiso con la vida.

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