lunes, 7 de mayo de 2018

¿ERA GAY JESÚS?


EL HOMBRE QUE JESÚS AMÓ: 
NARRACIONES HOMOERÓTICAS DEL NUEVO TESTAMENTO 
THEODORE W. JENNINGS, JR. 
Cleveland: Pilgrim Press, 2003 www.pilgrimpress.com

 La cuestión así planteada no admite una respuesta sencilla. 

Las categorías actuales de homo, hetero o bisexual no captan fácilmente la experiencia y la conducta de los pueblos antiguos. Por otra parte, cualquier conclusión sobre la experiencia o práctica sexual de individuos determinados de la antigüedad debe, por la naturaleza del caso, inferirse o considerarse provisional puesto que las fuentes disponibles casi nunca son explícitas. En gran medida, esta afirmación también es verdadera para nuestros contemporáneos pero las fuentes para la reconstrucción de las vidas de las personas tan distantes en el tiempo y la cultura plantea mayores dificultades que son aún mayores  para figuras como Jesús.
En tanto que disponemos de numerosas fuentes para su vida, ellas están fuertemente influidas por los intereses teológicos de los autores y la comunidad que transmitió esos escritos. En consecuencia, gran número de cosas sobre la misión, el ministerio, las palabras y los hechos de Jesús están expuestas al tenso debate académico. 
Sin embargo, a pesar de estos importantes reparos, hemos visto que pruebas importantes apoyan el punto de vista que la relación afectiva primordial de Jesús fue con otro varón quien, en el evangelio de Juan, es llamado “el discípulo amado por Jesús”. Además, hemos visto que la lectura de las referencias más significativas sobre esta relación es aquella de la cual es inferida una relación de intimidad emocional y física, una relación que presumiríamos fuese tema potencial de la mediación erótica, de la expresión sexual. La cosmovisión de del evangelio de Juan, como la de otros evangelios, es la que parece rechazar las perspectivas ascéticas que excluyen esta expresión sexual. En consecuencia deberíamos, probablemente, pensar a esta relación como de carácter sexual. Por otra parte, este evangelio no es el único. Hallamos confirmación de algo muy similar en el Evangelio de Marcos, en especial cuando es leído en conexión con el fragmento conocido como el Evangelio Secreto de Marcos. Empero este fragmento nos ayuda a ver con una nueva luz episodios del evangelio canónico la mirada de amor, el joven desnudo en el jardín- que serían desconcertantes de otra manera. La evidencia, en conclusión, sostendría que Jesús fue recordado como alguien que tuvo una relación erótica con un varón joven que, también, llegó a ser uno de sus discípulos. Incluso en los evangelios de Mateo y Lucas que parecieran carecer de evidencia sobre esta “memoria de peligro”, hallamos indicaciones que fue recordado el criterio amplio y afirmativo de Jesús sobre la relación entre el centurión y su escudero que estaría conformada por los modelos del amor pederástico helenístico. También hemos visto que la tradición de Jesús lleva las marcas de una fuerte subversión de roles de género, roles que a veces fueron utilizados para desacreditar las relaciones homosexuales en el mundo helenístico romano y que han continuado siendo usados de ese mismo modo en nuestro propio siglo.
La tradición de Jesús afirma la misma clase de subversión de género que fue entonces en ciertas circunstancias asociada con el amor homosexual. Esta afirmación ocurre en estos documentos a pesar del hecho que los desarrollos contemporáneos en la tradición cristiana, las cartas paulinas y post-paulinas, procuran reestablecer las expectativas de rol de género tradicionales en la comunidad cristiana. 
La lectura que he propuesto de la tradición de Jesús ha sido excluida, a menudo, citando el Nuevo Testamento para afirmar lo que, al presente, son llamados matrimonio y valores familiares. La tradición de Jesús es muy crítica de estos mismos valores. Uno de los beneficios de una lectura afirmativa gay de los evangelios es que nos permite ver y comprender esta dimensión de la tradición de Jesús tan oscurecida por el heterosexismo. 
Al inicio de este estudio mencioné la obra de la exégesis contrahomofóbica que redujo mucho el número de textos bíblicos que podían citarse para autorizar la homofobia. El resultado de esta labor es que el fundamento bíblico para oponerse al amor homosexual ha sido reducido a dos versos en la Biblia Hebrea de provenencia tardía, dos versos del corpus paulino con significado discutible y dos palabras cuya pertinencia generalmente es discutida que aparecen en dos versículos atribuidos a Pablo. Cuanto mucho, entonces, seis versículos en la Biblia pueden aducirse para oponerse a lo que llamamos homosexualidad. En contraste, el material que daría la bienvenida a las relaciones homosexuales incluye, como hemos visto, los cuatro evangelios del Nuevo Testamento. No sólo seis versos sino libros enteros del Nuevo Testamento ofrecen un punto de vista positivo sobre los vínculos eróticos homosexuales. Ni son narraciones escondidas en un rincón sino que son obviamente centrales a la historia bíblica al menos en la medida que a los cristianos les preocupa. Aún así los minúsculos y dudosos desechos han llegado a abrumar las poderosas y centrales narraciones. En tanto los académicos y los eclesiásticos argumentan sobre los seis versículos, las tradiciones homoeróticas de las narraciones bíblicas fueron largamente ignoradas.En el análisis de estas narraciones no he buscado desarrollar interpretaciones arbitrarias o extravagantes, recetas a la ligera que serían dulces al paladar pero no proveerían alimento. En su lugar, procuré mostrar que estas narraciones sustentan sólidamente a una interpretación homoerótica de la relación entre Jesús y el hombre que amó así como ofrece al lector un mundo narrativo que acoge con benevolencia al desarrollo y la expresión de las relaciones homosexuales. En este estudio no he buscado el examen exhaustivo de los textos bíblicos que podrían comprenderse afirmando lo gay. En su lugar, elegí enfocar aquellas narraciones que ocupan un lugar importante en el canon de la cristiandad como los pilares de la tradición referente a Jesús. No imagino que mi lectura de estos textos sea aceptada sin mayor problema. El tema está demasiado en discusión para eso. Pero espero que la discusión será una sobre los textos y su contexto. Estoy persuadido que hemos estado cegados a los textos demasiado tiempo por los supuestos religiosos o culturales que nos dicen que posiblemente no pueden entender lo que parecen significar. Por el contrario, la lectura gay que he propuesto no requiere que hagamos violencia a ningún pasaje de le escritura. Este acercamiento no necesita ignorar ni inventar evidencia. Sólo necesita atender al texto y seguirlo a donde conduce. 
Lo que está en juego no es sólo la cuestión de nuestra actitud hacia las relaciones homosexuales sino nuestra actitud hacia la Biblia. 
En la larga historia de la expropiación de la Biblia para legitimar la injusticia la homofobia es un elemento clave: la injusticia de los sistemas económicos rapaces, de los sistemas políticos violentos, del racismo y la esclavitud, del patriarcado y el heterosexismo. Estas “interpretaciones” podrían reclamar una larga y venerable tradición. Pero esto no las hace verdaderas. Espero que el hecho que las interpretaciones aquí ofrecidas contrarresten las tradiciones establecidas no prevenga a los lectores de tomarlas seriamente para atender a los textos bíblicos en lo que ellos refieren.  

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