sábado, 26 de mayo de 2018

Las Devociones del Armario


Jeremy Bentham, el fundador del movimiento filosófico conocido como el Utilitarismo en los siglos XVIII y XIX, creyó que los actos sexuales entre los varones adultos deben ser descriminalizados. Argumentaba que el amor griego o las prácticas homoeróticas son más útiles que el coito varón–mujer en la medida en que producen placer evitando los peligros de superpoblación, descendencia no deseada, aborto, e infanticidio. 235 En sus notas inéditas, Bentham se vuelve un apologeta del deseo homoerótico. Publicó las partes 1 y 2 de un manuscrito, publicado como No Pablo, sino Jesús, en 1823 bajo el seudónimo de Gamaliel Smith. Bentham ataca el odio al cuerpo de Pablo. Para él, Pablo es antiutilitario, teme al placer, y su ascetismo antisexual no concuerda con el ministerio de Jesús. Al publicar las primeras dos partes de sus notas, Bentham esperaba debilitar los elementos puritanas que dominaron la cristiandad inglesa. No Pablo, sino Jesús, intenta demostrar que la conexión de los apóstoles de Pablo y Jesús era tenue. 
Jesús tomó una posición antiascética en contraste con Pablo y con Juan Bautista. Rechazó el ayuno, rompiendo así las leyes sabáticas al beber y festejar en sábado. 
Crompton comenta, “lo que surge en las notas de Bentham de 1818 no es sólo una cristiandad antiascética o un Cristo antinómico similar al retrato que William Blake estaba elaborando casi exactamente en el mismo momento en que terminaba el poema, ‘El Evangelio Eterno.'”  Escribiendo su manuscrito inédito en 1814, Bentham comentó: Jesús de cuyos labios no salió ni una sílaba favorable a la auto negación del asceta está presentado por cualquiera de sus biógrafos como habiéndolo promulgado alguna vez. Jesús que entre sus discípulos tenía uno a quien le impartió su autoridad, y otro que reclinó la cabeza en su pecho y por quien él confesó su amor --Jesús que en el joven vestido con la túnica encontró un adherente fiel después de que el resto de ellos había huido —Jesús en quien la mujer hallada en adulterio encontró a un abogado exitoso, Jesús en el terreno de la irregularidad sexual, en general, ha preservado ininterrumpido silencio.Para Bentham, Jesús identificó el pecado de Sodoma en los dichos de Q, Mateo 10:14-15 y 11:24 y Lucas 10:12, con inhospitalidad. Su interpretación de Génesis 19 y de los dichos de Jesús son compatibles con las más recientes interpretaciones bíblicas del pecado de Sodoma por Bailey, McNeill, y Boswell. Jeremy Bentham no sólo defendió que Cristo toleró la actividad sexual entre varones sino también que él mismo puede haber sido sujeto de deseo homoerótico. Se centró en los pasajes del Discípulo Amado en el Evangelio de Juan. Especuló sobre el amor que Jesús y el Discípulo Amado compartieron: Si el amor que intentaba representar a Jesús vinculado a Juan en estos pasajes no era de la misma clase que el que parece haber tenido lugar entre David y Jonatán, el hijo de Saúl, no parece fácil concebir cual puede haber sido el objeto de traerlo para ver en ese punto una manera de acompañar en tales circunstancias de afecto. La clase de amor que parece estar aquí representando San Juan en el pecho de Jesús como objeto de una clase diferente de amor del que eran objeto los otros apóstoles, está totalmente fuera de disputa. Ya que esta clase de amor, cualquiera fuera su clase, él y solo él en éstas condiciones tan frecuentemente repetidas sostiene ser el Objeto. Acerca de cualquier superioridad de valor en su servicio con relación a su predicación del Evangelio, la distinción no pudo haber tenido tal fundamento: nada de esto se encontrará en San Juan por lo que pueda ser comparado con San Pedro, y en ninguna ocasión el rudo pescador a de ser visto “apoyándose en el pecho de Jesús” o “descansando en él.” Bentham comprende de David hacia Jonatán como sexual, “el amor superando al amor de mujer”. En el pasaje anterior, entiende el amor compartido por Jesús y el Discípulo Amado como sexual. Otro pasaje que jugó en la imaginación erótica de Bentham fue Marcos 14:50-52, dónde todos los discípulos huyen y un hombre joven anónimo (neaniskos) se escapa desnudo y deja su túnica de lino. Bentham prefirió la traducción de neaniskos como “joven” y lo entendió como un muchacho prostituto que puede haber sido un rival del Discípulo Amado en el amor sexual de Jesús. Para Bentham, Jesús ni condenó, ni consideró la prostitución del muchacho ofensiva.
 Para el reformador del siglo XIX Jesús representó el amor griego, el amor sexual homoerótico masculino como aquel de Aquiles y Patroculus. En el siglo XIX el clérigo anglicano Edward Carpenter escribió sobre el amor homogénico en una sociedad democrática. Carpenter se negó a usar la palabra “homosexual”, recientemente acuñada quitando el vocablo sexual de la palabra para evitar herir sensibilidades con esta palabra y concepto. Creyó que Jesús tenía relaciones románticas con sus discípulos varones y con el Discípulo Amado: “las mujeres rompen sus frascos de alabastro, besan y ungen sus pies, y bendicen el útero que lo concibió. Mientras en su pecho junto al, labio a labio, descansa su joven compañero.”
Para Carpenter,
la crucifixión de Jesús se vuelve “el prototipo de todos los varones incomprendidos y perseguidos porque aman a otros varones.” Como Bentham antes, Carpenter ve a Jesús como modelo de amor homogénico con la diferencia que la noción de Carpenter ve a Jesús como andrógino. Jesús como un andrógino le proporciona medios para hablar del alma femenina de Cristo en un cuerpo masculino, y esto le permite a Carpenter subvertir o, en la lengua vernácula moderna, los códigos de género victoriano queer. Frank Leib escribe, “Para él [Carpenter], la sexualidad de Cristo significa un redescubrimiento de la sacralidad de la sexualidad humana.”
El sagrado erotismo bien puede ser el antídoto a una historia de eroticofobia cristiana.

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