viernes, 15 de junio de 2018

DE LA TEOLOGIA GAY A LAS TEOLOGÍAS SEXUALES QUEER


Sucederá que en los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre toda carne; los hijos e hijas de ustedes comunicarán mensajes proféticos, los jóvenes tendrán visiones, y los viejos tendrán sueños. Hechos 2:17 

Carecemos de la clarividencia requerida para imaginar las futuras direcciones que podrían seguir la teología y la praxis cristiana queer en el siglo veintiuno. Pero se podrían formular algunas razonables especulaciones examinando como el movimiento cristiano translesbigay llegó a existir, sobre su desarrollo institucional y las vías de la práctica y el crecimiento teológico. En el núcleo de estas especulaciones está la creencia, o más bien la esperanza, que la cristiandad queer podría asociarse con los elementos progresistas de las diversas denominaciones para formar una nueva iglesia comprometida con la reforma sexual del cristianismo y el amor como justicia. 
El movimiento cristiano gay-lésbico desarrollado durante la década radical de 1960 y la revolucionaria de 1970 solidificó el crecimiento teológico. Este crecimiento teológico acompañó al crecimiento organizacional y al complejo desarrollo del movimiento queer del siglo veintiuno. Fue innovador para el surgimiento de la teología gay, a mediados de la década de 1950, el libro Homosexuality and the Western Christian Tradition de Derek Bailey. Bailey, investigador y docente heterosexual, remontó el desarrollo de la homofobia desde los textos bíblicos hasta la formación de la teología y práctica cristianas en los inicios de la Edad Media. A fines de 1950, Christ and the Homosexual de Robert Wood inició la teología homosexual la cual floreció hacia 1970 en las obras Jonathan Loved David de Tom Horner, The Church and the Homosexual de John McNeill y Is the Homosexual My Neighbor? de Virginia Ramey Mollenkott y Letha Scanzoni. Estas obras apologéticas intentaron reconciliar la oposición de las iglesias y ofrecer una interpretación teológica de la homosexualidad. Dirigidas al cuidado pastoral y la inclusión de la persona homosexual en la vida de la iglesia, sus métodos fueron reunir datos psicológicos, históricos y bíblicos para argumentar a favor de la inclusión de las personas gays y lesbianas. Estos libros clásicos fortalecieron la naciente formación de grupos confesionales pero, quizá más importante, potenciaron a una futura generación de docentes e investigadores queer, al compromiso en la búsqueda de recursos emancipadores en el cristianismo para luchar contra la intolerancia. 
Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad de John Boswell marcó un desarrollo desde una teología de la homosexualidad a la recuperación histórica de las voces gays en las tradiciones cristianas.La obra de Boswell obtuvo una general aprobación así como potenció la oposición leal de los grupos confesionales de gays y lesbianas. El libro de Boswell inició la seria discusión del contexto social de los textos bíblicos condenatorios aunque, en general, fue desconocido por los líderes de las iglesias. Hacia la década de 1980 el debate giró a la batalla apologética por el control interpretativo del texto bíblico. Biblistas heterosexuales - Robin Scroggs, Victor Furnish, George Edwards- y gays, L. William Countryman, contextualizaron los textos condenatorios y los elaboraron según las líneas generales de interpretación bíblica iniciadas por Boswell. Aunque el debate continúa, furiosamente, por el control interpretativo de los textos bíblicos, los enfoques históricos y críticos juntamente con las obras de renombrados eruditos queer están, lentamente, logrando preeminencia en muchas iglesias.La teología gay en la década de 1980 estuvo centrada en dos cuestiones: los textos bíblicos que fueron usados para justificar la homosexualidad como un pecado y las cuestiones psicológicas de la orientación sexual para deconstruir las teologías morales basadas en la ley natural. Fundándose a sí misma en un modo apologético, intentó cambios cosméticos dentro de las iglesias para justificar la aceptación de las personas gays y lesbianas. La teología gay elude los temas del sexismo y es incapaz de vincular teóricamente la misoginia y la homofobia o vincular la homofobia a otras formas de opresión. Los escritos de Maury Johnston, Chris Glaser, John McNeill y John Fortunato entre otros, difícilmente dialogan con las teologías lesbianas de Carter Heyward, Mary Hunt o Virginia Mollenkott. La teología gay estaba centrada en la expulsión del varón gay que se había dado a conocer, a veces en las pastoras lesbianas, en la denegación de la ordenación a personas gays y lesbianas y el rechazo a la consagración de uniones conyugales de parejas del mismos sexo. Las antologías teológicas a las que contribuían autores gays, gays ocultos y heterosexuales, respondieron apologéticamente en pro y en contra de las afirmaciones de la Iglesia sobre el tema de la homosexualidad.Estas obras reaccionaron a las afirmaciones de la Iglesia sobre la homosexualidad pero desafiaron muy poco a la autoridad de las iglesias. Inevitablemente, la teología gay se convirtió en problemática debido a su énfasis en el tema de los varones gays que excluía a las voces lesbianas. La cesura teológica entre lo gay y lo lésbico por las líneas del género comenzó a fines de la década de 1970 con el movimiento feminista, avanzó lentamente durante los primeros años de la pandemia del SIDA pero resurgió a fines de las décadas de 1980 y principios de la de 1990. Aunque la obra de Boswell fué importante para el movimiento gay-lésbico en la década de 1980, tenía una notable deficiencia: la mayoría de los argumentos de Boswell estaban referidos al homoerotismo masculino en tanto que la historia de los deseos y las relaciones homoeróticas femeninas en el cristianismo permanecían ausentes. Recientemente, Love between Women: Early Christian Responses to Female Homoeroticism (1996) de Bernadette Brooten corrigió la ausencia de voces femeninas en la obra de Boswell. Un segundo factor problemático de la teología gay fue su fracaso en incluir las voces bisexuales, transgénero, étnicas y raciales. La ofensiva para la inclusión de las voces lesbianas, bisexuales y transgénero impactó a la teología gay ampliándola más allá de sus parámetros de clase media de tez blanca enfrentando los temas de género, patriarcado, clase y raza. El contexto final de la problematización de la teología gay fue el estrago de la pandemia del SIDA y el creciente odio de las iglesias. El SIDA y la homofobia obligaron a las personas gays a coligarse y asociarse a otros grupos. Las personas translesbisexuales contestaron a la pandemia del SIDA que había afectado a las personas gays iniciando una amplia coalición basada en los temas sanitarios del VIH y la creación de los grupos voluntarios de ayuda para el SIDA en las grandes ciudades. Muchas personas infectadas o afectadas por el VIH se hallaron en una posición defensiva cuando, pese a la condena de las iglesias, afirmaban que la sexualidad era un don de Dios. La administración Reagan fue el período en que el VIH ubicó a la homosexualidad, casi diariamente, como foco negativo de atención. Los diversos grupos de la derecha religiosa estuvieron centrados en una amplia gama de temas políticos, desde el aborto al anticomunismo. Tras la conclusión de la Guerra Fría la derecha religiosa dirigió su atención al movimiento gay lésbico usándolo como mecanismo para la recolección de fondos y promover la acción mancomunada contra una amenaza homosexual a las familias, las iglesias y la nación. Las coaliciones ampliaron los intereses gays desde uno solo a un conjunto de temas. Las personas gays llegaron a interesarse en los temas de las mujeres –libertad reproductiva, sexismo, salud- puesto que las personas lesbianas habían estado apoyando a sus hermanos gays VIH positivos. El activismo del SIDA y queer tomó desarrollo a partir de la violencia social, la indiferencia, la discriminación y la creciente violencia de la reacción de la derecha religiosa. La explosión del activismo a fines de la década de 1980 transformó, asimismo, la teología gay en teología queer y amplió el número de personas con las cuales dialogar. 

Al presente, la transformación en teología queer cristiana continúa centrada en cuatro temas de inclusión: 

(1) cambiar a las iglesias o crear una iglesia postconfesional,
 (2) el desafío del postcristianismo, el feminismo y otros caminos espirituales,
 (3) la teología sexual queer,
 (4) las perspectivas de la justicia de otros contextos culturales y grupos sociales.

Estos desafíos determinarán el éxito de las nuevas teologías de liberación del movimiento cristiano translebigay y serán invalorables para la creación de una iglesia postconfesional de justicia-amor en el siglo veintiuno.

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