viernes, 15 de junio de 2018

Desafíos de las teologías sexuales queer


La revisión queer de la teología gay está fundada en la fortaleza, ya no en el auto-desprecio, el complacer o la disculpa. Inicialmente, la teología gay respondió al peligro de la violencia política, a la arremetida o el ataque de la pandemia del SIDA y la emergente enojo y activismo. La violencia hizo verdaderamente “desviado” al movimiento queer. 
Las personas conservadoras gays con sueños post-gays y que tenían la esperanza de “adaptarse”, afirmaron que eran como las personas normales. Aunque tales argumentos para adaptarse en la sociedad heterosexual suenen falsos cuando aumenta la violencia social, subsisten fuertes corrientes gays para la asimilación en la sociedad heterosexual.Las teologías de la liberación queer que surgen con el SIDA y el activismo queer rechazaron ser aceptados a un asimilacionismo ingenuo y tomaron actitudes críticas y aún transgresoras respecto de la cultura dominante. ACT UP, Queer Nation, Outrage y otros grupos activistas queer y de SIDA recuperaron el epíteto “queer” de la práctica cultural homofóbica para dar nombre a nuestros deseos sexuales y transformarlo en una etiqueta postmoderna de disidencia política. Ha evolucionado en el término que designa a la coalición de las personas translesbigays e incluye a las personas activistas heterosexuales que están identificadas con la disidencia sexual. “Queer designa transgresión, disidencia política, diferencias y coalición de la diversidad. Según el Webster´s Third New International Dictionary of the English Language, “transgredir” como verbo significa “arruinar el efecto de, interferir, desbaratar, dañar o poner algo en mala situación”. Transgredir a una ya arruinada y exclusiva cristiandad es hacerla inclusiva para las personas translesbigay. Transgredir es una crítica reconstructiva de la teología política heterosexista y homofóbica que nos excluye. Esa crítica invierte los símbolos culturales y pervierte y perturba las teologías y ritos que ya están arruinados para nosotros. Transgredir imaginativamente reconstruye la teología, la espiritualidad y las prácticas de la iglesia en nuevas e inclusivas configuraciones. Las realizaciones queer son “proféticas” y desafían a las exclusiones eclesiásticas y las relaciones de poder basadas en el género y la jerarquía. Los activistas queer son atraídos por las actuaciones y demostraciones públicas que escandalizan dramáticamente y enfrentan a la opresión. Algunas grandes editoriales de libros religiosos apartándose de las conservadoras, fomentaron el mercado especial de la literatura gay y lesbiana. En la década de 1990, esta decisión promovió el nacimiento y la afirmación de la teología queer como área de estudio. En 1992, Just as I Am de Robert William abrió el camino del desarrollo de la teología queer. El clérigo gay Williams, silenciado y despojado de cargos en la diócesis del obispo episcopal John Spong, procuró elaborar una teología sexual queer formulando muchos de los desafíos ya citados a las teologías gays. El año siguiente presenció la publicación de Gay Theology without Apology, Beyond Our Ghettoes de J. Michael Clark y el libro Jesus ACTED UP. Clark habla en tanto teólogo VIH positivo pugnando con el ecofeminismo para crear una teología de la liberación y una ética del recto vivir. El libro de Comstock apela a la tradición de la confesión protestante apoyado en los escritos feministas y las lecturas gays de los textos bíblicos.
 Jesus ACTED UP obtuvo su público lector de las personas cristianas queer marginadas en las iglesias: la Fraternidad Universal de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana y Cristianos en Busca de Justicia. Robert Williams, Nancy Wilson, Kathy Rudy, Elias Farajaje-Jones , entre otros, identificaron abiertamente como queer a nuestras teologías que desarrollamos, a principios de la década de 1990, dialogando con las y los activistas queer ambulantes y universitarios. La política queer que representaban las coaliciones multiétnicas y multirraciales de personas translesbigays llegaron a ser el contexto social de las primeras teologías queer cristianas. Las teologías queer representan un nuevo discurso emancipador de disidencia sexual y potenciación, demoliendo y reconstruyendo al cristianismo desde una genuina perspectiva de marginalidad, diferencias de género, multiplicidades y disidencias a favor del sexo. Cada autor habla desde una particular intersección de lucha y opresión política. Nancy Wilson, carismática presbítera y pastora lesbiana de la Fraternidad Universal de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana, amplía su teología gay-lésbica incluyendo una dimensión bisexual. Elías Farajaje-Jones, uno de mis héroes, es una persona queer bisexual con una trayectoria multiétnica y multirracial que posee la asombrosa capacidad de fusionar el profundo análisis de los aspectos sociales con el discurso y la espiritualidad emancipadores. Ninguno de las autores y autores queer citados habla por todas las voces translesbigays pero dan cuenta de las preocupaciones de otras minorías sexuales. Farajaje-Jones es uno de los primeros teólogos bisexuales abiertamente conocido a la fecha que se expresa mediante publicaciones, conferencias y el activismo. La bisexualidad socava las categorías disyuntivas de heterosexual y gaylésbico pues representa, por definición, una disyunción inclusiva de la heterosexualidad y la homosexualidad. Victoria Kolakowski, varón a mujer, y Justin Tanis, mujer a varón, abrieron camino a la reflexión teológica transexual y plantearon la cuestión de la opresión e inclusión transgenérica. La teología transgénero promete desestabilizar nuestras nociones fundamentalistas de género proponiendo una amplia gama de femineidades y masculinidades fluídas. Recientemente, Virginia Mollenkott reveló su identidad de mujer masculina. Su libro Omnigender prepara el camino para nuevas y excitantes teologías de voces intersexo y transgénero y fue continuado por el de teología transgénero, Crossing Over, de la travesti Vanessa Sheridan. El activismo transgénero habría impulsado a la teología transgénero del mismo modo que promovió a la teología bisexual. Si hubiese sido preguntado años atrás, habría pensado lo contrario. Quizá estas tendencias sean debidas a que las personas bisexuales desarrollan un activismo insuficiente en las comunidades de fe o que no experimentan el grado de exclusión y hostilidad de las personas transgénero. En tanto que las voces bisexuales y transgénero quiebran el silencio, las teologías queer evolucionarán a una renovada sofisticación del discurso teológico con nuevas particularidades sexuales, nuevas comprensiones del género y los matices de las diferencias. Ellas corroborarán nuestra bifobia y transfobia residuales forzando a los primeros teólogos queer, incluso a mí mismo, a introducir definiciones ampliadas de sexualidades y géneros. Ellas nos asistirán a ver la opresión de sexo y género desde nuevas perspectivas así como ayudar al reconocimiento de cómo el sistema binario de género y sexo está arraigado en la economía y política de la heterosexualidad compulsiva. Las teologías queer avanzan desde el análisis crítico del contexto social que forma nuestras experiencias de sexo y género y la red de opresiones interrelacionadas y desde nuestras prácticas transgresoras e innovadoras. La teología queer es un proyecto comunitario u orgánico que incluye nuestros diversos contextos sexuales, nuestras particulares experiencias sexuales de la opresión homo/bi/transfóbica y sus vínculos con otras formas de opresión y nuestra autoafirmación de las diferencias sexuales y genéricas que impactarán el desarrollo futuro de las teologías de liberación. Las teologías queer poseen un potencial inclusivo del que carecía la segregada teología gay de la década de 1980 y principios de la de 1990. Ellas ofenden a algunas de las personas cristianas que apoyaban las primeras teologías gays porque se mueve más allá de las divisiones binarias hetero/homo y atenúa tales construcciones. Las teologías queer abarcan género, raza, homofobia, clase, etnia e incapacidad como configuradora de nuestra sexualidad además de nuestros deseos sexuales. Estos factores contribuyen a nuestras construcciones y experiencias de la sexualidad humana y ninguna sola ubicación sería capaz de hablar por las otras ubicaciones sociales. Las teologías queer poseen el potencial para unir a las personas más allá de una serie de barreras que incluyen al género, la orientación sexual, la raza, la clase, las capacidades físicas y la etnia. Un riesgo de la teología queer es la hegemonía teológica gay y la falsa exclusión de las voces de las personas translesbisexuales con variadas gamas de contextos. Una nueva generación ya está comenzando a hablar, escribir y desarrollar teologías queer desde las perspectivas feministas, hispánicas y asiáticas. Estos matices, variantes y tonalidades desarrollarán configuraciones imaginativas que pondrán en tensión a estas primeras teologías queer y las ubicarán en nuevos contextos sexuales. Entiendo que la nueva generación de teólogos queer tutelará a los iniciadores de la teología queer, enseñándonos e instruyéndonos sobre lo que no era la preocupación inmediata, visible o comprensible.Las implicaciones de la teoría queer en la reformulación de una teología cristiana de la sexualidad son profundas y excitantes. Las teologías queer abandonaron hace tiempo los callejones sin salida de las diversas teologías cristianas de la sexualidad que reconstruyen dentro de un moderno paradigma sexual con diversidad de género y sexual. Las teologías de la liberación queer superan la bancarrota de las teologías cristianas de la sexualidad, comprometidas con rígidos códigos de género y estrechas normalidades sexuales, y desafían a las iglesias a reconocer su traición del don de Dios de la sexualidad humana en toda su diversidad. Han traicionado el don de Dios de la sexualidad y el género desconociendo la bendición original de nuestra sexualidad, rehusando bendecir nuestras relaciones y reconocer nuestras familias y denegándonos la ordenación sacerdotal. Muchas iglesias sostienen una empobrecida teología de la sexualidad que se ha prestado a la opresión de sexo y género. La construcción de nuevos géneros y sexualidades llega ser un paradigma de la reconstrucción de la práctica cristiana y la teología tradicional. Representan un cambio milenario de paradigmas del discurso teológico por la inclusión de la diversidad de género y sexo y la reinversión de las doctrinas y prácticas muertas de un cristianismo erotofóbico y rígidamente genérico. Las teologías sexuales queer han comenzado a concentrarse en varias cuestiones: cómo son las conexiones entre sexualidad y espiritualidad, la fluidez de la identidad sexual y las construcciones de género, las relaciones sexuales, la relectura de los textos bíblicos y de la tradición cristiana desde una perspectiva queer, cómo la espiritualidad y la sexualidad afectan nuestras actitudes y prácticas hacia Dios, nosotros mismos y el prójimo, y como la iglesia está relacionada a la sexualidad y el género en la misión, la adoración, los sacramentos y los ritos. Nancy Wilson, Elizabeth Stuart, Carter Heyward, Michael Kelly, Mary Hunt  han hecho contribuciones iniciales a la teología sexual, conectando eros con justicia. Las teologías queer están desafiadas por la posibilidad de la integración de la espiritualidad con la sexualidad. ¿Podrán nuestras teologías sexuales plantear cuestiones de justicia? Dan Spencer ha desarrollado el reclamo feminista de lo erótico dentro de un marco ecológico gay de justicia. 
 ¿Podrá semejante teología de la liberación transformar a las personas queer en contemplativos eróticos y luchadores de la libertad?,
¿podrá continuar expandiendo nuestra visión de justicia más allá de los puntos ciegos de nuestros actuales compromisos?
 El sexo, los vínculos y las familias son reconstruidas dentro de nuevas categorías de experiencia queer.
 Las personas queer reclamarán los valores de la familia mediante nuevas normas comunitarias y elecciones familiares. Elizabeth Stuart incrusta nuestras relaciones sexuales en una recuperada tradición cristiana de la amistad en tanto yo queer el privilegio de la procreación de la teología heterosexista, argumentando por una reconstruida procreatividad inclusiva de la realidad de nuestros vínculos y nuestras familias. Nancy Wilson desarrolla una teología sexual del sábado parafraseando a Jesús: “Los seres humanos no fueron hechos para la sexualidad sino que la sexualidad fue hecha para los seres humanos”. La teología sexual de Wilson teje el placer y la hospitalidad corporal en un promisorio marco para ulteriores refinamientos éticos.  El sexo puede abrirnos a una dimensión espiritual de la práctica de la meditación. Michael Kelly reclama la herencia cristiana de las escrituras y de los escritos espirituales medievales predominantemente homoeróticos y bisexuales en su imaginación meditativa como recursos para reencarnar nuestra sexualidad y espiritualidad, lo cual realiza plenamente en las series de charlas videograbadas The Erotic Contemplative.  En el segundo volumen, “Revisando la sexualidad”, Kelly postula que, ahondadas, la experiencia espiritual nos conduce a la sexualidad y que la experiencia sexual nos conduce a la espiritualidad. La propuesta de Kelly, en realidad, no es revolucionaria pues los místicos cristianos siempre estuvieron inclinados a usar las metáforas eróticas del Cantar de los Cantares para describir su unión mística con Cristo. Es Dios quien nos conduce de la espiritualidad a la sexualidad y de la sexualidad a la espiritualidad pues Dios es la fuente del anhelo por la unión espiritual y física. Durante la mayor parte de su historia, el cristianismo toleró escasamente al sexo o, solamente, la toleró dentro del matrimonio heterosexual. Los cristianos queer cuando fuimos concientes de Dios en nuestra práctica sexual emprendimos una jornada / un viaje de transformación que incluye el desierto donde experimentamos el exilio, el rechazo y la estigmatización. En el volumen 5 de la serie de videos, “Liberation”, Michael Kelly puntualiza la crisis de nuestra jornada / nuestro viaje espiritual hacia la liberación en que somos invitados a hacer el amor con Dios. Para Kelly, haciendo el amor con Cristo crucificado aprendemos a ser sexualmente receptivos a Dios como amante divino, llegando a ser siervos de Dios quien se ha hecho un siervo en Cristo, y a ser solidarios con las personas dolientes. Así nosotros a quienes ha sido prohibido el amor por nuestras iglesias, somos invitados por Dios a convertirnos en el amante. A partir de hacer el amor con el Cristo crucificado emprendemos la construcción del reino de Dios. La hegemonía heterosexista en la investigación bíblica impidió el cuestionamiento imaginativo de las tradiciones bíblicas. Gran parte de la investigación gay ha invertido demasiada energía en reconstruir los textos bíblicos que justificaban la violencia contra nosotros y nosotras. La nueva hermenéutica queer reclamaría aquellos textos como parte de nuestra historia erótica modificando su escudriñar hermenéutico desde la reacción a las interpretaciones bíblicas homofóbicas a la lectura de los textos bíblicos desde perspectivas translesbigays. En los capítulos 9 y 10 de este volumen he delineado el derrocamiento de la heterosexualidad por los investigadores queer quienes, primero, batallaron sobre los textos para apartar la violencia sexual y, segundo, se amigaron con ellos para proporcionar lecturas queer imaginativas. Esta es la piedra angular de la venidera reforma sexual del cristianismo.

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