2. Segunda Verdad: Nos apartamos de Dios.
Los seres humanos –tanto los oprimidos como los opresores- nos falta el amor y nos inclinamos a ser egoístas e injustos, lo cual nos aleja de Dios. No hemos comprendido el propósito de Dios, ni hemos respondido a su amor en nuestra vida diaria. No reconocemos el plan de Dios para nuestra vida personal ni tampoco participamos plenamente en el proyecto de liberación que Dios tiene para su creación.
Todos somos frágiles y temerosos, pero sin embargo egoístas. Dada la oportunidad (el poder y la autoridad) buscamos dominar y oprimir a los más débiles. Como señala San Pablo: "Todos se han vuelto opresores egoístas y `por lo tanto están alejados de la presencia de Dios" (Romanos 3:23).
Las mujeres y los hombres (¡incluso las minorías sexuales!) hemos sido creados a la imagen de Dios (quien es amor), para vivir en comunión con Dios y en solidaridad con nuestros prójimos. Pero debido a nuestros temores y a nuestro egoísmo, escogimos nuestro propio camino, buscando dominar al prójimo y oprimirlo. Tal pecado hace imposible una relación íntima con un Dios Santo.
Nuestra voluntad egoísta se manifiesta en opresión activa o en indiferencia pasiva frente al sufrimiento de los demás (Mateo 25:31-46). Tal opresión y falta de solidaridad compasiva (juntas con la religión idolátrica que busca justificar tal comportamiento) es lo que la Biblia denomina "pecado". Puesto que el problema radica en el temor y egoísmo humano, la solución radical (que ataca la raíz del problema) no puede limitarse a un plano horizontal socio-económico-político.
Las soluciones humanas se apartan del proyecto divino de liberación universal y de amor solidario.
El Dios Libertador nos conduce a la Liberación,
comunidad auténtica (seres humanos unidos por el amor fraternal).
Los seres humanos egoístas se llevan a la opresión, marginación, alienación.
"Dios es Luz" (1 Juan 1:5). Es decir, su Amor es puro, veraz, justo, libertador, excelso.
Pero nosotros buscamos escondernos en tinieblas (Juan 3:19-21).
La humanidad injusta es tanto creadora como víctima de sistemas de información y propaganda masivos que distorsionan y enmascaran la realidad. Un abismo separa al Dios liberador de sus criaturas alienadas. A veces pensamos cruzar este abismo de alienación y recurrimos a:
la moral oficial
la filosofía elitista tradicional
"buenas obras" como caridad paternalista en lugar de justicia
la religión idolátrica (toda ideología o propaganda que oculte la realidad y justifique un status-quo injusto)
La tercera verdad nos revela la solución a este problema...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario