jueves, 28 de junio de 2018

"Ley" Espiritual para Gays y Lesbianas IV


4. Cuarta Verdad: Debemos recibir a Cristo.

El pecado de Sodoma (Génesis 18-19) no era la homosexualidad, sino la falta de hospitalidad que culminó con un atentado de violación sexual contra ángeles (Ezequiel 16:49-50). Uno podría decir que, según la Biblia, somos "salvos por la hospitalidad" (es decir por la fe).

Al recibir personalmente a Jesucristo como Señor y Salvador (Libertador):

Conocemos y experimentamos el Amor y el Plan de Dios para nuestra vida personal.
Y participamos en su proyecto de Justicia y Liberación auténtica.
"A los suyos vino y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que crean en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos e hijas de Dios." (Juan 1:11-12)

Recibimos a Cristo por fe: "Porque por Gracia ustedes son salvos por medio de la fe; y esto no es algo que ustedes mismos hayan conseguido, pues es Don de Dios; no por obras, para que nadie se jacte de nada." (Efesios 2:8-9)

Recibimos a Cristo a través de una invitación personal. Cristo dice: "Mira, yo estoy a la puerta y llamo; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré a él..." (Apocalipsis 3:20). 

Recibir a Jesucristo implica un cambio de rumbo y de actitud hacia Dios y en relación con el prójimo, lo que la Biblia llama arrepentimiento. Al arrepentirnos, pedimos que Dios perdone nuestro egoísmo y se convierta en el Señor de nuestra vida.

De esta manera orientamos nuestros intereses bajo el liderazgo de Jesús Libertador, lo cual da propósito y sentido a nuestra vida y nos lleva a ser ministros de reconciliación y "constructores de la paz" (Mateo 5:9). 

De esta forma podemos buscar transformar a aquellas iglesias y otras instituciones que no practican la hospitalidad con las minorías sexuales. El promover la discriminación y la violencia contra las minorías –eso sí es ser culpable de "sodomía". 

A continuación se explica cómo se puede recibir a Cristo (ser hospitalario).


¿Cómo recibir a Cristo?

Se puede hacerlo ahora mismo, mediante una breve oración. Dios nos conoce bien y no tiene tanto interés en nuestras palabras sino en la actitud de nuestro corazón. La siguiente oración se sugiere como guía:

"Señor Jesucristo, gracias porque me amas, por haberme creado y aceptado tal como soy (gay o lesbiana); ahora entiendo que te necesito en el centro de mi existencia. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Ocupa Tú el lugar central de mi vida y dirígeme en todas mis decisiones. Hazme ser la persona que Tú quieres que yo sea. Gracias por perdonar mi egoísmo, mi orgullo y mi tendencia a oprimir a mi prójimo o a ser un cobarde colaborador de los opresores en lugar de ser solidario con los débiles y oprimidos. 

Ahora quiero agradecerte por haber entrado en mi vida y escuchado mi oración según tu promesa, amén".

¿Expresa esta oración tu deseo sincero? Si lo expresa, dila ahora mismo y Cristo entrará en tu vida según su promesa.


¿Cómo estar seguro de que Cristo habita en tu vida?

¿Haz invitado a Cristo a entrar en tu vida? De acuerdo con su promesa en Apocalipsis 3:20, ¿dónde está Cristo? Cristo dijo que entraría en tu vida . ¿Te engañaría Él? ¿En que se basa la seguridad de que Dios contestó tu oración? ¡En la fidelidad de Dios mismo y en la veracidad de su palabra!"


La Biblia promete vida eterna a todos los que reciben a Cristo.

"Este testimonio es que Dios nos ha dado vida eterna y que esta vida está en su hijo. El que tiene al hijo de Dios, tiene también esta vida; pero él que no tiene al hijo de Dios, no la tiene. Les escribo esto a ustedes que creen en el hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna." (1 Juan 5:11-13)

Agradécele siempre por estar en tu vida y porque nunca te abandonará (Hebreos 13:5). Puedes estar seguro de que el Cristo resucitado habita en tí, de que tienes vida eterna desde el mismo momento en que lo invitaste a entrar confiando en su promesa. ¡Él no te engañará!

¿Y si no sientes nada?

No dependas de las emociones.

Nuestra seguridad está en la promesa de la Palabra de Dios y no en nuestras emociones. El cristiano vive por la fe (confianza) en la fidelidad de Dios mismo y la veracidad de Su Palabra.


¡Pero atención, que Cristo nunca te exigió que cambiaras tu orientación sexual, ni el color de tus ojos, ni prometió hacer de los zurdos, diestros! (Tiene cosas más importantes que hacer.)

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