martes, 26 de junio de 2018

¿Podría Génesis aportar algo positivo a la discusión?


Por el Rvdo. Dr. William Countryman
Profesor de Nuevo Testamento en la Church Divinity School of the Pacific
Berkeley, California (EUA)
Génesis 2 delimita enfáticamente entre la necesidad humana de compañía y la creación divina del sexo. Nos cuenta que Dios creó a la mujer en respuesta a la necesidad de compañía de Adán. A diferencia de Génesis 1, Génesis 2 no hace ninguna referencia al sexo como medio de propagación para la familia humana. Realmente, no parece estar pensando en la familia, sino sólo en la pareja sexual. Al hacer hincapié en la pareja, ¿significa que Génesis 2 restringe toda compañía humana a la relación sexual de marido y esposa?

Una lectura estrictamente "creacionista" de Génesis 2 podría probablemente decir eso--puesto que allí no se menciona ningún otro tipo de compañía humana. No obstante, en todo el mundo, vemos que la compañía humana, sexual y asexual, forma parte de la riqueza esencial de la existencia de la humanidad. Hombres se hacen amigos de hombres. Mujeres se hacen amigas de mujeres. Hombres y mujeres se hacen amigos entre sí. Esta experiencia de compañía es compartida por personas heterosexuales y homosexuales. La relación sexual es simplemente la pieza central de la compañía humana. Esto es posible gracias a nuestro deseo erótico por la otra persona--el deseo que Génesis 2 describe tan bien al decir que lo amado nos parece una parte perdida de nosotros mismos.

Esto es algo que conocemos desde nuestra propia experiencia. Una persona heterosexual siente este deseo por alguien del sexo opuesto, una persona homosexual por alguien de su mismo sexo. Pero se trata de la misma eroticidad en cada caso y brinda la misma riqueza de posibilidades de la compañía humana. Génesis 2 está diciéndonos no que la heterosexualidad es esencial al ser humano, sino que la sexualidadlo es. Y nos lo presenta no como una ley, sino como buenas nuevas acerca de la generosidad de Dios en la creación.

El testimonio de los hombres gay y de las lesbianas, y los estudios científicos sobre ellos, concuerdan en que su atracción por las personas de su mismo sexo está profundamente arraigada. A pesar de las nunca confirmadas afirmaciones de los, por así llamarlos, milagreros, esto no es reversible. En este y en otros aspectos es muy parecida a la heterosexualidad. Comparadas las similitudes, la diferencia entre las dos es mínima.

La mayoría de los psicólogos, hace ya un tiempo considerable, dejaron de ver a la homosexualidad como una enfermedad. Las personas homosexuales no son menos saludables que las otras; sólo están orientadas, eróticamente, de un modo que las incluye como una minoría de la raza humana. Los etologistas (estudiosos del comportamiento animal) han documentado comportamiento homosexual en muchas diferentes especies. Esto sugiere que la homosexualidad es un aspecto normal del mundo natural. La antropología cultural ha demostrado que las sociedades humanas han entendido la homosexualidad de gran variedad de maneras, y esto sugiere que biológicamente, es un hecho dado, esparcido entre los seres humanos que ha sido y puede ser interpretado o "construido" en una múltiple variedad de formas. (Que pueda ser "construido" no implica necesariamente que sea completamente maleable ni siquiera que tales culturas tomen decisiones conscientes y deliberadas acerca de aspectos tan fundamentales.)

En otras palabras, las ciencias nos indican que la homosexualidad es simplemente una parte del mundo que conocemos--ni buena ni mala en si misma, pero sí una prominente e insoslayable realidad. Este mundo que conocemos es el que Génesis 1-2 nos dice que Dios creó. Lo que tienen que decir acerca de este mundo es, por encima de todo, que proviene de Dios. Dios es el creador de este mundo en el cual vivimos y de nosotros que estamos en él. Deberíamos, sin embargo, prestarle más atención a esto, a admirarlo y proclamar sus excelencias (en agradecimiento al Creador, si no por otras razones), a aprender de él y regocijarnos en él. Las personas homosexuales son parte de esa creación tan auténticamente como las heterosexuales. La voluntad de Dios para ambas es la misma, que como seres humanos gocen de la compañía de otros seres humanos. De acuerdo a Génesis 2, la compañía sexual es y debería ser una parte significante de esto.

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