sábado, 2 de junio de 2018

Sacando la biblia del placard


Como las feministas y los afroamericanos, los lectores queer han tenido que convivir con una tradición literaria violenta que tolerar la violencia contra personas atraídas por el mismo sexo. Han adoptado una lectura estratégica similar a las feministas y a los afroamericanos para desviar la interpretación heteropatriarcal y la violencia textual. Muchos queers, asimismo, son lectores resistentes que luchan contra el privilegio heterocéntrico que los borra del texto y que ellos se han opuesto al uso heterosexista de la Biblia como fuente de opresión y exclusión, con una estrategia de “exploración del texto” que descubre las voces queer dentro de del mismo. Esto viene de las prácticas de resistencia por oír las presuntuosas interpretaciones heterosexuales del texto desde el púlpito y se esfuerzan por insertarse dentro del texto.
El escritor evangélico gay Michael Vasey se hace eco de la visión de una dura lucha para muchos queer cuando escribe, “la Biblia no es una arma en una guerra cultural, sino una fuente de sabiduría ofrecida por un Dios amable, a las personas que sufren muchos golpes violentos.” Cuando cristianos queer han buscado en el texto bíblico, muchos no se han encontrado a si mismos ni a sus vidas reflejadas en los textos de terror tal como aquéllos sobre el “violador” en Génesis 19, las “abominaciones” en Levítico 18, o los “pecadores contra la naturaleza” en Romanos 1:25-27. Inicialmente, han luchado contra la violencia textual de varias comunidades interpretativas que abusivamente les aplicaron estos textos de terror, pero ellos no se han visto de buena gana dentro de los mismos. Los grupos, iglesias y sinagogas confesionales queer formados en los 70s, crearon nuevas comunidades interpretativas considerando a las escrituras no como el enemigas sino como “amigas”. Aún muchos cristianos queer, que recorrieron comunidades en el exilio, encontraron que tenían que recuperarse de los años de abuso religioso y homofóbico de sus iglesias de origen. Los escritos de eruditos queer han proporcionado invalorables herramientas pastorales para el clero al explicar los textos bíblicos a cristianos abusados, lejos del terror. 
 Cristianos queer se encontraron reflejados en las historias de Rut y Noemí, Jonatan y David y Jesús y el discípulo amado. La práctica pastoral de esas iglesias, sinagogas y grupos confesionales ha usado estos textos como lecturas litúrgicas en las bendiciones de las uniones homoeróticas, proporcionando legitimidad a dichas uniones. Estas prácticas de culto inicialmente sacaron del placard (visibilizaron) el homoerotismo dentro del texto bíblico a través de las lecturas comunitarias imaginativas. “Dar a conocer la propia orientación sexual (“outing”) es una estrategia transgresora ya que públicamente revela la orientación sexual de una persona. Rompe la conspiración del silencio, fuerza a los queer fuera del armario a hablar lo indecible y romper los códigos de silencio. Generalmente, la costumbre de revelar la orientación sexual de alguien (“outing”) es una cuestión que ha dividido a las comunidades queer. Ha sido mucho menos controversial con figuras históricas muertas hace mucho tiempo atrás como el Rey Santiago (King James) II de Inglaterra o Isaac Newton. Nancy Wilson, lesbiana elder de la UFMCC, rompe la pretensión heterosexista de “heterosexualidad obligatoria” en figuras bíblicas visibilizándolas: Es tiempo para liberar audazmente a algunos personajes bíblicos gay, lesbianas y bisexuales, e historias de antiguos ocultamientos. Puede parecer injusto “visibilizar” estos personajes bíblicos indefensos, pero estoy cansado de ser justo. Siglos de silencio en los comentarios bíblicos y en los libros de referencia no han sido justos. Wilson rebate al generalizado heterosexismo bíblico visibilizando “eunucos” y “mujeres estériles” Ruth y Noemí, Jonatan y David, el centurión gay, Lidia en Hechos y Jesús como bisexual. Wilson quiere llevar a la comunidad queer de su experiencia de abuso religioso y exclusión, a una interpretación positiva de la Biblia. En otras palabras, está recuperando el texto para la comunidad queer cuando escribe, “la Biblia debe ser un texto santo para los homosexuales y las lesbianas porque nosotros somos verdaderamente humanos, creados por el Dios que creó el cielo y la tierra.”427 La gente queer tiene el derecho a ser incluido porque han sido hechos a imagen de Dios y deben ser incluidos dentro del texto. Wilson articula una hermenéutica tribal para los homosexuales y lesbianas, interpretando a eunucos y mujeres estériles como antepasados de gays, lesbianas, y bisexuales Ella también incluye a Jesús en su lista de eunucos dentro del texto bíblico, notando los paralelos entre, por un lado, la alienación de Jesús con respecto de su familia y su itinerancia y por la otra, las vidas de gays y lesbianas.  Wilson no está sola leyendo el texto desde semejante perspectiva positiva de visibilidad de figuras bíblicas. También incluyo a personas heterosexuales como el Obispo Spong y el erudito bíblico alemán Gerd Theissen en la visibilidad de San Pablo como un homosexual reprimido. En el volumen de final de su trilogía, Freedom, Glorious Freedom, John McNeill interpreta la historia de Q del centurión y su muchacho (Mt. 8:5-13; Lc. 7:10). McNeill habla del centurión homosexual y de su querido muchacho: “aquí tenemos el encuentro más directo de Jesucristo con alguien que hoy sería considerado ‘gay’ y la reacción de Cristo es aceptación de la persona sin juzgarla e incluso muestra entusiasmo por ser de ayuda para restaurar la salud del pais (muchacho).”  El erudito bíblico evangélico Tom Hanks etiqueta al apóstol Pablo y al evangelista Mateo como gays. En El Evangelio Subversivo, Hanks adopta esta estrategia, al intentar quebrar las lecturas heterosexistas de las Escrituras cristianas poniendo gran atención en la diversidad de voces que surgen del texto.Desde su propia perspectiva, Hanks intenta usar el estilo de interpretación cristiano evangélico para ampliar sus lecturas estrechas pero finalmente se rinde a la autoridad del texto. De este modo, quiere proporcionar interpretaciones creíbles de textos y personajes bíblicos y personas para persuadir sectores de la cristiandad evangélica que creen en la autoridad del texto bíblico. Siguiendo la tradición de John Boswell, el tardío Robert Williams usa “gay” de manera indiscriminada y esencialmente como una identidad sexual continua a lo largo de la historia. Escribe, “podemos encontrar rastros de nuestra gente en la Biblia sólo empleando acercamientos que son radicales, revisionistas y reconstruccionistas.” Williams usa la noción de “fantasía” de Dorothee Soelle como “imaginación creativa ,... [una] imaginación activa de las posibilidades del creyente” como un complemento a la crítica histórica. La noción de Williams de la imaginación queer proporciona un medio creativo de contralectura del texto bíblico de las presunciones de normalización de la heterosexualidad. Su uso de la imaginación creativa tiene similitudes llamativas con la “hermenéutica de actualización creativa” de Elisabeth Schüssler Fiorenza o la “imaginación bíblica” para recuperar las peligrosas voces de mujeres dentro de las escrituras: una hermenéutica de imaginación liberadora busca actualizar y dramatizar los textos bíblicos de manera diferente. La función social de la imaginación y la fantasía “es para introducir posibilidades,... [para] podemos trabajar hacia actualizar sólo lo que hemos imaginado primero”. La imaginación re-creativa emplea todos nuestros poderes creativos para celebrar y hacer presente el sufrimiento, las luchas y las victorias de nuestras hermanas y madres bíblicas anteriores. El uso que hace Williams de lecturas imaginativas para descubrir lo homoerótico dentro del texto de la escrituras refleja un elemento de la compleja interpretación feminista crítica de Schüssler Fiorenza. También delinea el desarrollo futuro de la lectura del texto bíblico desde el lugar social de los queers. La real subversión textual, sin embargo, tiene lugar realmente cuando las iglesias queer, las sinagogas y los grupos descentran las presunciones y las lecturas heterosexuales que a menudo suprimen la diversidad, el género, la raza, la clase, la etnia, y las alternativas sexuales. Las escrituras no son posesión privilegiada de los heterosexuales sino que pertenecen a todos los judíos y cristianos de fe, incluyendo a los judíos y cristianos queer. La visibilidad ha servido de apologética positiva para las lecturas queer del texto bíblico y para leerse dentro del mismo, reclamando ciertas figuras narrativas como propias. Mi objeción no es al uso de la visibilidad o de la imaginación queer como prácticas de lectura para interrumpir silencios interpretativos de evidencia textual homoerótica, pero objeto el etiquetamiento anacrónico de caracteres como gay, lesbiana, bisexual, o incluso heterosexual. El contenido cognoscitivo de los modelos de identidad sexual moderna, por, como lo he discutido anteriormente, los antiguos judíos, griegos, y romanos no se comprendieron a si mismos como gay, lesbiana, bisexual, transgenero, o heterosexual. Ellos se pensaron como judío, griego, o romano; varón o mujer; libre o esclavo. Entendían su status dentro del código masculino del el penetrador y el penetrado; el primero tenía mayor status que el segundo. No hay ninguna palabra bíblica que denote la orientación heterosexual, bisexual, transgénero, u homosexual; así los modelos de identidad sexual quedan anacrónicos cuando son aplicados a caracteres bíblicos específicos. Por ejemplo Gerd Theissen y el Obispo Spong llaman a San Pablo un “homosexual no declarado” porque su personalidad y su represión psicológica que nuestra cultura designa como alguien en el armario (“closet”), pero sería un error imponer nuestras definiciones culturales de estar en el armario (“closet”) sobre una cultura antigua. Es anacrónico imponer estos modernos los modelos de identidad a personas y textos antiguos.  Concediendo que Pablo encaja en el perfil de un gay no declarado, que sufre por su homofobia internalizada; y concediendo que el en verdad sufre porque siente atracción sexual hacia otros varones; aún, llamar a Pablo un homosexual no declarado es tan anacrónico como es interpretar que los textos presumen de heterosexualidad. La pregunta que permanece para las comunidades interpretativas queer es si podemos vernos reflejados en las narrativas bíblicas sin estos modelos de identidades modernas. Una segunda crítica a las estrategias de visibilidad es que no va mucho mas lejos que as estrategias interpretativas de la apologética negativa para desviar la violencia textual contra queers. La visibilidad, como la desviación textual, concede a la Biblia el demasiado poder para autenticar nuestras vidas como queers. Ambas estrategias interpretativas miran las escrituras para autorizar nuestro comportamiento sexual y para encontrar una palabra divina externa que valide nuestro ser erótico. Si vamos al texto con el propósito de encontrar aprobación para nuestras vidas eróticas, entonces limitamos nuestro encuentro con el texto de la escritura porque ponemos la autoridad enteramente en el texto como en un padre. No hay dialogo, porque la validación de las vidas eróticas queer debe originarse primero desde dentro de las propias vidas queers, realizando la bondad y la bendición de las sexualidades queers. Que tal aprobación es a priori significa que la gente queer necesita visibilizarse y reconocer la bendición de sus sexualidades antes de comprometerse con el texto bíblico. El teólogo Gary Comstock escribe, En lugar de darle a la Biblia una autoridad paternal, he empezado a comprometerme con ella como lo habría hecho con un amigo, uno a quien me hubiera entregado y en quien hubiera invertido mucho, pero con quien insisto en un intercambio mutuo de crítica, aliento, sostén, y desafío.  La interpretación queer requiere no rendirse a la autoridad bíblica como autoridad paternal sino dialogar con el texto como un igual, un encuentro con un amigo. Los lectores traen su propio contexto social queer al texto y la autoridad del texto queda como un diálogo entre iguales.

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