Estas Iglesias católicas, cristianas,evangélicas, homófobas,
muchos de cuyos jerarcas son homosexuales reprimidos, de las cuales la de Roma es la peor, los mayores responsables del odio y discriminación hacia nuestra comunidad.Sólo pendientes de intereses doctrinales más, que del supremo bien evangélico.
Comunidades llamadas a sí mismas cristianas, pero que ni se han dolido ni se duelen de la pérdida de verdaderas crecidas de hijas e hijos, hermanos y hermanas.
Porque lo que les importa es el poder, tan ajeno al servicio según Jesucristo.
Contra la comunidad gay, se ha cometido –también junto a otras- la peor injusticia: arrebatar a las personas su fe.
La recuperación de ésta y, con ella, de la propia identidad personal, lleva años, en un proceso que no siempre ofrece garantía de éxito.
Pero hay que intentarlo, rogando a Dios con fe –sí, aun cuando creas haberla olvidado o perdido- que él nos restaure la memoria del alma para vivir como tenemos derecho a vivir:
con Él, para Él, hacia Él, PORQUE nuestro corazón estará inquieto hasta que se remanse en Él.
Gays y lesbianas tenemos derecho a la fe.
con Él, para Él, hacia Él, PORQUE nuestro corazón estará inquieto hasta que se remanse en Él.
Gays y lesbianas tenemos derecho a la fe.
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