sábado, 22 de septiembre de 2018

2- El camino hacia una sociedad igualitaria - Principios y práctica de la política matriarcal-Heide Goettner-Abendroth


Sugerencias para una sociedad nueva 

Sobre esta base quiero formular algunas sugerencias para una sociedad nueva, que serán desarrolladas en los siguientes capítulos. Para seguir el camino hacia la sociedad igualitaria será necesario combinar espiritualidad y política matriarcales para llegar a una economía y un orden social diferentes. Las sociedades matriarcales nos enseñan cómo puede ser posible. En ellas, la economía, la política, el orden social y la espiritualidad están entrelazados inseparablemente para facilitarles a todos una vida buena – su sistema de reglas lo garantiza. Por supuesto, hoy no podemos adoptar los modelos del pasado, como por ejemplo los clanes consanguíneos o la economía exclusivamente agrícola. Pues la historia y el desarrollo social no se pueden girar hacia atrás. Pero los modelos de las sociedades igualitarias, probados durante milenios, nos pueden proporcionar múltiples sugerencias para nuestro camino hacia una nueva sociedad igualitaria. 
En el nivel económico ya no es posible mantener el crecimiento de las grandes industrias o del nivel de vida, a riesgo de destrozar completamente la esfera biológica de la tierra. Aquí, la alternativa se da en la perspectiva de subsistencia como forma económica de unidades pequeñas y regionales.
Éstas trabajan para satisfacer las propias necesidades, de forma autárquica, anteponiendo indiscutiblemente la calidad de vida a la cantidad. A escala mundial hace falta consolidar y amplificar las estructuras de la economía de subsistencia que todavía existen y en las cuales suelen trabajar las mujeres; de ninguna manera pueden ser sacrificadas a la globalización económica de las multinacionales. La regionalización a favor de las mujeres es un principio matriarcal.
En el nivel social se trata de salir de la atomización de la sociedad, que lleva al ser humano cada vez más al aislamiento y al abandono, lo enferma y lo hace destructivo. Pues esto es el caldo de cultivo para la violencia y la guerra. Hace falta la formación de comunidades de afinidad electiva de diferentes tipos, sean éstas comunidades para vivir juntos, comunidades de vecindario o estructuras de redes. Las afinidades electivas, sin embargo, no se forman desde meras comunidades de intereses, porque estos grupos desaparecen tan deprisa como surgen. Una afinidad electiva, en cambio, sólo se genera sobre el fundamento de una coincidencia espiritual, y a través de ella se forma un clan simbólico, que une más que un mero grupo de intereses. 
El principio matriarcal de este modelo social consiste en el hecho de que son las mujeres quienes inician, sostienen y dirigen estos clanes de afinidad electiva, algo que actualmente las mujeres pueden empezar a hacer en cualquier lugar, y que de hecho ya están haciendo. La motivación son las necesidades de mujeres y niños, que son el futuro de la humanidad, y no los deseos de poder y potencia de los hombres. Éstos han llevado a las familias extensas patriarcales y a las sociedades secretas políticas de hombres, que oprimen y excluyen a las mujeres. En los nuevos matri-clanes, sin embargo, las mujeres integran a los hombres plenamente, pero según otro sistema de valores, que es el cuidado mutuo y el amor, en lugar del poder. De esta forma, también los hombres viven mejor que en el patriarcado.
 En el nivel de la toma de decisiones políticas el principio matriarcal de consenso es imprescindible para una sociedad igualitaria. Este principio puede ser practicado ya mismo y en todos los sitios. Es el principio fundamental que genera los impulsos para formar comunidades matriarcales, y al mismo tiempo impide que individuos o grupos empiecen a ejercer el poder en los nuevos clanes simbólicos. Establece el equilibrio entre mujeres y hombres, y también entre las generaciones, pues permite tanto a las personas mayores como a los jóvenes expresar plenamente sus ideas. Además, es el verdadero principio democrático, puesto que realiza lo que la democracia formal promete sin cumplirlo. Según este principio, las pequeñas unidades de los nuevos matri-clanes toman las decisiones. No obstante, este sistema sólo se puede extender hasta unidades que en su tamaño no superen las regiones. De todos modos, la meta política, según la perspectiva de subsistencia, son las florecientes regiones autárquicas y no las grandes unidades como las naciones, las uniones de estados o las superpotencias, que solamente aumentan el poder de los que ya dominan, al mismo tiempo que degradan a los individuos convirtiéndolos en “material humano”, “capital humano” o en meros números. 
En el nivel espiritual-cultural no hay otra solución que despedirse de todas las religiones jerárquicas con el concepto de un dios transcendental y con pretensión de poseer la verdad absoluta, religiones que han despreciado profundamente al mundo, a la tierra, a las personas y especialmente a las mujeres. En lugar de eso hace falta una nueva consagración del mundo según el imaginario matriarcal de que el mundo entero es divino, con todo lo que hay en él. Esto nos lleva a honrar y celebrar todo de una manera creativa y libre: a la naturaleza con todas sus manifestaciones y seres y a la organización de las comunidades humanas. Esto último se realiza honrando y celebrando una vez a las mujeres, otra vez a los hombres, en otra ocasión a los ancianos o a los niños con sus respectivas facultades, que forman su “dignidad” específica, su función social. Además, cada paso que damos en el camino hacia una nueva sociedad igualitaria merece una fiesta. Pues cada uno de estos pasos forma un fragmento de la nueva historia femenina, que podría darle al mundo un ejemplo de cómo la humanidad entera puede vivir mejor.
 De esta manera, la espiritualidad matriarcal penetra todas las cosas y volverá a formar parte habitual de cada día. Al mismo tiempo se puede apreciar en ella el principio de la tolerancia matriarcal, pues nadie está obligado en “creer” en algo. No se trata de ningún dogma o doctrina basados en “libros sagrados”, sino de una celebración permanente y diversa de la vida y del mundo visible. 
En este sentido, el camino hacia la sociedad igualitaria tiene que ser integral sin difuminarse. Tiene que ser siempre concreto, sin perderse en detalles incoherentes. La visión que abarca todas estas características la denomino modelo matriarcal. Un modelo no implica ninguna obligación a seguirlo, pues sólo en las relaciones de poder los modelos son impuestos por la fuerza. En la comunicación libre, un modelo representa una idea clara y puede aceptarse voluntariamente como guía práctica para un futuro mejor, integrando diferentes objetivos y acciones alternativos.
 En mi opinión, los actuales movimientos alternativos dan muchos pasos que tienden implícitamente hacia el modelo matriarcal que aquí se propone. Estos movimientos se extienden rápidamente desde abajo, en escala mundial:

- los diferentes movimientos sociales
- los movimientos ecologistas 
- los diversos movimientos pacifistas
- los diferentes movimientos feministas 
- los movimientos de los pueblos indígenas
- los movimientos cívicos 
- los movimientos de comunidades 

Todos ellos contienen elementos diferentes de modelos matriarcales tanto tradicionales como nuevos y creativos, en parte inconscientes, en parte conscientes. Los modelos tradicionales ya existen y se reinterpretan. Los modelos nuevos se suelen encontrar al practicarlos y a veces se formulan como ideas conductoras. En este sentido, las personas que participan en aquellos movimientos ya se encuentran en el camino hacia una nueva sociedad matriarcal, justa y pacífica.
 En mis siguientes contribuciones quiero presentar el modelo matriarcal paso a paso en cada uno de estos niveles y explicarlo más detalladamente. Para eso hace falta una cuidadosa y cautelosa reflexión de transposición de los modelos matriarcales a las condiciones actuales. No los podemos copiar simplemente, pues la historia y el desarrollo social no se pueden girar hacia atrás. 
Pero podemos sacar diversas inspiraciones de la gran inteligencia social que se encuentra en estos modelos para aprovecharla para nuestra propia imaginación, formando y desarrollando elementos nuevos para una nueva sociedad matriarcal, es decir igualitaria. 

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