lunes, 24 de septiembre de 2018

3-Pasos hacia un modelo matriarcal-Heide Goettner-Abendroth


1. El orden social matriarcal Es a causa de las características específicas de su orden social, que las sociedades no-patriarcales se llaman “matriarcales”. Estas características son para nosotros muy explosivas, ya que hemos interiorizado los modelos sociales patriarcales como una segunda naturaleza nuestra. De ninguna manera, sin embargo, confirman los prejuicios según los cuales en los matriarcados “mandan las mujeres” o que, incluso, “ejercen el poder”. Jamás, ninguna de las investigadoras de matriarcados serias lo ha afirmado así. Semejantes prejuicios no reflejan sino los modelos patriarcales que, banalmente invertidos, son atribuidos a las mujeres. Quien lo sostiene, muestra claramente que las ideas de jerarquía y poder ocupan y deforman por completo su modo de pensar, así que ya no es capaz de imaginarse unas formas de vida igualitarias, como las que se dan en los matriarcados. Tampoco hay que escandalizarse con el concepto de “matri-arcado”, pues no es, en contra de la apariencia, el paralelo al concepto de “patri-arcado”. La palabra “arche” significa en griego tanto “poder” como “principio”, siendo el segundo significado el más antiguo. Tenemos que traducir claramente “patriarcado” como el “poder de los padres”, mientras que “matriarcado” significa “al principio las madres”. Y con esto acertamos. Por un lado, los matriarcados aparecen sensiblemente antes en la historia que los patriarcados. Por otro, respetan que las madres son el principio de cada ser vivo y han transformado este hecho natural en un sistema cultural. El significado de la línea materna Es característico para una estructura matriarcal que el parentesco se determina por la línea materna, es decir que vale “el orden simbólico de la madre”.La razón para eso no es que los hombres fueran tan primitivos que desconocieran la paternidad (jerga de los misioneros). La paternidad se conocía parcialmente, pero no era importante, porque no representaba el principio que daba forma a la sociedad. En parte se desconocía a causa de las relaciones múltiples en la vida amorosa, pues en estas condiciones no se puede determinar la paternidad, mientras que la maternidad es evidente por el parto. La línea materna o matrilinealidad es un principio fundamental, pues según él se forman las comunidades de parentesco sanguíneo de los clanes, que son el mundo social de las personas matriarcales. No solamente el nombre del clan, sino también las funciónes sociales y los títulos políticos se heredan en el clan por la línea materna. Un matri-clan convive en una gran casa del clan. En ella viven la madre del clan y sus hermanas, las hijas y las nietas de ellas, así como también los hombres directamente emparentados: los hermanos, los hijos y los nietos de la madre del clan y de sus hermanas. Las mujeres viven permanentemente allí, y no abandonan nunca la casa del clan maternal cuando se casan. Esto se llama matrilocalidad. Cada matri-clan en una aldea o en una ciudad es una unidad económica autárquica. Para lograr que estas comunidades autárquicas formen una estructura social con los otros clanes del lugar, se desarrollaron complejas reglas de casamiento. Existe la de casamiento recíproco entre dos clanes, en combinación con cierta forma de libre elección en los otros clanes. “Casamiento” no se debe entender como monogamia de por vida – esta forma se desconoce en los matriarcados – sino que el matrimonio dura más bien poco tiempo. No es más que una relación amorosa que se mantiene durante algunas semanas, algunos meses o algunos años. El efecto de las reglas de casamiento, sin embargo, es que todos los habitantes de la aldea o de la ciudad están emparentados los unos con los otros, de forma más o menos próxima, por nacimiento o por casamiento. Esto es un efecto deseado, pues de tal manera cada población construye un sistema extendido de parentesco matrilineal, que tiene su sentido en un sistema de ayuda mutua. De este modo se crea una sociedad de parentesco igualitaria, horizontal y no-jerárquica, que se entiende como un clan ampliado, con todas las obligaciones de la ayuda mutua. Extendido al nivel regional, se trata del principio de la matrilínea simbólica. En todas las aldeas y ciudades de la región hay clanes con el mismo nombre de clan, lo que se ha establecido adrede. Cuando una persona de un clan determinado llega en su peregrinaje, su viaje comercial o amistoso a otra aldea en la que existe un clan con su nombre, entonces éste la recibe como una hermana o un hermano, aunque ya no hay relación de consanguinidad. De esta manera, una región entera se une a través del parentesco simbólico con sus obligaciones de ayuda, un principio que a veces se utiliza incluso entre varias tribus. En este sentido, la matrilinealidad es el principio que da la forma a toda la sociedad.

La relación entre los sexos

Las mujeres no abandonan nunca la casa maternal del clan y con esto su seguridad económica y social. Precisamente la seguridad que les da el clan matrilineal les permite la libre elección del amor. Pues no dependen de un hombre como sustentador, como es el caso de la familia nuclear de la burguesía patriarcal. Cuando se separan de su pareja, no tienen que preocuparse de si van a empobrecer o sus hijos perderán su hogar o su padre. Incluso en el caso de varios matrimonios o relaciones amorosas, el propio clan sigue siendo su hogar permanente. Y como los niños son cuidados siempre por todos los miembros del clan, ellos tampoco pierden a su persona de referencia estable, ni a su “padre social”, que es el hermano de la madre. Con eso llego al papel que juega el hombre en el matri-clan: los hombres jóvenes abandonan la casa de la madre cuando se casan o establecen una relación amorosa. Pero no tienen que ir muy lejos para encontrarse con su amante o esposa, pues ésta vive en un clan vecino y le ha invitado a su habitación. Los hombres no se quedan mucho tiempo fuera de la casa de su madre, sólo desde el atardecer hasta la madrugada. Esta clásica forma matriarcal se llama matrimonio de visita, es una forma muy abierta y limitada a la noche. Es decir, los hombres matriarcales no viven con sus esposas o amantes, sino son solamente invitados en las casas de éstas. Su domicilio es la casa de su madre, en la cual tienen los derechos y las obligaciones de un miembro pleno de clan, pues aquí viven y trabajan. Los hijos de las esposas y amantes pertenecen a la casa del clan de éstas, puesto que llevan el nombre de clan de su madre. Los hombres no consideran “hijos” a estos niños porque no llevan el mismo nombre de clan que ellos. En cambio, los hijos de sus hermanas tienen el mismo nombre que ellos, por eso los hombres consideran a las sobrinas y los sobrinos como “sus hijos”, participan en su cuidado y comparten la responsabilidad educativa. En este sentido, los hombres tienen el papel de “padre social” respecto a los hijos de sus hermanas.
Los dos sexos tienen cada uno su propia función social, cada una muy estimada. No hay ninguna degradación de un sexo por debajo del otro. Como consecuencia, ni hay una asimilación del sexo inferior al dominante, tal como lo vemos hoy en el mundo occidental donde las mujeres, voluntaria o forzadamente, se asimilan a los hombres. En el matriarcado ambos géneros poseen su propia esfera, que comprende diferentes elementos económicos, sociales y espirituales. Estas esferas se refieren recíprocamente unas a otras, en cada una de sus partes, siguiendo el principio del equilibrio, así que no puede surgir ningún poder sobre los demás. La veneración general de la mujer en el matriarcado no invalida este principio ya que no tiene que ver con ella como individuo sino en general como reparturienta de las antepasadas o los antepasados, como creadora de la línea materna y, con eso, de toda la sociedad

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