Algunos principios son ejes fundamentales de la teoría queer, que pueden merecer destaque, tales como: “la visión de estructura y poder descentralizados, relacionales y producidos por la acción humana, el desprecio a cualquier modo de esencialismo, a la identidad como performance identitaria, o desprecio a cualquier categoría de representación y énfasis a la diferencia.” Lo que se quiere decir es que lo queer no es una identidad de género o sexual que se suma a otras. Nadie va a identificar lo queer del mismo modo que alguien puede identificar a la lesbiana o al gay o al heterosexual. No se trata de una identidad ontológica o un sustantivo. En realidad se trata de un verbo, una identificación jamás concluida, porque siempre está en proceso.
En su articulación es posible observar los cruces desde la perspectiva de sexo y género con la etnia, la clase y otras categorías sociales. Analiza simultáneamente discursos y relaciones de poder que crean, mantienen y refuerzan discriminaciones frente a la diferencia de género y de la sexualidad.
3. La Teología Queer
La Teología es todo discurso acerca de Dios, por lo tanto, caracterizado por la transitoriedad de la propia historia de las culturas y de las sociedades. Corresponde a la teología ejercitar permanentemente la actualización de su discurso y de la búsqueda de sus cuestionamientos. Por lo tanto, lo que se nombra como Teología Queer es una de las posibilidades de actualización del discurso teológico que se utiliza del método desarrollado por las teorías queers. Es una teología contemporánea, contextual y que indica un nuevo camino para que la humanidad avance en la profundización de su conocimiento sobre Dios.
En América Latina hay varios teólogos y teólogas que trabajan con el método queer. La obra hasta ahora más amplia es de la teóloga argentina Marcella Althaus-Reid, seguida por André Musskopf (Brasil), Hugo Córdoba (Argentina), Darío García (Colombia), Nancy Cardoso Pereira (Brasil), Loreto Fernandez (Chile) entre otras y otros que están desarrollando tal teología con trabajos publicados.
En la teología cristiana, por siglos y siglos — repetida de cierta forman y pensada por determinados sectores y personas — muchos conceptos quedaron cristalizados por doctrinas y dogmas, como si no fuese posible otras referencias acerca de Dios, de la fe, del pecado, de la justicia, del amor, de la solidaridad, de la compasión, de la moral y de la ética, como también del cuerpo y de la sexualidad.
Según Deborah Britzmann, “cualquier conocimiento ya contiene sus propias ignorancias.” Esta frase nos puede ayudar a mirar a la teología con la percepción crítica de cómo están imbricados conocimiento e ignorancia, justamente porque los conceptos están fecundados por ideologías o intereses que hacen el juego de la ocultación y de la revelación.
Cuando se observa en la teología determinados problemas, cómo fueron formulados utilizándose la lógica heteronormativa y patriarcal, se descubre por qué otros problemas fueron dejados por fuera y otras preguntas no fueron hechas. Esta es una de las contribuciones de la Teología Queer, que busca analizar los principios teológicos, dogmáticos, doctrinarios que fueron cristalizados con mayúsculas, legitimados y respetados.
La Teología Queer rompe con la ideología heterosexual que establece como norma universal para la sexualidad, predominante en la historia del cristianismo y de la teología. La exigencia metodológica se da al preguntarse acerca de la experiencia heterosexual que ha moldeado la comprensión de la teología y, al mismo tiempo, al preguntarse acerca del papel del teólogo y de la teóloga y de su hermenéutica. Según Althaus-Reid, tal método exige valor y honestidad, que va mucho más allá del compromiso analítico y crítico para con la teoría queer, lo que exigirá un pensamiento no heterosexual y valor para los análisis críticos.
En verdad la teología está acostumbrada a tratar con sujetos estables. La problematización del sujeto y de su diversidad y fluidez desestabiliza o crea resistencia e incomodidad para la teología por el sencillo detalle de que se pierde el control. Por esta razón se comporta como un sistema judicial, constitucional donde no se permiten las excepciones, al menos que estén reducidas a excepciones, sin reconocimiento de lugar ni de voz. La teología pensada desde la teoría queer rompe con la rigidez de tales principios y reivindica identidades sexuales de varios modos. Como la preocupación no está en la absorción o incorporación, por tanto cuestiona y critica sin temor, oponiéndose a conferir identidades homogéneas a la sexualidad y refleja nuevos sujetos de derecho, tales como bisexuales, homosexuales, travestis, transgéneros.
Por lo general, la teología cristiana se ha preocupado con normatizar o reglamentar comportamientos y pensamientos, generando reglas morales clasificatorias y excluyentes. La Teología Queer representa resistencia a este principio de normalidad. Porque la “normalidad” representa una construcción que afecta las diversas esferas socioculturales reflejadas en la identidad de los sujetos particulares y colectivos. Las construcciones hegemónicas de identidades sexuales únicas contribuyeron históricamente en la consolidación de estructuras opresoras de relaciones de poder en las iglesias cristianas con sus teologías. La propuesta queer, por el contrario, trata con la imprecisión de las identidades humanas, lo que constituye un poderoso elemento de resistencia no solamente en contra del discurso sexual normativo, sino en contra de la domesticación de Dios. La Teología Queer es una teología crítica que enfrenta al elemento que sostiene los discursos, las batallas públicas de la iglesia sobre la sexualidad pues afirma que tanto la heterosexualidad como la homosexualidad son identidades construidas y que existen otras sexualidades que no se ajustan a ninguna de estas categorías.
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