miércoles, 19 de septiembre de 2018

4. La Teologia Queer desde Althaus-Reid-Genilma Boehler


Para Althaus-Reid la hermenéutica es un modo de perversión , que necesita ser comprendido como la elección de un camino alternativo al modelo hegemónico heterosexual. Se trata de un ejercicio complejo de análisis interpretativo basado en la sospecha y en la crítica.
Althaus-Reid es quizás hasta ahora, la teóloga queer en lengua hispana que ha buscado nombrar su teología con términos que de algún modo se acercan al sentido de lo queer. Por esta razón ella juega con términos y hechos.
Los adjetivos que son utilizados en el nombramiento de la teología que ella escribe ofrecen la clave para entender esta ambigüedad.
Lo que hace es nombrar su teología como Indecente o como Torcida, para indicar las prácticas inmorales que marcaron todo el proyecto de colonización en Latinoamérica, con la evangelización cristiana, donde las herramientas utilizadas fueron de dominación, exclusión, subordinación y violencia.
Lo queer de su teología está por ella misma definida como “la teología indecente opera […] como un proceso de liberación que consiste simplemente en poner en duda las tradiciones de los presupuestos sexuales, proceso que al ser público puede tener implicaciones políticas de transformación”. También agrega: “en teología, los actos indecentes nos exigen creatividad para ver lo no visto, pero también valor para denunciar lo que no funciona”.
Así, Althaus-Reid considera la Teología Torcida como la que “va más allá en su sospecha hermenéutica y problematiza las construcciones teológicas al servicio de intereses de poder, y especialmente cuestiona la construcción ideológica de las identidades sexuales.”
En su libro La Teología Indecente, en el capítulo tres, hace un interesante juego de palabras explorando lo sexual y lo erótico en la teología: “Cantar obscenidad a la teología. La teología como acto sexual.”. En sus argumentos indica los aspectos sexuales de la teología confirmándolos como ideología, ortodoxia, ortopraxis y acción sexual.
En La Teología Indecente, Althaus-Reid cuestiona y critica “las fuerzas interpelativas y normativas de la teología patriarcal.” En la actualización de los discursos teológicos ella rescata el derecho de reinterpretar la identidad humana-divina sin restricciones. Propone el derecho que posee la Teología Queer de renombrar a Dios, como teólogas y teólogos indecentes: “Dios Marica, Dios Gran Reina, Dios Lesbiana, Dios Mujer Heterosexual que no acepta las construcciones de la heterosexualidad ideal, Dios ambivalente de difícil clasificación sexual.”
Althaus-Reid afirma el rescate del poder de las palabras, de la resignificación a partir de criterios de la sexualidad, “decir ´Dios Marica` es proclamar no solamente una sexualidad que ha sido marginada y ridiculizada, sino también una epistemología distinta y también el desafío de apropiarse positivamente de una voz que ha sido utilizada para menospreciar y humillar a otros y otras. Pero no se trata de ser irresponsable en sus argumentos cuando se trata de la búsqueda de nuevas comprensiones de Dios. Así afirma:
La cuestión de un bi-Cristo no tiene que ver con las actividades sexuales de Jesús, que desconocemos. Por lo que a nosotros respecta, Jesús puede haber sido un travesti, una lesbiana ofensivamente viril, un gay o una persona heterosexual. Predomina las figuras heterosexuales en las narrativas, y son fácilmente identificables no por el modelo ‘chica conoce a chico’ (o chica conoce a Dios), sino por pautas de pensamiento jerárquico, constructivo y binariamente organizado. El Mesías sistemático es un Cristo con limites y fronteras claros, un compromiso entre las ambigüedades de su carácter y la precisión casi militar y la clara planificación de vida que requiere el pensamiento heterosexual.
En el método aplicado por Althaus-Reid, las metáforas ilustrativas desde la concreción de la vida, así como las preguntas, ocupan espacios fundamentales para reflexiones profundas. Las preguntas que se encuentran en sus textos – libros y artículos – obligan a la lectora y al lector a salir de su lugar común, mirando otras posibilidades interpretativas.
Afirma Althaus-Reid que el Jesús que nace de un parto “limpio”, virginal y que resucita, fundamenta una  representación teológica cuya falacia está en el concepto desde lo masculino y de la impureza relacionada a lo femenino. La representación de María y de Jesús por las teologías sistemáticas, ha definido a ambos según el modelo hegemónico de la heterosexualidad. En sus argumentos sostiene que “[…] nuestros tratos teológicos con Jesús son queer, de naturaleza indecente, precisamente porque el comportamiento de género de Jesús es difuminado con una sexualidad que depende de una sutil conciencia divina (la suya y la que proyectan en él amigos, familia, enemigos y admiradores) y del lugar donde vivió.”
Por lo tanto, el desafío está en deconstruir lo hegemónico, con la posibilidad de rescatar lo particular, el fragmento, lo provisorio, pero que da sentido a una comunidad de fe. Indica que “el Cristo heterosexual, el gay, el de las lesbianas, o transexual y otros no necesitan ser exclusivos sino ubicados en el espacio-tiempo de la experiencia de una comunidad.” Para las teologías acostumbradas con universalidades y absolutismos, la propuesta de la teología indecente se la considera rara. Como Althaus-Reid afirma:
Las teologías sexuales indecentes no necesitan de teleología ni de sistemas, pero pueden ser efectivas en tanto representen la resurrección de lo excesivo en nuestros contextos y una pasión por organizar las transgresiones lujuriosas del pensamiento teológico y político. Lo excesivo de nuestras famélicas vidas: nuestra hambre de comida, de contacto con otros cuerpos, de amor y de Dios; una multitud de hambres jamás satisfechas que crecen y se extienden, y nos ponen en situaciones de riesgo y desafiantes […] de opciones hermenéuticas retorcidas en el camino de pensar la teología, la política y el género desde nuestras experiencias sexuales y de nuestras identidades. […]
De hecho, Althaus-Reid reivindica la innovación, la creación de otra epistemología teológica casi exclusivamente en instancias no heterosexuales. En la visión de Althaus-Reid “ el nuevo pobre en su sistema teológico es constituido solamente por gays, lesbianas, travestis y transexuales. El rescate y la valoración de tales sujetos está perfecto porque evidencia que “la homosexualidad es una expresión de la sexualidad. Involucra modos de amar, sentir y pensar.” El riesgo está en la inversión de utilizarse la estructura hegemónica binaria, tales como la inversión del binomio normativo-pervertido y considerarla como única posibilidad, único camino.

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