Soy Favio Anselmo Lucero. Autor de dos libros: Equipaje Ancestral y La Flor Invertida . En este sitio publico temas relacionados a la teología de la liberación Queer. Sabiendo que la teología cristiana, está manipulada por líderes con poder y privilegios, hetero-patriarcales y misóginos, que se debe desenmascarar para incluir la realidad de opresión a las personas LGBTQ+. Tiendo este puente hacia un encuentro humanizador. Difundiendo textos formativos de eruditos y propios.
lunes, 24 de septiembre de 2018
5-Economía matriarcal-Heide Goettner-Abendroth
2. En el nivel económico, los matriarcados son sociedades de equilibrio que se basan en una economía del regalo. Su economía de equilibrio no permite la división entre pobres y ricos, pero produce un bienestar moderado para todos. El contrario de la economía de equilibrio es la economía de acumulación en las sociedades patriarcales. En ellas, unos pocos poderosos -quienes han llegado a serlo por las armas, el dinero y las estructuras económicas- se quedan con la mayor parte de los bienes existentes que les han quitado a la mayoría de los hombres por presión directa o indirecta. Mientras para la primera vale el principio de “dar y tomar ”, para la última vale el precepto rapaz de “tomar y marcharse”. Como investigadora siempre me ha fascinado la manera en la que las personas matriarcales hacen funcionar la economía de equilibrio, de modo que he podido descubrir sus reglas. Aplican un sistema determinado de hacer circular los bienes como regalos que no admite acaparar o acumularlos. De esto no se exceptúa ningún tipo de bienes, ni los productos agrícolas o artesanales, ni las mercancías o el dinero que los hombres matriarcales ganan hoy en día con trabajos ocasionales fuera de su propia sociedad. Tradicionalmente la economía matriarcal es libre de dinero porque no le hace falta.
Acerca de la economía interna de los clanes
Todos los bienes adquiridos por los miembros del clan se entregan a la matriarca del clan. Al juntarlos en un lugar se garantiza la visión sobre el conjunto. Pero no por eso son propiedad de la matriarca, sino que ella solamente los administra, repartiéndolos a partes iguales y justamente entre todos los miembros del clan. Los excedentes son reservados para gastos especiales, después de deliberarlo comúnmente en el consejo del clan. La matriarca como primera persona de confianza es, por decirlo así, la oficina de coordinación económica. Para ilustrarlo cuento la anécdota verídica de un hombre matriarcal que ganaba dinero como jornalero fuera de su región materna. Sus compañeros de trabajo le preguntaron con desprecio: -¡Qué es eso! ¿Entregas todo tu dinero a tu madre? – Y él contestó, sorprendido: - De no ser así, ¿a quién se lo entrego? – Esta anécdota demuestra que él consideraba “su” dinero como el bien de todo el clan.
Acerca de la economía entre los clanes
A causa de los diferentes rendimientos en la cosecha o de la suerte en el comercio puede darse cierto desnivel económico entre los clanes de una aldea o una ciudad en el transcurso del año. Es interesante ver cómo manejan esto en la población: Siguen el principio según el cual todos los bienes y excedentes circulan como obsequios voluntarios en la aldea, de modo que no pueden ser acaparados. La circulación obedece a unas reglas determinadas que, a su vez, están vinculadas a sus fiestas espirituales, que son el centro de su vida. Las fiestas son el motor de su economía de equilibrio. En las frecuentes fiestas estacionales, que son fiestas populares, se celebra con gran alegría, se baila y todo se acompaña de buena comida y bebida, pues nada debe faltar. Los clanes favorecidos por la suerte aportan la mayor parte a estas fiestas al invitar a comer y beber a todos los miembros de la aldea, de la pequeña ciudad o del barrio en una ciudad más grande. Esto va por turnos, cada vez es el clan mejor asentado el que convierte sus bienes en regalos para los demás. Al final de la fiesta, el bienestar de este clan se ha nivelado.
En las fiestas del ciclo vital de un clan es normal que el clan en cuestión organice la fiesta para toda la comunidad y gaste todo lo que pueda. Las fiestas del ciclo vital, sin embargo, también tienen lugar en clanes menos ricos. En caso de que un clan pobre celebre tal fiesta, los clanes de mejor posición le ayudan con donaciones de bienes y dinero, en relación directa con su riqueza: Quien tiene más, da más, quien tiene menos, da menos. De esta manera se produce un equilibrio al hacer circular los bienes como regalos.6 En una sociedad matriarcal es imposible, gracias a tales reglas, ganar bienes y dinero a través de la influencia política. Más bien ocurre lo contrario: Quien ocupa un cargo político, empobrece. Pues existe la norma que el clan que, por ejemplo, presenta al jefe de la aldea como delegado hacia afuera tiene que distinguirse organizando fiestas para toda la aldea. Después de un período relativamente corto de tiempo se ha agotado económicamente, y entonces eligen al jefe de aldea en otro clan hasta que éste también haya apurado sus recursos. En la cultura tradicional de los hopi en Arizona al preguntar por su “jefe” siempre contestaban que se buscara a aquel de apariencia más pobre, éste sería el jefe. Y en el pueblo de los arawak en América del Sur es habitual que el jefe trabaje más que el resto cuando talan el bosque, mientras que sus compañeros de aldea están allí y le miran.
Acerca de la economía entre las aldeas
Las mismas reglas de la economía de equilibrio valen también en el nivel regional entre las aldeas, y entran en funcionamiento cuando las aldeas participan en una gran fiesta regional. También los gastos principales para las fiestas corren a cargo de aquellos clanes de las diferentes aldeas que en ese momento son más ricos. De todo esto se desprende que la economía de equilibrio es una economía de fiestas, y la economía de fiestas es una economía del regalo. Los clanes que regalan no esperan recibir lo mismo en la próxima fiesta, sino que los obsequios salen del corazón. No se trata de un “intercambio” equivalente, pues de lo contrario no funcionaría la economía matriarcal como economía de equilibrio con nivelación permanente entre sus miembros. Esta economía del regalo, sin embargo, no es casual ni arbitraria, que pasaría fácilmente si personas individuales se regalasen mutuamente unos bienes. No tiene lugar entre individuos, sino entre clanes, y sigue las reglas de la economía de fiestas, que todos conocen. Por eso, la economía del regalo es viable y realista, pues se produce en un circuito cerrado. En los matriarcados, el equivalente de los bienes cedidos no es la devolución con intereses –que es el proceso contrario y explotador de la “realización del capital” patriarcal- sino el honor. “Honor” significa aprecio social que se mide en función del cuidado por la comunidad. Este reconocimiento social es un factor ideal, que, además, tiene una faceta muy práctica. En el caso de que un clan reconocido pasara tiempos difíciles a causa de circunstancias adversas, todos los clanes le ayudarían. Una matriarca de los tuareg tradicionales del Sahara lo expresó diciendo que ser “rico” o “pobre” no son más que estados cambiantes que cada clan vive sucesivamente en el transcurso de su historia. Por eso ella no teme para sí misma o los suyos los años de sequía en los cuales sus rebaños de ovejas o de cabras se mueren de sed. Si padeciesen eso, los otros clanes, que a pesar de vivir muy dispersos, son sus vecinos, les regalarían la “leche viva”, es decir partes de sus propios rebaños de ovejas y cabras. En la ciudad en cambio, la gente sin dinero está desamparada, porque allí cada uno lo posee individualmente. La economía de equilibrio matriarcal sobre la base de regalos se manifiesta de este modo como un confiable sistema de ayuda mutua. Si intervienen el dinero o símbolos semejantes al dinero (como por ejemplo los cauris o las hojas de banano en el caso de los trobriandeses de Melanesia), entonces no juegan ningún papel distinto a los demás bienes de cambio o de regalo. Por eso, en una sociedad de este tipo no es posible la formación de capital con todas sus consecuencias egoístas y desastrosas para la comunidad. Imaginemos ahora, en un ejercicio mental, estos modelos de economía matriarcal traducidos a las actuales comunidades creativas - ¿qué provocarían? A lo mejor pueden dar un impulso para solucionar el frecuente dilema: ¿caja común o dinero individual para cada uno? Aquí, por supuesto, hay muchas formas intermedias que son, no obstante, más o menos casuales. El grupo básico para la formación de la economía matriarcal en las nuevas comunidades también sería el clan, en el sentido del matri-clan de afinidad electiva de “hermanas” y “hermanos”, elegidos como compañeros espirituales.
Hoy: Acerca de la economía interna de los clanes simbólicos
En un matri-clan de afinidad electiva existiría el mismo grado de confianza que en los clanes consanguíneos y funcionaría además como un grupo de cooperación de trabajo, si es posible. Es más grande que la familia nuclear tardo-burguesa y más pequeña que toda la comunidad y se compone de un número manejable de diez a veinte personas aproximadamente. Esto es importante en cuanto a los asuntos económicos, porque importa mantener la transparencia. Supongamos que los miembros del clan ya han elegido, de entre el grupo de los mayores, a la matriarca (“Gran madre”) y al sachem (“jefe de paz”), que representan al clan hacia fuera. Estos son igualmente la instancia económica dentro del clan, pues se les entrega la fortuna del clan, consistente en bienes y dinero. Esto es un honor personal para ellos, y por consiguiente tienen la obligación de repartir justamente los bienes de primera necesidad entre todos los miembros del clan. Exactamente esta responsabilidad personal en el manejo de los bienes y del dinero pesa más y crea otras formas que en el caso de un “tesorero” impersonal e intercambiable como existe en las asociaciones. Sin embargo, ni la matriarca ni el sachem deciden cómo se utiliza el tesoro del clan, sino el consejo, integrado por todos los miembros del clan. El consejo del clan decide una vez al año la suma, a partes iguales, que se entrega continuadamente a todos y cada uno para la vida cotidiana. Asimismo decide caso por caso los gastos especiales. La matriarca y el sachem actúan en el consejo como asesores, pero en la toma de decisiones sólo tienen un voto, como todos los miembros del clan. El tamaño del consejo es manejable, lo que asegura la transparencia. Problemas que normalmente se discuten apasionadamente, ya no tienen importancia: Imaginemos, por ejemplo, la situación de que un miembro masculino del clan que gana bien “afuera, en el patriarcado” ingresaría al tesoro del clan más que otros miembros - ¿no es injusto? No, pues él obtiene a cambio gran honor, al mostrar un elevado grado de comportamiento pro-social. Además, la cercanía de las “hermanas y de los “hermanos”, su protección y su amor no se pueden pagar a ningún precio, pues estos bienes son tan valiosos que no se pueden comprar “afuera, en el patriarcado” ni con muchísimo dinero. También se resolvería otro problema típicamente patriarcal:
Tampoco importa si, por ejemplo, una mujer con niños pequeños no puede ingresar nada a la caja del clan temporalmente. Ella en cambio regala un bien de inestimable valor, que es la vida joven, dando a todos la posibilidad de tener “hijos” y facilitando de este modo al clan y a la comunidad una perspectiva de futuro. Si se maneja así, el dinero pierde su falso nimbo. Al mismo tiempo se elimina para siempre la injusticia extendida del trabajo bien remunerado de los hombres en profesiones de prestigio y del trabajo infravalorado de las mujeres en profesiones malditas, peor todavía: del trabajo no pagado de las madres.
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