Acerca de la economía entre los clanes simbólicos
Los clanes de afinidad electiva se ayudarán económicamente en una nueva comunidad, pues forman un sistema de ayuda mutua. En actividades y fiestas comunes, la economía de equilibrio matriarcal del regalo puede entrar en vigor también en este nivel. Actividades y fiestas se patrocinan por los distintos clanes de manera distinta según sus posibilidades, siguiendo el principio de quién tiene más, da más. En el caso de que aquellos que antes daban más pasasen estrecheces económicas, les tocaría a los demás clanes aportar más. Esto hace circular los bienes y el dinero traspasando las fronteras de los clanes y llevando, bien manejado, de nuevo al equilibrio entre los clanes, siendo el deber de todos los miembros en la comunidad vigilar por que este equilibrio se produzca permanentemente. Esto es un reto interesante que exige capacidad de combinación, discutiendo las reglas generales una y otra vez en la práctica. Es un fin deseable hacer innecesario el uso del dinero como medio de canje dentro de la comunidad. Este puede ser sustituido poco a poco por el intercambio de bienes y la prestación de servicios. Entonces el dinero sólo vale “fuera”, para asuntos más allá de la comunidad que tienen que ser pagados con dinero. Para este fin todos los clanes pueden crear un tesoro común, según los mismos principios de un tesoro de clan. Este tesoro se confía al “consejo de sabios”, que es un grupo elegido de entre las mujeres y hombres más mayores de todos los clanes. Éste, en analogía al tesoro de clan, solamente administra el tesoro comunal, puesto que es el consejo de toda la comunidad el que decide sobre los gastos. En este modo de obrar en todos los niveles se encuentra un elevado valor emocional. Pues así se empieza a regalar de manera ponderada y creativa para el bien de toda la comunidad. Esta conducta de regalar sin condiciones, que no tiene nada egoísta, estrecha y refuerza los vínculos emocionales dentro de toda la comunidad. Se honra tanto en el caso de los individuos como en el caso de los clanes. Al fin y al cabo es la conducta maternal, de la misma manera que la madre tierra les regala a los humanos todo lo que necesitan para vivir. En la economía patriarcal, en cambio, la tierra es explotada como materia prima gratis, semejante a la explotación de las mujeres como madres. Pero en la economía matriarcal la conducta maternal de regalar es el valor más apreciado. Por eso, una matriarca, un sachem o un clan son más venerados si actúan “como una buen madre” (dicho de los minankabau, Sumatra). La afectuosidad maternal en las sociedades matriarcales nada tiene que ver con el sentimentalismo tardoburgués, sino que es un factor económico y a la vez social.
Acerca de la economía entre las nuevas comunidades
Obviamente la economía del regalo sólo puede funcionar en un circuito cerrado. Hoy en día ya no vivimos en una cultura matriarcal, sino en una sociedad con reglas muy distintas. En un clan o una comunidad que se entienden como un grupo cerrado las cosas están claras. Entre dos o más comunidades, no obstante, se plantea más difícil realizar la economía matriarcal. Aquí, de antemano, hace falta comprometerse mutuamente a la economía matriarcal para una actividad o una fiesta regional que se llevará a cabo comúnmente. Ésta vale sólo para el período convenido, pero admite más posibilidades que si cada comunidad obrase por sí sola o si las comunidades compitiesen entre sí. En caso de que se haya tomado un acuerdo vinculante, para este período determinado valen las mismas reglas de la economía de equilibrio por regalo que en el interior de una comunidad: Quien tiene más, da más. Todos los clanes de las comunidades que cooperan lo respetan. Los elementos esenciales siguen siendo la transparencia de las actividades económicas y el honor que se merecen aquellos que regalan. Si esto se logra, merece una fiesta en la que se celebra la propia acción de regalar, igual que lo hicieron las mujeres hopi en Arizona en su cultura tradicional con el Give Away Festival, tirando los frutos de su agricultura y los productos de su artesanía a la multitud de los espectadores divertidos, que en parte ni siquiera pertenecían a su cultura matriarcal. Con esto regalaron, simbólicamente, al mundo entero.
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