lunes, 24 de septiembre de 2018

7-La práctica política matriarcal-Heide Goettner-Abendroth


3. En las sociedades matriarcales, la política no es un ámbito separado en el cual los partidos, parlamentos, senados, gremios y gobiernos actúan habitualmente como si las ciudadanas o ciudadanos no existieran. Cada cuatro años los redescubren, los contentan con eslóganes y esperan una decisión consistente en marcar una cruz en una papeleta de voto – como si fuesen analfabetos. En cuanto al contenido, no tienen nada que decir, resultando la democracia actual meramente formal. Las decisiones reales se toman en otro sitio, pero no por el pueblo. En las sociedades matriarcales, en cambio, la democracia directa perfecta regula todas las decisiones, y la política consiste en ser el asunto de cada persona, puesto que se fundamenta en el consenso estricto y en la unanimidad de todos los miembros de una determinada comunidad. Puede tratarse de la comunidad del clan en un hogar, la comunidad local de la aldea o la comunidad de la tribu en una región entera.
 El consenso se consigue siguiendo dos principios fundamentales: la limitación del tamaño y la formación de consenso de manera estructurada. La limitación del tamaño se refiere sobre todo a una población matriarcal, que no sobrepasa el tamaño máximo de tres mil personas. Pues cada poblado es una aldea república autónoma. Más allá de este tamaño se pierde la transparencia y se hace imposible conseguir un consenso ya que la política de la tribu de una región se basa en las decisiones que se toman en las aldeas. En las distintas aldeas, a su vez, la política se basa en las decisiones de los diferentes clanes, y en éstos deciden todas las personas juntas. De esta manera, cada persona participa en el proceso, trátese de decisiones en el ámbito del clan, de la aldea o de la tribu.

 La formación de consenso de manera estructurada 

Este sistema es significativo, pues es la única democracia directa perfecta que funciona, y eso ocurre gracias a la invención de la formación de consenso de manera estructurada, que seguidamente paso a describir. Cualquier política matriarcal se basa en el consejo del clan, que es la asamblea de todos los miembros adultos en un hogar. Los jóvenes cuentan a partir de los 13 años como miembros plenos del consejo. En él se hace la política real, de allí salen todas las decisiones y luego vuelven a él. Al principio discuten separados por géneros. Las mujeres hablan entre sí y encuentran su consenso sobre determinado asunto, los hombres hacen lo mismo por su lado. Es decir, las personas no aparecen como “individuos” neutros y asexuados en grupos difusamente mixtos. Las sociedades matriarcales actúan siendo conscientes del hecho de que el mundo consta de Dos: hombres y mujeres. Gracias a esta primera decisión tomada por separado no se pierde nunca la diferencia entre la perspectiva de las mujeres y aquella de los hombres, cosa común en el patriarcado. En éste las decisiones son tomadas para “todas las personas”, pero normalmente por los hombres y pensando en ellos, pues en el patriarcado únicamente el hombre vale como persona y la mujer es sólo una anomalía que tiene que someterse a lo “humano en general”. Después de haber discutido por separado, las mujeres y hombres del clan se juntan y llegan a un consenso común. La matriarca dirige la asamblea del clan y ayuda con su consejo a encontrar el consenso. Su consejo es respetado, pues ella es la instancia más digna de confianza, pero al tomar la decisión tiene solamente un voto como todas las demás personas. Si se trata de una decisión referente sólo al clan, el procedimiento termina aquí, ningún consejo de aldea se mete en los asuntos del clan. Si se trata, sin embargo, de una decisión a nivel de la aldea, el procedimiento continúa.

 Los consejos del clan, de la aldea y de la tribu

 Cuando los diferentes clanes han llegado cada uno al consenso, envían a sus delegados al consejo de la aldea para que defiendan sus decisiones. Estos delegados pueden ser la misma matriarca o su hermano más prestigioso como representante elegido del clan, el sachem (“jefe de paz”), o los dos juntos – respecto a esta cuestión se encuentran diferentes modalidades. Estos delegados, no obstante, son únicamente los portavoces del clan, y no pueden tomar decisiones, como es el caso de los diputados parlamentarios en nuestra democracia, donde los votantes delegan su voto en aquellos, que luego tampoco pueden decidir gran cosa. En el matriarcado en cambio nadie delega nada en otros - ¡sería inimaginable! En el consejo de la aldea, los delegados de los clanes se reúnen públicamente. Todos pueden escuchar y controlar lo que dicen los delegados, pero no todos hablan. El consejo de la aldea ya es demasiado grande para dar la palabra a todos y cada uno – para eso existe el consejo del clan. En el consejo de la aldea, los delegados se limitan a intercambiar la información de cómo han decidido los distintos clanes, nada más. Si hay consenso, entonces el procedimiento de toma de decisiones en el nivel de la aldea ha finalizado. Si resulta que todavía no hay consenso, los delegados vuelven a sus respectivos hogares y comunican el estado de las cosas. Ahora las deliberaciones empiezan de nuevo en los hogares, teniendo en cuenta las decisiones de los otros clanes, hasta que se encuentre un segundo consenso. Otra vez se reúnen los delegados en el consejo de la aldea para juntar y deliberar estas decisiones. Van y vienen como informantes entre los consejos de la aldea y del clan, tantas veces hasta que se haya encontrado la unanimidad de todos los clanes en el nivel de la aldea. De la misma manera funciona el sistema en el nivel de la tribu: Si una decisión se refiere a toda la región de la tribu, las deliberaciones empiezan, igualmente, en los hogares de las distintas aldeas hasta que las aldeas hayan llegado a un consenso. Después, todas las aldeas eligen a sus portavoces, que en este nivel suelen ser hombres puesto que a veces tienen que realizar un largo viaje hasta llegar al consejo de la tribu, mientras que las mujeres no abandonan los hogares ni las tierras del clan, los centros más importantes de su sociedad. Los delegados de las aldeas se reúnen en el consejo de la tribu, pero igual que antes, no pueden tomar decisiones, sino que únicamente comunican a los demás los consensos de sus distintas aldeas. Si las decisiones no coinciden, vuelven a sus aldeas e informan al consejo de la aldea sobre el estado de las cosas. Los delegados de éste vuelven a sus casas, dan el informe, y las deliberaciones empiezan de nuevo en todos los clanes de todas las aldeas de la región. Los delegados de las aldeas van y vienen entre el consejo de la tribu y de la aldea, hasta que se haya encontrado el consenso de todos los clanes de todas las aldeas de la región. Los clanes son siempre la primera y la última instancia, pues en ellos la política retorna a los que verdaderamente toman las decisiones, es decir a cada individuo. Por medio de esta estructura de formar consensos funciona la democracia directa matriarcal. La política matriarcal siempre es una política del consenso y no permite que se formen modelos de ejercer el poder. Un sexo no puede dominar sobre el otro, tampoco se pueden formar clases, menos aún puede concentrarse el poder sobre los demás en manos de unos pocos (oligarquía) o de una única persona (monarquía).

 Solución de conflictos

 La política de consenso ya resuelve una serie de conflictos que sin ella estarían bastante extendidos. A pesar de eso, también aquí existen conflictos, pues los miembros de las sociedades matriarcales no son más que humanos con sus debilidades. Tienen, sin embargo, sus métodos específicos de resolverlos: En conflictos entre individuos, los otros miembros del clan ayudan a remediarlo, no hace falta que toda la aldea se ocupe del caso. En conflictos entre clanes, los otros clanes ayudan a resolverlos. Las sociedades matriarcales, además, conocen el “consejo de sabios” en los niveles de las aldeas y de la tribu, que reúne a los hombres y mujeres más mayores para mediar en situaciones de crisis y recordar los valores éticos de la comunidad. Por eso, el “consejo de sabios” es una especie de consejo de paz. Si los conflictos entre los clanes resultasen, a pesar de todo, insuperables, no llegarían a una guerra civil como las sociedades patriarcales. El clan que quiere vivir de un modo diferente que la comunidad restante de la aldea se marcha y se asienta en otro lugar de la región. Allí vive en una aldea propia según sus ideas, mientras que las relaciones amistosas con la aldea de origen se reanudan y se fomentan a través de visitas mutuas. La aldea o ciudad joven se entienden como “aldea filial” o “ciudad filial” frente a la “aldea materna” o la “ciudad materna”. Con estos conceptos se vuelven a anudar los lazos de parentesco simbólico según la matrilinealidad, lo que conduce a visitas regulares de honor de la gente de la “ciudad filial” a la de la “ciudad materna”.

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