miércoles, 12 de septiembre de 2018

LA VIOLECIA A MUJER EN LA IGLESIA DE LA EDAD MEDIA-1

Extraído del articulo: Las violencias contra las mujeres en las Iglesia Carmina navia velasco.

La historia de las mujeres al interior de las Iglesias es más compleja de lo que a primera vista pueda parecer… y esto, porque la cercanía de la mujer a lo sagrado, es un hecho histórico/cultural, que desde el punto de vista antropológico, no ofrece discusión, y no ha sido fácil a los varones eclesiales rebotar constantemente a las mujeres, a los márgenes de las iglesias. Los períodos de mayor violencia eclesial contra las mujeres, coinciden con períodos en que ellas han ejercido poder, o se han escapado de una manera u otra al control masculino. A lo largo de la edad media europea, las mujeres tuvieron distintos grados de poder en sus iglesias locales: las abadesas, canonesas o simplemente las madres de distintas comunidades… fueron mujeres autónomas, sujetos de decisión y de palabra, que desarrollaron constantes prácticas innovadoras en las que expresaron su experiencia religiosa, más allá de los estrechos márgenes en los que siempre se les quiso recluir.

Uno de estos períodos difíciles de la iglesia, durante el cual, las mujeres resistieron en muchos sentidos a la dominación patriarcal es el período tristemente célebre de la persecución y la caza de brujas. Por momentos la iglesia no parecía capaz de controlar el pensamiento, las creencias y la praxis de muchos hombres y mujeres que desde los márgenes plantearon otros caminos para la vida, para la muerte, para la fe… El santo oficio se inaugura entonces, como una nueva forma de control absoluto, para perseguir y aniquilar a todos aquellos y aquellas que no cedieron ante las presiones y ante las condenas morales…


“La inquisición se instala durante el papado de Gregorio IX, después de 1229, entregándosele a los dominicos la responsabilidad de su funcionamiento como tribunal eclesiástico especial. Su organización en España se realizó en la segunda mitad del siglo XV. Se crearon tribunales del Santo Oficio en Lima y Méjico. En Chile se inició en 1572, eliminándose en 1811 por decisión del Congreso Nacional.
“Para el historiador británico H. R. Trevor-Roper, la articulación de la brujería y la herejía en un sistema coherente, habría sido obra de la iglesia católica medieval. Habrían sido sus intelectuales los productores del contenido de la herejía, del comportamiento esperado de las brujas y de los procedimientos para extirparla. En este sentido el desarrollo de la demonología en la cultura política de la Baja Edad Media y el Renacimiento contiene el arma política que permite la detección y destrucción de aquello que aparece como diferente y distinto, como podían haber sido las creencias populares campesinas pre/cristianas. El mismo autor resalta el hecho de que una vez que la demonología de la iglesia es creada e impuesta por el clero, adquiere vida propia, llegando a ser parte de la percepción del universo que comparten luego la mayoría de los europeos”.


Esta caza de brujas desatada entre los siglos XIII y XVIII, permite dar rienda suelta al odio y al miedo reprimidos durante siglos, por parte de los varones eclesiales hacia la mujer. Impresiona profundamente leer hoy, tanto el texto del  Martillo de Brujas,  como los procesos desatados contra millones de mujeres. El mundo de los demonios y de las brujas, es una creación de las mentes masculinas enfermas de miedo y de envidia ante las mujeres independientes. El papa Inocencia VIII, en su Bula sobre las Brujas,  nombra inquisidores en 1484 a los dominicos alemanes Sprenger e Institoris, quienes elaborarán posteriormente, el texo del martillo…Es claro a cualquier mirada desprevenida, que no se trataba de defender ninguna verdad, sino que por el contrario, se trataba de encarnizarse, por medio de una dinámica delirante, contra un enemigo muy temido y odiado.

Una de las cosas más graves de esta violencia física, sicológica y espiritual, masiva contra las mujeres, es que la iglesia no ha realizado, ni creo que piense realizar una revisión a fondo de estos procesos  y un reconocimiento del inmenso pecado cometido. Durante este oscuro y tenebroso período las mujeres tuvieron que ocultarse, callarse, mimetizarse… porque en ello les iba la vida:
“La cacería contra ellas fue una especie de delirio que anduvo in crescendo, hasta alcanzar su cima en el siglo XVII. Desde que Juan XXII pidió un mayor rigor en contra de las mujeres que se salían de las normas del matrimonio o del convento (las beguinas, por ejemplo, que se reunían para orar y trabajar, pero no pronunciaban votos), en 1320, la inquisición se dedicó a la eliminación física de todas las mujeres que alcanzaron algún grado de sabiduría, que evidentemente para ellos, sólo podía venir de un contubernio con el diablo.
“Médicas, curanderas, enfermeras, conocedoras de las propiedades medicinales de las hierbas, comadronas capaces de disminuir los dolores del parto, de provocar un aborto, o de saber escoger entre la vida de la madre y del hijo o hija, todas ellas competidoras de los médicos de las universidades, fueron torturadas hasta confesar su delito de apostasía o de brujería y luego quemadas vivas para la salvación de su alma…
Ocho millones de mujeres, por lo menos, subieron a la hoguera, a lo largo de cuatro siglos, un genocidio que se prolongó por una misoginia vehemente e irracional sin precedentes…” .

Ante la magnitud del aconteciendo es imposible rastrear la identidad concreta de tantas mujeres anónimas asesinadas. Es importante sin embargo ver algunos de los casos representativos, porque la injusticia y la violencia tienen siempre rostros concretos. Uno de los más especiales, es el caso de Juana de Arco, primero declarada bruja y quemada como tal y luego, santificada por la misma institución que le acabó la vida y la llevó a la hoguera.

La lectura atenta de las actas de su proceso y el estudio que sobre su caso, realizó Jules Michelet, especialista en el tema , puede iluminar bastante sobre la raíz de este desconcierto eclesial. Juana era una campesina sencilla y humilde, que se abrazó por un gran amor, hacia la causa de la liberación de Francia frente a los ingleses… nadie más alejado que ella de la figura de la bruja, más cercana a otros terrenos, como la biología, la enfermería, la medicina… Se trataba de una joven más o menos simple, pero definitivamente libre, autónoma frente a la autoridad patriarcal y con una convicción profunda de que debía cumplir una tarea. Y esta libertad y autonomía femeninas, es lo que menos tolera el patriarcado.

Leemos en Michelet:
“La singular originalidad de esta muchacha, lo hemos dicho, era su buen sentido en la exaltación. Cómo se verá fue eso lo que volvió implacables a sus jueces. Los escolásticos, los razonadores que la detestaban como inspirada, fueron tanto más crueles con ella al no poderla despreciar como loca y por     que ella a menudo supo hacer callar sus razonamientos con una razón más alta”.
A lo largo del todo el proceso, los jueces quieren llevarla a un terreno en el que les sea más fácil la condena, constantemente quieren hacerla resbalar hacia terrenos peligrosos. Ella sin embargo, no sale de su argumentación siempre la misma: ella tiene una misión que es histórica, que es política, de liberación de su país… y en lo demás no tiene nada qué decir.

La clave, a mi juicio, del odio y encono que despierta, la encontramos igual que en otras mujeres, en que no acepta la mediación eclesial y varonil para su experiencia espiritual. Juana de Arco, se siente llamada a esta labor patriótica, a partir de una experiencia místico/religiosa… y en el terreno de esa experiencia, ella no reconoce ninguna otra autoridad, sino su propia vivencia. La oposición radical que la lleva a la muerte, es la que, sus jueces y examinadores la obligan a establecer entre:
Sus Voces Interiores   v.s.     La Autoridad Eclesial

Esta oposición, la encontramos otra vez explicitada en Michelet:
“Entonces le dijeron que había que distinguir, que existía la iglesia triunfante, Dios, los santos, las almas gloriosas, y la iglesia militante, dicho de otra manera: el papa, los cardenales, los clérigos, los buenos cristianos; esta última Iglesia, perfectamente reunida no puede equivocarse y es gobernada por el Espíritu Santo.  – No te quieres, entonces someter a la Iglesia militante ?  -He sido enviada al rey de Francia por Dios, la Virgen María, los santos y la Iglesia victoriosa de las alturas; a dicha Iglesia me someto, yo, mis obras, lo que he hecho y lo que haré.  –Y la Iglesia militante ?  -Por ahora no responderé más…
“… Pero en esa santidad misma, como en la de todos los místicos había un lado atacable: la voz secreta igualada o preferida a las enseñanzas de la Iglesia, a las prescripciones de la autoridad; la inspiración, pero libre; la revelación, pero personal; la sumisión a Dios, cuál Dios ?, el Dios interior .

Aquí encontramos las claves de tanto odio y desacierto. Juana no hace mal a nadie, puede estar equivocada o no, respecto a su estrategia militar… la equivocación en este terreno, sería normal, en una muchacha campesina, sin mayor formación o experiencia… Pero lo que no se le puede perdonar y debe pagar con su vida, es su capacidad de afirmar que su relación con Dios, se da, sin la mediación de los clérigos. Son ellos, los que la matan y luego en el desconcierto y temor de sus culpas, la vuelven santa.

Casos anónimos similares, hay muchos. Algunos ha sido estudiados en detalle, otros menos. Ahora, quiero rescatar otro nombre, por todo lo que significa el odio y la violencia hacia y contra Las Beguinas, se trata de Margarita Porete, beguina y maestra espiritual reconocida, quien es declarada hereje y quemada en la hoguera, en 1310. Su caso, como otros, no puede mirarse aisladamente, la persecución contra ella, es una persecución a lo que representa, en su proceso se juega el destino tanto institucional como simbólico de esa mujeres valiosas, valientes y originales que fueron llamadas beguinas a lo largo de la Edad Media europea.

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