jueves, 6 de septiembre de 2018

MASCULINIDAD FEMENINA-LA INVERTIDA - JUDITH HALBERSTAM-7

A principios del siglo XIX, como ha explicado Michel Foucault, el discurso sobre la sexualidad se convirtio en un discurso medico, y los actos sexuales fueron transformados, por medio de complejas practicas discursivas, en nociones estables de identidad Como vimos en el caso de Anne Lister, su comprension de si misma como masculina parece apuntar a la formacion de una identidad y nos permite pensar en la emergencia de una nocion de identidad sexual como un largo proceso, mas que como resultado de un intenso periodo de investigacion medica y de reformas sociales. Ya entre 1910 y 1920, las comunidades de invertidas y sus «esposas» se han desarrollado hasta hacerse visibles y elaborar subculturas, y con la publicacion en 1928 de la novela de inversion de Radclyffe Hall El pozo de la soledad el topico de la inversion se convirtio en algo muy difundido. La compleja comprension que tiene Hall de su propia subjetividad sexual ha llegado hasta los lectores modernos por medio de sus novelas, sus cartas y las historias de su vida escritas por su compañera Una Troubridge y por muchas otras brillantes literatas. La reciente publicacion de las cartas de Hall aporta nuevas luces sobre los mecanismos psiquicos de la inversion y las relaciones romanticas entre las invertidas y sus amantes. Tambien es importante tener en cuenta, como lo hago en este capitulo, las muy diferentes formas y practicas que se asociaban a la masculinidad femenina durante la era de la inversion. Al contextualizar la vida de Radclyffe Hall -o John, como ella insistia en que se la llamara-, centrare mi atencion en los multiples y contradictorios modelos de masculinidad femenina elaborados no solo por John sino tambien por sus muchas amigas invertidas y por sus contemporaneas. Cuando la idea de las identidades sexuales llego a dominar el pensamiento de la gente sobre el sexo y el genero, no fue la idea de un deseo lesbiano autonomo entre mujeres o la nocion de hermafroditismo explicito lo que aporto las bases para estas nociones de identidad; fue la inversion de genero. «Inversion» fue el termino medico utilizado en finales del siglo XIX y a comienzos del XX para explicar el fenomeno de la homosexualidad tal y como pudo haberlo experimentado Anne Lister. La inversion femenina y la masculinidad que la acompañaba fueron estudiadas ampliamente, primero por Richard Von Krafft-Ebing y despues, en mucho mayor detalle, por Havelock Ellis. En Las psicopatias sexuaies (1886), Krafft-Ebing identifico cuatro tipos de lesbianas: mujeres que respondian a la atencion de mujeres invertidas masculinas, pero que no eran masculinas ellas mismas; mujeres que se vestian de hombre; invertidas completamente desarrolladas que parecian masculinas y adoptaban un rol masculino; y homosexuales degenerativas que eran practicamente hombres. Parece que a Krafft-Ebing no se le ocurrio considerar que pudieran existir desplazamientos entre estos estados. Pensaba que cada uno estaba fijado a un lugar y guardaba relacion con un sentido estable de masculinidad femenina. En «Sexual Inversion in Woman» (1895), Havelock Ellis se basa en la taxonomia de Krafft-Ebing sobre las invertidas masculinas y femeninas, y, aunque mantiene la estructura taxonomica jerarquizada, Ellis destaca la diferencia existente entre invertidas masculinas y femeninas. La invertida femenina es una desviada social -mas que sexual- que ha sido rechazada por los hombres, lo cual la ha colocado en los brazos de la invertida masculina. Son las «mujeres raras», o, como el lo describe, «son un grupo de mujeres a quienes el hombre medio no haria ningun caso» La invertida masculina es la invertida congenita, que ha nacido con una masculinidad femenina esencial. En un intento de simplificar la prolija taxonomia de Las psicopatias sexuales en tipos masculinos y femeninos, Ellis traiciono la motivacion implicita del estudio sexologico. Es cierto que al menos parte de la motivacion de estudiar las llamadas anomalias sexuales era sostener la naturalidad de esos deseos y asi lograr una cierta tolerancia sexual. Sin embargo, estaba operando un imperativo cultural mas amplio, que era el deseo de reducir la sexualidad a sistemas binarios de diferencia de genero. Por supuesto, lo que Ellis y otros sexologos comenzaron fue acabado por Freud y la maquinaria del psicoanalisis, con el establecimiento de un sistema de desarrollo psiquico que se basaba completamente en un genero binario y en una identidad sexual binaria. Algunos criticos han intentado reinterpretar la complejidad sexual por medio del psicoanalisis desarrollando los historiales de casos de Freud sobre perversiones minoritarias, como el fetichismo. Sin embargo, el sistema psicoanalitico, en ultima instancia, no logra tener una comprension realmente rica de la masculinidad femenina, sobre todo porque la conducta sexual y de genero de las mujeres esta siempre entendida como algo derivado de la identidad masculina1 Teniendo en cuenta mi premisa para este libro, es decir, que la masculinidad femenina es un genero especifico con su propia historia cultural y no un simple derivado de la masculinidad de los hombres, los enfoques psicoanaliticos, que asumen que la masculinidad femenina imita a la masculinidad de los hombres, no son especialmente utiles. Ademas, tal y como muestro aqui, los criticos que utilizan los metodos psicoanaliticos para descifrar textos sobre masculinidad femenina empiezan y terminan con la feminidad esencial del cuerpo de la mujer. Para mis objetivos, mas productivo que el psicoanalisis es volver a los textos sexologicos. Creo que los estudios sexologicos de Ellis, en particular, no solo son responsables de estereotipar las conductas lesbianas segun un modelo heterosexual, sino que ademas fracasan a la hora de dar cuenta de toda la complejidad que tiene el amplio abanico de conductas sexuales perversas de las mujeres. Estos estudios pasan por alto una diversidad que puede haber supuesto enormes diferencias entre las mujeres de las subculturas sexuales en cuestion y descuidan sutiles diferencias que existen entre varios tipos de masculinidad femenina; en general, los estudios sexologicos no fueron capaces de identificar los muy diferentes niveles de sexualidad y de genero que existian en las relaciones intimas entre mujeres. Usando aqui mi modelo de presentismo perverso, deberiamos darnos cuenta de que, cuando se observa desde fuera, incluso una comunidad lesbiana contemporanea no puede describirse adecuadamente si el observador no conoce la jerga propia de esa cultura, sus jerarquias, codigos de genero o practicas sexuales. El que llega de fuera y simplemente se pone ahi delante no tiene acceso a las estructuras de interaccion social, sexual e informal que organizan toda subcultura sexual. Aunque se han realizado trabajos que intentan restaurar la riqueza historica de varias comunidades lesbianas en el siglo xx, el daño ya ha sido hecho y tiende a ser irreversible; ello se traduce en el importante efecto de negar e ignorar diferencias entre y dentro de comunidades de mujeres que se sienten atrafdas por mujeres. Lo que planteo aqui es que la nocion de inversion debe ampliarse enormemente para llegar a reconocer los multiples modelos de masculinidad que estaban en circulacion a comienzos del siglo xx. «La inversion sexual en las mujeres» es el principal estudio de Ellis sobre la homosexualidad femenina. Este estudio, sin duda, tiene un enfoque muy abierto y evita demonizar a las invertidas, aunque retenga elementos como la disfuncion. «La inversion sexual» aporta una extrana mezcla de razones socia les y biologicas sabre la homosexualidad. Par una parte, Ellis mantiene que el lesbianismo es muy frecuente en los entornos homosociales de mujeres, como los conventos y las escuelas; par otra parte, considera que cierta carga de masculinidad es responsable de la inversion. Su comprension de la homosexualidad femenina se basa, al menos en parte, en la creencia de que es la aspiracion social lo que alimenta el deseo de las invertidas de ser masculinas. En otras palabras, Ellis presupone que, en un mundo dominado par hombres, todo el mundo, al menos simbolicamente, quiere ser un hombre. De acuerdo con esto, Ellis se referia a las muchas lesbianas de la historia (como Catalina la Grande) que han sido monarcas y lideres. Esther Newton critica la misoginia, o al menos el «antifeminismo» del texto de Ellis par su «reticencia a ver deseo sexual activo en las mujeres» Pero tambien podriamos señalar la misoginia que existe en la asuncion implicita de que la masculinidad siempre y en todas partes supone superioridad, incluso cuando se la encuentra en las mujeres. Ellis escribe: «Existen referencias de mujeres distinguidas en todas las epocas y en todos los campos de actividad que a menudo han mostrado algunos rasgos masculinos» (1 96). Sin embargo, vemos que existen claros limites a esta nocion de superioridad masculina, y esos limites son las relaciones de clase. En las invertidas de clases altas o reales, seglin Ellis, su masculinidad corresponde a altos niveles de intelecto y distincion. Sin embargo, en las mujeres de clases medias y bajas, el instinto masculino puede conducir facilmente al crimen• Aunque estos ejemplos sugieren que Ellis parece estar considerando la masculinidad femenina como una construccion social, tambien busca signos corporales de disposiciones congenitas hacia la inversion. Sin embargo, al final se ve forzado a admitir que la «impresion de aspecto de hombre o de chico» que dan algunas invertidas parece no tener ninguna «caracteristica anatomica asociada» . Seguin esto, una barba en una mujer no es ningun indicador de inversion, pero, al mismo tiempo, Ellis afirma que cierto tipo de exceso de vello (hipertricosis) y una distribucion masculina del vello pueden asociarse con la inversion. De igual modo, considera que las invertidas no son necesariamente mas grandes que las mujeres «normales», pero «los musculos suelen ser firmes par todas partes» . Par ultimo, Ellis busca anormalidades genitales en las mujeres invertidas: «En lo que se refiere a los organos sexuales, hasta «mujeres femeninas» y le gusta adoptar un «papel protector> con ellas. La Sra.M. tambien era un chicazo, y descubrio su deseo hacia las mujeres cuando tenia ocho o nueve años. La Sra. M. tiene deseos muy concretos y describe su interes en una combinacion de belleza y tristeza en una amante: «Su sentido de la belleza se desarrollo pronto, pero siempre hubo un sentimiento de melancolia asociado a esta»  Ellis cree que la Sra. M. intenta ocultar su masculinidad, pero la descubre ante el cuando este utiliza un test un poco particular para la identificacion de genero: «Con los brazos extendidos hacia delante, las palmas de las manos hacia arriba y los bordes de las manos tocandose, no es capaz de juntar la parte interior de los antebrazos, como pueden hacer la mayoria de las mujeres; esto muestra que el angulo femenino del brazo se ha perdido» .
En estos cuatro casos encontramos una llamativa variedad de expresiones de sexualidad y de masculinidades femeninas. Algunas mujeres, como la Sra. S., son invertidas con aspecto de caballero, y su masculinidad es una combinacion de gestos y de identificaciones con los hombres. Cuando la Sra. S. dice que ama a las mujeres como «un hombre ama a las mujeres», no deberiamos entender que esta diciendo que copia a los hombres, sino que sus deseos no son femeninos o no emanan de un sentido de cuerpo femenino. Otras mujeres, como la Sra. B., son menos distinguibles en su masculinidad que la caballerosa Sra. S. y la masoquista y hombruna Sra. H. Y mujeres como la Sra. H. articulan deseos que emergen por medio de impulsos contradictorios: es decir, proteger a su amada pero tambien ser dominada por ella. La Sra. M. es la invertida melancolica cuya masculinidad no es de hombre sino mas bien de chico joven, pero su cuerpo la descubre. La Sra. M., ademas, hace un alegato en favor de la tolerancia sexual y dice que las invertidas «tienen perfecto derecho a vivir en libertad y ser felices ... Debemos tener en cuenta que es el alma lo que necesita satisfaccion, no solo los sentidos» (Ellis, «Sexual Inversion», ). Hay un caso que parece una copia de la historia de Stephen Gordon en El pozo de la soledad. La Sra. V. pasa sus primeros aiios de vida como «un misterio para ella misma», pero consciente de que era diferente. Finalmente, cuando se hace adulta, descubre un libro sobre la inversion sexual que le muestra que no es «una anomalia que deba verse con repulsion» . La Sra. V. enseña en una escuela de mujeres; parece joven para su edad, anda como un hombre y tiene la voz grave. Le han dicho muchas veces que hace las cosas «como un hombre», y silba y fuma. Cuando era nina, la Sra. V. insistia en que la gente la llamara John, se subia a los arboles e intentaba imitar a su padre en todo. Entre sus incursiones como adulta en la sexualidad sabemos que la Sra. V. durmio con una prostituta, intento seducir a una amiga y se enamoro de dos mujeres.
Ella describe su placer sexual en terminos de tribadismo, tocando los genitales de su compaiiera. La Sra. V. concluye con lo siguiente: «Siento no ser un hombre, porque entonces podria haber tenido un hogar e hijos» .
En un Ultimo caso muy extenso, el de la Sra. D., Ellis la deja expresarse con sus propias palabras en vez de reproducir su historia. Ellis afirma que ella es mas como un chico que como un hombre, y que tiene un «desarrollo femenino», pero ella dice: «Nunca pude pensar en mi misma como una chica, y siempre tenia problemas por esta razon» ñ. La Sra. D. narra una complicada version de disforia de genero, y confiesa que «cuando tenia 5 o 6 afios comence a decirme a mi misma que, dijeran lo que dijeran los demas, aunque yo no fuera un chico, tampoco era una chica, de ninglin modo» ñ Mas adelante se refiere a «mi actitud de no-chica.>> ñ. La Sra. D. tambien entiende la intensificacion de la masculinidad cuando aparece en un cuerpo de mujer:
«Creo que yo era mas claramente 'chico' que los chicos normales»ñ. La Sra. D. describe una infancia llena de actividades de chico, hasta que sus padres la envian a un internado. Aqui siente algo por una profesora, pero la relacion no llega a convertirse en algo romantico. Ya de adulta, seglin cuenta la Sra. D.,vive en un mundo de fantasia: «Estaba siempre soñando ... Siempre era el principe, o el pirata rescatando a la bella joven en apuros, o matando a los malos» . Esta identificacion heroica masculina se ve reforzada por el sentido de injusticia politica que tiene la Sra. D. sobre un mundo que fabrica a las mujeres como «locas»: «Sentia cada vez mas claramente que los hombres deben ser envidiados y las mujeres compadecidas» . Se preocupa por los problemas de las mujeres, pero tambien empieza a pensar en el sexo; entre los dieciocho y los veinticuatro afios la Sra. D. vive lo que ella considera una pubertad tardia, y su despertar sexual le hace pensar que ella debe de representar un «tercer sexo» y que para vivir su vida sin problemas simplemente debe evitar los encuentros sexuales. Decide que debe interesarse menos por la razon por la que siente de esa manera sobre el sexo y el genero, y debe preocuparse mas por encontrar un
«modo de vida>> . Piensa que con dinero y oportunidades «me vestire con ropa de hombre y me ire a vivir a otro pais». Finalmente la Sra. D. sale con mujeres y, cuando tiene relaciones sexuales, hace hincapie en que «yo nunca queria que ellas me besaran ni la mitad de lo que yo queria besarlas a elias», y en ocasiones comenta que siente «ligeras erecciones» cuando esta excitada (Ellis, «Sexual Inversion>>, ). La Sra. D. afirma que «siempre me imaginaba a mi misma como un hombre amando a una mujer» en estos encuentros, pero, al mismo tiempo, no expresa el deseo de ser un hombre . Afirma que se siente incomoda cuando tiene que adoptar el papel de mujer normal, «como un actor que nunca deja su papel>. Insiste en que no quiere ser una «mujer normal» y (al igual que Anne Lister) presume de su poder para atraer a las mujeres. Cuando esta con mujeres -afirma la Sra. D.- estas se muestran timidas y con ganas de flirtear, pero no se identifica con ellas de ninguna manera, y añade: «Siempre siento que no soy una de ellas». 
La historia de la Sra. D. es una notable combinacion de autoconocimiento, autosuficiencia y auto-invencion. Su sentimiento de si misma como un «tercer sexo» e incluso como <<homosexual» llega a su vida tarde, por libros y otras referencias medicas, pero, incluso sin estos terminos, la Sra. D. consigue encontrar un modo de vivir la vida que quiere. Obviamente ella siente que la riqueza y el estatus social la hubieran ayudado enormemente a satisfacer su masculinidad y a encontrar amantes, pero tiene el valor de arreglarrselas con lo que tiene y, por lo que parece, no tuvo escasez de amantes.
Nunca afirma haber deseado ser un hombre, aunque parece pensar que quiza tiene un espiritu de hombre en un cuerpo de mujer. Lo mas interesante es que no le preocupa saber por que desea a las mujeres y se siente masculina; solo quiere encontrar la manera de hacer realidad sus deseos. Obviamente, la pregunta de que es lo que causa la homosexualidad era una pregunta que se planteaban los doctores, no las invertidas. La invertida mas bien pregunta: Como puedo ser homosexual y satisfacer mis deseos sin que me fuercen a parecer una mujer, a casarme y a tener hijos? La inversion como teoria de la homosexualidad incluyo la variacion de genero y la preferencia sexual en un solo paquete mas economico, e intento explicar toda desviacion sexual sobre la creencia firme y casi intuitiva en un sistema binario de estratificacion social, donde la estabilidad de los terminos «hombre» y «mujer» depende de la estabilidad del binarismo homosexualidad-heterosexualidad. 
Cuando unos cincuenta aiios despues las lesbianas feministas rechazaron la inversion como una explicacion para la sexualidad entre personas del mismo sexo, tambien rechazaron la masculinidad femenina como la categoria primordial de identificacion lesbiana, poniendo en su lugar la mujer identificada con la mujer, que es muy a menudo un genero androgino. 
Para reconstruir la historia de la masculinidad femenina debemos aceptar que puede que invertida no sea sinonimo de «lesbiana», sino que el concepto de inversion produjo y describio una categoria de mujer biologica que se sentia incomoda con su anatomia. En este capitulo he vuelto a estudiar la literatura sobre la inversion para mostrar que la categoria medica de la invertida aglutino muy diferentes tipos de mujeres masculinas, con diferencias que podemos leer retroactivamente con nuestra comprension de la variedad sexual y de la desviacion de genero, si examinamos diferentes tipos de masculinidad femenina desde la decada de 1 920. La descripcion mas elaborada de masculinidad femenina de comienzos del siglo XX es, por supuesto, de John Radclyffe Hall.   

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Reseña para "LA FLOR INVERTIDA" - Puntuación: 🌟🌟🌟🌟🌟 5/5

Opinión: Las letras del autor las conocí por su libro "Equipaje Ancestral" que tuve la suerte de ganarlo en un sorteo que realizo,...