El pensamiento de Pablo es desarrollado en línea totalmente patriarcal por la tradición
canónica y oficial que reclama su nombre. Esta posibilidad estaba presente en el Apóstol
pero no era la única, y, de hecho, otra tradición lo va a interpretar de forma radicalmente
distinta, pero esta tradición no va a ser oficializada, sino combatida por la iglesia. Y así se
ha condicionado la comprensión posterior que del mismo Pablo ha existido.
Se pueden distinguir dos estadios en la tradición paulina canónica, que denomino pospaulinismo y deuteropaulinismo. Por tradición pospaulina entiendo unos escritos cercanos al Apóstol, pero que no proceden de él, aunque sí de su círculo. Se trata de las cartas a los Colosenses y a los Efesios, a los que se puede añadir I Pedro.
Encontramos en ellas los famosos "códigos domésticos", que, en sustancia, legitiman la
estructura patriarcal de la casa y el puesto del paterfamilias como señor, padre y amo.
"Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos... Hijos, obedeced en todo a vuestros padres...
Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos..." (Col 3,18-4,1; Ef 5,21-6,9; I Pe 2,18-3,7; 5,1-5).
Cierto que aparece una cierta reciprocidad de comportamientos, pero las referencias
teológicas se usan abrumadoramente para inculcar la docilidad de la parte sometida y
apenas nada para la benevolencia del señor.
Estos códigos recogen una tradición griega muy antigua sobre la oikonomia u orden de
la casa, que inculcaba la moral patriarcal. Las relaciones del paterfamilias con la mujer, con
los hijos y con los esclavos era el núcleo de la casa, que, a su vez, constituía la piedra
angular de toda la sociedad. La ciudad-estado no era sino la extensión de la casa.
Por tanto, alterar la casa era alterar la polis, subversión política. Por eso cuando la
iglesia acepta los códigos domésticos y legitima la subordinación de la mujer, tiene, al
mismo tiempo, una pretensión política latente, que bien pronto iba a aflorar. Se estaban
poniendo las condiciones para hacer del cristianismo la ideología del imperio.
La patriarcalización y la institucionalización, de hecho, eran aspectos de un mismo proceso.
En I Pedro se da un paso más y se percibe con claridad:
1) que el código tiene una intención apologética y pretende evitar las críticas que contra la iglesia se dirigen. Para ello las mujeres deben aceptar el orden patriarcal: "Tened en medio de los gentiles una conducta ejemplar a fin de que, en lo mismo que os calumnian como malhechores, a la vista de vuestras buenas obras den gloria a Dios en el día de su visita" (2,12, cf 3,15. Entre ambas afirmaciones está el codigo de 2,18-3,7);
2) que el código va unido a la exhortación a ser sumisos a las autoridades políticas: "Sed sumisos, a causa del Señor, a toda
institución humana: sea al rey, como soberano; sea a los gobernantes, como enviados por
él..." (2,13-14). Es decir, se explícita la función de legitimación socio-política del código
patriarcal.
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