Soy Favio Anselmo Lucero. Autor de dos libros: Equipaje Ancestral y La Flor Invertida . En este sitio publico temas relacionados a la teología de la liberación Queer. Sabiendo que la teología cristiana, está manipulada por líderes con poder y privilegios, hetero-patriarcales y misóginos, que se debe desenmascarar para incluir la realidad de opresión a las personas LGBTQ+. Tiendo este puente hacia un encuentro humanizador. Difundiendo textos formativos de eruditos y propios.
sábado, 20 de octubre de 2018
Cuerpos mutilados, crímenes silenciados -Memoria de mujeres violadas en la Biblia Hebraica y en la actualidad Maricel Mena López
El caso de la concubina violada del libro de Jueces, no es un caso aislado, hoy día, este crimen revela un tipo de violencia de género practicado en muchas partes del mundo, especialmente en contextos de guerra , Según Lynn Welchman y Sara Hassain la definición de crímenes de honor no es nada fácil, este término manifiesta un tipo de violencia en la que el perpetuador se ampara en un tipo de reclamo legitimado por los valores de autoridad típicos de la sociedad patriarcal.
La teología crítica-feminista se refiere a una teología hecha realmente a partir de la mujer, con todas sus cualidades, su sentir propio de mujer, su corporeidad, más también, y principalmente, con la mirada crítica en relación a los estereotipos patriarcales. Una mirada de “sospecha”, atenta a la construcción social de los valores y de los roles; escudriñador de aquello que es culturalmente establecido, pero que se pretende atribuir a la naturaleza o a la voluntad de Dios.
Parto entonces, de algunos de los testimonios recogidos por Amnistía Internacional.
Entre el 18 y el 21 de febrero de 2000, más de 300 paramilitares…, atacaron el corregimiento 39 de El Salado (departamento de Bolívar), en donde mataron a aproximadamente 49 personas. Según los informes, durante tres días torturaron, estrangularon, acuchillaron, decapitaron, golpearon y dispararon a la población. Las mujeres fueron sexualmente humilladas,obligadas a desnudarse y a bailar delante de sus maridos. Varias fueron violadas y sometidas a diversas torturas.
A una chica de 18 años con embarazo le metieron un palo por las partes y se asomó por arriba. La descuartizaron. [...] A las mujeres las desnudaron y las pusieron a bailar delante de sus maridos. Varias fueron violadas. Desde un rancho próximo a El Salado (departamento de Bolívar) se escuchaban los gritos
En el 2003, paramilitares entraron a una pequeña comunidad indígena de los Llanos Orientales, violaron a una joven de 16 años que estaba embarazada. Después de asesinarla le abrieron el vientre y le sacaron el feto. Los cadáveres terminaron en el río y después abusaron de otras tres niñas ante la mirada impotente de sus familiares.
A una mujer del pueblo nasa la descuartizaron, pedacito por pedacito la abrieron con motosierra, antes la violaron. Una niña de 14 a la que también violaron se fue para el Ecuador. También habían violado a la madre de 38 años. Conocí del caso porque era un caso de duelo y hago curas con plantas. La niña desde que la violaron no comía, lloraba, y la llevaron donde el ´taita´ para la limpieza de ´yagé´, (bejuco que se cocina con otras plantas para curar)
Las muchachas viven acosadas y amenazadas por milicianos [guerrilleros urbanos] y paramilitares. Las acusan de relacionarse con los del bando contrario. Entre febrero y marzo [de 2004] han aparecido en la zona tres cuerpos de niñas violadas. Marcan su territorio marcando los cuerpos de las mujeres. Es un terror sin ruido. Por un lado, castigan a aquellas que usan descaderados, y otras veces, las obligan a vestirse con escotados y minifaldas para llevárselas a sus fiestas
Estos testimonios proporcionados por Amnistía Internacional revelan la crueldad de un conflicto armado que lleva más de 40 años, donde los diversos grupos implicados en la guerra colombiana –fuerzas de seguridad, paramilitares y guerrilla .
“han abusado o explotado sexualmente a mujeres, tanto civiles como a sus propias combatientes, y han tratado de controlar las esferas más íntimas de sus vidas”12. En su informe de 60 páginas se percibe cómo las mujeres indígenas y afrodescendientes , son las más vulnerables. Sus cuerpos son territorio de batalla, ellas son usadas como instrumentos para conseguir los objetivos militares de los diversos grupos. Estos abusos siguen ocultos, son silenciados, por lo tanto quedan impunes. Los relatos también revelan que las mujeres y las niñas son las víctimas ocultas de la guerra colombiana15, como lo revela además, de los informes de Amnistía, el siguiente relato proporcionado por una mujer que actualmente está siendo perseguida por su militancia en la denuncia de las violaciones sufridas en el Departamento de Córdoba.
Organizaron un reinado con representantes de todos los pueblos. Eran niñas de 15 y 16 años. Se las llevaron una semana para prepararlas para el desfile, sobre cómo deberían caminar. Un día las llevaron al campamento, las drogaron y las abusaron... El hecho más fuerte fue con una de las chicas que tenía su pareja. Él se la llevó, la obligó a trabajar, la abusó sexualmente como quiso y duró 3 días con ella en su campamento y después la trajo… Un 31 de diciembre el paramilitar… la azotó, le dio golpes hasta que ya no pudo más, le dio 20 minutos para desaparecerse del pueblo y la chica llegó casi desmallada. Toda la familia pudo ver esto, salió de la comunidad hacia Cartagena de donde nunca más regresó. Eso marcó mucho a las mujeres quienes supieron que la vida no era más privada, que no se podían enamorar. Otro caso, una niña de 14 años se enamoró de un joven de la comunidad, el paramilitar se enteró y mató al muchacho llevándose la chica al campamento, la que estaba embarazada. Ella era muy joven para decidir si debía o no quedarse con el hijo. La hicieron abortar y la abusó sexualmente. La obligó a quedarse en el campamento, reclutándola. La obligó a desenterrar a un muerto con sus propias manos, matando a otro reclutado delante de ella y ordenó que lo enterraran en el sitio donde había desenterrado la muchacha al otro muerto. Allí mismo la obligó a comer sin lavarse las manos
¿Qué decir, entonces, ante este horror, ante ésta ignominia que se comete contra miles de mujeres en Colombia y el mundo? Estos relatos sin lugar a duda exigen una posición ética. Entendiendo ética como un proceso de humanización que envuelve una variedad de sentimientos y acciones tales como, la compasión, la solidaridad, la búsqueda de justicia, de igualdad, de reciprocidad y compromiso con estos cuerpos mutilados y marcados. Es esta reflexión sobre la ética en relación con el tema de violencia de género la que guiará este estudio, preguntándome por los derechos individuales y colectivos relacionados con los cuerpos de mujeres y niñas. Aunque estos derechos son pregonados por instituciones civiles y religiosas, las expresiones de la sexualidad y específicamente de la genitalidad en la mayoría de las culturas, siguen siendo un enigma, un misterio, un tabú, un pecado, una fuente de poder, de discriminación, de control, de enfermedad, de muerte. Esto tiene raíces profundas en el pensamiento religioso tradicional que solamente ha abordado la sexualidad femenina a partir de la idea de virtud (Bautista, 2004: 189-239), a la que históricamente deben aspirar las mujeres como esposas y como madres. Generando una serie de políticas, programas, encíclicas, homilías, todas ellas en su mayoría dirigidas al control moral de los cuerpos de las mujeres.
En este contexto, se percibe una ausencia de voz profética en lo concerniente a los crímenes sexuales cometidos en contextos de guerra ¿Pero por qué las categorías: sexualidad, violación y abuso sexual son importantes en la agenda teológica feminista? Aunque esto a simple vista parezca un tema trivial para la teología “académica”, la ética sexual es un asunto importante ya que tiene que ver con la integralidad de la vida. Es por esto que, el conocer y debatir sobre estas prácticas es importante ya que, sin lugar a duda, esto contribuye a una convivencia armónica y a la defensa de los derechos individuales, especialmente los de las mujeres.
Pese al consenso universal sobre el respeto que merecen los derechos humanos de las mujeres, a la demanda generalizada para que cese la violencia en su contra, especialmente en el ámbito internacional, al reconocimiento del aporte que ellas han hecho en el espacio doméstico tanto como su participación en ámbitos hasta hace poco reservados a los varones. Continuamos asistiendo a diversos crímenes contra las mujeres, crímenes justificados sobre el pretexto de guerra, de honor, de lealtad, de religión. O simplemente porque sí, como es el caso de la reciente muerte de Rosa Elvira Cely, asesinada después de ser violada, torturada y humillada en el Parque Nacional de Bogotá por un compañero de estudio
Esto se debe en parte al hecho de que las prácticas de la violación y feminicidios , son consideradas como inevitables en los conflictos armados, y por esto, la violación es raramente procesada. Pero cabe notar aquí que, en el párrafo 2 del artículo 27 del IV Convenio de Ginebra fi gura la primera disposición referente a la práctica de la violación; el cual se estipula que “las mujeres serán especialmente protegidas contra todo atentado a su honor y, en particular, contra la violación, la prostitución forzada y todo atentado a su pudor”. No obstante, todavía hoy no se reconoce el alcance ni la gravedad de la práctica de la violación en tiempo de conflicto armado, puesto que ésta no entra en la categoría de infracciones graves del derecho internacional humanitario. El párrafo 2 del artículo 27 también ha sido objeto de críticas sobre la base de que, como en muchas otras disposiciones relativas a las mujeres, se clasifican los actos de violación como atentados al honor de las víctimas y no se refleja, así, la gravedad del delito de violencia sexual. Además de la protección estipulada en esos artículos, tampoco son tratadas las difi cultades que viven las mujeres en dicha situación, las cuales van más allá de su rol de madre y de víctima.
Así seguimos asistiendo a crímenes físicos, psicológicos, simbólicos. Crímenes perpetuados en el cine, en las canciones, en los anuncios, en la literatura. Crímenes que culpabilizan el poder de seducción femenino, crímenes en serie, crímenes pasionales, cuerpos marcados, crímenes silenciados. Silenciados, incluso por aquellos que pregonan ser peritos en humanidad, este es el caso del discurso teológico latino-americano, que no ha tomado muy en serio su papel profético de denuncia en lo concerniente a la realidad de estos cuerpos mutilados y lacerados. Es por esto que al analizar el caso de la concubina violada del libro de los jueces, se quiere contribuir en algo, para llenar ese vacío en el ámbito académico teológico.
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