domingo, 21 de octubre de 2018

El caso de la concubina violada y mutilada de Jueces 19-MARICEL MENA LÓPEZ


Este es uno de los textos más horrorosos de la Biblia Hebrea. La víctima es la concubina del levita (Jc 19). Todas las traducciones se refieren a la mujer como la “concubina” del levita. Una “concubina” es la compañera sexual de un varón y por lo general aparece junto con la otra esposa, pero este no parece ser el caso aquí (ver Abraham, Sara y Agar en Génesis 16; 21). Además, el texto habla del levita como el marido de la pilegesh (19,3; 20,4) y el yerno de su padre (19,5), mientras que este padre es llamado el suegro del levita (19: 4, 7,9). Cuando el texto afirma que la pilegesh “se prostituyó” (zanah, 19:2) y regresó a la casa de su padre, también la traducción es dudosa. El relato de la violación-sexual (´anah, 19:25) de la pilegesh nos revela cuán bajo cayeron los hombres de la tribu de Benjamín.

Esta mujer se presenta al inicio del relato como una persona independiente . Puesto que, es ella quien abandona al levita y regresa a la casa de su padre para buscar su protección. No obstante, cuando es tomada nuevamente por su esposo, no tiene voz ni voto pues él la entrega para asegurar su propia salvación. Y de madrugada ella gatea infructuosamente hacia la “seguridad” de la puerta de la cual había sido expulsada, para regresar al levita de quien había huido. Ella busca la seguridad en su hombre, puesto que “son los hombres, aquellos que tienen el deber de protegerla quienes la entregan a la infamia”. Evidenciando el derecho de posesión del cuerpo de la mujer que se arrogan y legislan los hombres en la sociedad patriarcal.

El texto de Jueces 19 se ubica dentro de un contexto mayor que comienza en Jueces 17-21 extendiéndose hasta 1 Samuel 1-4. Todo este contexto tiene una memoria común en donde las mujeres son protagonistas de una historia de violencia y opresión. Encontramos en este conjunto literario elementos que confirman su unidad literaria. Por un lado, son memorias de un mismo lugar, es en la montaña de Efraín donde siempre comienza la acción (Jueces 17,1; 19,1; 1 Samuel 1,1) y la casa de Dios es el templo de Silo (Jueces 18,31; 21,19; 1 Samuel 1,3). De otro lado, el protagonista es el levita o sacerdote que marca una creciente institucionalización del templo. 

También en todas estas páginas las mujeres adquieren un protagonismo antagónico, ya que por ellas pasa o bien la maldición o bien la bendición. Encontramos en este trecho una gran concentración de mujeres: la madre de Micas (Jueces 17,2- 4), la concubina violada (Jueces 19,25.29), las mujeres de Jabés de Galaad (Jueces 21,11-12), las jóvenes de Silo (Jueces 21,21-23), Ana (1 Samuel 1-2), las mujeres violadas en el templo (1 Samuel 2,22), y la madre de Icabod, esposa del sacerdote Finéias (1 Samuel 4,19-22). En estas páginas el levita y la mujer son dos polos opuestos del conflicto. Galazzi y Rizante nos ofrecen la siguiente estructura de este conjunto literario. 

A - Jc 17,1-5: La bendición de la madre, en casa de Micas.
B - Jc 17,6-18,31: El robo de la escultura y la destrucción de Lais.
C - Jc 19,1-30: Los “hijos de Belial” y el levita violan a la mujer.
D - Jc 20,1-21,25: El arca y el templo violan a las mujeres. 
D’ - 1 Sm 1,1-2,10: La mujer (Ana) celebra en el templo. 
C’ - 1 Sm 2,11-4,1: Los “hijos de Belial” condenados a muerte. Vive el hijo de Ana.
B’ - 1 Sm 4,2-18: El robo del arca y la muerte de Israel. 
A’ - 1 Sm 4,19-22: La maldición de la madre en la casa del sacerdote.

De esta estructura, me interesa destacar la presencia de las mujeres dentro del bloque de Jueces 17-21, por ser el contexto más próximo a nuestro texto de estudio. En primer lugar destaco dos historias vinculadas a la época en que “en aquellos días no había rey en Israel, cada hombre hacía lo recto a sus ojos” (Jueces 17,6; 21,25). Ambas historias son historias de levitas que están viajando entre la ciudad de Belén y la región de Efraín.

En la primera historia cap. 17-18 un joven roba a su madre y ésta lanza una maldición al responsable del hurto, pero este al escucharla, le regresa la plata. Entonces la madre lo bendice y como consecuencia de esto, es instaurado como sacerdote. Un viajero levita que viene desde Belén entra en la historia y el joven lo nombra sacerdote para que atienda el culto (17, 9-13). En seguida, tenemos otro levita en el capítulo 19.

Este levita viaja ida y vuelta de Efraín a Belén. Su concubina, esposa, abandona al marido y vuelve a la casa de su padre. El levita decide llevarla de regreso y después de retrasar su regreso, el levita parte. Esta partida tardía signifi ca que los viajeros deberán detenerse en algún lado durante el camino. La mejor posada es la ciudad jebusea de Jerusalén pero ésta es una ciudad cananea y el levita sólo desea confiarse a anfitriones israelitas. De modo que se detienen al anochecer en una cercana ciudad benjaminita llamada Guibéa de la cual provendrá Saúl, el primer rey. Esperan en la plaza pero nadie los acoge. Finalmente, los ve un extranjero residente, un efraimita que regresaba del campo, y los invita a su casa. Al rato, se presentan unos hombres del pueblo pidiendo que le entreguen el levita para abusar sexualmente de él. El hospedero, horrorizado, les dice que dispongan de su mujer; o de su hija virgen. Los hombres rechazan el cambio y siguen requiriendo al levita. Éste, entonces, toma a su mujer y la entrega a los hombres para que hagan con ella lo que quieran. Ellos abusan sexualmente de la mujer durante toda la noche. Al amanecer, el levita, de manera desalmada, le dice que se levante pues estaba tendida delante de la puerta con sus manos sobre el umbral, pero al ver que no se movía la coge y la carga en el burro. Cuando llega a su casa toma un cuchillo y descuartiza el cuerpo en doce partes que envía a las tribus con un mensaje de reclamo a la venganza. Las tribus responden y declararan la guerra santa al clan de Benjamín .

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