lunes, 1 de octubre de 2018

EL MACHISMO COMO FENOMENO PSICOCULTURAL-EL MACHISMO Y EL COMPLEJO DE INFERIORIDAD


OCTAVIO GIRALDO *
 Universidad del Valle, Cali, Colombia

Sabiendo ya lo que es el machismo por una descripción de sus características podemos intentar una explicación cultural parcial. Ramos (1962) trata de explicar la psicología del mexicano por un sentimiento nacional de inferioridad "a colective illusion which results from measuring man against the very high scales of values corresponding to highly developed countries". 

Ramos no se ocupa directamente del machismo, pero al escribir sobre el complejo de inferioridad de los mexicanos, cree descubrir su origen en la diferencia entre sus ambiciones y la realidad, debido a la pretensión de compararse a sí mismo con culturas (europeas) más antiguas y desarrolladas. 

La hetero-sexualidad y la agresividad (o fortaleza) del machismo no son características del machismo mexicano únicamente, ni se encuentran únicamente en el Nuevo Mundo. Se encontraban en los conquistadores españoles -tanto que los misioneros se quejaban ante el rey de España por el excesivo número de mujeres indias que solían tomar para su placer sexual. Precisamente este hecho es el que explica el alto porcentaje de mestizos en Latinoamérica. 

Sin embargo esta no es una explicación completa, pues aún tendríamos que explicar por qué los españoles tienen este machismo y por qué los hispanoamericanos, los mestizos, se identifican tan fuertemente con estos rasgos del macho. 

Esa preocupación excesiva con la masculinidad (heterosexualidad y agresividad) debe tener su origen en una falta de seguridad acerca de la misma o sea en un complejo de inferioridad. En .este sentido la teoría de Adler se presta para una explicación que' encaja perfectamente. Que esto es así se desprende no solamente de las exageraciones del machismo sino por cierta conciencia de la gente acerca de este hecho como lo atestigua un individuo sin ninguna educación como Jesús Sánchez (Lewis, 1967): "y a veces los que se creen muy machos, cuando están a solas con su conciencia, no lo son- No más que valentonadas del momento". 

Para Adler, al menos en sus primeros escritos acerca de la psicología del individuo, toda persona tiene sentimientos de inferioridad: Ser un ser humano quiere decir sentirse inferior. 

El carácter defensivo del machismo es obvio al observar sus rasgos culturales. Este es un aspecto que apoya la hipótesis del sentimiento de inferioridad. Ramos (1962) señala la fuente común de las características personales de aquellos que sufren de un complejo de inferioridad: "La afirmación de la individualidad de uno al costo de los demás" y este parece ser el rasgo envolvente del machismo.

 Para apoyar esta interpretación se podría conectar el machismo con otras características de la cultura hispana que señalan el mismo complejo de inferioridad como individualismo, falta de cooperación, presunción, desprecio de los productos nacionales y ostentación. No nos extenderemos sobre estos factores ya que no son objeto de este ensayo. 

En el estudio antropológico de Lewis (1967) Manuel Sánchez señala cómo la agresividad de Roberto (un rasgo machista) no es más que el resultado de un miedo (sentimiento de inferioridad) y de la creencia cultural de que uno no debe tener miedo a nada. Roberto mismo, el más agresivo y belicoso de la familia Sánchez, reconoce su sentimiento de inferioridad (Lewis, 1967): 

Yo quería ser alguien en la vida; porque siempre, aún a la fecha, me he sentido menos que nadie, que nunca han tomado en cuenta. Siempre me he sentido despreciado. Quería ser grande para mandarme yo solo. Quería hacer de mi vida un papelote y volarIo en cualquier llano. (Pág. 68).

 Adler (1956) considera el esfuerzo neurótico por una masculinidad completa y un sentimiento de hombría como el resultado de un sentimiento de inferioridad. 

El complejo de inferioridad conduce a la exageración del machismo, una especie de complejo compensatorio de superioridad que penetra toda la cultura mexicana (e hispana) como lo dice Manuel Sánchez (Lewis, 1967):

 En lugar de tratar de elevar la moral al individuo aquí tenemos por lema: "Si yo soy gusano, al otro lo hago que se sienta piojo." De veras, aquí siempre debe uno estar más arriba. Bueno, porque yo mismo lo he sentido, por eso lo digo. Y pos en realidad creo que sí soy mexicano, ¿no? Lo he visto hasta en los papeleros, en los viñeritos que andan juntando papel. Hasta en los rateros hay categorías aquí. Luego se ponen a alegrar, ¿no? "Y que no, que tú, que quién sabe qué, te robas puras chanclas viejas ... Yo, cuando agarro, ¡agarro bueno!" Luego el otro le dice: "Tú tomas puro aguarrás ... yo siquiera m'echo mi alcohol del 96, refinado. ¿Cuándo tomas tú d'eso?" Así por lo general es aquí (pp. 343-344).

El mismo sentimiento de inseguridad en el fondo del machismo fue encontrado por Stycos (1965) en su estudio de los portorriqueños según lo relataban los hombres al contestar un cuestionario. 

Adler ha identificado la protesta masculina (la cual puede identificarse con el machismo) como la lucha de los hombres por la superioridad, como el esfuerzo por obtener fuertes rasgos masculinos y evitar los femeninos. 

ORIGEN DEL COMPLEJO DE INFERIORIDAD

Hemos mostrado, o mejor dicho planteado la hipótesis que el machismo es una reacción compensatoria a un complejo de inferioridad, pero esta es una explicación parcial, es necesario saber de dónde proviene este complejo de inferioridad. 

Adler (1949, 1967) encuentra los orígenes del complejo de inferioridad en las experiencias de la primera infancia. Al examinar las prácticas de crianza -principalmente de las clases inferiores- encontramos ciertos elementos que alimentan el complejo de inferioridad. El estudio de Stycos en Puerto Rico revela cómo el tener hijos hombres es motivo de orgullo paterno (porque ellos son machos) pero a la larga resultan perdiendo en cuanto se refiere al afecto paterno y el cuidado cotidiano (de nuevo porque son y deben ser machos). Muchos de los estudios antropológicos de Lewis muestran en las clases bajas, tanto de México como de Puerto Rico, como un rasgo general del padre, una falta de afecto manifiesto por sus niños. Todos los miembros de la familia Sánchez son un testimonio de esta falta de afecto en las prácticas de crianza. No sólo hay una ausencia: notable de afecto y relaciones amorosas sino que el énfasis se pone en el respeto, es decir, separación, distancia y temor al padre como el legislador doméstico cuyo castigo es realmente de temer. Este temor -respeto- es explícito en Manuel y Roberto Sánchez y en la familia de Pedro Martínez.

El niño no sólo siente la inferioridad física natural sino además una inferioridad psíquica resultante del temor y la distancia de sus padres, particularmente del papá.

 Con el objeto de aumentar más aún esta distancia, el trato del padre es con frecuencia rudo y hostil. Manuel Sánchez ilustra muy bien esta costumbre (Lewis, 1967): 

No quiero que esto suene como ingratitud hacia mi padre, pero la verdad es que siempre nos ha tratado muy mal a mi hermano y a mí. Nos ha hecho pagar por el lugar en que hemos dormido y el pedazo de p;m que hemos comido, humillándonos. Sí ha sido muy fiel, muy responsable, pero siempre me ha parecido más enérgico. El hubiera querido que hubiéramos salido una réplica exacta de él. El imponía su propia personalidad sobre la de nosotros y nunca nos dejó externar nuestras opiniones, ni nunca pudimos acercarnos a él, a pedirle consejos sobre lo que debiéramos o no hacer, porque él nos decía: "Pendejos, babosos, ustedes qué saben, cállense el hocico". Ya le daban a uno un cartón, le daban a uno -un aplas- . tón, y ya no podía hablar media palabra con él (pp. 30-31).

Mientras que a las niñas se les muestra afecto y ternura, los hombres deben ser endurecidos y se espera que muy pronto se hagan autosuficientes y viriles. Basado en este hecho Stycos (1955) especula que las mujeres podrían sentirse seguras y contentas en el hogar paterno mientras que los hombres podrían sentirse inseguros y descontentos. 

En las clases media y alta puede que no se trate al niño tan rudamente pero aún no se le trata como a una persona con sus derechos propios sino como aun. muñequito muy gracioso o un juguete que divierte a los padres; en el mejor de los casos como objeto de afecto sentimental sin derechos propios. 

En Tepoztlan, la cual no es sin embargo una población típicamente hispana sino más bien muy mexicana, "most children are subdued and inhibited. in the presence of their father and remain so well into adulthood" (Lewis, 1960, pág. 59).

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