Soy Favio Anselmo Lucero. Autor de dos libros: Equipaje Ancestral y La Flor Invertida . En este sitio publico temas relacionados a la teología de la liberación Queer. Sabiendo que la teología cristiana, está manipulada por líderes con poder y privilegios, hetero-patriarcales y misóginos, que se debe desenmascarar para incluir la realidad de opresión a las personas LGBTQ+. Tiendo este puente hacia un encuentro humanizador. Difundiendo textos formativos de eruditos y propios.
martes, 9 de octubre de 2018
Género e identidades culturales-género y mundos indígenas
Se ha discutido mucho acerca de las identidades culturales estos años. En los dos últimos censos en nuestro país (2001 y 2012) se incluyó la pregunta sobre la pertenencia de las personas a alguno de los pueblos indígenas. Las opciones fueron múltiples, reconociendo en el 2012 a los 36 grupos indígenas que habitan este territorio. La presencia de los pueblos indígenas es ahora reconocida ampliamente por la Constitución Política del Estado, por la Ley nacional Contra toda forma de racismo y discriminación e incluso por tratados internacionales como el de la OIT (organización internacional del trabajo) con el convenio 162. Si bien nunca necesitaron este reconocimiento para existir y ser el sostén económico del país o protagonizar procesos históricos fundamentales, esta es una muestra más de su existencia, de supervivencia, de su ser parte indiscutible de nuestra identidad.
Más allá de discusiones que presuponen el mestizaje de todos/as los habitantes de América, hay algo que no podemos desconocer o negar y es la impronta cultural indígena en el continente . Países como México o Perú, Ecuador y Chile, por citar los más próximos a Bolivia, presentan una identidad muy marcada por rasgos indígenas precolombinos (fiestas, arte, comida, etc.). Desde formas lingüísticas, económicas y culturales hasta los usos religiosos, todo lo que hacemos los seres humanos latinoamericanos habla un pasado que no es sólo pasado, que sobre todo es presente y futuro. Todo lo que llegó y llega del llamado “occidente” (EEUU, Europa) es releído, recreado, re-significado a partir de esta tradición indígena. Entonces se tejen relaciones distintas entre los seres humanos, con el entorno, con las instituciones. Sin ninguna intención de romantizar o idealizar lo indígena, debemos decir que todas las características culturales de los pueblos antes de la llegada de Colón siguen presentes de una u otra forma en nuestra identidad actual. No planteamos esto defendiendo una esencia cultural, sino una cultura marcada por el sincretismo, por la mezcla, por el movimiento. Muchas culturas conviviendo, superponiéndose entre sí en una interacción riquísima y vital. Claro que estos movimientos, este mestizaje, no están de ninguna manera exentos de dominación en el sentido que estudiamos antes. La conquista y la colonia determinaron y aún determinan nuestras identidades como continente.
Pero para acercarnos a las culturas indígenas con una perspectiva de género, nuestro tema, tenemos que tratar algunos conceptos clave. Entre ellos cultura, identidad, sincretismo, abigarrado, mestizaje e interculturalidad. En este aporte nos ocuparemos de ello.
Podemos decir que la cultura es eso que hace y piensa una determinada comunidad . Y eso que hace y piensa una comunidad, un grupo, una etnia, un país abarca desde la comida hasta los juegos, pasando por el erotismo y la organización política, la economía y las artes, las fiestas y las relaciones humanas (lo vimos antes), el lenguaje y la religión… Cómo se imagina esta comunidad que es, como se representa en el pasado y cómo se proyecta hacia el futuro, eso es cultura. Ahora bien, esta cultura, cómo se manifiesta, qué formas adquiere en el tiempo, constituye en conjunto lo que llamamos “identidad” y algunos llaman culturalidad o ethos cultural, la forma de ser de un pueblo. La identidad tiene dos componentes: uno que permanece, que se sedimenta dirá la pensadora italiana Picoti y otro que cambia. Esto es fundamental tenerlo presente. La identidad cultural de los pueblos, si bien tiene rasgos diferenciales con otros grupos, con otros pueblos, no permanece intacta o monolítica, estable por siempre o idéntica a sí misma. La cultura, la identidad cambian constantemente, porque son procesos vivos, porque transcurren en el tiempo, aunque lo hagan a partir de ciertas características fundamentales (sedimento). No somos un museo, por eso no existen purezas, esencias o cosas parecidas. La cultura, la identidad, permanecen por supuesto, pero también se transforman.
Bien, estos cambios provienen de las relaciones entre las personas, entre los pueblos, entre las civilizaciones. Somos seres humanos relacionándonos constantemente, desde el mismo inicio de la especie. Imagínense ahora, en un mundo globalizado como vimos antes, marcado por la conquista, la colonización, la explotación, la dominación…
De estas relaciones de influencias, de permeabilidad entre culturas podemos citar algunos ejemplos “cotidianos”: hoy existen muchos platos típicos europeos que tienen como ingrediente principal la papa, oriunda de América; tenemos también al cristianismo, que realizó un viaje cultural sin precedentes desde Nazaret hasta nuestro territorio y que se ha transformado de maneras muy sutiles pero importantes en ese transcurso; el té, que peregrinó desde China, ahora mismo es de consumo característico de la población londinense todos los días a las 17:00 horas; la democracia, los ritmos afro/descendientes como el jazz o el reggae, el fútbol, los jeans, el acullico de coca, nuestro típico refresco de q´isa (durazno seco originario de medio oriente), el hip hop en aymará y un largo etc. todo nos habla de que nuestras culturas son fieles a sí mismas, pero que también cambian y se transforman o adaptan constantemente. Esto es fundamental comprenderlo.
Todo ello es llamado con más precisión por la ciencia social como sincretismo, transculturalidad o mestizaje cultural. Sin ser exactamente iguales, idealmente estos términos remiten a lo que acabamos de decir: a la mezcla de unos rasgos propios de una cultura con otros rasgos de otras culturas y a la manifestación de nuevas características, de formas originales y no vistas antes a partir de estas mezclas. Imaginemos por ejemplo un caso concreto de ritualidad andina: un yatiri despliega un rito de pago (arma una mesa), en el que agradece a los achachilas, a las wacas y ¡a la Virgen María! Sobre su poncho lleva colgada una cruz y se persigna constantemente mezclando rezos en aymará . Entre los misterios de la mesa, al lado de la hormiga o el sapo y el cóndor, figuran también una computadora, un avión o un edificio ¿No es esta una muestra de sincretismo o mestizaje cultural? Por supuesto que lo es.
Estas influencias sin embargo, como dijimos al inicio, se dan en terrenos peligrosos, desiguales, injustos la mayoría de las veces. Solamente imaginen la relación de los colonizadores con sus colonizados . Muchos rasgos culturales se imponen a fuerza de influencia económica, cultural o militar por parte de culturas “vencedoras” sobre culturas “vencidas”. Los ejemplos, otra vez, podrían multiplicarse en el tiempo y a lo largo y ancho del mundo: los semitas con los cananeos, los romanos con los bárbaros, los aymarás con los urus, los inkas con los aymarás, Inglaterra y la India, Francia y Vietnam, Europa y América, Europa y Asia, Europa y África…
Las culturas que se imponen despliegan toda una suerte de estrategias para mantener la supremacía: el cine estadounidense ocupa más del 90% de las carteleras en las salas de América Latina; una abrumadora mayoría en Bolivia habla castellano (lengua oficial del estado) pero no todos y todas alguna lengua originaria (incluso preferimos aprender inglés); los concursos de belleza como miss universo imponen una imagen occidentalizada de belleza para la mujer que es ajena a nuestros propios cuerpos, etc
Las relaciones de intercambio cultural se ven sesgadas, determinadas, marcadas por la dominación, tanto política como militar y económica. Esto debemos tenerlo muy claro a la hora de abordar temas como el indígena o la identidad y la cultura .
Zavaleta, uno de los pensadores bolivianos más influyentes de América, tenía un concepto fundamental para entender estos procesos: sociedad abigarrada. Lo abigarrado para él tenía que ver con el sistema económico capitalista en Bolivia. El capitalismo no habría podido eliminar otras formas de reproducción de la vida distintas de él, las comunidades, lo llamado indígena por ejemplo. Zavaleta estudiaba el capitalismo inacabado, lleno de vacíos, vacíos en los que pervivían formas locales de organizar la economía. Ahora bien, el capitalismo genera una cultura (con todo lo que hemos visto antes que cultura es) que tampoco pudo constituirse en la única. Todo esto nos habla también de la supervivencia de otras culturas, siempre en interacción, manteniendo grados de influencia y de exclusión entre sí. Este concepto es muy útil porque muestra nuestras relaciones culturales haciendo hincapié en la dominación pero también en las resistencias de lo indígena popular a esta dominación.
Tenemos entonces formas culturales marginadas que perviven “debajo”, paralelas de otras formas “oficiales”, hegemónicas, ambas en interdependencia, interactuando, influyéndose, “contagiándose”, pero también negándose y excluyéndose, construyendo algo nuevo. Estas son nuestras contradicciones, pues los seres humanos americanos habitamos ambos espacios sin diferenciarlos en lo cotidiano, sin tener la necesidad de hacerlo para seguir sobreviviendo. Debemos reconocemos sin embargo, como parte de un rompecabezas que está esperando ser resuelto para poder aceptarnos, para poder “ser”, para, en última instancia, descolonizarnos.
… Lo indígena no fue destruido, aniquilado o borrado del mapa. Lo indígena sobrevivió al empuje destructor de la colonia, de las repúblicas y del capitalismo. Pero no sobrevivió idéntico a sí mismo: se transformó y transformó esa cultura nueva. Los mundos indígenas tienen sus particularidades, su “sedimento” y para conocernos y reconocernos, para poder tener conciencia de nosotros mismos y de nosotras mismas, de nuestra realidad como colectividad, vamos a pasar al siguiente paso.
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