martes, 23 de octubre de 2018

Iemanjá y Nuestra Señora de la Concepción -BRASIL-De la guerrera y amante a la gran madre


En los 500 años de invasión, conquista y explotación de las Américas, las religiones indígenas y africanas sobrevivieron por el esfuerzo de resistencia de los pueblos que continuaron adorando diosas y dioses demonizados por el cristianismo. El sincretismo religioso –tan criticado y discutido– muestra, precisamente, la importancia religiosa en la formación de la identidad latinoamericana.

 Las mujeres indígenas y africanas son las que más sufrieron las prácticas de exclusión de los conquistadores. Éstos, al pasar por encima de otros modelos de organización social y religiosa, reforzaron los mecanismos de opresión de la mujer. Al imponer el modelo patriarcal occidental y cristiano, los colonizadores no sólo establecieron el dominio de una civilización sobre otra, sino también reforzaron el dominio masculino. La religión cristiana ayudó a consolidar un modelo de explotación económica y social, así como a justificar la dominación masculina y la subordinación de las mujeres como un elemento intrínseco y natural.

 La historia de la esclavitud de africanos de diversas etnias, culturas y reinos, fue la de 300 años de dolor y de lucha por mantener vivas las tradiciones y la dignidad de la persona humana. Hombres, mujeres, guerreros, cazadores, parteras, reyes y reinas, personas profundamente conocedoras de sus costumbres trajeron toda la fuerza y la riqueza de sus símbolos, sus danzas y sus diferentes expresiones culturales y religiosas. En el contexto de la esclavitud, los/as africanos/as mantenían sus cantos, fiestas, hermandades; danzaban y saltaban para el Señor, pero por debajo de sus instrumentos, cánticos y danzas ellos revivían su religión, su fe en sus ancestros, valores y expresiones negadas en nombre del bautismo impuesto por la cristiandad. “Las mujeres con la oralidad no permitieron el olvido de sus tradiciones. Contribuyendo así a una organización de resistencia ante la esclavitud ejercida por los españoles.”

En África, cada etnia tenía una religión diferente. En Brasil, las etnias fueron mezcladas y fue imposible la reestructuración de las familias originales. Con el tiempo, la “nación política” se identificó con la “nación religiosa” y fue la alternativa para que las creencias de los pueblos africanos fueran perpetuadas en Brasil.

El Candomblé se constituyó como preservación de las estructuras lingüísticas y culturales de la nación yoruba. Fue un espacio de resistencia cultural y religiosa, que se transformó en una escuela de respeto a la tierra, la tradición y los ancestros El culto a las divinidades africanas en Brasil no cambió sustancialmente. Sólo se dieron cambios geográficos que reorganizaron el panteón –lugar de culto– yoruba. Las exigencias culturales de supervivencia reordenaron los patronatos de los orixás.

El culto a Iemanjá es uno de los más significativos. En África tenía lugar a orillas del río Ogum y su función era gobernar la fertilidad y la maternidad de las mujeres. En Brasil se transfirió al mar, adoptando las características de una gran madre y perdiendo las de mujer guerrera y amante ardiente; tal vez, éste haya sido uno de los elementos que favorecieron su asociación con Nuestra Señora Inmaculada, virgen, madre y casta. Con sus diferentes reinados, mitos y creencias, ambas ocupan un lugar especial en la fe y la espiritualidad de muchas mujeres y muchos hombres brasileños.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Reseña para "LA FLOR INVERTIDA" - Puntuación: 🌟🌟🌟🌟🌟 5/5

Opinión: Las letras del autor las conocí por su libro "Equipaje Ancestral" que tuve la suerte de ganarlo en un sorteo que realizo,...