Consideramos ahora la interpretación que subraya, respecto a la primera evangelización, la actitud de resistencia en los indígenas,
palabra que ya es un termino técnico.
En primer lugar, hay que reconocer que la presencia de esta resistencia es innegable, sobre todo al inicio.
Lo mismo se diga del sincretismo, fenómeno espiritual y psicológico perfectamente documentado.
En l0 que se refiere al incario, por ejemplo, hace algunos años se descubrió un «confesionario» pagano del siglo XVI; el autor, probablemente un líder religioso, aprovecho la estructura de los confesionarios cristianos para construir uno adecuado a la religión prehispánica, con sus correspondientes pecados, entre los cuales uno de los peores era tener contacto con españoles.
Simplificando, el problema no es tanto el fenómeno sincrético en si mismo, sino su cristalización, su estabilización a largo plazo. Porque esto significa la derrota de la evangelización, absolutamente incompatible con una religión híbrida 0 de yuxtaposición que, en parte, era el tipo de religión que imperaba entre los mesoamericanos y durante el incario.
Y es que el cristianismo es una religión en la que la historia prevalece sobre la cultura.
Se basa sobre hechos reales que marcan la intervención de Dios, un Dios «celoso» que quiere compartir su vida con la de los hombres de modo exclusivo, a través del único Hijo y del único Espíritu Santo.
Por otra parte, es verdad que no siempre la obra de cristianización llego a una plena valoración de tantos rasgos culturales genuinamente humanos de los indios, que podrían haber servido de praeparatio evangélica.
En este sentido hay que entender que los evangelizadores actuaron sobre las culturas de modo «negativo»; es decir, que para llegar al fondo del alma de sus prosélitos querían evitar toda contaminación con la idolatría. Buscaban una conversión verdadera de las personas. La cultura era tenida en cuenta en tanto pudiera dificultar 0 facilitar la recepción del Evangelio.
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